Cuándo y cómo usar o no usar la bomba atómica

Cuándo y cómo usar o no usar la bomba atómica

RESEÑA

23 | 07 | 2025

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El debate entre presidentes y generales de Estados Unidos sobre la disuasión nuclear durante la Guerra Fría

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Portada del libro de Fred Kaplan ‘The Bomb. Presidents, Generals, and the Secret History of Nuclear War’ (New York, NY: Simon & Schuster, 2020) 372 páginas

La inestabilidad del sistema internacional actual ha devuelto a la amenaza nuclear la preeminencia de que gozó durante la Guerra Fría. La posibilidad de que algún actor, racional o no, recurra al empleo de bombas atómicas para avanzar sus intereses es, de nuevo, verosímil; cómo evitarla es una de las principales responsabilidades de numerosos líderes mundiales.

Esta preocupación encuentra su paralelo en un creciente interés del público por los asuntos relacionados con la disuasión nuclear que tiene una traducción directa en el sustancial incremento del número de publicaciones que tratan esta materia desde los ángulos más variados.

‘The Bomb. Presidents, Generals and the Secret History of Nuclear War’ es una muy interesante aportación a la literatura sobre el armamento nuclear. En esta obra, Fred Kaplan, reputado periodista norteamericano especializado en asuntos de seguridad nacional, ofrece un recorrido que abarca desde el comienzo de la era atómica hasta nuestros días. Se trata de un trabajo riguroso pero, a la vez, muy accesible al público no especialista, y que cuenta con el importante valor añadido que se deriva del acceso del autor al interior de los círculos, políticos y militares, donde se fragua y se decide la política nuclear norteamericana, y de la aportación de datos procedentes de documentación recientemente desclasificada, que ha revelado aspectos inéditos de dicha política.

A lo largo de su capitulado, ‘The Bomb’ va introduciendo conceptos fundamentales de la disuasión nuclear —represalia masiva, respuesta flexible, destrucción mutua asegurada o ‘escalar para desescalar’ son solo algunos de ellos—, situándolos en su contexto político y estratégico, mientras recorre los graves dilemas a los que se enfrentaron todos los presidentes norteamericanos de la era atómica: ¿cómo mantener la credibilidad de la disuasión con el menor nivel de fuerza posible?; ¿es adecuada una doctrina de primer uso?; ¿qué objetivos deben alcanzar las armas nucleares?; si Estados Unidos lanza un ataque limitado… ¿será percibido como tal por Moscú? El relato de Kaplan muestra cómo todos ellos debieron ponderar estas cuestiones existenciales, y cómo todos optaron por aceptar el refuerzo de su poder nuclear, a pesar de la repugnancia moral que, íntimamente, pudieran haber sentido por el empleo de estas armas.

El relato sobre el papel de políticos y militares en la toma de decisiones en materia atómica y sobre las tensiones internas en las Fuerzas Armadas sobre quién debía ostentar la primacía en una eventual respuesta nuclear es, quizás, la contribución más valiosa del libro, también por lo poco conocido que es este aspecto. Durante varios años, se produjo en el seno de las Fuerzas Armadas norteamericanas una lucha soterrada entre la Armada y la Fuerza Aérea por constituirse en el punto focal de cualquier respuesta nuclear, cuestión que distaba de ser trivial, pues, de la decisión política que se adoptara al respecto, dependían otras tan importantes como la distribución del presupuesto de defensa. En esa rivalidad, el Ejército del Aire favorecía la acumulación de una gran masa de cabezas nucleares —naturalmente, bajo su control— con las que, literalmente, obliterar la URSS, mientras que la Armada postulaba un arsenal más reducido, basado inicialmente en el misil ‘Polaris’ embarcado en submarinos, capaz de garantizar un demoledor segundo ataque en caso de recibir un primero de los soviéticos.

Especialmente clarificadora es la narración del papel del Mando Aéreo Estratégico (SAC) en la definición de la estrategia y doctrina nucleares de la nación, así como en la decisión sobre el número de cabezas nucleares necesarias para servir a esa estrategia. Este cuartel general, bajo la dirección del temperamental general de la Fuerza Aérea Curtis LeMay durante varios de los años más críticos de la Guerra Fría, apostó sistemáticamente por acumular un gran número de ojivas, justificando su decisión a través de la definición del plan operativo conjunto de empleo de armas nucleares; el ‘Single Integrated Operational Plan’ (SIOP). Este documento, clave en la definición de los objetivos que debían ser atacados en caso de enfrentamiento nuclear con la Unión Soviética, ofrece, según el autor, un ejemplo claro de cómo el SAC ignoró, en la práctica, varias directivas presidenciales que ordenaban una revisión a la baja de las cabezas necesarias para la puesta en práctica del plan.

William Kaufmann, analista de la RAND Corporation, y Franklin Miller, funcionario del Departamento de Defensa con George W. H. Bush, son presentados en el libro como interesantes contrapuntos a la visión prevalente en el SAC. El primero porque, crítico con la viabilidad y rectitud moral de la doctrina de represalia masiva, introdujo la idea de los objetivos de ‘contra-fuerza’ (counterforce). Esta aportación proponía un significativo refuerzo convencional como mejor manera de contrarrestar un ataque soviético en ese mismo nivel, articulando, en caso de que la defensa convencional no fuera eficaz, una respuesta nuclear gradual sobre objetivos militares soviéticos (incluidos los nucleares), como aviso de que, de no cesar las hostilidades, se escalaría, entonces sí, a la represalia masiva. Miller, por su parte, fue el primero que logró hacer una revisión en profundidad del SIOP, venciendo la resistencia, rayana en algunos casos con la hostilidad, de una significativa parte del SAC, y que resultó en una significativa reducción del número de objetivos y, por ende, del de ojivas necesarias para servirlos, que pasó de 12.000 a 5.888.

Estas cuestiones ilustran, sin agotarlas, las múltiples facetas de la historia de la bomba atómica y de la disuasión nuclear recogidas en una obra sumamente interesante y atractiva, a la que cabría hacer algunas objeciones como la de centrarse de forma casi exclusiva en la bomba atómica norteamericana, dejando al lector en una penumbra casi total respecto a la naturaleza y forma del debate que, en esos mismos momentos, tenía lugar en otras potencias nucleares como Francia, Gran Bretaña y, sobre todo, la Unión Soviética; o como la de caer en la visión convencional del Trump lunático para despachar su política nuclear sin entrar en la validez de algunos de sus argumentos; o como la de presentar una visión de la era Obama próxima a la hagiografía. Sin dañar el valor que la obra tiene en su conjunto, estos aspectos sí restan un ápice de rigor a un título que, pese a todo, resulta esencial para entender mejor la situación internacional de nuestros días.