Colombia, al borde del declive petrolero por las políticas de Petro

Colombia, al borde del declive petrolero por las políticas de Petro

ARTÍCULO

21 | 02 | 2024

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La promoción de renovables va por detrás de las necesidades energéticas: aumenta la importación de gas

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Intervención de Gustavo Petro en la cumbre de la ONU sobre cambio climático de Dubái, en diciembre de 2023 [Alexa Rochi, Presidencia)

Colombia se enfrenta a la reducción de su producción de hidrocarburos sin que las necesidades energéticas que estos cubren puedan ser resueltas a corto y medio plazo por las energías renovables de las que el presidente Gustavo Petro quiere ser adalid. La decisión ya en ejecución de no otorgar más licencias para la exploración de hidrocarburos marcará un declive del sector del petróleo y del gas: en 2024 se espera un descenso de la producción petrolera, mientras que la gasista ya bajó un 7,8% en 2023.

A la espera de los detalles de la Hoja de Ruta de la Transición Energética Justa (TEJ) impulsada por el presidente Gustavo Petro, cuya concreción lleva retrasándose casi un año, los cálculos sobre el futuro de la soberanía energética de Colombia ya se están viendo afectados por la decisión de suspender la firma de contratos de exploración de carbón, gas y petróleo. La existencia misma de esa suspensión, que se aplica desde enero de 2023, ha sido objeto de intenso debate interno entre el Ministerio de Hacienda y el de Minas y Energía. Fue confirmada por el presidente colombiano en la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada el pasado mes de diciembre en Dubái (COP 28).

“Colombia ha decidido no firmar más contratos de exploración en carbón y petróleo y gas”, dijo Petro, en su compromiso de reducir las emisiones de efecto invernadero en un 51% para el año 2030. Precisó que el país seguirá produciendo hidrocarburos, porque siguen adelante tanto los contratos de explotación vigentes como los de exploración firmados hasta ahora, pero no habrá una expansión de nuevas operaciones. “De esos contratos de exploración vigente, a lo mejor habrá más petróleo y más carbón explotable, pero el hecho de que la decisión política sea no firmar nuevos contratos significa que hemos puesto un límite en el tiempo”, añadió. 

A pesar de que Petro dejaba abierta la posibilidad de que las actuales licencias lleven temporalmente a un aumento de la producción de hidrocarburos, lo cierto es que el declive ya ha empezado, antes de que un mayor desarrollo de las energías renovables permita sustituir unas fuentes por otras.

En Colombia el consumo primario de energía está dominado en un 74% por los hidrocarburos (31% petróleo, 28% gas natural y 15% carbón), mientras la energía renovable supone un 25% (22% energía hidroeléctrica, 3% otras fuentes renovables), según datos de 2020. Lo opuesto ocurre en el mix eléctrico, con un 75% de producción eléctrica generada en 2021 a partir de fuentes renovables (básicamente procedente de embalses y presas).

Este último dato sugiere que Colombia tiene al alcance aproximarse al 100% de generación eléctrica verde si el Gobierno intensifica el impulso de la transición energética. No obstante, dado el escaso uso de motores eléctricos en el transporte y la poca electrificación de otros sectores, lo que el país pueda avanzar en generación eólica y solar difícilmente cubrirá las exigencias de la industria y la movilidad.

Es cierto que la producción petrolera (760.000 barriles diarios en 2021) excede con creces el consumo interno (328.000). Por tanto, una menor extracción no afectaría a medio e incluso largo plazo al suministro del país, aunque sí notablemente a los ingresos que Colombia obtiene por esas ventas (el sector está dominado en un 60% por la estatal Ecopetrol). El déficit, en cambio, es ya una realidad en cuanto al gas, con un consumo creciente, que en 2020 fue 21,5% superior a la producción.

De acuerdo con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en 2022 las exportaciones de petróleo constituían el 32,4% del total de las exportaciones del país. En 2021 las rentas de petróleo conformaban el 3,4% del PIB y las del carbón el 0,7%. La caída de esas ventas supondría para Colombia unas pérdidas que la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas de Colombia estima en 18 billones de pesos (4,59 millones de dólares) para el periodo 2022-2026 en aportes fiscales y ascendería a 104 billones de pesos en 2032 (26,5 millones de dólares).

Petro ha decidido impulsar las energías renovables al tiempo que impone una contracción de los hidrocarburos (tal vez podría haberla limitado al carbón), a diferencia de la línea seguida por Lula da Silva en Brasil, quien con una mano enarbola también la bandera del medioambientalismo, pero con la otra mece a la petrolera nacional, Petrobras, procurando la expansión de sus negocios.

La vía unidireccional del presidente colombiano ha alimentado el debate político y social en el país. Existen interrogantes que han supuesto especial presión al Gobierno, produciéndose un recambio al frente del Ministerio de Minas y Energía, en el que Irene Vélez fue sustituida a mediados de 2023 por Andrés Camacho.

Gas y petróleo

De acuerdo con la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), Colombia contaba en diciembre de 2022 con unas reservas probadas de petróleo crudo de 2.074 millones de barriles, lo que permitiría mantener el actual nivel de producción durante 7,5 años; en el caso del gas, el plazo sería de 7,2 años.

En 2023, la producción de gas natural fue de 1.546 millones de pies cúbicos diarios (mpcd), lo que supuso un descenso del 7,87% respecto al año anterior. Eso obligó a un incremento de las importaciones de gas, que llegaron a los 88,9 mpcd de media anual (la importación se aceleró en los últimos meses de 2023, con un pico de 278,5 mpcd en diciembre).

En cuanto al petróleo, la producción aumentó un 3% en 2023, alcanzando los 777.016 barriles diarios, pero a partir de ahí el resultado de explotación descenderá, según las estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Este organismo prevé una progresiva disminución de la producción colombiana, que en 2028 habría podido bajar a 620.000 barriles diarios (una caída del 20,5% en un lustro). En su informe de prospectiva, la AIE basa su análisis en que el nuevo Gobierno de Colombia “ha cambiado de dirección y ha detenido las licencias para nueva exploración”.

El análisis es consecuencia de examinar la evolución en la perforación de pozos. La actividad exploratoria disminuyó claramente a lo largo de 2023, con un número descendiente de nuevos pozos, lo que supuso un acumulado de 41 pozos en septiembre (último dato disponible) frente a los 59 del mismo mes del año anterior.

La misma tendencia se observa en la perforación de pozos en desarrollo: 454 acumulados en septiembre de 2023, frente a los 491 de septiembres de 2022. Esta dinámica es incluso más acusada por lo que se refiere a la actividad de taladros, donde se habría producido una pérdida de 19.500 empleos (unos 3.000 directos y 16.500 indirectos) en el último año.

La decisión adoptada por el Gobierno, si no es revertida por una nueva administración, supondría que en 2032 ya no habrá más pozos exploratorios. A comienzos de 2023 existían 118 contratos para comenzar la exploración y los últimos vencen en ocho años (si bien cabe la extensión de la fase exploratoria por 18 meses e incluso, en casos extraordinarios, por 2 años). La perspectiva de que el Gobierno no fuera a admitir más licencias ha llevado a acelerar algunas prospecciones ya autorizadas. Entre los hallazgos está el descubrimiento realizado por Ecopetrol, junto con Petrobras, de una acumulación de gas en aguas profundas, a 32 kilómetros de la costa atlántica, si bien el Gobierno es contrario a campos ‘off-shore’.

Aunque Ecopetrol, estatal en un 88,49%, ha llegado a decir que Colombia podría acercarse a una producción de crudo de un millón de barriles diarios, la perspectiva va en dirección contraria, como señala el informe de la AIE. Cabría interpretar ese exceso de optimismo como un deseo de influir en la inversión extranjera, que sin duda se desinteresará de Colombia ante un sector en declive.

Renovables

La transición energética cuenta en Colombia con una buena posición de partida. El 69% de la capacidad eléctrica instalada y el 75% de la electricidad generada procede de energías renovables (el 93% de la capidad es hidroeléctrica). Se trata de porcentajes que han variado poco los últimos años, pues, aunque se ha hecho un esfuerzo por extender el recurso a las renovables, también ha aumentado el uso de otras fuentes. La capacidad renovable alcanzó 13.469 MW en 2022, mientras que la producción fue de 63.145 GWh en 2021, último año analizado en el informe de la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA).

El plan de transición de Petro incluye, entre otras medidas, la renuncia al uso de la técnica del ‘fracking’ (aunque había proyectos, no se ha llegado a emplear en Colombia); la cancelación de la minería a cielo abierto; el fin de la exploración y de la explotación ‘off-shore’; la eliminación de la exención de impuestos de la empresas dedicadas a las industrias de combustibles fósiles, y el aumento de la exportación del carbón (reducción del consumo propio y venta al exterior del producto que aún se siga extrayendo).

La orientación política del Gobierno del Pacto Histórico introduce también componentes sociales en el plan. Un ejemplo es la especial atención a medidas de transición en La Guajira. Por un lado, este departamento produce el 22% del carbón extraído en el país (solo por detrás del vecino departamento de Cesar, que acumula el 70%); por otro, debido a su clima con fuertes vientos, ofrece oportunidades para el desarrollo de las energías renovables.

El caso reviste cierta complejidad social debido a la gran presencia de comunidades indígenas especialmente empobrecidas. Pero aunque en principio se busca la promoción de estas, sus representantes han presentado obstáculos porque estiman que no se respetarán sus tradiciones ni se atenderán sus necesidades de empleo. Otros departamentos singulares son los de Meta, donde se produce el 55% del petróleo, y Casanere, con el 64% de la producción de gas.