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Un retablo con los siete arcángeles en Pamplona


FotoRicardo Fernández Gracia/San Gabriel, NUNCIUS, en el retablo de la Virgen de las Maravillas de las Agustinas Recoletas de Pamplona.

Desde hace unas décadas, concretamente desde la implantación del novus ordo, en 1969, la celebración de la fiesta de los tres arcángeles san Miguel, san Rafael y san Gabriel es conjunta, el 29 de septiembre. Sin embargo, hasta la citada reforma, cada uno tenía su propia conmemoración. San Rafael se celebraba, en el vetus ordo, el día 24 de octubre y san Gabriel el 18 de marzo.

Frente a la popularidad de San Miguel, con un sinnúmero de representaciones en el arte navarro y tantas advocaciones de parroquias (46) y ermitas (120), las imágenes particulares de los otros dos resultan escasas.

En la mayor parte de los casos, san Miguel aparece como guerrero y triunfante sobre Lucifer. A veces, lo encontramos como psicopompo, conduciendo las almas y también pesándolas en el juicio (psicostasis), especialmente en el arte medieval. 


Retablo de la Virgen de las Maravillas de las Agustinas Recoletas de Pamplona, 1674

En el caso de san Gabriel, su aparición es constante en todas las escenas de la Anunciación, por obvios motivos. Sin embargo, de forma solitaria, no es usual encontrarlo, aunque conocemos algunos lienzos y esculturas. El tema de la Encarnación, lo dejamos para otra ocasión, por su riqueza iconográfica, diversidad estilística y amplitud cronológica.

Junto a los tres arcángeles que figuran en las Escrituras, se difundió abundantemente desde el siglo XVI, la presencia de otros cuatro de carácter legendario e incluso apócrifo, en base al descubrimiento de un conjunto pictórico en Sicilia, en el que figuraban los siete, tras lo cual se edificó en Palermo un templo en honor de todos. Un sacerdote de aquellas tierras, Angelo del Duca, difundió en Roma la nueva devoción y se convirtió en verdadero apóstol de la misma. Su perseverancia logró que Pío IV consagrase la gran sala de las termas de Diocleciano, en 1561, a los arcángeles, tomando como modelo iconográfico lo representado en Palermo. Desde entonces, numerosos grabados difundieron aquella particular iconografía, singularmente uno de Jerónimo Wierix.


Baraquiel (bendición de Dios, con rosas blancas) ADJUTOR y Jehudiel (con corona y látigo) REMUNERATOR, en el retablo de la Virgen de las Maravillas de las Agustinas Recoletas de Pamplona

En algunos retablos figuran los tres arcángeles canónicos, pero tan sólo en una ocasión, aparecen los siete. Este último caso es el retablo de la Virgen de las Maravillas de Recoletas de Pamplona, sufragado en 1674 por el canónigo de Murcia don Juan Antonio Berasategui, y que sufrió modificaciones para ubicar la iconografía arcangélica, hasta completar la serie con esculturas y pinturas. En las calles laterales y en el centro del banco se localizan a Miguel, Rafael y Gabriel, en esculturas de tamaño mediano importadas de fuera de Navarra, mientras que los otros cuatro se figuran en dos pequeños bultos que rematan los extremos del ático y en sendas pinturas introducidas en los recuadros laterales de la predela. Miguel –victoriosus-, Rafael -medicus- y Gabriel –nuncius- portan sus atributos ordinarios, espada, pez y azucena, respectivamente. Los legendarios de los lienzos son Baraquiel -adjutor o bendición de Dios-, que aparece con unas rosas blancas y Jehudiel -remunerator- que se acompaña de un látigo y una corona, recordando el premio y el castigo. Las pequeñas esculturas del ático representan a Uriel, el poderoso, fuego de Dios, o fortis socius, con una espada desenvainada y a Sealtiel, el orante -orator-, sosteniendo un incensario, atributo de la oración. En la clausura del mismo convento se conservan sendos lienzos de los citados Jehudiel y Baraquiel.