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Entrevista con el embajador Francisco Pascual de la Parte, autor de “El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017” 

Francisco Pascual de la Parte, durante la presentación de su libro [Manuel Castells]

▲ Francisco Pascual de la Parte, durante la presentación de su libro [Manuel Castells]

ENTREVISTAVitaliy Stepanyuk

Pocos tienen un conocimiento tan directo de las relaciones de Rusia con Ucrania y otros territorios de la antigua URSS como Francisco Pascual de la Parte, quien ha sido ministro-consejero de la Embajada de España en Moscú, embajador en Kazajstán y cónsul general en San Petersburgo, entre otros destinos. Es autor del libro “El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017”. Durante su presentación en la Universidad de Navarra, Global Affairs pudo conversar extensamente con el diplomático español sobre la crisis ucraniana y la política exterior rusa.

1. Desde el punto de vista de la geopolítica de la región, ¿quiénes son los principales actores?

Los principales actores en la crisis ucraniana se dividen en dos grupos: los que participan directamente en el conflicto armado y los que no participan en él, pero sí intervienen en la crisis. Los principales actores, obviamente, son el Gobierno ucraniano y los separatistas de las autoproclamadas Repúblicas pro-rusas del Donbass (regiones de Donetsk y Lugansk), respaldados y armados por Rusia.

En un segundo círculo concéntrico, los actores son Ucrania y Rusia, que se ha anexionado Crimea en respuesta al derrocamiento del presidente ucraniano pro-ruso Viktor Yanukovich, y que, como digo, apoya además a los separatistas ucranianos.

En un tercer círculo concéntrico, se sitúa la discrepancia entre Rusia y la Unión Europea (UE), que estima ilegal la anexión de Crimea y la intervención rusa en el Donbass, por lo que ha impuesto sanciones económicas, respondidas por Rusia.

En un cuarto círculo concéntrico tenemos una rivalidad entre Rusia y Estados Unidos, que acusa a Moscú de violar la integridad territorial de Ucrania y menoscabar con ello la seguridad en Europa. Este enfrentamiento tiene consecuencias para todo el planeta, ya que genera desconfianza y hostilidad entre ambas superpotencias que repercute en sus relaciones mutuas, fundamentalmente en los tratados de desarme y en sus posiciones en crisis como las de Siria, Corea del Norte, Venezuela y cualquier parte del mundo.

Por último, tenemos el enfrentamiento entre Rusia y la OTAN, a la que Rusia imputa la iniciativa hostil de haberse extendido hacia el Este, provocando con ello la reacción rusa cuando, teóricamente, tras la caída de la URSS, la OTAN había prometido no llevar a cabo su ampliación.

Todos estos son los actores. Unos participan en el primer círculo concéntrico, otros en el segundo y otros en todos.

2. En relación con la pregunta anterior, ¿cuál es el principal objetivo en esta lucha?

La respuesta a esta pregunta dependerá del actor en el que nos centremos. Obviamente no persiguen lo mismo los líderes de las repúblicas rebeldes que el Gobierno ucraniano o que el Gobierno ruso. En mi opinión, el régimen ruso persigue garantizar su seguridad mediante la recuperación del rango de gran potencia. Al controlar el espacio postsoviético e impulsar la Unión Económica Euroasiática (UEE) incluyendo a Ucrania, Rusia preveía fortalecer su posición internacional. Pero al negarse Ucrania a formar parte de la UEE y preferir una Asociación con la UE de Bruselas, ese plan de Rusia quedó muy dañado. En otras palabras, como decía Brzezinski, antiguo consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Rusia con Ucrania es un imperio, pero sin Ucrania es un estado normal. Pero como no se resigna a ser un Estado normal, no quiere perder el control sobre Ucrania. Rusia estima que sólo así puede garantizar su seguridad.

El fin que persiguen las autoproclamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk no está muy claro, porque ha ido cambiando con el tiempo. Primero era la autonomía, después la independencia, después la anexión a Rusia y después otra vez la autonomía. Varios de los líderes que proclamaban la independencia han desaparecido en extrañas circunstancias, siendo reemplazados por otros líderes.

En este momento el liderazgo de esas repúblicas está enteramente bajo el control de Moscú. Teóricamente, de ello habría que concluir que el fin de la Repúblicas de Donetsk y Lugansk es el mismo que el fin de los líderes rusos. Pero yo no estoy tan seguro, ya que había dirigentes en los gobiernos de esas repúblicas que, al principio, querían otro tipo de Estado. Es decir, no formar parte de Ucrania, pero tampoco de Rusia, aunque dieran primacía a la relación con esta. Una especie de Estado que fuera autónomo tanto de Rusia como de Ucrania, pero dentro del denominado “mundo ruso”: conjunto de pautas culturales, creencias y costumbres que identifican al pueblo ruso, basado en los valores tradicionales de la Rusia de los zares. Algunos de sus líderes más nacional-patriotas propugnaron, tras proclamar la secesión, fidelidad a la ortodoxia, protección a la familia, prohibición de los abortos, el juego, la prostitución, el divorcio… En fin, un gobierno que no hubiera encontrado encaje ni en una Ucrania integrada en la UE, abierta, por tanto, a asimilar la ideología de género y otros valores contrarios al “mundo ruso”, ni en una Rusia como la actual, que ellos consideraban gobernada por excomunistas descreídos y antiguos jefes de los servicios de inteligencia soviéticos. Los primeros dirigentes separatistas rebautizaron a su nuevo Estado como “Novorrossiya”, retomando el nombre de la Ucrania Oriental en la época zarista, cuyos territorios habían sido conquistados por Catalina la Grande a los turcos y a los cosacos ucranianos en el siglo XVIII.

Pero ese plan no pareció convenir a Rusia. En un momento dado, Moscú dejó de apoyar el “proyecto Novorrossiya” y provocó el reemplazo de los dirigentes que lo propugnaban. ¿Por qué? Muchos analistas estiman que el surgimiento de un Estado como Novorrosiya hubiera dado alas a la ya poderosa corriente nacionalista rusa de extrema derecha (propugnada, entre otros, por Alexander Duguin) que acusaba a Putin de traición por no haber invadido sin contemplaciones toda Ucrania, y fomentaría el surgimiento dentro de la misma Rusia de iniciativas análogas en otros territorios de la Federación Rusa donde los elementos tradicionalistas nacional-patrióticos tuvieran apoyo popular. En consecuencia, Rusia pareció optar por mantener esas repúblicas dentro de Ucrania, pero controladas por ella o, en caso extremo, proceder a una anexión de facto. Ambas soluciones le beneficiaban, pues impedían que Ucrania pudiera incorporarse a la OTAN y que tuviera suficiente margen de maniobra como Estado soberano, al tener dentro el caballo de Troya de esas repúblicas, controladas por dirigentes afines al Kremlin. 

El fin que persigue la UE es la estabilidad y prosperidad en su frontera oriental, exportando a las repúblicas ex-soviéticas sus programas de reformas económicas y políticas. Para ello, la UE puso en marcha su programa denominado “Partenariado Oriental” con varias de esas repúblicas. Cuantos más países de la antigua Unión Soviética asimilen los principios de la UE (Derechos Humanos, elecciones transparentes, igualdad ante la ley, ausencia de privilegios de casta, etc.) más segura estará la frontera oriental y más podrá extenderse el mercado europeo hacia esos países, incorporándolos gradualmente. En definitiva, para la UE la finalidad sería la estabilidad de la frontera Este, la extensión a los países de Europa Oriental de los principios que han dado origen a la UE y la expansión a ellos de su área de seguridad y prosperidad. 

Para EEUU, el principal objetivo sería el impedir que la URSS se reconstruya bajo otro nombre y vuelva a ser un factor de inestabilidad para las democracias. EEUU ha visto cómo poco a poco el control o la influencia rusa en antiguas regiones y repúblicas soviéticas ha aumentado y cómo estas han ido siendo recuperadas por Moscú, una tras otra. Primero fue Abjasia, luego Transnistria, luego Osetia del Sur…, amén de la influencia rusa en Bielorrusia, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán y, ahora, Ucrania, tras la anexión de Crimea y el control del Donbass. Algunos analistas observan ese proceso como una reconstrucción del control de Moscú sobre el espacio post-soviético, como ocurría bajo la URSS. Frente a ello, Washington sostiene que cada país tiene derecho a elegir libremente el organismo internacional y el sistema de seguridad colectiva al que quiere pertenecer, por lo que Rusia no tiene derecho de veto sobre la libre opción de un país determinado de Europa Oriental a ser miembro de la OTAN, o dejar de serlo, decisión que deben tomar sus propios ciudadanos, como ocurriría en el caso de Ucrania. En fin, cada parte en esta crisis persigue un objetivo diferente.

3. El conflicto de Ucrania estalló de manera imprevista. Cientos de personas salieron a las calles pidiendo una mejora en las condiciones de vida y el fin de la corrupción. ¿Cómo podríamos explicar el hecho de que el conflicto surgiese tan repentinamente?

En realidad, no se trata de un conflicto aislado, ni surgió por sorpresa, sino que desde la disolución de la URSS, las cancillerías y embajadas occidentales ya recibieron hasta ocho avisos de lo que iba a ocurrir y no supieron interpretar esas advertencias.

El primer aviso se dio en diciembre de 1986, en Kazajistán, con una serie de revueltas populares que ya indicaban lo que iba a ocurrir. Allí tuvieron lugar unos gravísimos disturbios, cuando el presidente de la República Socialista Soviética de Kazajistán, el presidente Kunáyev, dimitió y fue sustituido por un ruso, Gennady Kolbin. En ese momento, jóvenes kazajos salieron a las calles a protestar contra la decisión impuesta por Moscú de nombrar un presidente que no fuera étnicamente kazajo y que no conocía ni el idioma, ni las particularidades del país. Hasta hoy no se sabe el número de muertos que hubo en la represión de las tropas de la KGB, del ejército y de la policía, que fueron enviados urgentemente desde Rusia para aplastar la insurrección.

El segundo aviso consistió en la guerra de 1988 en Nagorno Karabaj (una región montañosa autónoma, poblada por armenios, de religión ortodoxa, enclavada en mitad de la república islámica de Azerbaiyán). Cuando los habitantes y las autoridades de Nagorno Karabaj vieron que la URSS se desintegraba, temieron que en el caos de la desintegración iban a sufrir represión y arreglos de cuentas de la gran mayoría musulmana que les rodeaba. Por consiguiente, el Parlamento de esa región autónoma solicitó la anexión a Rusia. Cuando esto ocurrió, las autoridades de Azerbaiyán enviaron sus tropas para impedir la secesión. Se originó una guerra que aún no ha acabado.

El tercer aviso, ocurrido en 1989, fue la “Masacre de Tiblisi” (Georgia), cuando miles de georgianos salieron a las calles en favor de la independencia de Georgia respecto de la URSS. El ejército soviético envió tropas especiales para reprimir la sublevación, como había ocurrido en Kazajistán. Allí murieron muchos civiles. Esa masacre dio lugar al Síndrome de Tiblisi: ningún alto cargo soviético quiso asumir, desde entonces, la responsabilidad de haber dado la orden de la intervención. A partir de ese momento, el ejército no volvería a intervenir contra el pueblo a no ser que recibiese por escrito una orden con la firma de quien decidía la intervención.

El cuarto aviso data de 1990 con la guerra civil de Transnistria, una franja oriental de mayoría étnica rusa en la república de Moldavia, que es de mayoría étnica rumana. Ocurrió que tras la independencia de Moldavia en 1991, los habitantes de Transnistria temieron quedar oprimidos en el nuevo país, de lengua y tradiciones principalmente rumanas. Por tanto, declararon su propia independencia de Moldavia, iniciando consecuentemente un conflicto que dejaría más de 20.000 muertos.

En todos estos casos y en otros que vendrían después, Rusia apoyó siempre a los secesionistas, puesto que eso era una forma de mantener a las repúblicas que querían separarse de la URSS controladas mediante una minoría dentro de ellas, que impedía su consolidación como soberanas e independientes.

El siguiente aviso consistió en el fallido intento de golpe de Estado en Moscú de agosto de 1991. Aunque fracasó, esa intentona abrió los ojos a otras repúblicas sobre el peligro de involución y regreso a la URSS y, a partir de ese momento, el proceso secesionista se aceleró.

El sexto aviso consistió en el referéndum convocado en Ucrania en diciembre de 1991. Bajo la pregunta “¿Está usted de acuerdo en que Ucrania se separe de la URSS y sea un Estado independiente?”, el 98% de la población ucraniana votó que sí, incluida Crimea.

Junto a estos avisos habían tenido lugar otros indicadores más, como el movimiento separatista en Abjasia (región del noroeste de Georgia), que en 1992 declaró su independencia de Georgia, la cual deseaba independizarse de Rusia por completo. Rusia apoyó a los separatistas también aquí.

El último aviso tuvo lugar en 2007, en Osetia del Sur. Fue tras un intento del gobierno de Georgia para lograr que la región separatista de Osetia del Sur volviese bajo su control empleando para ello su ejército. Rusia, que tenía estacionadas en Osetia Fuerzas para el mantenimiento de la paz desde un conflicto anterior,  intervino en favor de los separatistas, obligando a Georgia a renunciar al control de esa región.

4. Aunque a EEUU el conflicto ucraniano le preocupa, no le inquieta tanto como otros temas. De hecho, EEUU no está actuando y únicamente verbaliza su preocupación. ¿Es posible que no esté ofreciendo una respuesta clara porque piensa que fundamentalmente es un problema europeo?

A EEUU le preocupa por la sencilla razón de que la solución de otras crisis que ocurren en el mundo, fundamentalmente las de Siria, Venezuela y la de Corea del Norte, depende de que haya confianza y buena relación entre Moscú y Washington. Y nunca la habrá si previamente no se resuelve el tema de Ucrania. Lo que está envenenando las relaciones es Ucrania. De hecho, dudo mucho que sin la guerra en Ucrania hubiese habido una intervención rusa en la guerra en Siria como la que ha habido.

Cuando Occidente intenta aislar a Rusia imponiendo sanciones, Rusia tiene que salirse por algún lado. Por ello, para demostrar que no se le puede aislar y que es un protagonista en la escena internacional, Rusia interviene en Siria, en Venezuela o donde puede plantar cara a EEUU. Estaría emitiendo un mensaje parecido a este: “aunque me queráis aislar y reducirme a potencia regional de segundo orden, os puedo demostrar que sin mí no tiene solución ninguna crisis mundial. Es más, si quiero, os provoco otras crisis”.

5. ¿Qué opinan los propios ciudadanos rusos sobre la anexión de la península de Crimea?

La intervención y consiguiente anexión de Crimea por Rusia, dentro del conflicto ucraniano, es el punto que más envenena las relaciones entre Rusia y Occidente, pero también repercute en la opinión pública rusa.

Porque, claro, Rusia tiene un PIB del tamaño del de Italia y está manteniendo intervenciones en el exterior que le cuestan mucho dinero. Sus hospitales están en una condición lastimosa, la enseñanza atraviesa por una gran carencia de medios y disminución de calidad, las pensiones son bajísimas, se ha retrasado la edad de jubilación… Muchos en Rusia están disgustados por que, en estas circunstancias, se dediquen recursos ingentes a subvencionar Crimea. Porque Crimea no se sostiene sola. Antes, cuando estaba en paz y gracias al turismo, sí que podía llegar a sostenerse a sí misma. Pero ahora, ¿quién va a Crimea? ¿quién invierte en Crimea? Todo lo subvenciona el gobierno ruso. Eso estaría al alcance de un país con un PIB gigantesco, pero difícilmente un país que tenga un PIB como el de Italia o España y que dedique, directa o indirectamente, un tercio del PIB a sus fuerzas armadas y de policía. Además de tener que subvencionar Crimea, Rusia tiene que subvencionar Abjasia, Transnistria, Osetia y el Donbass. Por este motivo, hay en Rusia quien ya se pregunta si no fue un error la anexión de Crimea, como, por ejemplo, uno de sus más influyentes diarios, “Vedomosti”.

Por otra parte, una razón importante por la que los dirigentes rusos no ven con buenos ojos discutir sobre este asunto podría ser Chechenia. Según algunos expertos de Derecho Internacional, como la catedrática de Derecho Internacional de la Complutense, Araceli Mangas Martín, todos los argumentos que Rusia esgrime para justificar la secesión de Crimea de Ucrania valdrían para justificar una futura secesión de Chechenia de Rusia. ¿Qué ocurriría, se preguntan algunos analistas, si dentro de 10 o 20 años se formara una mayoría chechena que reclamara la secesión de Rusia en un referéndum invocando el precedente de Crimea? 

El tema de la legitimidad de la anexión de Crimea es un tema tabú en la sociedad rusa, por muchas razones. No se puede hablar de él con tranquilidad. De hecho, el único diputado de la Duma (Parlamento ruso) que votó en contra de la incorporación de Crimea a Rusia ha tenido que exiliarse porque ha sido amenazado. En los programas de televisión los debates sobre la existencia y legitimidad de la anexión de Crimea no suelen permitirse y cuando se tocan tiene que ser siempre desde el punto de vista oficial.

 

Despliegue de tropas ucranianas, en junio de 2014 [Wikipedia]

Despliegue de tropas ucranianas, en junio de 2014 [Wikipedia]

 

6. ¿Ve usted posible que Rusia acabe abandonando la guerra en Ucrania? Además, ¿podría Crimea volver a formar parte del territorio ucraniano?

Rusia ha dejado muy clara una cosa: no va a permitir jamás que los rebeldes y los separatistas ucranianos de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk sean derrotados por el ejército ucraniano. No lo va a permitir. 

La única posibilidad de que Rusia abandonase su intervención militar en Ucrania sería que los secesionistas ganasen su confrontación con el gobierno ucraniano y consolidasen una independencia de este bajo el control indiscutido de Moscú.

Segundo, veo el regreso de Crimea a Ucrania muy difícil, prácticamente imposible. Porque Rusia está convirtiendo Crimea en una inmensa base militar que estima imprescindible frente a una OTAN expansiva. La está dotando de los más modernos sistemas de armamento: radares, cohetes, una moderna flota...

7. Demográficamente, ¿el porcentaje de rusos en Crimea es tan alto como se dice?

Según algunos analistas, el Kremlin juega con las cifras. Unas veces habla de rusos étnicos, otras veces de rusohablantes. Odesa o Jarkiv, por ejemplo, son grandes ciudades ucranianas rusohablantes, pero que están de parte del gobierno de Kiev. ¿Qué entiende Rusia por “ruso”? Dicen las autoridades rusas: “Es que la mayor parte de los habitantes de Crimea votaron legítimamente por la secesión e incorporación a Rusia en referéndum por una mayoría afirmativa en torno al 90%, constituyendo además los rusos la gran mayoría de la población en la península”. Defíname eso. ¿Qué pasa con el 13% de tártaros, qué pasa con el 20% de ucranianos? Y los que Moscú llama rusos en Crimea, ¿qué son exactamente: rusos étnicos, rusohablantes, titulares de pasaporte ruso, rusos por opción, por nacimiento, por matrimonio? ¿Con qué documentación electoral y con qué control de las votaciones se hizo el referéndum? ¿Se contaban como votantes censados las tropas de la base rusa de Sebastopol o no se contaban? ¿Cómo se controlaron las votaciones dentro de los cuarteles militares? En fin, es como decir “españoles” refiriéndonos a cualquier país iberoamericano. En Argentina o Cuba puede haber 700.000 españoles. ¿Aceptamos entonces que en un territorio de Argentina, Cuba o Venezuela, donde la mayoría sean españoles, estos organicen un referéndum por la secesión y su reincorporación a España y les armamos clandestinamente?

La pregunta que nos debería preocupar es: ¿en qué se distingue ciudadanía de nacionalidad? En los países occidentales ciudadanía y nacionalidad son lo mismo. Sin embargo, en Rusia no es así, y aquí vamos al meollo del problema. En los países de la antigua órbita soviética, nacionalidad significa “pertenencia a un grupo étnico”. Mientras que ciudadanía significa “sometimiento al régimen político, jurídico y administrativo de un Estado determinado, con independencia de la etnia a la que se pertenezca”.

En Rusia son cosas completamente diferentes. Tanto es así que en los documentos de identidad de Rusia y de Ucrania, hasta hace poco, figuraba como “nacionalidad” el grupo étnico del titular: judío, tártaro, ruso... Por eso, cuando Rusia se anexionó Crimea, la principal razón que dio el presidente Putin para hacerlo fue que debía proteger a los “rusos” en Ucrania, a “sus” nacionales en Ucrania, frente a la “Junta Fascista” de Kiev que les amenazaba. Para un ruso, puedes cambiar la ciudadanía; en cambio, la nacionalidad no se pierde nunca, y Rusia debe proteger a quienes ostentan la suya.

Todo ello explica que antes de intervenir en una república ex -soviética que se quiere separar de la órbita de Moscú, lo primero que hace Rusia es repartir pasaportes rusos entre ciudadanos de esas repúblicas a los que, a partir de ese momento, considera rusos, y luego, argumenta que los tiene que proteger.

De los ucranianos que vivían en Crimea, muchos la han abandonado. Otros, se han quedado en Crimea, por supuesto, pero sin poder poner en tela de juicio que Crimea pertenece a Rusia, sometiéndose a las autoridades rusas, debiendo, en muchos casos, obtener otra nueva documentación, distinta a la que tenían antes, y  prestando lealtad y sometimiento a otro Estado distinto a aquel en el que vivían hasta hace poco.

8. ¿Podríamos decir que Rusia y Occidente tienen interpretaciones diferentes sobre los principios que han de regir las relaciones internacionales?

Ese principio fundamental para el Kremlin de defender militarmente a los rusos estén donde estén, incluido el territorio de otra república ex-soviética, choca con otros principios básicos para la UE, EEUU y países occidentales: la integridad territorial del Estado, la soberanía del Estado y la igualdad de todos antes la ley... Si tú quieres proteger a los rusos que viven en Ucrania anexionándote Crimea porque tiene mayoría rusa, obviamente estás violando el principio de integridad territorial del Estado. Sin embargo, Rusia piensa que ella sí que ha respetado la integridad territorial de Ucrania, porque la integridad territorial tiene para los dirigentes rusos un significado diferente al nuestro. Para ellos la integridad territorial se refiere al aparato del Estado, pero no al territorio. Rusia da prioridad a otros principios, como es la protección de sus nacionales.

Por todos estos motivos este conflicto es tan peligroso, porque ni Occidente ni Rusia pueden renunciar a principios que consideran básicos. Por eso, cuando hablamos de diálogo de la UE y EEUU con Rusia para solventar este conflicto, estamos pidiendo un diálogo entre dos partes que hablan un lenguaje diferente, porque Rusia atribuye a los conceptos un significado completamente distinto al que les atribuimos nosotros.

9. La política rusa de protección de los rusos étnicos puede recordar mucho, en gran medida, la política de la Alemania nazi de la década de 1930 de intentar unir a todos los alemanes étnicos. ¿Considera que la situación es similar?

No solamente a los años 30, sino también al tiempo de la Primera Guerra Mundial, que estalló porque Serbia quería proteger a los serbios que vivían fuera del territorio de Serbia, los cuales se consideraban oprimidos y maltratados por las autoridades del Imperio Austrohúngaro, cuando este se anexionó Bosnia-Herzegovina. Uno de los que se sentían oprimidos, el estudiante Gavrilo Princip, con auxilio logístico de la policía secreta serbia, mató al heredero del trono de Austria-Hungría durante su visita a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina. Eso provocó una reacción en cadena y una Guerra Mundial.

En la Segunda Guerra Mundial, Alemania exige que todos los alemanes vivan dentro del mismo Estado. Desgraciadamente, no todos los alemanes vivían en Alemania. Los nazis deciden entonces lograr que todos los alemanes de raza aria, superior, queden en un solo Estado, dirigidos por un solo Führer. Para ello, se anexionan Austria. Las potencias occidentales se quedan perplejas. Resultaba que también había alemanes en Checoslovaquia, que no estaban bien tratados por las autoridades checoslovacas, según los nazis. Entonces, el Führer fuerza a los checoslovacos a cederle los Sudetes. Luego Alemania se anexiona otros territorios y las potencias occidentales ceden. Más tarde, Hitler reclama el corredor polaco y la ciudad alemana de Danzig, territorio también de población alemana, pero situado en Polonia, y es allí cuando, definitivamente, Inglaterra y Francia, que habían ofrecido garantías a Polonia,  reaccionan.

Para algunos analistas occidentales, la situación recuerda mucho a lo que ocurre ahora en la antigua URSS. Primero, Rusia se anexiona una parte de otro país, luego se instala en una parte de otro, con la misma justificación: la de que hay rusos en ellos que hay que proteger. En mi opinión, la situación no es exactamente la misma, pero tiene alarmantes parecidos.

10. La lección de los años 30 es que la política de apaciguamiento no evitó la guerra, sino que simplemente la aplazó e hizo que se combatiese en peores condiciones. Entonces, ¿cuál es la actitud recomendable ante la política rusa?

Existen dos tendencias fundamentales: la primera comprende las tendencias al apaciguamiento y la segunda las tendencias a la firmeza. Entre las tendencias al apaciguamiento encontramos, a su vez, tres corrientes distintas:

–Un primer grupo de expertos llama la atención sobre un hecho fundamental: que Rusia está dispuesta a llegar más lejos que Occidente en el conflicto de Ucrania, porque para Rusia Ucrania es una cuestión vital, mientras que para Occidente no. Habría que llevar a cabo una revisión territorial. Vamos a ceder y vamos a dejar que Rusia se quede con sus rusos, y aquí se acaba el problema. Firmamos un acuerdo, y Rusia tiene su zona de influencia.

–La segunda corriente defiende la idea de convertir Ucrania en un Estado neutral para que Rusia no perciba una amenaza. Ello implicaría que se decida la congelación de la expansión OTAN, que ya no se extendería a ningún país más de la Europa oriental; se otorgue una autonomía muy amplia a las regiones de Ucrania oriental pobladas mayoritariamente por rusos, y se admita que Crimea forma parte de Rusia en compensación a la extensión de la OTAN hacia el Este.

–Según la tercera corriente, Rusia, al anexionarse Crimea y al intervenir en Ucrania oriental, no observó un comportamiento agresivo. Muy al contrario, actuaba en su legítima defensa, y a ningún país se le puede negar la legítima defensa. Decimos eso porque si hubiese triunfado la revolución del Maidán en toda Ucrania, incluida Crimea, y en toda Ucrania se hubiese implantado un régimen proclive a Occidente, hubiera sido cuestión de muy poco tiempo que el nuevo gobierno ucraniano hubiese solicitado el ingreso en la OTAN. Eso hubiera conllevado que las fronteras de la OTAN se hubiesen acercado todavía más a Rusia, poniendo en peligro la seguridad del país. Por tanto, Rusia, al actuar en Ucrania, únicamente lo hace en legítima defensa. Esta tercera corriente propugna la desmilitarización del Donbass, que la seguridad de las fronteras quede garantizada por una fuerza de mantenimiento de la paz bajo el mando de la ONU, y la admisión de Crimea como parte de Rusia, en compensación al hecho de que la OTAN ha incorporado países que antes pertenecían a la URSS.

Como comentamos anteriormente, existe una segunda tendencia que aboga por la firmeza: “No vamos a repetir el error de Múnich de ceder, ceder y ceder, porque si continuamos así, la próxima vez nos encontraremos con que Rusia intenta anexionarse un país báltico”, donde, por cierto, en Estonia y en Letonia tiene importantísimas minorías. La principal corriente de este grupo piensa que no podemos repetir el error de Yalta, de dejar dividir Europa en zonas de influencia y sobre todo de imponer la neutralidad a un país que no la desea. Por otra parte, lo que se estaría haciendo al admitir que Rusia se quedase con todas estas regiones es negarle a Ucrania, precisamente, su derecho a la legítima defensa. 

Otro grupo de esta tendencia sostiene que los partidarios de la estrategia de apaciguamiento no ofrecen ninguna solución a cómo se garantizaría entonces la seguridad de los países de Europa del Este. Además, el hecho de no extender la OTAN y de ser condescendientes con Rusia para evitar provocar a Rusia es un dilema falso, porque Rusia ya hace todo lo que puede por fastidiar a Occidente, todo el límite de provocación ya está superado. Si se quiere conseguir la estabilidad de Europa a base de cerrar los ojos y permitir que Rusia controle las zonas que antes pertenecían a la URSS, existe el riego de que Rusia siga ocupando territorios. ¿Hasta dónde tienen que llegar las fronteras de Rusia para que Rusia se sienta segura?

Además de las dos tendencias anteriores, existe una tercera corriente de pensamiento que llama la atención. Dice que en el caso de la Alemania nazi hay un hecho diferencial respecto de la situación actual: en aquel momento no existían las armas nucleares. En aquel momento, quizás fuera prioritario detener a Hitler a costa de pagar un alto precio, porque de lo contrario las consecuencias habrían sido catastróficas. Era un mal menor frente a un mal mayor. Sin embargo, ahora este dilema no existe, ya que ahora el dilema está entre llegar a un entendimiento con Rusia o una guerra nuclear.

La pregunta que plantea esta tercera posición es: ¿cuál es nuestra prioridad, castigar a Rusia o conseguir la estabilidad en Europa? Si elegimos la primera opción, entonces lo que habría que hacer es armar a Ucrania. Sin embargo, si nuestra prioridad es recuperar la estabilidad en Europa, entonces tenemos que iniciar conversaciones con Rusia. En realidad, a largo plazo, Occidente es mucho más fuerte que Rusia, pero el inconveniente que tiene a largo plazo es que no sabes si en ese periodo de tiempo tan grande estaremos todos muertos. Si Rusia ve que es más débil a largo plazo, obviamente intentará aprovechar la situación mientras todavía es fuerte.

 

Efectivos de la autoproclamada República Popular de Donetsk, en mayo de 2015 [Mstyslav Chernov]

Efectivos de la autoproclamada República Popular de Donetsk, en mayo de 2015 [Mstyslav Chernov]

 

11. Puede existir la interpretación de que lo que ocurrió en Crimea fuese una reacción de legítima defensa por parte de Rusia para evitar que su base naval de Sebastopol se convirtiera en base de la OTAN.  Rusia habría interpretado eso como una amenaza a su seguridad y, por tanto, habría intervenido para proteger su seguridad. Teniendo esto presente, tomemos como ejemplo la crisis de Cuba de 1962. Cuba decidió comprar armamento para colocar cohetes atómicos soviéticos en territorio cubano. Podían hacerlo desde el punto de vista del Derecho Internacional, eran dos países soberanos que podían venderse armas unos a otros. EEUU se sintió atacado ante la posibilidad de que hubiera cohetes en Cuba e intervino en Cuba. ¿No ha ocurrido lo mismo con Crimea y la URSS? En un segundo supuesto, imaginémonos que en México entra un gobierno de corte anti-americano, que se siente muy inseguro hacia EEUU y que decide instalar cohetes nucleares en la frontera de Río Grande. ¿EEUU permitiría en aras del Derecho Internacional de integridad territorial que hubiera baterías de cohetes apuntando a las ciudades de EEUU? ¿Qué piensa usted de esto?

Hay similitudes en esos casos, pero no se pueden comparar. Las diferencias que yo veo son, en primer lugar, que EEUU impuso un bloqueo en Cuba, pero no invadió Cuba, como usted dice, ni se anexionó región de Cuba alguna. Kennedy metió la pata con su invasión de Bahía de los Cochinos, retiró a sus tropas de allí y pidió públicamente perdón por la iniciativa. No me puedo imaginar a un líder ruso pidiendo públicamente perdón por la invasión ilegal por la URSS o por Rusia de un país soberano y sin declaración de guerra: Finlandia en 1939, los Bálticos en 1940, Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968, Afganistán en 1979, Ucrania en 2014….

En segundo lugar, los misiles instalados en Cuba eran armas nucleares ofensivas muy potentes, instaladas clandestinamente, mientras que EEUU no instala armas nucleares ofensivas comparables cerca de Rusia ni lo ha hecho clandestinamente. Moscú estima que los sistemas antimisiles norteamericanos en Polonia y Rumanía pueden convertirse en ofensivos fácilmente, pero tal recelo ruso se solventaría con un eficaz sistema de inspecciones y verificación. Además, los dirigentes rusos saben perfectamente que tales sistemas no constituyen amenaza efectiva alguna frente a su enorme arsenal nuclear. La prueba está en que presumen de él y lo consideran invulnerable, según palabras del propio presidente Putin.

En tercer lugar, lo de México es política ficción. No es imaginable que EEUU invada militarmente México para proteger a las minorías estadounidenses asentadas en ese país, como ha ocurrido con Crimea o el Donbass. Por otro lado, dudo que fuera posible que se instalaran armas nucleares en México con los acuerdos bilaterales y regionales que están vigentes entre EEUU y México y en el marco del tratado de libre comercio entre EEUU, México y Canadá. No olvidemos que, aunque imperfectos, tanto México como EEUU son regímenes democráticos. Sus líderes responden ante sus electores y ante su pueblo, y son elegidos por este. No es el caso de Cuba ni de la URSS, dictaduras comunistas, ni, según algunos autores, de la Rusia actual, régimen autoritario nacionalista. Las democracias no suelen hacer guerras entre ellas.

El único comportamiento de Estados Unidos similar a lo que ocurre en Crimea fue la invasión de la isla caribeña de Granada. Cuando en Granada subió al poder un régimen marxista, EEUU arguyó la necesidad de proteger a los estudiantes estadounidenses que había allí para intervenir, aunque no estaban en peligro.

Otra diferencia es que lo de Ucrania se inscribe en un proceso o tendencia (Kazajistán, Transnistria…), que parece haber estado perfectamente planificado desde 1990, como hemos comentado antes. No es un caso puntual, sorpresivo e improvisado, como fue la reacción de EEUU ante la instalación de misiles en Cuba en 1962.

12. Lo que ha comentado anteriormente sobre la reacción agresiva de Rusia para evitar el largo plazo, recuerda mucho a la estrategia directa de la contención estadounidense durante la Guerra Fría. La respuesta estadounidense era que, precisamente, había que rearmarse y tener una capacidad militar lo suficientemente intimidatoria para que la URSS no se atreviese a actuar agresivamente. Sería esa otra posible conclusión: ¿Hay que rearmarse?

De hecho, lo estamos haciendo. Para mí, el mayor error de Putin ha sido posibilitar que EEUU consiga en 20 días el consenso para un rearme y fortalecimiento de la OTAN que no había conseguido en 20 años. Ahora tienen una OTAN cohesionada y organizada, han conseguido el compromiso a un aumento de los gastos militares por parte de los aliados de la OTAN que antes eran reticentes a hacerlo.

13. Crimea era parte de Rusia hasta que Kruschev se la cedió a Ucrania en 1954. Además, el Imperio Ruso tuvo miles de muertes por recuperar esa península en la Guerra de Crimea. ¿El hecho de que ese territorio pertenezca a Ucrania o a Rusia es algo que podría ser discutible?

En primer lugar, la constatación de que Kruschev regaló Crimea a Ucrania es, según documentados autores, una de las grandes falsedades difundidas por los centros de inteligencia rusos, que ha sido creída por casi todo el mundo en Occidente. Aunque es cierto que la resolución del Presidium del PCUS de 1954 hace que Crimea pase a depender de Ucrania, con motivo del 300 aniversario de la incorporación de Ucrania al Imperio Ruso, este no era el único motivo, ya que Crimea es una zona muy árida, y el suministro de agua, mano de obra, infraestructura… es muchísimo más fácil desde Ucrania que desde Rusia. A efectos prácticos, es mucho más rentable, como se está viendo actualmente, mantener Crimea desde Ucrania que desde Rusia.

En segundo lugar, la región de Taganrog, más rica y más grande que Crimea, que anteriormente pertenecía a Ucrania, se asignó a Rusia. Por eso, algunos analistas piensan que lo que hubo fue una especie de compensación territorial, porque mantener Taganrog desde Ucrania es muy difícil también.

En tercer lugar, el cambio de fronteras administrativas entre las diferentes regiones de la URSS en tiempos de Stalin y de Kruschev era algo habitual y frecuente. Si consideramos anti-constitucional o ilegal la transferencia de Crimea a Ucrania por Kruschev, también hay que considerar ilegales docenas de modificaciones territoriales análogas que se hicieron en esa época en la URSS.

En cuarto lugar, Crimea ha sido parte de Rusia 250 años (Cuba fue española aproximadamente 400 años) y toda Ucrania occidental era Polonia hasta 1939. Luego Polonia tendría igual derecho a reclamar su parte de Ucrania que Rusia a reclamar la suya. Si vamos a justificar la anexión de territorios en base a vínculos históricos sin respetar los tratados internacionales actuales, entonces habría que rehacer todo el mapa mundial y provocaríamos una escalada bélica. Por esta regla de tres, los españoles deberían reclamar mañana mismo Cuba, pues fue un trauma para nosotros perderla, residen allí miles de españoles y fue mucho más tiempo española que Crimea rusa.

En quinto lugar, y más importante, en el Tratado de Amistad y Cooperación entre Rusia y Ucrania de 1997, Rusia reconoció la independencia e integridad territorial de Ucrania, incluida Crimea.

No podemos estar inmersos en un continuo proceso de reivindicaciones históricas. Para evitar eso existen los tratados internacionales que fijan las fronteras e impiden que volvamos a la selva.

14. Hace unos años fuimos testigos de cómo EEUU luchó por la independencia de Kosovo, la cual reconoció. Por tanto, ¿podríamos decir que el caso de Kosovo constituye un precedente que legitima a Rusia a defender la separación de Crimea?

Para muchos analistas, el caso de Kosovo y el caso de Crimea no tienen relación alguna entre ellos. En primer lugar, dicen, EEUU no buscaba anexionarse Kosovo, a diferencia de lo que Rusia hizo con Crimea. En segundo lugar, el reconocimiento de la independencia de Kosovo tuvo lugar después de 10 años de limpieza étnica llevado a cabo por las tropas Serbias en Kosovo contra la población albanesa. El tema se llevó a la ONU y se discutió durante mucho tiempo. Nada parecido ocurrió en Crimea: no había ningún conflicto entre rusos y ucranianos, no se llevó el tema a la ONU, ni siquiera se llevó al Tribunal Internacional de Justicia (Kosovo sí se llevó). Son cosas completamente diferentes. No había habido ningún incidente serio entre etnias en Crimea que justificase la anexión por parte de Rusia. En Kosovo sí los hubo, con miles de muertos.

Esto supone, según muchos autores, otro éxito de la propaganda rusa, que ha conseguido que mucha gente de Occidente considere que son casos similares. Además, habría que ver en qué condiciones se realizó el referéndum en Crimea: no hubo debates en televisión, no hubo diferentes partidos políticos que expusiesen sus posiciones, no hubo observadores internacionales, no hubo un censo fiable, los puntos de votación estaban tomados por el ejército ruso… No sabemos cómo es esa mayoría que votó a favor.

15. ¿Cómo se puede explicar el enorme poder y popularidad de Putin en un país considerado democrático y en el que existen elecciones regulares?

Un asunto que merece la pena comentar es el fracaso de las reformas democráticas en Rusia. Cuando se desintegra el comunismo en la URSS y Rusia opta por la economía de mercado, por la libertad de comercio y por la democracia liberal, espera recibir un modelo civilizado de todo eso. Lo que recibe, en más de una ocasión, son verdaderos gánsters occidentales haciendo negocios, apropiándose de los recursos económicos y culturales de Rusia, y de los cerebros de Rusia… La versión de la economía de mercado que recibe Rusia tras la implantación de la democracia liberal en el país es horrorosa y, a partir de ese momento, las palabras “democracia” y “reformas” quedan totalmente desacreditadas en Rusia. Ellos tienen una idea de reformas y de democracia totalmente nociva y fatal. Eso fue precisamente lo que catapultó al poder a líderes como Vladímir Putin.

Una cosa que no entendimos en Occidente es que, para un ruso, la estabilidad es mucho más importante que la libertad. Sobre todo no entendimos una cosa muy importante, que fue la pasmosa facilidad del tránsito del comunismo al nacionalismo. Fue una ingenuidad pasmosa por parte de los diplomáticos occidentales pensar que los líderes postcomunistas iban a edificar la democracia sobre las ruinas de la URSS y en contra de sus propios intereses.

El tránsito del comunismo al nacionalismo es, en realidad, muy fácil, porque sus elementos básicos son los mismos: primacía del líder sobre las instituciones, del dogma sobre los principios, de la lealtad sobre los méritos, de los slogans sobre el razonamiento, de la propaganda sobre la información, de la historia virtual sobre la real, etc.

 

Desfile de tropas rebeldes en Donetsk, en mayo de 2015 [Wikipedia]

Desfile de tropas rebeldes en Donetsk, en mayo de 2015 [Wikipedia]

 

16. La población de los países bálticos cuenta con una importante minoría rusa. En esos países se ha estabilizado la situación también porque ha habido un despliegue de la OTAN.¿Ucrania podría entrar en la OTAN y eso estabilizaría la situación o Rusia nunca permitiría que Ucrania entrase en la OTAN?

Hubo un momento en que se le propuso a Rusia unirse a la OTAN. Pero Rusia no quería ser un miembro más de la OTAN, no quería estar sujeta a EEUU, sino que desea tener protagonismo. Por su parte, Ucrania no es igual que los países bálticos. Yo creo que Ucrania no puede, de momento, entrar en la OTAN. Sin embargo, ya hay programas de colaboración entre la OTAN y el gobierno ucraniano. Para mí es consecuencia de la actuación del presidente Putin, porque ¿de qué le sirve ganar Crimea si pierde Ucrania, donde, además, ha hecho surgir un sentimiento anti-ruso? Con esa política, Rusia ha conseguido que la OTAN despierte y se fortalezca (lo que EEUU no había conseguido nunca), y que la mayoría de Ucrania tenga un sentimiento pro-occidental. Todo un balance.

En mi opinión, Rusia hará todo lo posible para evitar que Ucrania entre en la OTAN. No obstante, si Ucrania fuese admitida en la OTAN, Rusia respondería asimétricamente. A mi juicio, el mundo se colocaría al borde de una guerra nuclear.

17. ¿Cree que el asunto de Crimea puede tener una repercusión más amplia, establecer un precedente?

En opinión de muchos analistas, rusos incluidos, lo que Putin ha hecho allí es algo muy peligroso. Porque los argumentos que él da para justificar la secesión de Crimea de Ucrania, valdrían, según esos expertos, para justificar la secesión de otras regiones de Rusia. No ahora, pero sí en el futuro. Rusia tiene cerca de 120 etnias diferentes, imaginémonos que alguna decide aplicarse los argumentos utilizados en al caso de Crimea para justificar su propia secesión.

También hay otra cuestión a tener en cuenta, y es que Rusia se ha presentado como redentora de la humanidad a lo largo de la historia (con la caída de Constantinopla, erigiéndose como la tercera Roma y redentora de lo que quedaba de la civilización, y con la expansión del comunismo tras la Revolución de 1917, con la redención de los oprimidos), y ahora Rusia se presenta de nuevo por tercera vez como redentora de la humanidad. Para Rusia, las pautas morales que ahora en Occidente forman parte ya de los principios básicos de nuestra civilización, son inadmisibles. Ella piensa que nuestra sociedad se está disolviendo y que está totalmente corrompida. Por ejemplo, en Rusia jamás se permitirá la ideología de género y lo consideran como una plaga que está disolviendo la sociedad de Occidente. Esta tendencia que se conoce con el nombre de “mesianismo ruso”, que adopta diferentes formas a lo largo de la historia, es una constante con la que hay que contar. Rusia piensa que no está luchando solamente por Ucrania y por Crimea, sino por toda la civilización.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Seguridad y defensa Siria

Informe SRA 2019 / Resumen ejecutivo [versión en PDF]

ABRIL 2019—La presente tensión geopolítica mundial se está jugando en el near abroad de las tres principales potencias. Ese término se aplica específicamente al espacio que en su día formaba parte de la URSS y hoy rodea a Rusia: la política exterior del Kremlin se encamina tanto a asegurar su influencia en esa zonas como a evitar que algunas de ellas se conviertan en peón de otros. Pero un pulso así, como el que ocurre en Ucrania o las repúblicas bálticas, también se da en el near abroad chino: el mar de la China Oriental y de la China Meridional. Y del mismo modo, aunque con un dramatismo menor, el juego geopolítico ha llegado también a ese extranjero próximo de Estados Unidos, que va más allá del patio trasero que constituye el Gran Caribe y podríamos extender al menos hasta la línea del Ecuador.

En el último año la región de seguridad de Estados ha entrado de lleno en esta nueva fase de geopolítica aguda. Eso se debe especialmente al aumento de la presencia de Rusia en ese entorno, especialmente en Venezuela, donde del auxilio económico se ha pasado en meses recientes a una sucesión de gestos de índole militar que desafían a EEUU. Además, el acuerdo firmado por Cuba para instalar una estación de Glonass, el navegador satelital ruso, alimenta la posibilidad de que Moscú vuelva a querer usar la isla para labores de inteligencia, como en el Guerra Fría. Similares sospechas existen en relación a una estación ya abierta en Managua, donde asimismo una academia para policías gestionada por Rusia ha sido señalada con suspicacia por el Pentágono.

 

Donald Trump y Vladimir Putin, en julio de 2018 [Shealah Craighead]

Donald Trump y Vladimir Putin, en julio de 2018 [Shealah Craighead]

 

A la par de esa actividad rusa en la región, Washington pone en ocasiones la de China. Aunque sin buscar hacer enojar a EEUU, como puede atribuirse al Kremlin en su deseo de reciprocar la presión recibida en Ucrania, los movimientos comerciales de Pekín son percibidos por los estadounidenses como no amistosos. Así ocurre especialmente en Centroamérica, donde en pocos años China ha ido desplazando la peculiar influencia que tenía Taiwán, país que en 2018 perdió el apoyo de El Salvador y República Dominica. A lo largo del año diversas autoridades estadounidenses expresaron la incomodidad por la toma de posiciones de China en el entorno del Canal de Panamá. Por lo demás, después de un 2016 sin apenas créditos a Venezuela y un 2017 en blanco, Pekín otorgó en 2018 un préstamo de 5.000 millones de dólares al régimen chavista (van ya 67.200 millones).

La crisis venezolana no solo está generando una fricción entre las tres principales potencias, sino que además es foco de inseguridad para los países de alrededor. El espacio que el Gobierno de Maduro ha seguido dando a los guerrilleros colombianos ha contribuido a que 2018 pueda considerarse como el año de consolidación de la actividad delictiva de la disidencia de las FARC, en colaboración con el ELN, una guerrilla todavía activa como tal que además está incrementando su radio de acción en Venezuela. El último año también vio un robustecimiento del ELN, que fracasadas las negociaciones que mantenía con el Gobierno realizó un atentado en Bogotá en enero de 2019 causando 21 muertos. Los disidentes de las FARC llegaron a finales de 2018 a ser unos dos mil, incluyendo elementos desmovilizados que vuelven a las armas y también nuevos reclutas. Su actividad de producción de coca, concentrada en el suroeste de Colombia, supuso a lo largo de 2018 un derrame de violencia al otro lado de la frontera con Ecuador, en parte por la actividad de “el Guacho”, un exFARC finalmente abatido por las fuerzas de seguridad colombianas.

El agravamiento de la situación venezolana, por otro lado, ha reducido la vigilancia en el mar, aumentado la corrupción de autoridades marítimas y de municipios costeros y empujado a los habitantes de esas localidades a buscar modos de subsistencia. Como consecuencia, los episodios de piratería frente a las costas de Venezuela y de sus vecinos orientales se han incrementado notablemente. En un solo ataque realizado en abril de 2018 en aguas de Surinam fallecieron quince pescadores de Guyana; por su parte las autoridades de Trinidad y Tobago decidieron crear una unidad aérea de élite para luchar contra esas acciones.

No es la única especial alerta en Trinidad y Tobago. La desbandada de yihadistas del ISIS que está suponiendo la pacificación de Siria ha puesto en guardia tanto a Washington como a Puerto España ante el posible regreso al país caribeño de quienes fueron a combatir a Oriente Medio. Trinidad y Tobago fue la nación que proporcionalmente más combatientes envió a Siria: un total de 130, de una población que puede alcanzar los dos millones habitantes, de los que apenas el 5% son musulmanes. Las autoridades detuvieron en febrero de 2018 a cuatro presuntos yihadistas por planear un atentado en el carnaval de la capital. Urgido por EEUU, que teme una diseminación por la región de extremistas trinitenses, el Gobierno insular desarrolló en 2018 una nueva estrategia antiterrorista.

El éxito internacional en terminar con el “califato” del ISIS traslada, pues, el riesgo a otras partes del mundo. También la presión de la Administración Trump sobre Irán puede estar incentivando una mayor actividad de Hezbolá en ciertos enclaves de Sudamérica –sería el caso de la Triple Frontera– para compensar la reducción de financiación que podría devenir de la efectividad de las sanciones estadounidenses a Teherán. El año 2018 supuso, en cualquier caso, una reactivación del interés de la Casa Blanca por desbaratar las redes de narcotráfico, lavado de dinero y contrabando llevado a cabo por operativos de Hezbolá en América Latina: el Departamento de Justicia reconstituyó una unidad de investigación específica y el Departamento de Estado etiquetó al grupo, ya calificado por EEUU de organización terrorista, como organización criminal transnacional. El último año, además, vio un salto en la cooperación de los tres países de la Triple Frontera –Argentina, Brasil y Paraguay–, lo que permitió la detención de Assad Ahmad Barakat, un importante operador financiero de Hezbolá, y una quincena de miembros de su clan.

Si bien las cuestiones migratorias son de constante actualidad en las Américas, 2018 puede calificarse como “el año de las caravanas”, por las diversas marchas que partieron de Honduras hacia la frontera con Estados Unidos y que encontraron una dura respuesta de la Administración Trump. Uno de los aspectos polémicos fue la denuncia que esta hizo sobre la posible utilización de esas marchas por parte de presuntos extremistas islámicos con el objeto de llegar a EEUU pasando desapercibidos. Lo cierto es que Washington ha puesto atención a la ruta por Centroamérica de personas de otros continentes.

Así en 2018 acordó ayudar a Panamá a aumentar el control del paso de Darién, una región selvática en la frontera con Colombia en la que ese año fueron localizados casi 9.000 migrantes, el 91% africanos y asiáticos. De ellos, 2.100 entraban en la calificación estadounidense de “personas de interés” (procedentes de Bangladesh, Eritrea, Pakistán, Yemen y Somalia, entre otros países).

La región también ha conocido algunos avances, como detener el ascenso de los casos de muertes por sobredosis de opiáceos en Estados Unidos, una epidemia que en 2017 marcó una cifra récord. A lo largo de 2018 el esfuerzo de erradicación de cultivos de amapola en México, cuyo notable incremento de producción de heroína había empujado al alza el consumo en EEUU (en mezcla con el sintético fentanilo, mayormente también llegado a través de México) y el mayor control legislativo y sanitario por parte las autoridades estadounidenses, parecen dar señales de que el problema ha dejado de crecer.

Black Blade 2016, under the EU’s Helicopter Exercise Programme [European Defence Agency, Fisher Maximilian]

▲ Black Blade 2016, under the EU’s Helicopter Exercise Programme [European Defence Agency, Fisher Maximilian]

ESSAYAlbert Vidal

The purpose of this paper is to project a potential scenario in the European Union (EU) security and defence field around 2030. The European Commission has already developed a three-legged projection (Mogherini & Katainen, 2017), which presents alternative scenarios, the accomplishment of which will depend on the decisions the European Union and its member states take from now on. Thus, as it makes no sense to describe again the three scenarios, I will be focusing on the most ambitious one: a common security and defence.

To do so, I will begin by briefly depicting where we are today, in terms of EU security and defence. Afterwards, I will introduce the core ideas outlined in the Reflection Paper[1] and develop the 3rd scenario. A variety of issues which include funding, industry capabilities and intelligence, among others, will be tackled. 

EU Security and Defence in 2019

As of 2019, the security and defence policies of the EU are embedded in the Common Security and Defence Policy (CSDP) which, although having the astronomical combined budget[2] of more than $220 billion in 2016 (How much is spent on defence in the EU?, 2018), it is far from being the military superpower it ought to be. It is true that the EU Global Strategy[3] provides some guidelines for the development of EU’s policies, but for now it is just a vision and hasn’t yet had the time to deliver tangible results. The Permanent Structured Cooperation (PESCO), on the other hand, offers the potential to work toward the achievement of those goals.

Meanwhile, we can appreciate a costly fragmentation of resources which is embodied in the multiplicity of weapons systems in the EU (up to 178) compared to the US, which has around 30 (Munich Security Report 2017, 2017). Duplication is quite pricey: since every EU Member State has to acquire a little bit of everything to cover its wide range of military necessities, we end up having repeated and useless systems and a lot of money is consequently wasted. The lack of interoperability[4] between different European armies complicates the deployments even more and brings equipment shortages. This gives a strong explanation to why less than 3% of European troops are actually deployed (Defending Europe Factsheet, 2017). Besides, the inexistence of a large fund for military operations and research in technology has hindered the development of European-made equipment and has also prevented large-scale operations. If the member states want to launch a military mission, they need to resort to different sources of funding, such as the Athena Mechanism, the African Peace Facility, the Instrument Contributing to Stability and Peace and several Trust Funds, which causes confusion and a loss of efficiency. The aforementioned examples are not thought to be exhaustive; they are just some examples of today’s chaos in the field of security and defence in the EU.

How ambitious is the EU?

The ‘Reflection Paper on the Future of European Defence’ presents three scenarios of incremental cooperation among the EU member states, with each projection having its own principles and reach (Mogherini & Katainen, 2017).

Scenario A is characterized by the lowest degree of cooperation, which would remain voluntary and member states wouldn’t be bound to a common security and defence. The EU would only be able to deploy civilian missions and small-scale military operations; and its defence industry would remain largely fragmented.

Scenario B depicts an EU defence policy with stronger financial resources and a greater ability to project its military power. Duplication would be reduced and cooperation with NATO would increase.

Scenario C is by far the most interesting one, where a real common security and defence policy would be developed, and it would effectively balance the contributions and competencies among the member states (Bierman, 2018). Such will be the main object of analysis of the present paper. 

Ten predictions

Being this section my contribution to the conversation, I hope to be creative enough without falling into vagueness and imprecision.

a) In regards to the structure, the CSDP[5] will remain as a part of the Foreign Affairs Configuration within the Council of the EU and will evolve into the communitarian decision-making-style; that is, intergovernmental decision making (which requires consensus) will become democratic (only requires majority). This inflection point will accelerate development of this field, since consensus will no longer be necessary. In regards to the material capabilities, national armies will begin their transition toward a unified European army. Right now, this may seem crazy. But Europe has taken similar steps before in other areas; and even if states have lost their national decision-making power on economic issues, no big disaster has happened.

Although member states are now fearful of transferring defence competences to the Union, I believe this will eventually occur. Many worry because member states will be losing sovereignty and control of their own army, and they will be at the mercy of the EU’s will. The problem is that defence is a very dear issue to states and there will be little progress toward efficiency and interoperability unless the EU takes complete control. Europe needs to continue advancing in its integration project to face increasingly challenging crisis; staying still will be synonymous with collapse.

b) Funding will be unified under a single European defence fund that will have a dual purpose. Firstly, it will be devoted to research and development; secondly, it will finance all kinds of operations and cover its costs, be it civilian or military ones[6] (a similar idea to the European Peace Facility). Existing funds such as the Athena Mechanism or the APF would obviously disappear. Ideally, all EU member states would devote the equivalent of a 0.4% of the GDP to such fund, which would account for more than $75 billion[7].

c) Apart from that, EU member states should spend a minimum of 1.1% of their GDP in defence, which accounted for $206 billion in 2018. A superior body will coordinate the efforts to ensure that duplication doesn’t take place, and that all materials that are produced, acquired and used are interoperable. Thus, member states will have to follow certain guidelines when investing their resources. If we want to avoid having too many radar stations or minesweepers, the superior body will draft a list with the quotas that each unit, vehicle or system will have and will distribute it among the member states. It will probably be the case that only certain countries will be spending on aircraft carriers, but that won’t mean that such carrier belongs to the country that built it. The novelty is that all the equipment and units will be controlled by a unified European Command Center. Defence will be a policy concerning the community of member states.

d) The multiplicity of systems will be drastically reduced and the EU will only produce a small amount of tanks, battleships and aircrafts models. Such specialization and the optimized production will lower the costs of manufacture[8]. This will bring competition among the different actors in the defence industry, which will definitely produce higher quality technology and equipment. The EU could enhance its cooperation with the industries by inviting such companies to the military exercises; so that they can see which gaps do they have and develop innovative ideas.

e) Relations with external actors will change profoundly. As the national external action will be subsumed under the CFSP, the EU will have an even stronger negotiating power when facing foreign threats, such as Russia. Its relationship with NATO will become awkward, since the EU will have its own army capable of performing high-end operations and will be perfectly fitted to deter Russia. At the same time, the EU will be able to pursue a foreign policy that might not suit the interests of the US, so NATO might become a parallel corpus which, although awkwardly separated from the EU, will maintain its ties with it. In some cases, certain countries will find themselves belonging simultaneously to both NATO and the EU CSDP. What will happen is that EU member states may change their membership status to NATO partners.

f) Other improvements will include a readjustment of the training areas and the recruitment processes[9], which will be brought to an EU scale; this will in turn improve the integration among European soldiers, since they will train jointly from the beginning. Language barriers will be broken and cultural differences will be easily overcome.

g) Nuclear weapons will also be crucial to the future of the CSDP: although it may sound naive that France will give its sovereignty over nuclear weapons to the EU, it still is a possibility that we should not ignore[10]. Maybe we could design a special mechanism on the usage of nuclear weapons by the EU, in which France would have a sort of veto. The UK, on its part, will not be included in the CSDP, and its nuclear weapons and conventional capabilities will continue under their sovereignty.

h) An emphasis will be put on cyber security, Artificial Intelligence systems, quantum technology, laser weapons and autonomous weapons. This is too wide of a topic to be developed here, but what is certain is the need to invest extensively in research. Once all funds come together, research labs and facilities should also start collaborating between them, and this should improve the return on investments.

i) A redesigned Battle Group (BG) concept will impact the way the EU understands its security. Since conflicts after the Cold War have tended to be very localized and asymmetric, it makes little sense to have only such big and numerous forces prepared for combat. What I propose is to create smaller high-readiness special operations forces, which can be deployed in less than 3 days, instead of the 15 days that it takes for Battle Groups[11]. Again, smaller units with cyber support and advanced technology will be a lot more efficient, silent and precise. War is evolving, the EU should as well.

j) Africa will change a lot in the coming years. Right now it is the EU’s primary foreign policy concern and it will probably continue to be in 2030. The EU has realized how dangerous another major crisis in Northern Africa might be, because if mixed with the massive population growth and poverty it may provoke colossal migration waves, as we have never seen. To avoid it, the EU should ideally adopt a double-pronged strategy: on the one hand, it should focus on the development of the region. On the other hand, it should address one and for all the chaos present in certain Northern African countries. I am aware of how complex this is, since regional factions, terrorists and liberation groups are often mixed up. Training the police forces through capacity-building missions and strengthening the judicial system and other governmental institutions is a needed step, which should be followed by more development-focused approaches.

Conclusion

I have laid out in this paper where we are today in terms of EU Security and Defence, and I have then further developed the ideas proposed by the 3rd scenario of the Reflection Paper, the most ambitious one. But, what is the utility of projecting such scenario? Well, the EU is facing today multiple challenges that range from terrorism, to migration and a potential internal disintegration. Brexit means that the strongest European army is leaving and the EU now needs to rethink itself. This is a critical point for the future of Europe: crisis means a crucial time in which a decisive change is impending. We need to think extreme during onerous times and consider proposals that would have otherwise remained in the shade.


[1] The ‘Reflection Paper on the Future of European Defence’ sets the different scenarios for moving towards a security and defense union

[2] USD $220 billion is the aggregate amount that all countries participating in the CSDP spend in defense

[3] The European Union Global Strategy was adopted on 28 June 2016

[4] Interoperability is defined as the intellectual capacity of military professionals to come together in one formation, face one common problem and try to develop solutions for it. Its biggest challenges are logistics, communication systems and a common understanding of what ‘interoperability’ actually means (Piatt & Leed, 2014). Today, the lack of interoperability creates an opportunity cost of $27 billion a year (Europe is starting to get serious about defence, 2017)

[5] CSDP will continue to be subsumed to the Common Foreign Security Policy (CFSP). As part of Scenario C, I also envisage the community asserting its rule over the CFSP But this is a different topic that we will not tackle here

[6] The legal restrictions on financing military activities from the EU’s budget would disappear

[7] According to the GDP in 2018; in 2030 it will probably be a bigger amount.

[8] According to the European Parliament, joining up the EU defense market would save $27 billion a year (Europe is starting to get serious about defence, 2017).

[9] Another proposal is an EU military conscription, which would diminish the costs greatly

[10] Given that we are projecting Scenario C, we are aiming for a coherent CSDP

[11] Battle Groups would then be used as back-up forces for longer and bigger operations

 

BIBLIOGRAPHY 

Bierman, B. (2018). A Critical Analysis of the Future of the EU’s CFSDP. Global Affairs & Strategic StudiesRetrieved March 1, 2019, from

Crisis. (n.d.). Retrieved from

Defending Europe Factsheet. (2017). Retrieved from 

Europe is starting to get serious about defence. (2017). The EconomistRetrieved from

How much is spent on defence in the EU? (2018). Retrieved from

Mogherini, F., & Katainen, J. (2017). Reflection Paper on the Future of European Defence. Brussels. Retrieved from

Munich Security Report 2017. (2017). Munich. Retrieved from

Piatt, W., & Leed, M. (2014). The Future of European Collective Defense. Washington DC: Center for Strategic & International Studies. Retrieved from

Categorías Global Affairs: Unión Europea Seguridad y defensa Ensayos

[David Alandete. Fake News: La nueva arma de destrucción masiva. Editorial Planeta. Barcelona, 2019. 296 págs.]

5 de abril, 2019

RESEÑANaiara Goñi Pérez

Fake News: La nueva arma de destrucción masiva

El ámbito de la defensa y seguridad hoy en día no se limita solo al campo militar, sino que habiendo adquirido mayores dimensiones precisa un enfoque global. La ciberseguridad requiere más atención que nunca, pues afecta tanto a las estructuras de defensa como a la población civil (es lo que se conoce como “conflicto híbrido”). Los campos de las ciencias de la información, la comunicación y las ciencias políticas y sociales se ven igualmente afectados; aquí su amenaza se mueve bajo los nombres de fake news, desinformación, verdades emocionales, posverdad…

El libro “Fake News: La nueva arma de destrucción masiva” es una investigación acerca de la dimensión y presencia que ha adquirido la desinformación en los medios de comunicación. Señala el autor en su libro la desprotección a la que están sometidos los periodistas en un tiempo en que se ha perdido el control de la distribución de la información, debido entre otros factores a la proliferación de las redes sociales. La motivación del propio libro surge de una campaña de desprestigio sufrida por el propio el autor, quien desde las páginas de El País, diario del que era directo adjunto, denunció la presencia tanto de actores rusos como de Julian Assange, creador de Wikileaks, en el conflicto catalán.

David Alandete aporta una gran cantidad de fuentes para arropar sus argumentos. Así,  apoya su relato en numerosos ejemplos de noticias falsas, detalla los métodos que se usan para extender la desinformación y referencia estudios que miden la repercusión de estas prácticas en la democracia.

Aunque, como se ha dicho anteriormente, el propósito del libro es documentar el papel de las noticias falsas y la desinformación en torno al referéndum catalán del 1-O. Alandete también aborda otros ejemplos de injerencia, como es el caso del Brexit, las protestas de los chalecos amarillos en Francia, las elecciones alemanas…

Un total de 20 capítulos componen la estructura del libro, con titulares sacados de campañas de desinformación, como “Tanques en las calles de Barcelona” o “Nadie podía esperar que esto pasara en un país tan próspero como Alemania”, que dan idea de la que va a destaparse y desmentirse en las siguientes páginas.

La desinformación busca, a grandes rasgos y en palabras del propio autor, recrear una realidad alternativa en la que las fuentes de información son frecuentemente puntos de vista u opiniones y generalmente están manipuladas. Otro rasgo característico es la ausencia de firma, que hace difícil trazar la veracidad de un contenido particular e imposible exigir responsabilidades a su autor. El objetivo principal tras estas campañas es el de desestabilizar la democracia, y se lleva a cabo “estudiando los temores de cada país, apelando a los problemas más arraigados en cada sociedad y publicando informaciones dudosas o directamente falsas para crear divisiones”. Como principales artífices están los medios que amplifican las noticias (es alarmante el crecimiento en el empleo de bots); que además cuentan como aliado con un factor decisivo señalado desde el principio del libro: “La psicología humana es la razón principal del éxito de la desinformación”.

El interés del trabajo de Alandete radica en el análisis de la situación una vez la maquinaria de desinformación ha actuado. España es un claro ejemplo de la pasividad ante este desafío, pues, tal y como apunta el autor, en el caso del referéndum ilegal celebrado en Cataluña en 2018 “no hubo previsión ni estrategia. La batalla de la comunicación estaba perdida de antemano”. Sin embargo, países como Alemania promovieron la ley contra las noticias falsas antes de las elecciones. Lo cierto es que estas medidas suponen una tensión entre libertad de expresión y las sanciones por desinformación. Para superar esa disyuntiva, conviene establecer medidas preventivas de forma que pueda erradicar el problema sin caer en el sometimiento de la libertad de expresión.

La gran aportación del libro es, sin duda, ilustrar esta “teoría de la desinformación” con ejemplos prácticos y reales de la. En definitiva, su propósito de fundamentar sus argumentos en una investigación objetiva convence al lector de que efectivamente, las fake news son la nueva arma de destrucción masiva, cuyo objetivo es desestabilizar las democracias.

La sorpresa electoral de Thierry Baudet y la nueva derecha holandesa

Holanda ha conocido los últimos años no solo el declive de algunos de los partidos tradicionales, sino que incluso el nuevo partido del populista Geert Wilders se ha visto superado por una formación aún más reciente, liderada por Thierry Baudet, también marcadamente de derecha pero algo más sofisticada. El terremoto político de las elecciones regionales de marzo podría llevarse por delante la coalición de Gobierno del liberal Mark Rutte, quien ha dado continuidad a la política holandesa a lo largo de los últimos nueve años.

Thierry Baudet, en un spot publicitario de su partido, Foro para la Democracia (FVD)

▲ Thierry Baudet, en un spot publicitario de su partido, Foro para la Democracia (FVD)

ARTÍCULOJokin de Carlos Sola

El pasado 20 de marzo se celebraron elecciones regionales en los Países Bajos. Los partidos que conforman la coalición que mantiene en el poder a Mark Rutte sufrieron un fuerte castigo en todas las regiones, y lo mismo ocurrió con el partido del celebre y polémico Geert Wilders. El gran ganador de estas elecciones fue el partido Foro para la Democracia (FvD), fundado y dirigido por Thierry Baudet, de 36 años y nueva estrella de la política neerlandesa. Estos resultados siembran dudas sobre el futuro del Gobierno de Mark Rutte una vez se renueve la composición del Senado el próximo mes de mayo.

Desde la Segunda Guerra Mundial tres fuerzas han protagonizado la política holandesa: la Llamada Demócrata Cristiana (CDA), el Partido Laborista (PvA) y el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), de tendencia liberal. Las tres sumaban el 83% del electorado neerlandés en 1982. Debido al sistema holandés de representación proporcional ningún partido ha tenido nunca mayoría absoluta, por lo que siempre han existido gobiernos de coalición. El sistema también propicia, al no ser castigados, que los pequeños partidos siempre logren representación, dándose así una gran variedad ideológica en el Parlamento.

Con el pasar de los años los tres partidos principales fueron perdiendo influencia. En 2010, tras ocho años de gobierno, la CDA paso del 26% y el primer puesto en el Parlamento al 13% y cuarto puesto. Esta caída llevó por primera vez al VVD al poder bajo el liderazgo de Mark Rutte y provocó la entrada de Geert Wilders y su Partido por la Libertad (PVV), una formación populista de derecha, en la política holandesa. Poco después Rutte formó una Gran Coalición con el PvA. Sin embargo, esta decisión causó que los laboristas bajaran del 24% al 5% en las elecciones de 2017. Estos resultados hicieron que tanto el VVD como Rutte quedasen como el último elemento de la antigua política neerlandesa.

Esas elecciones de 2017 generaron aún mayor diversidad en el Parlamento. En ellas lograron representación partidos como el Partido Reformado, de ideología Ortodoxa Calvinista; el bautizado como 50+, con el objetivo de defender los intereses de los jubilados, o el partido DENK, creado para defender los intereses de la minoría turca en el país. Sin embargo, ninguno de estos partidos tendría tanta relevancia posterior como el Foro para la Democracia y su líder Thierry Baudet.

Foro para la Democracia

El Foro para la Democracia fue fundado como un think tank en 2016, dirigido por el franco-neerlandés Thierry Baudet, de 33 años. Al año siguiente el FvD se convirtió en partido, presentándose como una formación conservadora o nacional conservadora, y logró dos parlamentarios en las elecciones regionales. Desde entonces ha ido creciendo, a costa principalmente de Geert Wilders y su PVV. Una de las principales razones de esto es que Wilders es acusado de no tener más programa que el rechazo de la inmigración y la salida de la Union Europea. Tan celebre como polémico fue el hecho que PVV presentó su programa en tan solo una página. Por el contrario, Baudet ha creado un programa amplio en el que se proponen temas como la introducción de la democracia directa, la privatización de ciertos sectores, el fin de los recortes militares y un rechazo al multiculturalismo en general. Por otra parte, Baudet se ha creado una imagen de mayor talla intelectual y respetabilidad que Wilders. No obstante, el partido también ha sufrido descensos de popularidad por ciertas actitudes de Baudet, como su negacionismo del cambio climático, su relación con Jean Marie Le Pen o Filip Dewinter y su negativa a responder si relacionaba el coeficiente intelectual con la raza.

Elecciones Regionales

Los Países Bajos están divididos en 12 regiones, cada región dispone de un Consejo, el cual puede tener entre 39 y 55 representantes. Cada consejo elige tanto al Comisario Real, quien actúa como máxima autoridad de la región, como al ejecutivo, generalmente formado mediante una coalición de partidos. Las regiones tienen una serie de competencias concedidas por el Gobierno central.

En las elecciones provinciales del pasado mes de marzo el FvD logró ser el primer partido en 6 de 12 regiones, incluidas las de Holanda del Norte y Holanda del Sur, donde se encuentran las ciudades de Amsterdam, Rotterdam y La Haya, que habían sido tradicionales bastiones del VVD. Además de esto consiguió ser el partido con más representantes de toda Holanda. Estos avances se lograron principalmente a expensas del PVV. Aunque estos resultados no garantizan al FvD tener el gobierno en ninguna región, si le dan influencia y eco mediático, algo que Baudet ha sabido aprovechar.

Varios medios relacionaron la victoria de Baudet con el asesinato días previos en Utrech de tres holandeses a manos de ciudadano turco, que según las autoridades tuvo muy posiblemente una motivación terrorista. No obstante, el FvD llevaba tiempo creciendo y ganando terreno. Las razones de su auge son varias: el declive de Wilders, las acciones del primer ministro Rutte en favor de empresas holandesas como Shell o Unilever (empresa donde él trabajó previamente), el desgaste de los partidos tradicionales, que a su vez daña a sus aliados, y el rechazo a ciertas políticas migratorias que Baudet relacionó con el atentado en Utrecht. También los Verdes holandeses han experimentado un gran crecimiento, acumulando el voto joven que antes apoyaba a Demócratas 66.

 

Resultado de las elecciones regionales holandesas del 20 de marzo de 2019 [Wikipedia]

Resultado de las elecciones regionales holandesas del 20 de marzo de 2019 [Wikipedia]

 

Impacto en la Política Holandesa

La victoria del partido Baudet sobre el de Rutte afecta directamente al Gobierno central, al sistema electoral holandés y al propio primer ministro. En primer lugar, muchos medios acogieron los resultados como una valoración de los holandeses sobre el Gobierno de Rutte. El mayor castigo fue para los aliados de Rutte, los Demócratas 66 y la Llamada Demócrata Cristiana, que fueron los que más apoyos perdieron en las regiones. Desde que llegó al poder en 2010, Rutte ha logrado mantener la fidelidad de su electorado, pero todos sus aliados han terminado siendo castigados por sus votantes. Por ello cabe la posibilidad que el Gobierno de Rutte no llegue a terminar su mandato, si sus aliados terminan dándole la espalda.

El resultado de las regionales de marzo puede tener un segundo impacto en el Senado. Los neerlandeses no designan a sus senadores de forma directa, sino que son los consejos regionales los que eligen a los senadores, por lo que los resultados de las elecciones regionales tienen un efecto directo en la composición de la cámara alta. Por ello es muy posible que los partidos que conforman el Gobierno de Rutte sufran un gran retroceso en el Senado y eso le complique al primer ministro la aprobación de sus iniciativas legislativas.

La tercera consecuencia afecta de forma directa al propio Rutte. En 2019 Donald Tusk termina su segundo mandato como presidente del Consejo Europeo y Rutte tenía muchas posibilidades de sucederle, pero siendo él el principal activo electoral de su partido, su marcha podría hundir al VVD. Podría ocurrir entonces como sucedió con la salida de Tusk de Polonia, que resultó en una victoria conservadora un año más tarde.

Cualquiera que sea el desenlace, la política holandesa ha demostrado en los últimos años una gran volatilidad y mucho movimiento. En 2016 se creía que Wilders ganaría las elecciones y anteriormente que el D66 arrebataría al VVD el liderazgo liberal. Es difícil predecir la dirección en la que el viento hará girar el molino.

Categorías Global Affairs: Europa Central y Rusia Orden mundial, diplomacia y gobernanza Artículos

March 29, 2919

WORKING PAPER / Alejandro Palacios

ABSTRACT

Nowadays we are seeing how countries that during the Cold War did not show great symptoms of growth, today are on their way to becoming the world's largest economies during the period 2030-2045. These countries, “marginalized” by the Western powers in the process of implementing a global economic system, aspire to form an economic order in which they have the decision-making power. This is why South-South alliances among formerly "marginalised" countries predominate, and will continue to prevail in the future. Among these, the ZOPACAS (of which I already wrote about in another article), the IBSA dialogue forum or the BRICS group stand out. Throughout this article, special mention will be made to this last group and how the political and economic interests of the great powers within it, mainly of China, prevail when it comes not only to deciding and coordinating the agreed policies, but also to interceding to accept or not the inclusion of a certain country in the group. In this way, China tries to increase its political and economic ties with the African continent which is crucial in China´s strategy to become the leading nation by 2049 (coinciding with the 100th anniversary of its creation).

 

South Africa’s role in the BRICSDownload the document [pdf. 438K]

La posibilidad de que el Gobierno de Bolsonaro busque catologar de terrorista al Movimiento Sin Tierra por ocupar fincas a la fuerza reabre una histórica controversia

Cuando en torno a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro Brasil aprobó su primera legislación antiterrorista, la iniciativa fue vista como un ejemplo a seguir por otros países latinoamericanos, hasta entonces poco familiarizados en general con un fenómeno que desde el 11-S tenía preeminencia en muchas otras partes del mundo. Sin embargo, la posiblidad de que, con el impulso político de Jair Bolsonaro, algún movimiento social, como el de los Sin Tierra, pase a ser catalogado como terrorista, viene a reavivar viejos temores de la izquierda brasileña y a acentuar la polarización social.

Bandera del Movimento Dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST)

▲ Bandera del Movimento Dos Trabalhadores Rurais Sem Terra (MST)

ARTÍCULO / Túlio Dias de Assis

En el último Festival de Cine de Berlín, el famoso actor y cineasta brasileño Wagner Moura presentó una película un tanto controvertida, “Marighella”. El filme retrata la vida de un personaje de la historia brasileña reciente, amado por unos y odiado por otros: Carlos Marighella, lider de la Ação Libertadora Nacional. Esta organización fue una guerrilla revolucionaria responsable de varios atentados contra del régimen dictatorial militar que entre 1964 y 1985 rigió Brasil. Por ello, la película provocó reacciones muy dispares: para algunos, es la justa exaltación de un auténtico mártir de la lucha antifascista; para otros, una apología del terrorismo de guerrillas armadas. Esta pequeña contienda ideológica acerca de “Marighella”, aunque pueda parecer insignificante, es el reflejo de una antigua herida en la política brasileña que se reabre cada vez que el país debate sobre la necesidad de una legislación antiterrorista.

El concepto de legislación antiterrorista es algo que se ha asentado en muchas partes del mundo, especialmente en Occidente tras el 11-S. Sin embargo, esta noción no es tan común en Latinoamérica, probablemente por la poca frecuencia de ataques de este tipo sufridos por la región. Con todo todo, la falta de atentados no implica que no haya presencia de movimientos de ese género en los países americanos; es más, varios de ellos son conocidos por ser “refugio” de organizaciones de esta índole, como ocurre en la Triple Frontera, la zona de contacto entre las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay. Lo que sucede en ese área se debe en gran medida a la falta de legislación directa y efectiva contra el terrorismo organizado por parte de los gobiernos nacionales.

En el caso de Brasil, al igual que ocurre en algunos de sus países vecinos, la falta de una legislación antiterrorista se debe al temor histórico por parte de los partidos de izquierda a su posible en contra de movimientos sociales de cierto carácter agresivo. En Brasil, esto se vio ya reflejado en transición política de finales de la década de 1980, cuando hubo una clara protesta por parte del PT (Partido dos Trabalhadores), entonces bajo el mando de Luiz Inácio “Lula” da Silva, en contra de todo intento de introducir el concepto antiterrrorista en la legislación. Curiosamente, la misma Constitución Federal de 1988 menciona la palabra “terrorismo” dos veces: primero, como algo que debe rechazarse en la política exterior brasileña, y segundo, como uno de los crímenes imperdonables contra la Federación. Pese a ello, no prosperó ningún intento de definir dicho crimen, y aunque tras los atentados del 11-S se reanudaron las discusiones acerca de una posible ley, la izquierda laborista –ya durante la presidencia de Lula– siguió justificando su negativa invocando la persecución ejecutada por la Junta Militar de la dictadura. Véase que la misma expresidenta Dilma Rousseff fue encarcelada por formar parte de la VAR-Palmares (Vanguarda Armada Revolucionária Palmares), un grupo revolucionario de extrema izquierda que formaba parte de la oposición armada al régimen.

Amenaza terrorista en los JJOO

Durante los mandatos del PT (2003-2016) no hubo ningún tipo de iniciativa legislativa por parte del Gobierno sobre el tema; además, cualquier otro proyecto que surgiera desde el Legislativo, ya fuera el Senado o la Cámara de los Diputados, se veía bloqueado por el Ejecutivo. A menudo el Gobierno también justificaba su posición aludiendo una supuesta “neutralidad”, escudándose en el deseo de no involucrarse en conflictos externos. Esta actitud llevaría a que varios prófugos acusados de participar o colaborar en atentados en otros países se refugiaran en Brasil. Sin embargo, a mediados de 2015, al acercarse al inicio de los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro, se valoró el riesgo de un posible atentado ante un evento de tamaña relevancia. Esto, junto a la presión de la derecha en el Congreso (téngase en cuenta que Rousseff ganó las elecciones de 2014 con un margen muy estrecho, de menos del 1%), llevó a que el Gobierno petista pidiera al parlamento que redactara una definión concisa de terrorismo y de otros crímenes relacionados, como los relativos a la financiación. Finalmente, la primera ley antiterrorista brasileña fue firmada por Rousseff en marzo de 2016. Si bien esta es la versión “oficial” de ese proceso, no son pocos los que defienden que la razón real para la implantación de la ley fuera la presión ejercida por el FATF (Grupo de Acción Financiera contra el Blanqueo de Capitales, creada por el G8), dado que esta entidad había amenazado con incluir a Brasil en la lista de países no cooperantes contra el terrorismo.

La ley antiterrorista brasileña tuvo su eficacia, pues sirvió de marco legal para la llamada Operação Hardware. Mediante esta operación la Policía Federal Brasileña logró arrestar a varios sospechosos de una rama del DAESH operativa en Brasil, los cuales planeaban realizar un atentado durante los JJOO de Río. El juez federal Marcos Josegrei da Silva condenó a ocho sospechosos por afiliación a un grupo terrorista islámico, en la primera sentencia de este tipo en la historia de Brasil. La decisión del juez fue bastante controvertida en su momento, en gran medida debido a la poca familiaridad de la sociedad brasileña con este tipo de riesgos. Por ello, muchos brasileños, incluida parte de la prensa, criticaron la “desproporcionalidad” con la que se les trataba a los acusados.

Impulso Bolsonarista

Desde entonces Brasil viene a ser considerado como una especie de ejemplo entre los país sudamericanos en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, no parece que el status quo mantenido durante el final de la administración Rousseff y el corto mandato de Temer vaya a quedar intacto por mucho tiempo. Esto se debe al ardiente debate suscitado por la derecha bolsonarista, que aboga para que sean clasificadas como terrorismo las actividades delictivas de varios grupos de extrema izquierda, especialmente el MST (Movimento Dos Trabalhadores Rurais Sem Terra). El MST es el mayor movimiento social agrario, de talante marxista, y es conocido a nivel nacional por sus ocupaciones de aquellas tierras que el grupo considera “inútiles o malaprovechadas” a fín de que “se les de un mejor uso”. La ineficacia del Estado a la hora de detener las invasiones de propiedad privada llevadas a cabo por el MST ha sido denunciada de modo recurrente en el Congreso, especialmente durante los años de gobierno del PT, sin mayores consecuencias. Sin embargo, ahora que la derecha tiene un mayor peso, el debate ha vuelto a cobrar vida y no son pocos los diputados que han mencionado ya su intención de procurar denominar al Movimiento Sin Tierra como organización terrorista. El propio Bolsonaro ha sido un férreo defensor de proscribir al MST.

Asímismo, a la vez que el actual ministro de Justicia, Sergio Moro, anuncia la posibilidad de la creación de un sistema de inteligencia antiterrorista, siguiendo el modelo de su homólogo estadounidense, y el Congreso debate la expansión de la actual lista de orrganizaciones terroristas para incluir grupos como Hezbolá, otros políticos brasileños han decidido poner en marcha en el Senado una propuesta de legislación para criminalizar las acciones del MST. En caso de ser aprobada, esta iniciativa vendría a hacer realidad el temor que la izquierda ha invocado todos estos años. Al fin y al cabo, esta no es que sea la mejor manera de cumplir la promesa de “gobernar para todos”. Es más, una medida tan desproporcionada para este tipo de actividades no haría más que aumentar la ya intensa polarización política hoy presente en la sociedad brasileña: más bien sería lo equivalente a echar sal a una vieja herida, una que parecía estar ya a punto de cicatrizar.

Categorías Global Affairs: Seguridad y defensa Artículos Latinoamérica

The illicit money outflows to foreign safe havens is another negative impact suffered by countries of origin

The people smuggling networks, as any other organized crime groups that operate across different countries, are very sophisticated, not only in their operational structure but also in the organization of their finances. Fighting against money laundering internationally and against the outflow of the illicit profits from the countries of origin should ameliorate the severe burden that people smuggling means for a lot of African nations.

A rescue of refugees in the Mediterranean Sea [Spain's Navy]

▲ A rescue of refugees in the Mediterranean Sea [Spain's Navy]

March 26, 2019

ARTICLE / Pablo Arbuniés

According to the UNHCR, the United Nations Refugee Agency, 116,000 migrants crossed the Mediterranean from North Africa to Europe in 2018 and more than 2,200 died in the process. The majority of these migrants are believed to have used smuggling services. This flow of irregular migrants moves around 4 billion euros yearly worldwide and has a crucial impact on African economies.

People smuggling is possible due to the constant interaction and cooperation of many specialized networks. These networks are part of different Organized Crime Groups (OCGs) across many different countries, constituting an even bigger highly-organized network. The global smuggling network provides a wide range of different “services” including other illegal features such as document fraud, and involves a certain degree of infiltration in both sending and host societies (1).

Separation of tasks is extremely important for the survival of the business, as a well-organized network is less vulnerable to criminal investigations, and if the investigations succeed, only small units of the network are exposed. The migration process can be divided into three main stages: mobilization, requirements en route and integration into the destination countries. Each stage is managed by one or more specialized networks that can be independent actors or part of a bigger network.

The process of mobilization involves the recruitment of the migrants in their countries of origin. At this point, it is important to remark that recruiters will only deal with “clients” of their same nationality. After the recruitment, the smugglers ensure them a safe passage to the meeting points located in Khartoum (Sudan) and Agadez (Niger). These cities, respectively located in the south-eastern and south-western entries of the Sahara, serve as focal communication points and are home to some networks’ headquarters. From here, another part of the network takes charge of the migrants and safeguards their journey to Libya often crossing the Sahara on foot. Once in Libya the migrants go under the custody of a third network that takes them to the coast of either Tripoli or Benghazi with the paid protection of the local militias, and once in the coast they can finally embark on one of the overcrowded boats that hopefully will take them to the closest European islands, often being Lampedusa and Malta the destination.

This journey is very expensive for the migrants, as they have to pay the different smugglers in each step. However, the exact prices are hard to estimate due to the scarce reliable sources on the subject and the heterogeneity of the networks involved. Moreover, not only is it expensive, it is also extremely dangerous, with a vast number of fatalities all along this odyssey. Only in 2016, a record number 4,720 migrants died in the Mediterranean Sea according to the International Organization for Migration (IOM), and the number of deaths in the Sahara is impossible to estimate. However, the variety of offers can provide much safer—and thus much more expensive—options such as embarking on a plane with false documentation, which grants the clients a non-existing risk of dying during the journey and a much lower risk of being caught and deported.

As we can see, people smuggling networks offer a wide range of services and prices in order to suit best the demands and financial capabilities of their potential clients, just like any other successful business in the world, involving different forms of interaction and cooperation. Indeed, these networks operate as cartels with centralized systems of management and planning. Another critical part of the business is the gathering of information, mainly about border patrols, changing routes and armed militias that could be a threat or potential co-workers, but also on asylum procedures. This information gathering is tasked to a core group of individuals that manage the constant flows of information and have access to well organized and centralized communication systems.

To deal with the overwhelming amounts of money involved in the process, these networks need a highly organized financial branch, able to deal with the payments and also to launder the money obtained and reinvest it on other legal or illegal activities.

Money laundering and impact in the local economies

International smuggling of migrants is said to move around 4 billion euros yearly all around the world. According to Frontex, most of this money is used to fund other illegal activities such as drugs trafficking or buying weapons to reinforce the network’s power. But also, a big amount of money is laundered in order to be invested in legal activities or to be transferred to tax havens.

The money moved by these networks which carry illegal activities is classified as Illicit Financial Flows (IFFs), which we can define as illegal movements of money or capital from one country to another, or those in which the funds have been illegally obtained, transferred or utilized. IFFs are considered very harmful for developing economies such as the ones we can find in Africa, because usually they involve international monetary aids leaving the country for tax havens instead of being utilized according to their intended ends.

In order to launder the money, the most complex networks have what we could consider to be accountancy branches, just like any other OCGs around the world. These accountancy branches seek to place the money outside the countries of origin or operation in order to avoid scrutiny and look for stable economies with predictable financial systems and weak anti-money laundering policies. There they can diversify their investment portfolios and spread the risk without a major threat of being caught by Financial Intelligence Units (FUIs). OCGs seek to invest in products that move extremely quickly in the market such as food products, which makes tracking the money even harder.

An interesting case of money laundering takes place in Europe involving the Pink Panthers, a Serbian band of thieves formed during the Yugoslavian war and now extended as a method, which only reinvested their benefits in their cities of origin back in Serbia. These investments proved to be very beneficial to local economies and helped the country fight the devastating effect of the war. In the same way, IFFs originated by people smugglers could in some way be beneficial for the receiving countries, but in reality only a small part of the network’s income is reinvested in Africa, and overall, the continent losses a big amount of money in favour of tax havens and funding other illicit activities. In addition, we shall not forget that the source of these funds are illegal activities involving violence and connected to other illicit activities.

In conclusion, it is crucial for the development of the continent to efficiently tackle not only money laundering but also all kinds of IFFs such as tax evasion, international bribery and the recovery of stolen assets.  This is an indispensable step in order to have the financial stability required for a sustainable economic development. Moreover, repatriation on flight capital should be prioritized, as it would help a higher sustainable growth without depending on external borrowing and development funds.

 

Main routes for African irregular migrants [UNODC, before Sudan's split]

Main routes for African irregular migrants [UNODC, before Sudan's split]

 

The case of Nigeria

We must take into consideration that Nigeria had often been referred in the past as the most corrupt country in the world, and it has serious problems involving money laundering and capital flight. In addition, effectively tackling money laundering could potentially cut the finances of the terrorist group Boko Haram, which operates in the north of the country.  These financial characteristics added to the inefficiency of the Nigerian Financial Intelligence Unit (NFIU) and its dependence from the government, made Nigeria a very suitable country for money laundering.

In 2017, the Egmont Group, a body of 159 national Financial Intelligence Units focused on money laundering and terrorist financing, suspended Nigeria from its membership due to the lack of a legal framework and its dependence from Nigeria’s state Economic and Financial Crimes Commission.

However, in the past months the Nigerian government, headed by Muhammadu Buhari, has been an example on how to tackle money laundering and deal with the institutional problems that it involves. In March 2018, the parliament passed a new law that aims to tackle money laundering and funding for terrorism by allowing its financial technology unit to operate independently from the control of the state, thus eliminating the unnecessary bureaucracy that used to slow down the investigations. More precisely, this law makes the NFIU an independent body able to share information and to cooperate with its counterparts in other states.

The international community showed its conformity with the new legislation and the NFIU was readmitted in the Egmont Group in July. Whether these policies will fulfil their potential or not, only time can tell.

 

 

(1) Salt, J. and Stein, J. (1997). Migration as a Business: The Case of Trafficking.

[Francisco Pascual de la Parte, El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017: Origen, desarrollo, entorno internacional y consecuencias. Ediciones de la Universidad de Oviedo. Oviedo, 2017. 470 pages]

REVIEWVitaliy Stepanyuk [Spanish version]

El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017: Origen, desarrollo, entorno internacional y consecuencias

In this research on the War of Ukraine and the Russian intervention in the confrontation, the author analyses the conflict focusing on its precedents and the international context in which it is developing. For that purpose, he also analyses with special emphasis the relations of Russia with other states, particularly since the fall of the USSR. Above everything, this study encompasses the interaction of Russia with the United States, the European Union, the surrounding countries resulted from the disintegration of the USSR (Estonia, Latvia, Lithuania...), the Caucasus, Central Asian republics (Kazakhstan, Uzbekistan…), China and the participation of Russia in the Middle East conflict. All these relations have, in some way, repercussions on the Ukrainian conflict or are a consequence of this conflict.

The book is structured, as the author himself explains in its first pages, in such a way that it allows different manners of reading it. For those who want to have a general knowledge of the Ukrainian issue, they could only read the beginning of the book, which gives a brief overview of the conflict from two completely different perspectives. For those who want also to understand the historical environment which led to the conflict, they may also read the Introduction. Chapter II explains the origin of Russian suspicion towards liberal ideas and Western inability to understand Russian social concerns and changes. Those people who would like to assimilate the conflict in all its details and understand its political, strategic, legal, economic, military and cultural consequences should read the rest of the book. Finally, those who just want to comprehend the possible solutions to the dispute can directly read the last two chapters. At the end of the book, readers can also find both a wide bibliography used to write this volume and some appendices with documents, texts and maps relevant to the study of the conflict.

The Ukrainian issue started at the end of 2013 with the protests on Kiev's Maidan Square. Almost six years after that, the conflict seems to have fallen in the oversight, but the truth is that war is still going on and that the end to it is not visible yet. When it started, it was a clash nobody expected. Hundreds of people came out to the streets asking for better life conditions and the end of corruption. Mass media made a wide coverage of all that happened, and all the world was conscious and up-to-date with what was occurring in Ukraine. Initially held in a peaceful way, the protests turned violent because of the repressions of the government forces. The president fled the country and a new government, which was pro-European oriented and accepted by the majority of the citizens, was established. However, this achievement was responded by the Russian intervention in Ukrainian territory, resulting in the illegal annexation of the Crimean Peninsula, claiming that they were just protecting their Russian citizens there. Besides, an armed conflict started in the Donbass region, in the East side of Ukraine, between Ukrainian troops and a separatist movement supported by Russia.

This is just a brief summary of how the conflict originated but, actually, it is much more complex than it seems. According to the book, Ukrainian War is not an isolated conflict which happened unexpectedly. In fact, the author argues that the reaction of Russia was quite presumable in those years, because of the internal and external conditions of the country directed by Putin and the ideas that had arisen in Russian mentality. There were eight warnings of what could happen in Ukraine and nobody realized it: some examples are civilian protests in Kazakhstan in 1986, the War of Nagorno Karabaj (a region between Armenia and Azerbaijan) started in 1988, the war of Transnistria (in Moldova) started in 1990, the separatist movements in Abjasia and South Osetia (two regions of Georgia)… Russia normally supported and helped separatist movements, alleging in some cases that it had to protect the Russian minorities that were living in that places. This was a quite clear image of Russia´s position towards its surrounding neighbors and it reflected that, despite having accepted at the beginning the independence of these former Soviet republics after the fall of the USSR, Russia was not interested in losing its sphere and power of influence in those regions.

Russian instincts

One interesting idea shown in the book is the fact that, even though the USSR collapsed and the Soviet institutions disappeared, the idea of a strong empire, the distrust and rivalry with the West powers and the concept of a strong State comprising all the power remained present. All these topics didn´t extinguished but survived, and they shape nowadays Russian internal and external politics, defining especially Kremlin´s relations with foreign powers. The essence of the USSR persisted under another flag, because the Soviet elites remained without being condemned or imprisoned. Some people could also reason that the survival of the Soviet thought and State´s Power is due to the ineffective reformation process hold by the West liberal powers in the USSR after its fall. We have to bear in mind that the sudden incursion of West customs and ideas in a Russian society not prepared to assimilate them, without an organized and ruled strategy to adapt to that change, provoked horrible impacts in the people of Russia. By the end of the nineties, the majority of Russians were thinking that the introduction of the so called “democratic reforms” and free market, with their unexpected results of a massive scale corruption and social deterioration, had been a great error.

In that sense, the arrival of Putin meant the establishment of order in a chaotic society, even though it meant the end of democratic reforms. Besides, the people of Russia saw in Putin a leader capable of facing the Western powers (not as Yeltsin, the previous Russian president, who had had a weak position towards them) and taking Russia to the place it should occupy: Russia as a great empire.

One of the main consequences of the Ukrainian conflict is that the context of the relations between Russia and the Western powers has frozen in a dramatic way. Even though their relations were bad after the collapse of the USSR, those relations deteriorated much more because of the annexation of Crimea and the War in Ukraine.

The Kremlin adopted suspicion as a principle (especially towards the West). Concurrently, Russia was encouraging cooperation with China, Egypt, Syria, Venezuela, Iran, India, Brazil and South Africa as a means to face NATO, the EU and the United States. On the one side, president Putin wanted to reduce the weight of that Western powers in the international economic sphere. On the other side, Russia also started to develop stronger relations with alternative countries in order to face the economic sanctions imposed to it by the European Union. Because of these two reasons, Russia created the Eurasian Economic Union (EAEU), constituted in May 2014, with the objective of constructing an economic integration on the basis of a customs union. Nowadays, the EAEU is composed by five members: Armenia, Belarus, Kazakhstan, Kyrgyzstan and Russia.

In addition, Russia has extremely denounced NATO´s expansion to the East European countries. Moreover, the Kremlin has expressed this issue as an excuse in order to start the development of a strong military and establishing new alliances. Together with some allies, Russia has organized some massive military trainings near Poland´s and Balkan States´ borders. In turn, Russia is also working to create disputes among NATO members and weaken the organization.

Particularly, the Ukrainian conflict has also shown the differences between Russian determination and the West indecision, meaning that Russia was capable of carrying out violent and illegal measures without being responded with strong and concrete solutions by the West. It could be analyzed that Russia uses, above all, hard power, taking advantage of economic (the sale of oil and gas for example) and military means in order to dictate another nation´s actions through coercion. Its use of soft power occupies, in some way, a subordinate place.

According to some analysts, the hybrid warfare of Russia against the West included not only troops, weapons and computers (hackers), but also the creation of “frozen conflicts” (for example, the Syrian war) which established Russia as an indispensable part to solve that conflicts, and the use of propaganda, mass media and their Services of Intelligence. In addition, the Kremlin was also involved in financing others countries´ pro-Russian political parties.

Russian activity is incomprehensible if we don´t take into consideration the strong and powerful propaganda (even more powerful than the USSR propaganda system) used by Russian authorities to justify Government´s behavior both towards its own people and towards the international community. One of the most used argument is blaming the United States for all the conflicts that are occurring in the world and justifying Russia´s actions as a reaction to an aggressive position of the United States. According to Russian media, United States´ supposedly main objective was to oppress Russia and foment global disorder. In that sense, Russian general tendency was to replace the liberal democracy by the national idea, with great exaltations to patriotism in order to create a sense of unity, against a defined adversary, the liberal-democratic States and International Organizations.

Another interesting topic is the deep explanation made by the author about how different is Russian´s vision of the world, security, relations among nations, Rule of Law… in comparison with the Western conceptions. Whereas The West is centered on the defense and application of International Law, Russia claims the idea that each country is responsible for its own security, taking any measure needed (even if it contradicts International Law or any International Treaty or Agreement). Definitely, what is seen nowadays is a New Cold War consistent in a bloc of liberal-democratic States, which tend to the achievement of a wide trade and globalized finances, against another bloc of the main totalitarian and capitalist-authoritarian regimes, with a clear tendency towards militarization.

Success and perspective

The gives a profound and wide view of what is nowadays Russian external politics. It highlights the idea that the Ukrainian conflict is not an isolated dispute, rather a conflict that is inserted in a much more complex web of circumstances. By means of reading this book, one can realize that international relations don´t function as a patterned and structured mechanism, but as a field were countries have different views about how the world is established and about which should be the rules that comprise it. We could say that there is a struggle nowadays between a Liberalist view (which emphasizes international cooperation and the rejection of power as the only way to act in the international sphere —supported by the West) and a Realistic view (which explains the foreign affairs in terms of power, state-centrism and anarchy —supported by Russia) of International Relations.

One of the strong points of the book is that it displays different stances of a lot of analysts about the conflict, with critics to both Russian and Western activities. This enables the reader to compare the conflict under different perspectives and acquire a complete and critical view of the topic. Moreover, readers could also learn and comprehend the actual state of things of other countries of Eastern Europe, Central Asia and the Caucasus, regions which are almost unknown in the Western society.

The book is an excellent research work, which enables anyone who reads it to be able to examine the complicated reality that surrounds the Ukrainian War and to go in depth in the study of the relations among nations.

[Francisco Pascual de la Parte, El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017: Origen, desarrollo, entorno internacional y consecuencias. Ediciones de la Universidad de Oviedo. Oviedo, 2017. 470 páginas]

RESEÑA Vitaliy Stepanyuk [Versión en inglés]

El imperio que regresa. La Guerra de Ucrania 2014-2017: Origen, desarrollo, entorno internacional y consecuencias

En esta investigación sobre la guerra de Ucrania y la intervención rusa en el enfrentamiento, el autor analiza el conflicto centrándose en sus precedentes y el contexto internacional en el que se desarrolla. Para ese propósito, también analiza con especial énfasis las relaciones de Rusia con otros Estados, particularmente desde la caída de la URSS. Por encima de todo, este estudio abarca la interacción de Rusia con Estados Unidos, la Unión Europea, los países vecinos surgidos de la desintegración de la URSS (Estonia, Letonia, Lituania ...), el Cáucaso, las repúblicas de Asia Central (Kazajstán, Uzbekistán...), China y la participación rusa en el conflicto de Medio Oriente. Todas estas relaciones tienen, de alguna manera, repercusiones en el conflicto ucraniano o son una consecuencia de él.

El libro está estructurado, como el propio autor explica en sus primeras páginas, de tal manera que permite diferentes modos de leerlo. Para aquellos que desean tener un conocimiento general de la cuestión ucraniana, pueden leer solo el comienzo del libro, que ofrece una breve descripción del conflicto desde sus dos perspectivas nacionales. Aquellos que quieran también comprender el entorno histórico que llevó al enfrentamiento, pueden leer además la introducción. El segundo capítulo explica el origen de la suspicacia rusa hacia las ideas liberales y la incapacidad occidental para comprender las preocupaciones y los cambios sociales rusos. Aquellas personas que deseen asimilar el conflicto en todos sus detalles y comprender sus consecuencias políticas, estratégicas, legales, económicas, militares y culturales deben leer el resto del libro. Finalmente, aquellos que solo quieran comprender las posibles soluciones a la disputa pueden pasar directamente a los dos últimos capítulos. En las últimas páginas, los lectores también pueden encontrar una amplia bibliografía utilizada para escribir este volumen y algunos apéndices con documentos, textos y mapas relevantes para el estudio del conflicto.

El problema de Ucrania comenzó a finales de 2013 con las protestas en la plaza Maidan de Kiev. Casi seis años después, el conflicto parece haber perdido interés internacional, pero la verdad es que la guerra continúa y aún no se ve su final. Cuando comenzó, fue un choque que nadie esperaba. Cientos de personas salieron a las calles pidiendo mejores condiciones de vida y el fin de la corrupción. Los medios de comunicación internacionales hicieron una amplia cobertura de lo que sucedía, y todo el mundo estaba al corriente de las noticias sobre Ucrania. Inicialmente sostenidas de manera pacífica, las protestas se tornaron violentas debido a la represión de las fuerzas gubernamentales. El presidente huyó del país y se estableció un nuevo Gobierno, orientado a favor de Europa y aceptado por la mayoría de los ciudadanos. Sin embargo, este logro fue respondido por la intervención rusa en territorio ucraniano, que resultó en la anexión ilegal de la península de Crimea, en una acción que Rusia justificó alegando que solo estaban protegiendo a la población rusa que vivía allí. Además, comenzó un conflicto armado en la región de Donbass, al este de Ucrania, entre las tropas ucranianas y un movimiento separatista apoyado por Rusia.

Esto es solo un breve resumen de cómo se originó el conflicto, pero ciertamente las cosas son más complejas. Según el libro, la guerra de Ucrania no es un conflicto aislado que sucedió inesperadamente. De hecho, el autor sostiene que la reacción de Rusia fue bastante presumible en esos años, debido a las condiciones internas y externas del país, generadas por la actitud de Putin y por la mentalidad rusa. El autor enumera advertencias de lo que podría suceder en Ucrania y nadie se dio percibió: protestas civiles en Kazajstán en 1986, la Guerra de Nagorno Karabaj (una región entre Armenia y Azerbaiyán) comenzada en 1988, la guerra de Transnistria (en Moldavia) iniciada en 1990, los movimientos separatistas en Abjasia y Osetia del Sur (dos regiones de Georgia) ... Rusia normalmente apoyaba y ayudaba a los movimientos separatistas, alegando en algunos casos que tenía que proteger a las minorías rusas que vivían en esos lugares. Esta daba una idea bastante clara de la posición de Rusia hacia sus vecinos y reflejó que, a pesar de haber aceptado al principio la independencia de estas antiguas repúblicas soviéticas tras la caída de la URSS, Rusia no estaba interesada en perder su influencia en esas regiones.

Instintos rusos

Una idea interesante que se muestra en el libro es el hecho de que, aunque la URSS colapsó y las instituciones soviéticas desaparecieron, permaneció el anhelo de un imperio fuerte, así como la desconfianza y rivalidad con las potencias occidentales. Esas cuestiones dan forma a la política interna y externa de Rusia, definiendo especialmente las relaciones del Kremlin con las otras potencias. La esencia de la URSS persistió bajo otra bandera, porque las élites soviéticas permanecieron sin ser apartadas. Podría pensarse que la supervivencia de esas inercias soviéticas se debe al proceso de reforma ineficaz sostenido por los poderes liberales occidentales en la URSS después de su caída. Pero hay que tener en cuenta que la repentina incursión de las costumbres e ideas occidentales en una sociedad rusa no preparada para asimilarlas, sin una estrategia dirigida a facilitar ese cambio, impactó negativamente en el pueblo ruso. A finales de los años noventa, la mayoría de los rusos pensaban que la introducción de las llamadas “reformas democráticas” y el libre mercado, con sus resultados inesperados de corrupción masiva y deterioro social, había sido un gran error.

En ese sentido, la llegada de Putin significó el establecimiento del orden en una sociedad caótica, aunque significó el fin de las reformas democráticas. Además, el pueblo de Rusia vio en Putin un líder capaz de enfrentarse a las potencias occidentales (no como Yeltsin, el anterior presidente ruso, que había tenido una posición débil hacia ellos) y llevar a Rusia al lugar que debería ocupar: Rusia como un gran imperio.

Una de las principales consecuencias del conflicto ucraniano es que el contexto de las relaciones entre Rusia y las potencias occidentales se ha congelado de manera dramática. A pesar de que sus relaciones fueron malas después del colapso de la URSS, esas relaciones se deterioraron mucho más debido a la anexión de Crimea y la guerra en Ucrania.

El Kremlin adoptó la sospecha, especialmente hacia Occidente, como un principio básico. Al mismo tiempo, Rusia fomentaba la cooperación con China, Egipto, Siria, Venezuela, Irán, India, Brasil y Sudáfrica como un medio para enfrentar a la OTAN, la UE y Estados Unidos. Por un lado, el presidente Putin quería reducir el peso de las potencias occidentales en la esfera económica internacional; por otro, Rusia también comenzó a desarrollar relaciones más sólidas con países alternativos para enfrentar las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea. Debido a estas dos razones, Rusia creó la Unión Económica Euroasiática (EAEU), constituida en mayo de 2014, con el objetivo de construir una integración económica sobre la base de una unión aduanera. Hoy en día, la EAEU está compuesta por cinco miembros: Armenia, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguistán y Rusia.

Además, Rusia ha denunciado en extremo la expansión de la OTAN a los países de Europa del Este. El Kremlin ha utilizado este tema como una excusa para fortalecer su Ejército y establecer nuevas alianzas. Junto con algunos aliados, Rusia ha organizado entrenamientos militares masivos cerca de las fronteras de Polonia y los países de los Balcanes. También está trabajando para crear disputas entre los miembros de la OTAN y debilitar a la organización.

En particular, el conflicto ucraniano también ha mostrado las diferencias entre la determinación rusa y la indecisión de Occidente, lo que significa que Rusia ha sido capaz de llevar a cabo medidas violentas e ilegales sin ser respondida con soluciones sólidas y concretas por parte de Occidente. Podría decirse que Rusia utiliza, sobre todo, el poder duro, aprovechando los medios económicos (la venta de petróleo y gas, por ejemplo) y militares para dictar las acciones de otra nación a través de la coacción. Su uso del poder blando ocupa, de alguna manera, un lugar subordinado.

Según algunos analistas, la guerra híbrida de Rusia contra Occidente incluye no solo tropas, armas y computadoras (piratas informáticos), sino también la creación de "conflictos congelados" (por ejemplo, la guerra de Siria) que ha establecido a Rusia como parte indispensable en la resolución de conflictos, y el uso de la propaganda, los medios de comunicación y sus servicios de inteligencia. Además, el Kremlin también participó en la financiación de partidos políticos pro-rusos de otros países.

La actividad rusa es incomprensible si no tomamos en consideración la propaganda fuerte y poderosa (incluso más poderosa que el sistema de propaganda de la URSS) utilizada por las autoridades rusas para justificar el comportamiento del Gobierno hacia sus propios ciudadanos y hacia la comunidad internacional. Uno de los argumentos más utilizados es culpar a Estados Unidos de todos los conflictos que están ocurriendo en el mundo y justificar las acciones de Rusia como una reacción a una posición agresiva estadounidense. Según los medios rusos, el objetivo supuestamente principal de EEUU es oprimir a Rusia y fomentar el desorden global. En ese sentido, la tendencia general rusa es reemplazar la democracia liberal por la idea nacional, con grandes exaltaciones patrióticas para crear un sentido de unidad, contra un adversario definido, los Estados con democracias liberales y las Organizaciones Internacionales.

Otro tema interesante es la explicación que da el autor acerca de cuán diferente es la visión de Rusia sobre el mundo, la seguridad, las relaciones entre las naciones o el Estado de Derecho en comparación con las concepciones occidentales. Mientras que Occidente se centra en la defensa y la aplicación del derecho internacional, Rusia afirma que cada país es responsable de su propia seguridad y toma todas las medidas necesarias al respecto (incluso si contradice el derecho internacional o cualquier tratado o acuerdo internacional). Definitivamente, lo que se ve hoy es una Nueva Guerra Fría consistente en un bloque de Estados liberal-democráticos, que tiende al logro de un amplio comercio y finanzas globalizadas, contra otro bloque de los principales regímenes totalitario y capitalista-autoritario, con una clara tendencia a la militarización.

Aciertos y perspectiva

El libro ofrece una visión profunda y amplia de lo que hoy en día es la política exterior rusa. Destaca la idea de que el conflicto ucraniano no es una disputa aislada, sino un conflicto que se inserta en una red de circunstancias mucho más compleja. Deja claro que las relaciones internacionales no funcionan como un mecanismo estructurado y con patrones, sino como un campo donde los países tienen diferentes puntos de vista sobre cómo se rige el mundo y sobre cuáles deberían ser sus reglas. Podríamos decir que hay una lucha entre una visión liberal apoyada por Occidente, que enfatiza la cooperación internacional y el rechazo del poder como la única forma de actuar en la esfera internacional, y una visión realista, defendida por Rusia, que explica los asuntos exteriores en términos de poder, centralismo estatal y anarquía.

Uno de los aciertos del libro es que muestra las diferentes posturas de muy distintos analistas, con críticas a las actividades tanto rusas como occidentales. Esto permite al lector examinar el conflicto bajo diferentes perspectivas y adquirir una visión completa y crítica del tema. Además, el texto ayuda a aprender y comprender el estado real de las cosas en otros países de Europa del Este, Asia Central y el Cáucaso, regiones poco conocidas en la sociedad occidental.

Se trata de un excelente trabajo de investigación, que permite examinar la complicada realidad que rodea la guerra de Ucrania y profundizar en el estudio de las relaciones entre las naciones.

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