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Imágenes del vídeo creado con IA sobre la ‘visión’ de Trump para Gaza
Desde comienzos de 2025, un alto el fuego en Gaza ha parecido estar próximo en varias ocasiones y con ello la posibilidad de tantear el fin del conflicto. La perspectiva de cese de hostilidades ha dado paso a propuestas sobre el futuro de la Franja. La más llamativa fue la lanzada en febrero por Trump de convertir el área en un ‘resort’ turístico muy al estilo de su Mar-a-Lago de Florida. Pero la idea suponía la expulsión de millones de gazatíes y eso es algo que difícilmente pueden consentir los países árabes del entorno, que son quienes deberían asumir esa población. Para salvar la situación, desde marzo Egipto lidera un plan alternativo de reconstrucción de la Franja con ayuda internacional. Pero Israel tienes otras ideas, y ahora promueve desplazar casi dos millones de palestinos al área de Rafa, se supone que tomando control directo del resto de la Franja.
A partir del pasado 19 de enero de 2025 la guerra parecía haber entrado en una fase de violencia más atenuada gracias al acuerdo de alto al fuego entre Hamás e Israel mediado por Catar, Egipto y Estados Unidos, que contemplaba varias fases, en la primera de las cuales las partes debían intercambiar rehenes por prisioneros. No sin dificultades, el cese de las hostilidades logró el intercambio de 33 rehenes por 1.900 prisioneros palestinos. Sin embargo, el conflicto volvió a escalar el 18 de marzo cuando Israel lanzó una serie de ataques aéreos y de artillería sobre Gaza después de que Hamás rehusara liberar más rehenes. La milicia palestina respondió con el lanzamiento de cohetes contra territorio israelí, en un esfuerzo al que se sumaron los hutíes desde Yemen. Tras el nuevo recrudecimiento de las hostilidades, Israel amenazó con anexionarse partes de Gaza, mientras que Hamás rechazó luego una nueva propuesta de conciliación intentada por el enviado estadounidense, Steve Witkoff.
Donald Trump aprovechó la rueda de prensa conjunta con Netanyahu del 4 de febrero en la Casa Blanca para dar a conocer su plan maestro para Gaza. El plan consistía en reconstruir la Franja de Gaza para transformarla en un ‘resort’ turístico. Con independencia de su factibilidad, el plan tenía el grave inconveniente de que implicaba el desplazamiento a Egipto y Jordania de más de 2,3 millones de los palestinos que actualmente malviven en el territorio.
Aunque en un primer momento Trump afirmó que se necesitarían tropas norteamericanas y que el desplazamiento de civiles sería permanente, ante la alarma generada por el anuncio miembros de la Administración estadounidense corrigieron la declaración indicando que el movimiento de personas sería temporal y que no habría necesidad de enviar unidades militares a la Franja.
La ‘Riviera’ gazatí
En la imaginación de Trump, la Franja de Gaza se convertiría en lo que él mismo definió como la “Riviera de Oriente Medio”. La idea, no del todo nueva, pues ya la sostuvieron algunos asesores de Netanyahu, se veía ahora potenciada. El plan que compartían ambos líderes era el de una ciudad moderna y turística que, inicialmente, fue bautizada como “Gaza 2035”. La propuesta, de índole político-inmobiliaria, aspiraba a un futuro próspero en el que la población pudiera desprenderse de su dependencia de Hamás, e implicaba un frente marítimo de arquitectura moderna, playas y gran rentabilidad, realzada por el hallazgo de importantes depósitos de gas natural en el Mediterráneo Oriental.
El proyecto de reconstrucción se dividía en tres fases: en la primera, denominada de “Ayuda Humanitaria”, Israel establecería zonas seguras del control de Hamás, mientras que una coalición árabe proporcionaría la ayuda humanitaria necesaria. En la segunda, la coalición árabe llevaría a cabo el control financiero y la supervisión del proyecto a través de una organización que se llamaría “Autoridad para la Rehabilitación de Gaza”. Finalmente, en la tercera fase, de “Autogobierno”, se transferiría el gobierno a la autoridad sobre el territorio al gobierno palestino (con Cisjordania).
El presidente Trump compartió a comienzos de marzo su visión del plan en su red Truth Social y en Instagram a través de un vídeo generado con IA. El vídeo, muy polémico, mostraba imágenes como una gran estatua dorada de Trump, un hotel con su nombre y personajes como Elon Musk o Netanyahu disfrutando del lujo y la gastronomía, todo ello con un fondo musical acorde con el vídeo.
El nuevo plan de Trump hizo sonar las alarmas de la mayor parte de la comunidad internacional, aunque también recibió el aplauso de Netanyahu y de un sector nacionalista de la derecha israelí. Netanyahu expresó su apoyo a la idea en numerosas ocasiones, refiriéndose a ella como la primera idea nueva que se plantea en años, y llegando a afirmar que no se necesitarían soldados porque muchos gazatíes se marcharían voluntariamente.
Nabil Abu Rudeina, el portavoz de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), respondió al plan enfatizando que la Franja de Gaza no es un proyecto de inversión. Hamás también mostró su negativa a través de Mahmud Mardawi, alto cargo del movimiento, quien tachó el plan de racista y de pretender “liquidar” la causa palestina.
En esta línea, el israelí Yoval Abraham y el palestino Basel Adra unieron fuerzas para crear el documental ‘No Other Land’ que apuesta por una convivencia pacífica y denuncia la destrucción de la guerra. El documental, estrenado en febrero, fue premiado con un óscar. Al recogerlo, Abraham compartió su descontento con la propuesta afirmando que “necesitamos una solución política sin supremacía étnica”.
La iniciativa de Trump encontró el rechazo de una buena parte de la comunidad internacional. La ONG Human Rights Watch se referió a la propuesta como un caso de “limpieza étnica”. Egipto y Jordania expresaron su firme rechazo a acoger refugiados palestinos en sus países, a pesar de las buenas relaciones que mantienen con Estados Unidos e Israel. Ahmad Safadim, ministro de Asuntos Exteriores jordano declaró que “Jordania es para los jordanos y Palestina es para los palestinos”. Por su parte, el titular de Exteriores egipcio, Badr Abdel-Atti, sostuvo que “la deportación o el fomento del traslado o la eliminación de palestinos de su tierra” constituye una violación del derecho internacional. Los países árabes lo ven como una nueva “Nakba” (catástrofe en árabe), recordando la de 1948.
En Madrid, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, rechazó las manifestaciones del ministro de Defensa israelí, quien señaló que los países que como España han reconocido a Palestina deberían acoger a los gazatíes desplazados. Alemania, Francia, Italia y Reino Unido también se mostraron reacios a la medida
La UE tampoco ha aceptado la propuesta. La Comisión Europea anunció que daría su apoyo a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) en caso de que Trump consumara su anuncio de retirar la ayuda financiera a la agencia. Von der Leyen señaló que la Corte Penal Internacional (CPI), condenaría los crímenes internacionales y daría voz a las víctimas en todo el mundo. Ante esto, Trump firmó una orden ejecutiva que impone a la CPI sanciones económicas y restricciones de visados por acciones ilegítimas e infundadas contra Estados Unidos e Israel a los individuos que colaboren en la investigación de la Corte.
Contrapropuesta árabe y pretensiones de Israel
En una primera reunión informal en Riad, el 21 de febrero, se congregaron las autoridades de seis países del Golfo Pérsico junto con las de Jordania y Egipto. El primer ministro egipcio, Mostafa Madbouly, introdujo un plan de reconstrucción que se llevaría a cabo sin desplazamientos de civiles y que podría realizarse en un plazo de entre 3 y 5 años. Explicó que constaría de tres fases en las que, primero, se despejarían los escombros y se prepararía zonas para los desplazados; luego, se organizaría una conferencia internacional para tratar el tema de la reconstrucción para, finalmente, “relanzar un proceso político con miras a una solución a dos Estados”. Según señaló un diplomático árabe, “el mayor desafío del plan egipcio es su financiación”.
El 4 de marzo tuvo lugar una cumbre extraordinaria de la Liga Árabe en El Cairo, donde se adoptó el plan de Egipto, estableciéndose un plazo de más de 5 años para su desarrollo y un presupuesto de 53.000 millones de dólares. El plan comenzaría con una fase de recuperación temprana (6 meses) en la que se procedería al desescombro y a la construcción de refugios temporales en siete zonas; luego, a lo largo de los dos años siguientes, se procedería a restaurar y rehabilitar 60.000 viviendas para, en una segunda fase (2,5 años) poner en marcha las infraestructuras.
El plan contó con el apoyo Naciones Unidas, la UE y la Unión Africana. Hamás abrazó la alternativa y la creación de un comité de supervisión del proyecto. En una reunión de los líderes árabes el 17 de mayo en Bagdad se hizo una llamada a las instituciones regionales e internacionales y a todos los países para brindar apoyo al plan. En concreto, se habló de la creación de un fondo de solidaridad árabe para la reconstrucción de Gaza y el Líbano.
Sin embargo, Israel sigue sin destapar claramente sus cartas y aclarar cuál es el diseñó final que pretende para la Franja. La última declaración de su ministro de Defensa apunta a una concentración forzada de unos dos millones de gazatíes en un reducido enclave en torno a Rafa, en la frontera con Egipto, se supone que tomando directo control por parte de Israel del resto del territorio.