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La primera caricatura de un navarro en 1749


FotoCaricatura de don Antonio Escudero y Muro, realizada en Roma en 1749. Foto Pier Leone Ghezzi. British Museum/
Los orígenes de la caricatura y el genio de Bernini

El nacimiento de la caricatura gráfica se sitúa en la universitaria ciudad de Bolonia a fines del siglo XVI, en la escuela de los Carracci. Como género dibujístico, representa un retrato con los rasgos faciales y de comportamiento exagerados, a efectos de producir risa o ridiculizar situaciones de diversa índole. Los estudiantes de la mencionada academia se divertían haciendo caricaturas de los visitantes, bajo la apariencia de animales u objetos inanimados, pero generalmente lo hacían para uso privado, sin la malicia de la sátira que cobraría el género siglos más tarde.

Sin embargo, la caricatura, del italiano “caricare”, es hija del Barroco. El polifacético genio de Bernini fue admirado en la corte papal por su habilidad para reflejar la esencia de las personas. El maestro definía a la caricatura como “un intento de descubrir la semejanza en la deformidad, de tal modo que nos acerquemos a la verdad más que la realidad misma”. Cardenales, caballeros y hasta el mismo pontífice pasaron por el ojo de Bernini. 

Con posterioridad, el interés por la caricatura fue creciendo en Europa y más tarde en Estados Unidos. Así, Tiepolo y Goya hicieron sus incursiones, pero sería ya en el siglo XIX cuando emergieron los grandes nombres ligados a publicaciones satíricas.

Un corellano del siglo de las Luces: don Antonio Escudero y Muro

Uno de los más egregios corellanos fue don Antonio Escudero y Muro, que llegó a ser Gran Prior de la Orden de Jerusalén en Navarra, comandante de la escuadra de Barlovento de Felipe V y Mayordomo, en Roma, de Jacobo III, pretendiente al trono de Inglaterra. Don Antonio nació en Corella en 1690, vistió el hábito de Malta tempranamente, en 1701, y profesó en aquella Orden en 1707, a la que sirvió militarmente. En 1716, se le otorgó la encomienda de Leache y posteriormente otras, al poco tiempo pasó a servir a la armada española realizando acciones valerosas en 1718 en aguas sicilianas. En 1719 ascendió a capitán de fragata, en 1721 de navío y en 1726 se le otorgó el mando de la Escuadra de Barlovento, encargándose de reprimir el contrabando en las Antillas. En 1740, con motivo de la Guerra de Sucesión austriaca, recibió orden de armar en Malta sus buques en corso contra los ingleses, pero como la Orden de San Juan mantenía una postura contraria a la del rey de España, no pudo obedecer y fue relevado de su cargo.

En 1741 fue nombrado Gran Prior de la Orden de San Juan en Navarra y, poco después, Almirante de la Escuadra de Malta. Por aquel tiempo, en las luchas de Jacobo III por apoderarse del trono inglés, la Orden de Malta ayudó al pretendiente y don Antonio intervino con su escuadra a tal fin, llegando a ser nombrado su mayordomo, cargo en el que estuvo hasta 1766 en que murió Jacobo Stuard. Don Antonio murió en 1770, con ochenta años. En Malta se le dedicó un monumento funerario a su memoria, del que se conserva dibujo coetáneo.

Su caricatura por el gran maestro Ghezzi en 1749

El autor de la caricatura de don Antonio es Pier Leone Ghezzi (1674-1755), un afamado pintor italiano, autor de numerosos retratos oficiales de la Roma de su época y yerno del pintor Carlo Maratta. Su mayor fama la debe a sus numerosas caricaturas de personajes de todo tipo que hizo en la Roma de su tiempo, entre las que encontramos a destacados prelados, nobles, artistas, peregrinos y visitantes de la Ciudad Eterna. En todas ellas, tal y como recomendaba Bernini, se exageran, con habilidad, los rasgos físicos de las caras de los personajes. El British Museum conserva un álbum que ingresó en sus colecciones en 1859, que contiene muchísimas caricaturas de Ghezzi. Éste, pese a su posición social, no desdeñaba retratar a los visitantes de Roma, por un módico precio. Una de las caricaturas es la de don Antonio Escudero.

Los rasgos más acentuados de la caricatura, como suele ocurrir en otras, son la nariz sobre la que montan los quevedos y la boca entreabierta y grande. Presenta frente despejada con incipiente calvicie propia de la edad en aquellos momentos –cincuenta y nueve años- y larga melena y viste casaca. Posiblemente, se trata de la primera caricatura conocida que se hizo a un navarro.

Para saber más

BERNINO, D., Vita del Cavalier Gio. Lorenzo Bernino (1713), Perugia, Ediart, 1999
CHANTELOU, P. F., Diario del viaje del caballero Bernini a Francia, Madrid, Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, 1986