Artemis y el regreso a la Luna

Regreso a la Luna: Artemis sigue adelante beneficiado de que Rusia no quiso sumarse al programa

ARTÍCULO

05 | 05 | 2022

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Tras los vuelos no tripulados, la estación Gateway debe ponerse en la órbita lunar a finales de 2024; el primer alunizaje humano será no antes de 2025

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Dibujo de la NASA sobre el primer vuelo no tripulado que realizará la cápsula Orion del programa Artemis I [NASA]

El programa Artemis de la NASA, en cooperación con agencias espaciales de otros países y empresas privadas, mantiene su calendario de desarrollo (el último ajuste fue retrasar la nueva presencia humana en la Luna a “no antes” de 2025) a pesar de la tensión internacional derivada de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En respuesta al boicot occidental al Kremlin, Roscosmos ha anulado su colaboración con la ESA en la Guayana francesa y además la misión euro-rusa que ambas agencias iban a lanzar a Marte en 2022 ha quedado suspendida. El hecho de que Moscú rechazara sumarse a Artemis deja a este programa libre de consecuencias directas de la guerra, la cual puede empujar a una alianza espacial más estrecha entre Rusia y China.

El pasado 14 de abril, durante el tercer intento para el “Wet Dress Rehearsal” del Space Launch System (SLS) de la primera misión del programa Artemis, la NASA se vio obligada a abortar otra vez por una válvula de retención de helio averiada. Dicha prueba consiste en llevar a cabo el llenado del depósito de combustible y el encendido de los enormes motores RS-25 de la fase inicial del cohete. Antes de dar comienzo a una prueba de tales magnitudes, la NASA realiza numerosas revisiones de todos los sistemas, siendo aquí donde se determinó el problema. Esta primera misión del programa Artemis será otro paso más en la carrera por la exploración de la Luna y el espacio; una carrera que comenzó hace ya seis décadas, y que conviene que repasemos para entender mejor los ambiciosos objetivos de Artemis, en el marco de la nueva era espacial.

Afortunadamente para Artemis, los retos a superar son técnicos y, por ahora, no geopolíticos. Después de comenzar la guerra de Ucrania, tres cosmonautas rusos se sumaron a la Estación Espacial Internacional con aparente normalidad, pero la tensión entre Rusia y Occidente a raíz de la invasión ya se ha traducido en la ruptura de diversos procesos de cooperación espacial. El fin de la Guerra Fría había propiciado esa colaboración y EEUU llegó a confiar en su antiguo enemigo para llevar astronautas a la Estación Espacial cuando canceló su sistema de trasbordadores. Pero con las crecientes tensiones internacionales, Rusia había comenzado un distanciamiento que le llevó a no sumarse a Artemis y que cada vez le sitúa más al lado de Pekín. China posiblemente pase a tratarla como un socio menor dado el debilitamiento progresivo del programa ruso.

La herencia del programa Apolo

Precisamente, los problemas técnicos de las últimas semanas recuerdan que la carrera por conquistar la Luna comenzó en desastre mayúsculo, el 27 de enero de 1967, en la ya abandonada plataforma de lanzamiento 34, cuando los astronautas Gus Grissom, Ed White y Roger Chaffee fallecieron víctimas de un incendio en el interior de su cápsula durante el ‘test sin cables’ que se realizaba como última fase antes de volar al espacio.

Tras semejante shock, se rediseñó por completo la cápsula, y se llevaron a cabo varias misiones no-tripuladas (igual que va a ser el Artemis I) con el fin de probar los distintos sistemas y procedimientos necesarios. Si bien todo el mundo sabe quiénes fueron Neil Armstrong y Buzz Aldrin, la gran mayoría ignora que antes que ellos hubo 4 misiones tripuladas del programa Apolo; y que después de ellos, 10 hombres más pisaron la Luna, entre 1969 y 1972. El Apolo 7 y el Apolo 9 se encargaron de probar en órbita terrestre las dos naves que formaban la misión; el módulo de mando y el módulo lunar. El Apolo 8 constituyó la primera vez que un ser humano abandonaba el campo gravitatorio de la Tierra, volando a la órbita lunar durante las Navidades de 1968. Esta misión sería repetida por el Apolo 10 en mayo de 1969, como ensayo general para el Apolo 11, que alunizó en julio de ese año en la Base de la Tranquilidad.

Después de este éxito, que marcó la derrota soviética en la carrera por conquistar la Luna, las misiones Apolo 12 a 17 pusieron a otros 10 hombres en la Luna (a todos menos a la tripulación del Apolo 13), en una nueva etapa de exploración sin precedentes, y dejándonos una herencia también olvidada a día de hoy. En cuanto a ciencia se refiere, destacó el Apolo 15 de Dave Scott, Jim Irwin y Alfred Worden, que tras su hallazgo de un mineral llamado anortosita, confirmó a la comunidad científica la teoría de que la Luna es en realidad un fragmento de nuestro planeta, desprendido tras un impacto hace millones de años. Además de esto, la tecnología que se desarrolló para el programa se encuentra también en muchos elementos de la vida moderna: la comida envasada al vacío, el control digital de vuelo (y una gran mayoría de los sistemas de control electrónicos), los sistemas de absorción de impacto diseñados para el poderoso Saturno V que hoy se usan en la construcción de edificios a prueba de terremotos, o incluso el uso de mantas de material reflectante para aislar térmicamente.

Artemis: el siguiente paso

El programa Artemis partirá con una misión no tripulada, con el objetivo primordial de probar el funcionamiento de los sistemas de propulsión del SLS, que, una vez en órbita terrestre, impulsarán la cápsula Orion hacia la Luna. Tras entrar en su órbita, estará unos 6 días poniendo a prueba numerosos sistemas de la nave, para después encender los motores que la impulsarán de vuelta a la Tierra.

En caso de que Artemis I sea un éxito (lo cual implica que una infinita lista de procedimientos vaya acorde a lo esperado), le sucederá el Artemis II, la primera misión tripulada del programa, que será una combinación entre las del Apolo 8 y el 13. Mediante la denominada Inyección Trans-Lunar (encendido del cohete propulsor para sacar a la nave fuera del campo gravitacional de la Tierra), la nave será puesta en lo que se denomina una ‘trayectoria de retorno libre’. Esto significa que se le dará a la capsula una trayectoria mediante la cual volará hasta entrar en el campo gravitacional de la Luna, pasará alrededor de esta sin llegar a entrar en órbita y volverá a la tierra sin necesidad de propulsiones adicionales. De esta forma, la primera tripulación del programa no llegará a alunizar. Además, a su regreso, reentrará en la atmósfera terrestre a una velocidad de Mach 32 (esto es, en términos de vuelo, a unos 38.000 km/h), poniendo a prueba el escudo térmico de la cápsula, hecho con materiales ablativos para proteger a los astronautas de las altas temperaturas de la reentrada (que rozan los 2.900 grados).

Los objetivos centrales del programa son muy claros: primeramente, el establecimiento de bases permanentes en la Luna para una estancia sostenible a largo plazo; y una vez conseguido esto, convertirla en un enclave desde el que poder realizar futuras misiones a Marte y a otros destinos del espacio exterior. Para ello, inicialmente el programa prevé colocar en la órbita lunar una estación espacial, distinta a la Estación Espacial Internacional. Dicha estación –llamada Gateway– tendrá numerosas funciones en el apoyo de las misiones a la Luna, pero no será comparable a la ISS. Por el contrario, además de estar orbitando la Luna en una órbita de halo, está prevista para servir como una base clave en la exploración del espacio exterior. Su ensamblaje constituye una colaboración entre distintas agencias espaciales nacionales y empresas privadas como SpaceX. Está previsto que la estación comience a montarse entre finales de 2023 y 2024 y sea puesta en la órbita lunar a finales de 2024. Esto significa que la primera misión en alunizar será seguramente retrasada respecto a los planes iniciales de 2024, ya que tal y como comentó el Administrador jefe en noviembre del pasado año, “regresar a la Luna lo más rápido y seguro posible es una prioridad de la agencia. Sin embargo, con la demanda reciente y otros factores, es probable que el primer aterrizaje humano bajo Artemis no sea antes de 2025”. Cabe, por lo tanto, esperar, que este regreso a la superficie del satélite no lo veamos hasta finales de 2025-2026.

Además de Gateway, la otra gran novedad del Artemis tiene que ver con los sistemas de suministros que se llevarán a la Luna. Las misiones Apolo llevaban todo lo necesario para su breve estancia de 3 días de manera individual, para luego ir dejando atrás todo lo innecesario. Artemis, por el contrario, prevé un sistema de suministro a través de empresas privadas que prepararán todo previamente, de forma que cuando los astronautas lleguen se encuentren ya con sus materiales científicos, suministros y facilidades donde habitar ya allí.

En definitiva, con los avances que el programa Artemis está experimentando durante estos últimos meses, es probable que volvamos a ver al ser humano pisar la Luna en un plazo de tres o cuatro años, esta vez con intención de quedarse a largo plazo e ir convirtiendo la Luna en un enclave desde donde poder llevar a cabo misiones al espacio exterior y poder continuar así con la exploración del universo. Como se puede ver, el programa Artemis tiene una base muy importante heredada del programa Apolo, del que ha aprovechado todos los conocimientos en lo que a planes de vuelo, materiales técnicos y conocimiento científico se refiere.