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El primer lienzo de la Virgen de Guadalupe con el ciclo historiado en Ágreda


FotoCedida/Lienzo de la Virgen de Guadalupe con el ciclo de su aparición, por José Juárez, 1656. Monasterio de la Purísima Concepción de Ágreda

Un excelente conjunto de pinturas de la Virgen de Guadalupe de México, de los siglos XVII y XVIII, se encuentran a lo largo de la geografía peninsular. Sus pinturas, con frecuencia, aparecen firmadas por destacadísimos pintores novohispanos como Juan Salguero, Juan Correa, Juan Rodríguez Juárez, Francisco Antonio Vallejo, José Páez o Antonio de Torres. La mayor parte de ellas pertenecen al siglo XVIII y su historia está íntimamente ligada a la de otros tantos indianos que hicieron carrera militar, comercial o política en tierras de Nueva España.

El éxito de aquel icono mariano ya lo atestigua en la segunda mitad del siglo XVII el jesuita Francisco de Florencia, cuando afirma en su monografía sobre la historia de la Virgen de Guadalupe que había “infinitas Imágenes, copias de este milagroso retrato, que se ha hecho en todo este dilatadisimo Reyno; pues no se hallará en todo el Iglesia, Capilla, casa, ni choça de Español, ni Indio, en que no se vean, y adoren Imágenes de N. Señora de Guadalupe… Dudo o por mejor decir, no dudo, se ayan sacado en el mundo mas copias de otra Imagen de María, que de esta de Guadalupe de Mexico… en Flandes en España, y en toda Nueva España, son tantas las laminas, y tablas de buril… que no hay guarismo para contarlas”.

Generalmente, la Virgen se representa según el esquema apocalíptico repetido hasta la saciedad, coronada y con la ráfaga áurea del sol, en actitud orante, con la media luna a sus pies sostenida por un ángel. Viste túnica rosa y manto azul, colores tradicionales en la Virgen, el primero por ser en tiempos bíblicos propio de las doncellas y el segundo como símbolo del color inalterable del cielo.

En muchos casos, la pintura quedó en la casa nativa del indiano, mientras que, en otros, adquirió una mayor relevancia al ser colgada en santuario, parroquia o capilla de especial significación.

La pintura de Ágreda: fechada en 1656 y su contextualización

El origen del lienzo, firmado por José Juárez en 1656, hay que situarlo en una donación a la famosa sor Mª Jesús de Ágreda, por parte de Francisca Ruiz de Valdivieso (1614-1677), camarera de la duquesa de Alburquerque, a la que sirvió en Nueva España entre 1653 y 1662. Hace algunos años, en 2002, pudimos leer correctamente la fecha del cuadro y documentarlo como aportación de doña Francisca Ruiz de Valdivieso, que acabó ingresando en la clausura de Ágreda en 1662. Al regresar de Indias esta mujer analfabeta y tras servir a los Alburquerque como mujer de confianza, lo hizo con un sinnúmero de piezas artísticas y 30.000 ducados, que revirtieron en el convento agredano. El número de piezas conservadas de sus legados todavía impresiona (sobresalientes marfiles, láminas, lienzos, Cristo tarasco, ostensorio, cáliz, batea) y aún sorprende más el listado de las piezas desaparecidas de plata, tejidos, arte plumaria, lacas… etc.).

En nuestro estudio ya avanzamos el carácter temprano del lienzo guadalupano, pero, sin duda, ha sido el profesor Jaime Cuadriello quien ha contextualizado y valorado la pintura, con la sabiduría de quien conoce el tema como nadie. Él ha hecho notar que además de ser un retablo fingido, no sólo es la primera vera effigie en llegar a España que sepamos, sino la tercera copia fiel más antigua que existe en el mundo, después de los grandes cuadros del Primer Milagro y La procesión indígena ante la epidemia de cocolixtli, del Museo de la Basílica de Guadalupe (1653). Por si fuera poco, se trata de la única obra de tema guadalupano que se conoce del pintor José Juárez. Sin duda, evoca el modo en que veía en el santuario la disposición de los cuatro pasajes, que guarnecían al icono original.


Escenas del ciclo de la aparición de la Virgen de Guadalupe, por José Juárez, 1656. Monasterio de la Purísima Concepción de Ágreda

Se trata, por tanto, a juicio del profesor Jaime Cuadriello, del más antiguo fiel retrato, como tal, del Sagrado Original en el mundo, porque los de los cuadros procesionales de la basílica están sesgados y distorsionados. La copia más antigua documentada, que estuvo al culto en el convento de Santo Domingo, fue la de 1633, desapareció y la supuesta pintura de Echave Orio de 1606, fue una fabricación muy posterior, de finales del XVIII.

Estos días se puede contemplar en el Museo del Prado en la exposición que lleva por título Tornaviaje. Arte iberoamericano en España, en la que se pueden contemplar otras piezas del convento soriano y una cuidada selección de obras interesantísimas llegadas de distintos lugares como México o Perú.

Para saber más

CUADRIELLO, J., Vera Effigie Guadalupana. Una intervención / intercesión a nombre de Baltazar de Echave Orio, México, Ediciones Zihua, 2018
CUADRIELLO, J., “Retratos / relatos que vienen de Ultramar: la representación material como metáfora social”, Tornaviaje. Arte iberoamericano en España, Madrid, Museo del Prado, 2021, pp. 51-77 
FERNÁNDEZ GRACIA, R., Arte, devoción y política. La promoción de las artes en torno a sor María de Ágreda, Soria, Diputación Provincial de Soria, 2002
FLORENCIA, F. de, La estrella del Norte de Mexico aparecida al rayar el día de la luz evangélica en este Nuevo Mundo… México, María de Benavides, 1688