El manual de Putin

El manual de Putin

RESEÑA

20 | 06 | 2025

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Una indagación sobre el terrorismo de Estado y las operaciones del Kremlin, por quien ha sido objeto de sus maniobras

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Portada del libro de Marc Marginedas ‘Rusia contra el mundo. Más de dos décadas de terrorismo de Estado, secuestros, mafia y propaganda’ (Barcelona: Península, 2025), 284 págs.

Este libro viene a avalar el pecado de origen de Vladimir Putin: su responsabilidad en la serie de atentados de 1999 contra bloques de viviendas de varias ciudades rusas, en los que murieron casi 300 personas. Con Putin como primer ministro de Boris Yeltsin y aspirante a la elección presidencial del año siguiente, las bombas habrían sido colocadas por los servicios secretos –aunque atribuidas oficialmente a terroristas caucásicos– para provocar un vuelco electoral en favor del exagente del KGB, como sucedió. Marc Marginedas, que ha sido corresponsal de El Periódico de Cataluña en Rusia y conoce bien el país, ha entrevistado a quienes se arriesgaron a investigar los sucesos. Aunque los testimonios de los testigos del momento aportaron suficientes elementos para esa denuncia, las trabas gubernamentales y las represalias de las fuerzas de seguridad ya desde el principio han imposibilitado poder conservar pruebas incontrovertibles que corroboren que aquellos atentados fueron perpetrados por elementos del FSB (sucesor del KGB) siguiendo órdenes de Putin.

Marginedas sostiene que este ha consistido el ‘modus operandi’ del presidente ruso. Cuando lo ha necesitado políticamente —para tener el apoyo mundial en su lucha contra el nacionalismo checheno, presentando a este como una manifestación más del terrorismo yihadista, o para controlar progresivas esferas de poder— Putin habría recurrido a grandes atentados contra sus propios ciudadanos, al menos dejando que radicales del Cáucaso (muy penetrados por los servicios secretos rusos, que habrían estado al tanto de sus planes) llevaran a cabo grandes matanzas. Este habría sido el caso de la acción en 2002 contra el teatro Dubrovka de Moscú, donde fallecieron 170 asistentes a un espectáculo, o la que tuvo lugar en 2024 en una escuela de Breslán, en Osetia del Norte, con la muerte de 330 personas, la mitad niños.

Estas tramas han sido expuestas por otros autores; Marginedas añade algunos testimonios más en la misma dirección, al tiempo que contribuye a destapar un antecedente que hasta ahora apenas había emergido. Las biografías oficiales de Putin siempre han dicho que su labor en la época de la URSS como espía destinado en Dresde, en la antigua RDA, había sido meramente burocrática. Marginedas apunta una versión distinta: algunas fuentes le atribuyen ser el enlace del KGB para sugerir objetivos de atentados a grupos terroristas occidentales, especialmente el grupo alemán Fracción del Ejército Rojo (RAF). De ser esto así, tendría mucho más sentido que en 1999, con solo uno meses de primer ministro, pudiera imaginar el uso de una acción terrorista para sus objetivos políticos.

Convencido de que esta es la lógica que ha movido la trayectoria de Putin, Marginedas la esculpe con letras claras en la portada del libro: “Más de dos décadas de terrorismo de Estado, secuestros, mafia y propaganda”, dice el subtítulo. Las páginas de la obra son un recorrido por los diferentes aspectos de esa política, algunos de ellos sufridos en carne propia por el autor. Aunque la táctica de los secuestros (y asesinatos, singularmente por envenenamiento, cuya autoría el mismo Kremlin ha querido dejar entrever, con afán intimidatorio) está dirigida contra opositores políticos rusos, cabría añadir a la lista al propio Marginedas. Este cree que se debió a instrucciones de Moscú la decisión de sus captores del Estado Islámico en Siria, donde fue enviado como corresponsal de guerra, de prolongar su cautiverio, que acabó con su liberación a los seis meses pero que pudo haber terminado con su ejecución, como sucedió con otros periodistas detenidos con él.

El libro tiene el ritmo que corresponde a un relato periodístico. Como obra de periodista, pone atención en los medios (la desinformación del Kremlin) y algunas páginas reflejan bien el círculo de amistades que se crea entre los compañeros de profesión (como el episodio de cena de corresponsales españoles con el entonces embajador de España en Moscú, quien sale muy mal parado). Queda claro, en cualquier caso, que Marginedas no actúa por corporativismo cuando critica la mordaza de Putin a la prensa, ni por venganza a raíz de su secuestro cuando arremete duramente contra la política exterior de Rusia. Varias veces galardonado, Marginedas es un investigador solvente, y eso da especial credibilidad a las denuncias del libro.