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Un libro desconocido, editado en Pamplona, para el monasterio de Fitero en 1732


FotoRicardo Fernández Gracia/Colofón del libro editado en Pamplona para el monasterio de Fitero en 1732

No suelen ser meras casualidades, sino que obedecen a causalidades algunas actuaciones de los superiores en sus monasterios. Así hemos de entender la edición, en 1732, de un manual litúrgico destinado al monasterio de Fitero, de cuya constancia no hay noticia en los repertorios al uso, ni en las ediciones en papel, como el gran sobresaliente repertorio del padre jesuita Pérez Goyena, ni en los repositorios digitales como en Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español. 

No es ninguna casualidad que coincidiendo con la edición mencionada, en el monasterio de Fitero, durante la década de los treinta del siglo XVIII, se viviese una auténtica fiebre constructiva y artística. Entre otras obras, reseñaremos la construcción de la sacristía entre 1725 y 1730, la decoración de la biblioteca abacial con ricas yeserías por el mismo tiempo, la fábrica de la gran capilla del Cristo de la Guía con todo su exorno -hoy de la Virgen de la Barda- entre 1732 y 1736, así como el púlpito (1733) y el retablo de Santa Teresa (1730). 

A la práctica totalidad de aquellos proyectos no fue ajeno el abad del monasterio, fray Ignacio de Hoyos y Beroiz (1728-1733), natural de San Sebastián que había tomado el hábito en 1694 y falleció en 1758, tras haber desempeñado el cargo de Vicario General de la Congregación de Aragón y Navarra de los cistercienses y en calidad de aquel puesto había visitado el monasterio de Leire en 1730, dejando los consabidos mandatos en aras a la perfección de la vida monástica.


Portada del libro de oficios propios del monasterio de Fitero, 1732

El libro

Complemento de todas aquellas obras artísticas, fue una cuidada liturgia. Para el orden de esta última, resultaba imprescindible que los monjes, particularmente, contasen con un libro impreso con todos los detalles de los oficios a celebrar a lo largo del año. Sin duda, con toda claridad debían tener una versión común, sin copias manuscritas mil veces enmendadas. El libro impreso constituía la mejor garantía del orden en los divinos oficios, algo que fue una constante en la historia de la iglesia y, particularmente, tras el Concilio de Trento.

El libro es rarísimo, de hecho, sólo conozco uno en una colección particular y otro incompleto en la biblioteca del monasterio de La Oliva. La portada del mismo es la que nos aporta más datos. En ella se señala que los oficios contenidos eran los propios de los santos y fiestas de la orden del cister aprobados por la Sagrada Congregación de Ritos, siguiendo la forma del recién editado Breviario Cisterciense, que no puede ser otro que el que se publicó en Madrid, en 1727, con título de Officia propia sanctorum et aliarum festivitatum Ordinis Cisterciensis a Sacra Rit. Congregat. aprobata.


Índice con la tabla de los oficios del monasterio de Fitero, 1732

El libro no lleva ni aprobaciones, ni prólogo, ni dedicatoria. Comienza con la tabla de las fiestas organizada por meses. En las distintas celebraciones se señalan lecturas, antífonas, versículos etc., correspondientes a las diferentes horas canónicas.

Por la fecha, obviamente se incluye el oficio de San Raimundo abad de Fitero, primer abad del monasterio. Como ya hemos dejado escrito en otro lugar, el oficio litúrgico del santo se fue autorizando escalonadamente. El rezo y oficio del primer abad de Fitero y fundador de la orden de Calatrava fue autorizándose paulatinamente para el Cister (1702), para la diócesis de Tarazona (1728) y otras órdenes religiosas y reino de Navarra (1787), hasta llegar el año 1800, en que se extendió a toda España, a petición de Carlos IV, mediante un Breve expedido en Roma el 5 de diciembre de 1800, ampliando el oficio de su festividad a todo el clero regular y secular de ambos sexos de todos los dominios hispanos, con categoría de rito doble menor para el día 15 de marzo.

El monasterio de la Oliva emuló al de Fitero y, en 1767, publicó sus Oficios, impresos por Pascual Ibáñez, de los que sí da cuenta el mencionado Pérez Goyena en el registro 2274 de su Ensayo de Bibliografía navarra.

El impresor

El elegido para realizar la impresión fue Francisco Picart (†1743), de origen aragonés si bien sus trabajos se documentan en Pamplona, en donde contrajo matrimonio en 1687. Su producción abarca varias décadas, entre los primeros años del siglo XVIII y 1734, en que por problemas de salud le sucedió su primogénito Martín Francisco. En la capital navarra trabajó para importantes clientes, como los Tribunales Reales y el Hospital General. Entre las publicaciones que tenía estancadas la mencionada institución, se hallan precisamente los Oficios de la diócesis de Pamplona. Entre sus proyectos editoriales figuraron algunas vidas de santos y los tomos IV y V de los Anales de Navarra, obra de Francisco Alesón.

Además, Picart debía ser conocido en los monasterios cistercienses, ya que en 1714 imprimió el segundo tomo de la Suma moral, obra del monje Bernardo Pacheco, aumentada y dispuesta por el clérigo riojano don Manuel Rico y dedicada al obispo de Calahorra don Alonso de Mena y Borja.


Rezos para la fiesta de san Raimundo de Fitero, en el libro editado en Pamplona en 1732

Para saber más

FERNÁNDEZ GRACIA, R., “Entre la historia, la leyenda y el mito: La imagen de San Raimundo, abad de Fitero y fundador de la Orden de Calatrava”, Fitero: el legado de un monasterio, Pamplona, Fundación para la Conservación el Patrimonio Histórico de Navarra, 2007, pp. 287-315
ITÚRBIDE, J., Escribir e imprimir: el libro en el Reino de Navarra en el siglo XVIII, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2007 

PÉREZ GOYENA, A., Ensayo de Bibliografía Navarra desde la creación de la imprenta en Pamplona hasta el año 1910, vol. III, Pamplona, Príncipe de Viana, 1951