Epitafio al multiculturalismo

Epitafio al multiculturalismo

RESEÑA

16 | 12 | 2021

Text

[Douglas Murray, ‘La extraña muerte de Europa. Inmigración, identidad, Islam’ (Madrid: Edaf, 2019) 413 págs.]

Douglas Murray, escritor, periodista y comentarista político británico, realiza en esta obra una revisión completa de la crisis migratoria en Europa. No solo analiza y desmiente los diferentes argumentos dados para justificar la política de puertas abiertas de la Unión Europea (UE), sino que también recoge testimonios de los migrantes, los sectores políticos más optimistas ante la migración y la opinión de expertos en el tema que se oponen a la política migratoria vigente. Tras años de investigación, viajes a los lugares clave para entender la dimensión de la crisis y una recolección bibliográfica amplia y diversa, Murray estudia aquí los fallos del multiculturalismo, la imposibilidad de repatriación efectiva y el sentimiento de culpabilidad de Europa que ha impedido el establecimiento de medidas que salvaguarden los valores comunes que permitieron la formación de la UE.

La tesis de Murray es que «Europa se está suicidando». El autor resalta que desde la llegada de los trabajadores invitados a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, los migrantes se mostraron fieles a sus tradiciones, mientras que los europeos, creyendo erróneamente que la siguiente generación se integraría, han acabado perdiendo la fe en su propia cultura. Para que Europa fuera ejemplo de fuerza integradora, según advierte Murray, hubiera sido necesario que las naciones europeas tuvieran fuertemente arraigados sus valores.

El escritor británico parte de lo que él destaca como fracaso del mal denominado “multiculturalismo”, paradigma social y político imperante en gran parte de Europa y muy singularmente en su país. A final de la década de 1960, el 83% de los ingleses pensaba que los controles de llegada no eran rigurosos, y eso llevó a que en las décadas siguientes abogaran por la limitación de los flujos migratorios.

A pesar de esa posición contraria de la población europea, los gobiernos mantuvieron sus generosas políticas migratorias, justificándolas mediante cuatro argumentos principales: el económico, aunque Murray precisa que solo los migrantes percibieron dichos beneficios; el del envejecimiento poblacional, aun cuando este argumento implica la migración cíclica de personas en edad laboral y el sobrecargo del sistema de pensiones; el de la diversidad, si bien el beneficio que produce el intercambio cultural no incrementa proporcionalmente con la llegada de más migrantes; y el de la migración como consecuencia de la globalización, por más que potencias económicas como Japón y China no han tenido que ceder a la inmigración masiva como condición para su desarrollo.

Partiendo de estas premisas, el autor enfatiza la necesidad de canales para la migración segura y ordenada. Sin embargo, afirma que la UE ha excedido sus capacidades, teniendo en cuenta que la repatriación de todos los migrantes con peticiones de asilo denegadas supondría un elevado costo. Asimismo, afirma que los distintos tratados de Dublín no han sido efectivos ante la crisis, y los migrantes han sido hacinados en condiciones infrahumanas en las fronteras del espacio Schengen. Ante estos problemas, el autor critica la falta de acción directa por parte de la UE, la cual se limitó a acordar el pago de 6.000 millones de euros a Turquía para que retuviera a los migrantes que entraban desde allí.

Frente al multiculturalismo, entendido como “las políticas de Estado patrocinador por el cual la población podría vivir vidas paralelas en el mismo país” y cuyo fracaso queda de manifiesto en la falta de integración de los migrantes, el autor contrapone el caso de Israel, donde la integración de personas provenientes de todo el mundo fue posible porque no se apeló al multiculturalismo para la formación del Estado y porque además los migrantes compartían la misma religión. Murray destaca precisamente el rol fundamental de la religión como fuerza integradora de las sociedades.

Denuncia, por otra parte, la implantación de prácticas ilegales en Europa, como es el caso de la mutilación genital femenina. La conocida escritora Oriana Fallaci se refirió a este fenómeno como una “cruzada al revés”, argumentando que “los musulmanes intentan conquistar Europa”. Justamente al fallar el multiculturalismo, en muchos lugares de Europa aparecieron iniciativas asimilacionistas, que a su vez provocaron una fuerte reacción musulmana, declarando que “la asimilación es un crimen contra la humanidad”. A Europa le queda entonces, como destaca Murray, un sentido de culpabilidad que le lleva a creer que debe sufrir las consecuencias de su política migratoria “como expiación por sus errores históricos”.

Particularmente interesante para el lector es el estudio de las consecuencias de la política migratoria de la UE, que conllevó la construcción de barreras en las fronteras de Hungría, Bulgaria, Austria, Eslovaquia y Macedonia. Murray advierte, entre otras cosas, que la pérdida de la religión en Europa ha supuesto el olvido de su historia fundacional, por lo que una cultura que desconfía de sí misma no tiene poder de convicción ante quien trae fuertemente arraigadas sus creencias. Ante esta incompatibilidad, el autor afirma que la imagen del Islam entre los europeos se deteriora con la llegada de nuevos migrantes. De esta manera, para el año 2016 el 70% de la población alemana afirmaba que el Islam no pertenece a Alemania.

La creencia más importante en Europa, que Murray formula como ­la fe en el progreso humano, se ve entonces en riesgo ante la llegada de migrantes con una cosmovisión diferente. En consecuencia, la crisis no es solo migratoria, es también una crisis existencial. Mientras Europa pierde la fe en sí misma, aquellos que no se adhieren a la cultura local, sino que pretenden imponer su propia cultura, aumentan la desconfianza entre los europeos.

Alternativas

Murray sugiere que para evitar las dimensiones que tomó la crisis migratoria se hubiera necesitado un correcto liderazgo político y moral en la UE. La política de puertas abiertas de Merkel fue «compasiva con los migrantes e injusta con los pueblos de Europa», afirma. Por ello, el autor dedica unas líneas a proponer alternativas a la política impulsada por Alemania, mostrándose de acuerdo con la idea del economista británico Paul Collier, quien defendió que, ante la crisis en Siria, los países vecinos recibieran ayuda económica para acoger temporalmente a los migrantes, y así evitar los retos culturales de su integración en Occidente y facilitar un futuro regreso a sus lugares de origen. Murray cree que en términos económicos esta idea es la más viable, puesto que es más costoso alojar a 3.000 refugiados en Suecia que establecer un campo de refugiados en Jordania para 100.000 sirios.

Otra alternativa planteada consiste en procesar las peticiones de asilo fuera de Europa, como se hizo en Australia, que recibía a los migrantes en centros de acogida en las islas de Papúa Nueva Guinea. De esta manera, Murray propone que la UE establezca centros para los solicitantes de asilo en Túnez, Marruecos y Egipto. Igualmente, menciona la posibilidad de una figura de asilo temporal y discute la opción de unir esfuerzos para deportar a quienes se les ha denegado su solicitud de asilo.

Al final de su obra y recapitulando, Murray sostiene que la mayoría de los ciudadanos europeos han callado durante años su postura ante la inmigración masiva y se han resignado a aceptar que su hogar ya no es solo suyo a causa de la descoordinada política exterior de la UE. Concluye que, de momento, la responsabilidad de los problemas del mundo seguirá recayendo en Occidente mientras que los estados verdaderamente responsables de las crisis migratorias se niegan a acoger a la población migrante. En definitiva, la actitud entre los europeos frente a la inmigración seguirá deteriorándose y continuará consolidándose tanto el sentimiento de culpa frente al pasado como la incertidumbre generada por la falta de liderazgo, mientras Europa sucumbe a la presión impuesta por quienes llegan a imponer una cosmovisión contraria.

Valoración

El análisis de Murray abarca los diferentes ángulos de la crisis migratoria de forma ordenada y crítica, por lo que resulta útil para conocer una documentada versión sobre las deficiencias de la política migratoria actual y los fallos del multiculturalismo que sustenta la política migratoria. De esta manera, entre los méritos del texto se encuentra el análisis cualitativo y cuantitativo realizado por el autor para validar sus argumentos. Dicho análisis comprende desde entrevistas a distintos actores de la crisis hasta el estudio de informes estadísticos realizados por distintas agencias europeas.

Asimismo, su detallado informe rebate con convicción los argumentos usados para persuadir a la opinión pública de la necesidad de la política de puertas abiertas de la UE. En este aspecto, cabe destacar el importante rol que el autor designa a la ciudadanía que, ante la falta de confianza en sus propias creencias e historia, no expresa su malestar frente a la llegada descontrolada de migrantes y, en última instancia, acepta la imposición de una política migratoria ineficaz fundamentada en el multiculturalismo, aunque este paradigma se haya probado fallido. El autor da fuerza a su posición contraria al multiculturalismo haciendo referencia a expertos en este paradigma como Rumy Hasam, Samuel Huntington y Oriana Fallaci, quienes hace varias décadas se pronunciaron sobre los efectos que tendría la llegada a Europa de migrantes con una distinta cosmovisión y el poder desestabilizador que esto supondría.

Por otro lado, Murray no se limita a denunciar los problemas que la migración y su paradigma justificativo han conllevado, también cita a expertos en migración como el ya mencionado Paul Collier y al también autor británico David Goodhart, cuyas iniciativas para afrontar la crisis migratoria actual podrían ser una alternativa viable de ser tenidas en cuenta por la UE. Dada la brillantez de estos planteamientos expuestos en los últimos capítulos del libro, el análisis de Murray podría haber presentado de forma más amplia, detallada y crítica estas alternativas para que sirvieran de guía de cara a futuras políticas migratorias. La ausencia de este análisis en profundidad llama la atención, teniendo en cuenta que Murray fue el fundador del primer think tankbritánico dedicado al estudio del extremismo y terrorismo y que sus valiosas intervenciones en foros tan prominentes como el Parlamento Europeo indican que escribe con la intención de ser leído por quienes influyen en estas políticas.

Asimismo, el análisis sociológico realizado pudo haber tenido en cuenta las dificultades presentadas por los migrantes musulmanes que llevan años viviendo en Europa y cuyos problemas difieren de los experimentados por los nuevos migrantes. Esto permitiría ir más allá de la denuncia planteada por el autor sobre las dificultades sufridas por quienes acaban de llegar, valiéndose también de las circunstancias soportadas por quienes llevan años en Europa y han vivido los fallos del multiculturalismo, dándole fuerza a las alternativas planteadas frente a la política de puertas abiertas de la UE.

En cuanto al rigor y seriedad de la investigación, se abordaron ampliamente las dificultades que la integración del Islam supone en Europa, cuya historia fundacional encuentra sus raíces en el Cristianismo. Sin embargo, no se hace referencia en ningún momento a los problemas que implica la integración de migrantes no musulmanes, generando en el lector la duda sobre si el autor considera que la integración de migrantes practicantes de otras religiones supone los mismos problemas sociales o si, por el contrario, no se hace referencia a ellos por considerar que su integración no genera mayores dificultades. Ciertamente no es razonable exigirle al autor un análisis en detalle de cada tipo de migrante que llega a Europa, ya que alteraría el propósito de su obra. Pero de hacerse esta salvedad, quedaría sugerida la razón por la que los inmigrantes no musulmanes no son objeto de estudio a lo largo del libro, lo que aportaría claridad al razonamiento del autor dando fuerza argumentativa a su análisis. 

En todo caso, el autor hace un excelente trabajo al exponer cómo la crisis de valores europea ha sido el fundamento que permitió el avance de la crisis migratoria actual. Esta crisis de valores ha empeorado con la llegada de millones de personas que intentan imponer su cosmovisión en un continente que teme denunciar las actitudes contrarias a los valores europeos por miedo a represalias. En consecuencia, como bien lo plantea Murray, Europa necesita líderes capaces de promover su rescate cultural.

Con sus numerosos aportes y concretos déficits, queda fuera de toda duda el valor de la aportación de Murray a uno de los temas prioritarios en la agenda de la UE. En este sentido, hay que agradecer al autor por su investigación que, entre otras cosas, denuncia los errores de la política migratoria fundamentada en el multiculturalismo, invitando a la toma de conciencia frente a la necesidad de reconocer los valores fundacionales de una sociedad a la hora de diseñar e implementar políticas públicas coherentes con las necesidades de todos los actores implicados. En definitiva, esta obra puede ser objeto de estudio por parte de los decisores políticos en la materia al exponer la realidad de forma clara y servir como guía para futuras políticas migratorias que eviten caer en los errores del pasado.