La UE busca la autonomía digital europea con el 20% de la producción mundial de chips en 2030

La UE busca la autonomía digital con el 20% de la producción mundial de chips en 2030

ARTÍCULO

31 | 01 | 2022

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La UE pretende convertirse en uno de los líderes mundiales en el sector de los semiconductores y dejar de depender de proveedores externos ante la crisis mundial en la industria

La UE se propone alcanzar para 2030 el 20% de la producción mundial de semiconductores, desde el 10% actual. Además de preparar una Ley Europea de Semiconductores, busca un acuerdo con las principales compañías del mundo, la taiwanesa TSMC y la surcoreana Samsung, para que establezcan parte de su producción en Europa, y ha logrado el compromiso de la norteamericana Intel para una importante inversión en el continente. Pero para que los planes sean efectivos se va a requerir un importante apoyo público, conceptualmente siempre espinoso.

Los semiconductores, también conocidos como chips, son la base del mundo digitalizado en el que vivimos. Desde los automóviles, a los teléfonos móviles u ordenadores que usamos en nuestro día a día requieren para su funcionamiento estos chips. Este sector ha crecido globalmente de un valor de 33.000 millones de dólares en 1987 a 433.000 millones en 2020. Y con el incremento de la digitalización que estamos viviendo año tras año, la cifra solo va a seguir subiendo.

El sector de los semiconductores se caracteriza por ser una industria intensiva en capital (requiere una fuerte inversión) y con un alto nivel de especialización, que demanda una tecnología y unos materiales muy avanzados. Esto ha derivado en una concentración del proceso de producción en unos pocos países. La mayor parte de la producción mundial –el 70%– se encuentra en Asia; los principales productores son Taiwán y Corea del Sur, que solo entre los dos concentran el 43% de la producción.

La crisis mundial en el sector de los chips

La industria de semiconductores se encuentra en crisis debido a la pandemia. La proliferación de cuarentenas a lo largo del mundo supuso un aumento exponencial de ventas de productos TIC (bienes de tecnologías de la información y las comunicaciones) y de servicios en la nube, que hacen uso de chips. La producción no pudo igualar la cantidad de demanda y desde entonces se ha producido un cuello de botella en el mercado y hay carestía de semiconductores.

El desabastecimiento global de chips está afectando considerablemente a múltiples sectores como el tecnológico. Empresas gigantes como Apple o Samsung han tenido que retrasar o ralentizar la producción de sus productos por carencia de chips. Y en el sector de los videojuegos la nueva generación de consolas, la PS5 de Sony y la Xbox Series X de Microsoft, no está cubriendo la demanda y es una odisea hacerse con una.

Pero uno de los sectores más afectados está siendo el automovilístico, sector cuya cadena de valor está muy fragmentada y que gran parte se realiza en otros países (‘offshoring’). La escasez de semiconductores está causando estragos en las cadenas de producción. Se estima que la industria automovilística va a dejar de fabricar 7,7 millones de vehículos y van a perder 210.000 millones de dólares.

Esta crisis ha revelado las costuras del sector, al estar la fabricación excesivamente concentrada en muy pocos lugares. Sectores afectados como el automovilístico están viendo que la solución es localizar más las cadenas de suministro, dejando de depender tanto del ‘offshoring’ para pasar a modelos de ‘onshoring’ o ‘nearshoring’. Y los principales Estados ya han empezado a diseñar planes para alcanzar una cierta autonomía en este vital y estratégico sector y dejar de depender de la producción asiática.

Estados Unidos fue de los primeros en actuar, en noviembre del 2020, con el conocido como “Chips for America Act”, iniciativa que va a suponer importantes inversiones e incentivos para la producción, la investigación y el desarrollo de semiconductores en el país.

La respuesta europea

La Unión Europea ya ha dado el paso y este pasado año ya ha ido mostrando sus planes. En julio, la Comisión puso en marcha la “Alianza europea sobre tecnologías de procesadores y semiconductores”, que busca aunar los esfuerzos de los Estados miembro, empresas, investigadores y organizaciones tecnológicas. El objetivo de esta alianza es identificar y abordar los cuellos de botella, las necesidades y las dependencias actuales del sector. Y, además, idear un plan para que Europa sea capaz de diseñar y producir los chips más avanzados. Esto permitiría reducir la dependencia estratégica global, siendo el objetivo de la Comisión el llegar hasta el 20% del mercado mundial de semiconductores para 2030. Actualmente la Unión tiene un 10% del mercado mundial.

En septiembre, durante el discurso del estado de la Unión, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció que ya se está trabajando en una nueva Ley Europea de Semiconductores. Esta ley pretende impulsar un ecosistema favorable para la producción de semiconductores en la Unión, con el propósito principal de garantizar su suministro, así como de disminuir la dependencia europea, una cuestión no de simple competencia, sino de autonomía tecnológica. En su discurso, Von der Leyen relacionó los semiconductores con el éxito en la digitalización europea, uno de sus principales objetivos desde que llegó a la presidencia de la Comisión.

Para el éxito de esta ley se pretende coordinar la investigación, el diseño y el examen, así como la inversión europea y de los Estados miembros sobre toda la cadena de valor del sector.

Toda este plan que ha puesto en marcha la Unión se puede encuadrar en la búsqueda de la ansiada “autonomía estratégica”. Postura que defiende el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, para permitir a los europeos tomar “las riendas de su destino”. Y así evitar la dependencia que ya tuvo Europa por ejemplo con las mascarillas o antibióticos durante los peores meses de la pandemia, o en el sector energético con la dependencia del suministro exterior.

También se rumorea que la Comisión podría estar dispuesta a aliviar las restricciones a las ayudas estatales para la industria de semiconductores. Países como Francia argumentan que sin mayor intervención estatal no se podrá competir con grandes potencias como Estados Unidos o China para hacerse un mayor hueco en el mercado.

Pero la Unión Europea no debería de depender exclusivamente de la autonomía estratégica, sino que también buscar aliados comerciales para atraer fábricas de producción a Europa. Se están dando pasos también en este sentido. El Comisario de Mercado Interior, el francés Thierry Bretton, estuvo de gira por Asiavisitando Japón y Corea del Sur con el objetivo de firmar acuerdos de asociación digitales.

La Unión está intentando también atraer a los gigantes de los chips a Europa. Se ha intentado llegar a un acuerdo con los dos principales productores de semiconductores del mundo, la compañía taiwanesa TSMC y la surcoreana Samsung, para que establezcan parte de su producción en Europa. Y se ha conseguido alcanzar un acuerdo para que la empresa americana Intel invierta en Europa con un plan de más de 80.000 millones de euros durante la próxima década para instalar fábricas de chips.

Plan ambicioso, pero no suficiente

A pesar de la ambición de los planes de la Unión Europea está por ver que vayan a ser suficientes, por diferentes razones:

Las características del sector, como su alta concentración y especialización, no favorecen la entrada de nuevos competidores. Es un mercado que se encuentra controlado por actores consolidados de Asia y EEUU, por lo que la entrada de la Unión como un actor relevante sería complicada.

El objetivo que se marca la Comisión de llegar para 2030 al 20% del mercado mundial de semiconductores no implica que la Unión adquiera un papel relevante. El dato de que hoy Europa supone el 10% de la producción es engañoso. Refleja en realidad que la UE tiene el 10% del mercado de todo tipo de semiconductores, y la mayoría de los que se fabrican no son de los más avanzados del mercado. Los únicos capaces de producir los chips más avanzados son TSMC, Samsung e Intel. Por lo que para adquirir verdadera relevancia en el sector Europa tendría que ser capaz de fabricarlos.

Para que los planes sean efectivos se va a requerir un importante apoyo público. El plan de EEUU incluye un paquete de ayudas al sector de 50.000 millones de dólares, y China cuenta con haber gastado 170.000 millones entre 2014 y 2024. El sector está viviendo una “carrera de subsidios”, por lo que si Europa pretende ser un actor relevante va a ser necesario convencer a los Estados de la importancia de la inversión pública, y la UE debería aprobar un paquete presupuestario o ayudas complementarias para poder competir con los principales rivales en la industria.

Y, por último, según un estudio de Boston Consulting Group, operar las fábricas en Europa es más caro que en Asia o en EEUU, por lo que atraer a fábricas de chips a la Unión será más complicado.

En definitiva, el plan de la Unión Europea de adquirir autonomía digital en el mercado de semiconductores es muy ambicioso, pero para que sea un éxito se van a necesitar incentivos de inversión y de desarrollo para apoyar a las empresas europeas y atraer a empresas a Europa, apoyo público y sobre todo tiempo.