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Los políticos nacionales son los más señalados por los españoles (57%) como una amenaza desinformativa importante, seguidos por la clase política internacional (45%) y los influencers (45%)
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Las redes sociales son percibidas como el principal canal propagador de desinformación (el 73% de los encuestados las consideran una amenaza), por encima de los medios digitales (25%) o los buscadores (15%)
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Únicamente el 18% de los encuestados en España afirma haber recibido formación sobre cómo utilizar los medios de comunicación, frente al 74% que asegura no haberla recibido
La proliferación de bulos y desinformación tiene consecuencias graves para la ciudadanía, ya que erosiona la confianza en las instituciones y en los medios, polariza a la sociedad y dificulta la toma de decisiones informadas y libres. Los datos de la encuesta de 2025 revelan que la sociedad española parece consciente de esas amenazas, ya que un elevado porcentaje de los encuestados manifiesta su preocupación por los bulos en internet. El 69% de los encuestados afirma estar total o parcialmente preocupado por la desinformación, una cifra muy próxima al 70% registrado en 2024, año en que se produjo el mayor incremento interanual desde que existen datos. En contraste, solo el 9% declara no estar preocupado por este fenómeno.

Además de las campañas de desinformación en torno a eventos como las elecciones generales de 2023 y las europeas de 2024, episodios como la DANA que afectó a Valencia en octubre de 2024 o los conflictos internacionales, es posible que el rápido desarrollo y la popularización de las herramientas de inteligencia artificial (IA), capaces de generar contenidos falsos cada vez más realistas, esté intensificando la preocupación social sobre la dificultad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. Los datos de la encuesta parecen corroborar que existe cierta relación entre las dos variables: quienes dicen encontrarse incómodos con las noticias generadas por una IA con cierta supervisión humana muestran mayor preocupación por la desinformación en internet —el 79% de ellos dice estar parcial o totalmente preocupado— que aquellos que se encuentran cómodos con esos contenidos (65%).
Uno de los países más preocupados
El 69% de los usuarios españoles está preocupado por la desinformación. Este porcentaje coloca a España entre los países con mayor inquietud sobre este tema, según los resultados obtenidos en los 48 mercados analizados. Esta cifra supera en 11 puntos la media global (58%) y en 15 puntos la media europea (54%).
Nuestro país aparece en la posición número 9, tras varios estados africanos (Nigeria y Kenia ofrecen los niveles más altos de preocupación, por encima del 80%; Sudáfrica presenta un 73%), Australia, Estados Unidos y muy cerca del 71% de Reino Unido, Portugal y Singapur.

Aumenta la preocupación sobre todo entre los más jóvenes
Si atendemos a variables sociodemográficas como la edad, el género, el nivel educativo y de ingresos o la ideología, se confirman las tendencias de los últimos años en España. A mayor edad, formación y nivel de ingresos, mayor es la preocupación; y las mujeres manifiestan mayor inquietud por la información falsa y engañosa que los hombres.
Por edad, los encuestados mayores de 55 años declaran una mayor inquietud por la desinformación (74%) frente a los grupos de edad más jóvenes. No obstante, los datos del último lustro muestran una tendencia al alza en todos los grupos etarios, con picos especialmente notables en 2021 y 2024. En el caso de los adultos menores de 24 años, la preocupación ha crecido más de diez puntos en tres años, pasando del 55% en 2022 al 66% en 2025. También destaca que en 2025, el grupo de 45-54 años ha vuelto a alcanzar un 70% de preocupación, consolidando un aumento constante desde 2022.

Las mujeres están más preocupadas que los hombres por la desinformación (74% frente al 64%). Además, su inquietud ha crecido considerablemente más rápido desde 2020, aumentando diez puntos porcentuales en cinco años, mientras que la preocupación de los hombres se ha mantenido más estable.

Como en años anteriores, también se observa una relación positiva entre los niveles de educación e ingresos y la preocupación por la veracidad de la información. Y se mantiene asimismo una mayor inquietud en los grupos escorados políticamente a la izquierda: un 75% está total o parcialmente preocupado, frente al 65% de aquellos que se sitúan a la derecha y al 71% de los que se posicionan en el centro. Los encuestados alejados de la política o que no se sitúan en el espectro ideológico revelan niveles más bajos de preocupación por la desinformación (56%), sin embargo, son ellos quienes presentan un salto mayor en los últimos años: su inquietud por los bulos ha aumentado ocho puntos desde 2020 (del 48% al 56%).

Los políticos, considerados la mayor amenaza
Dados los altos niveles de preocupación por la desinformación observados en la última encuesta, este año se ha ahondado en algunas cuestiones relacionadas, como la percepción sobre las principales amenazas, las fuentes a las que acuden los ciudadanos para comprobar una información de cuya veracidad dudan o si han recibido alguna educación sobre cómo utilizar las noticias, formación que podría ayudarles a detectar bulos, combatir la desinformación y minimizar sus riesgos.
En lo que respecta a la información falsa y engañosa que circula hoy en día por internet, se ha pedido a los encuestados que indiquen qué opciones de entre varias consideran que suponen una amenaza importante en general. La opción señalada por un mayor porcentaje de personas ―tanto hombres como mujeres, en cada uno de los rangos de edad y en todos los niveles educativos y de ingresos, sin excepción― han sido los políticos, en especial los de nuestro país. Seis de cada diez (57%) encuestados consideran que son una amenaza importante en relación con la información falsa y engañosa. Lo señalan los hombres (58%) y las mujeres (55%), y desconfían de ellos en mayor medida aquellos encuestados de los grupos de edad más elevados: el 64% de los internautas de 65 años o más, frente al 53% de los que tienen entre 18 y 24 años. Según la afinidad política, los encuestados que se identifican con la derecha perciben a los políticos y partidos políticos españoles como una amenaza en mayor medida que quienes se sitúan a la izquierda (61% frente a 56%).
El dato del 57% de desconfianza en los políticos sitúa a España diez puntos por encima de la media en los 48 países encuestados (47%) y al mismo nivel que Estados Unidos (57%), que en las semanas en las que se realizó la encuesta estaba viviendo la segunda investidura de Donald Trump como presidente.
La percepción de los políticos como fuente de desinformación no se limita al ámbito nacional. Un 45% de los encuestados señala también a gobiernos, políticos y partidos extranjeros como importantes responsables de la difusión de bulos, aunque siempre por debajo del nivel atribuido a la clase política española.

Los influencers y personalidades de internet son percibidos como una amenaza a la veracidad de la información por casi la mitad de los encuestados (45%), una cifra similar a la media de los 48 países (47%). Por grupos de edad, quienes más confían en ellos son los jóvenes entre 18 y 24 años, de los que un 30% señala a los influencers como un riesgo en relación con la información falsa, quince puntos por debajo de la media. En el extremo opuesto, un 57% de los internautas mayores de 65 años ha marcado esa opción. En el terreno ideológico también aparecen diferencias: un mayor porcentaje de los encuestados que se sitúan a la izquierda (52%) considera que las personalidades de internet suponen un peligro en este sentido, frente a los que se sitúan a la derecha (40%).
¿Y qué ocurre con los medios? ¿Son percibidos como una amenaza propagadora de desinformación? Los datos muestran que el 40% de los encuestados así los considera, ocho puntos por encima del promedio global de los 48 países (32%). Esta percepción aumenta conforme mayor es el nivel educativo y económico de los usuarios. En el primer caso, mientras entre quienes tienen estudios bajos o medios la desconfianza oscila entre el 34% y el 38%, alcanza el 49% entre quienes cuentan con educación superior. En el caso del nivel de renta, aquellos que ganan menos perciben a los medios con menor inquietud (35%) que los que ganan más (43%). Debemos tener en cuenta, sin embargo, que en todos los casos propuestos en la pregunta, los grupos con más ingresos y mayor nivel educativo tienden a mostrar porcentajes más altos de percepción de amenaza, salvo cuando se trata de la desconfianza hacia la gente corriente. En términos ideológicos, tanto quienes se ubican a la izquierda (46%) como a la derecha (42%) superan en desconfianza hacia los medios a los centristas (38%) y a quienes no se identifican políticamente (33%).
En general, los internautas confían sobre todo en las personas normales: solo un 23% las considera un peligro en relación con la información engañosa y falsa. Es un porcentaje del que no se aleja ningún grupo de edad y que no parece afectado por la situación económica o educativa de los encuestados. Sin embargo, resulta llamativa la diferencia que existe entre distintos grupos ideológicos: el 26% de los encuestados de izquierdas consideran que la gente corriente supone un desafío en relación con la veracidad de la información, frente a un 16% de los de derechas.
También se ha preguntado sobre los canales considerados una amenaza importante en este sentido. Tres de cada cuatro encuestados han marcado alguna red social o de vídeo (73%) —TikTok aparece como la menos confiable—, frente a uno de cada tres (33%) que han señalado las aplicaciones de mensajería instantánea, uno de cada cuatro (25%) que han marcado las webs de noticias y el 15% que ha señalado los buscadores.

Los medios son el principal recurso para verificar información
Pese a que el 40% de los encuestados considera a los medios de información una amenaza desinformativa, el 34% recurre a ellos cuando sospecha que una noticia puede ser falsa o engañosa. Esta opción es, de hecho, la más mencionada entre varias ofrecidas por la encuesta, tanto en España como en los 48 países encuestados (38%).
El rol de los medios de comunicación como principal herramienta informativa empleada frente a los bulos es especialmente relevante entre los grupos más veteranos. El 45% de los mayores de 65 años acude a las organizaciones informativas para contrastar la información frente a una mayor desconfianza de los menores de 24 años (28%).
También hay diferencias según el nivel de ingresos: solo el 26% de quienes tienen ingresos bajos acude a los medios frente al 37% y 38% entre quienes tienen ingresos medios o altos, respectivamente. En cuanto al nivel educativo, el uso de medios como herramienta de verificación crece a medida que aumenta la formación: del 29% entre quienes tienen estudios bajos, al 36% con formación media, y entre un 38% y 40% en el caso de quienes cuentan con educación superior o universitaria. En el terreno ideológico no hay diferencias —izquierda, centro y derecha muestran un porcentaje del 36%—, salvo la que marcan aquellos que no se sitúan políticamente, que recurren a los medios para verificar información considerablemente menos que el resto (20%).

A aquellos encuestados que han marcado los medios informativos como fuente de verificación se les ha pedido que indiquen cuáles de ellos consultan. Entre las respuestas destacan los periódicos nacionales —sobre todo El País y El Mundo— y las televisiones —RTVE y Antena 3 son las más mencionadas—.
Las fuentes oficiales, como la página web del Gobierno, son el segundo recurso más utilizado para verificar información (31%), seguidos por los buscadores (24%) y los sitios web de verificación de datos (23%), entre los que destacan Maldita y Newtral. Por debajo se encuentran las fuentes personales —un 15% dice que acude a algún conocido en quien confía y un 12% señala que se fija en los comentarios de otros usuarios de internet—, un 13% consulta Wikipedia, un 10% acude a las redes sociales o de vídeo y un 6% recurre a chatbots de Inteligencia Artificial, entre los que destaca ChatGPT. Resulta llamativo que casi dos de cada diez encuestados (17%) no saben a dónde acudir para comprobar una información aparentemente falsa o engañosa.
La preferencia por los medios como recurso de verificación se confirma al preguntar a los encuestados que usan buscadores o redes sociales y de vídeo en qué tipo de resultados se fijan. Entre quienes utilizan un buscador, las fuentes más elegidas son los medios informativos y las fuentes oficiales, con un 36% cada una. El 31% busca un sitio web especializado o experto y el 27% una web de verificación de datos. El 19% entra en Wikipedia y el 17% se queda con el resumen de la información que aparece en la parte superior de la página de búsqueda. Solo un 3% y un 2% de los encuestados que utilizan como recurso un buscador elige entre los resultados aquellos relacionados con influencers y personalidades de internet o con políticos, respectivamente. Entre quienes dicen recurrir a redes sociales o de vídeo, como YouTube o TikTok, la mitad (50%) señala que atienden a los resultados procedentes de medios informativos, por encima de los expertos (35%), las fuentes oficiales (28%) o los verificadores de datos (26%). Las fuentes menos escogidas son, de nuevo, los influencers y personalidades de internet (16%), Wikipedia (15%) y los políticos (9%).

Los datos de la encuesta muestran además una correlación significativa entre la confianza en los medios como vía de verificación y la percepción de su relevancia democrática. Quienes consideran en mayor medida que los medios de comunicación les ayudan a comprender los procesos democráticos y a participar en la sociedad también tienden a confiar más en esos medios para verificar información dudosa, y viceversa. Esta relación no es menor, y refleja cómo la legitimidad del periodismo en una democracia está vinculada estrechamente con su credibilidad.
Alfabetización mediática: una tarea pendiente
En la encuesta de este año se ha evaluado también la alfabetización mediática de los ciudadanos. Se les ha preguntado si han recibido alguna vez educación o formación sobre cómo utilizar las noticias (por ejemplo, sobre comprensión crítica de los medios, análisis de las fuentes, conocimiento relacionado con las noticias, etc.). Dicha formación ha podido impartirse en el colegio, el instituto o la universidad, tanto de manera digital o física, y tanto en un entorno formal como informal.
Los resultados muestran una asignatura pendiente: únicamente el 18% de los encuestados en España afirma haber recibido formación sobre el uso de la información, frente al 74% que asegura no haberla recibido y un 8% que desconoce si ha contado con ella o no. Estos datos colocan a España ligeramente por debajo del promedio de los 45 países analizados, donde el 22% afirma haber recibido dicha formación, el 68% no la ha recibido y el 9% no lo sabe.

La radiografía social derivada de las respuestas a esta pregunta en nuestro país muestra una brecha generacional y educativa clara. Los internautas de mayor edad están menos formados que los jóvenes y aquellos ciudadanos con menor nivel educativo lo están menos que los encuestados con estudios medios y superiores. Esa menor formación hace que ambos grupos —mayores y con menor nivel educativo— sean más vulnerables a la desinformación en internet.

