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Intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas del presidente de la República Árabe Siria, Ahmed Al Sharaa [ONU
Tras el fin de una cruenta guerra civil de 14 años y la caída del gobierno de Bashar Al Assad, la República Árabe Siria se encuentra, desde diciembre de 2024, en una fase de transición sumamente compleja. En la última Asamblea General de Naciones Unidas, en representación del nuevo gobierno sirio intervino Ahmed Al Sharaa, antiguo combatiente del grupo terrorista Al Nusra, estrechamente relacionado con Al Qaeda y actualmente presidente del país, luciendo traje y corbata, proyectando la imagen de un líder diplomático. Su aparición marcó el regreso de la nación árabe a la escena internacional, siendo el primer presidente sirio en pisar la sede de la ONU desde 1967. Con la vuelta de Siria a una aparente normal, cabe preguntarse qué ha sido del uso de armas químicas que tanto marcó los años de guerra civil siria.
Una de las realidades más trágicas de la guerra civil siria ha sido la denuncia reiterada del uso de armas químicas. Desde que Siria se unió a la Convención sobre Armas Químicas (CAQ) en 2013, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) confirmó el uso de agentes químicos tóxicos como el sarín, el cloro y el gas mostaza, tanto por parte del régimen de Bashar Al Assad como por actores no estatales, como grupos terroristas.
El ataque químico más trágico del conflicto sirio fue el ataque en la ciudad de Ghouta, en la región de Damasco, en agosto de 2013, causando la muerte de numerosos civiles, incluyendo una gran cantidad de niños. Presuntamente, el gobierno de Al Assad lanzó ataques simultáneos en áreas pobladas utilizando un sistema de misiles superficie-superficie cargados con gas sarín que impactaron zonas controladas por la oposición. Este ataque marcó un antes y un después, pues fue condenado internacionalmente, generando una fuerte presión política hacia Siria —principalmente por parte de Estados Unidos y Rusia— para firmar y ratificar la CAQ y que su arsenal químico estuviese bajo control internacional.
Otros ataques destacables, confirmados por la OPAQ, incluyen dos agresiones atribuidas al Estado Islámico (EI), el ataque en Marea el 21 de agosto de 2015 y en Umm Hawsh el 16 de septiembre de 2016. Estos ataques demostraron que algunos grupos terroristas tienen la capacidad de adquirir agentes químicos y utilizarlos como armas de guerra. Incidentes devastadores como estos fueron recurrentes durante todo el conflicto, infringiendo un daño humanitario masivo en la República Árabe Siria, donde actualmente muchas de las víctimas siguen sufriendo las consecuencias en forma de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, trastornos psicológicos, e incluso recién nacidos con afecciones relacionadas con la exposición a la toxicidad de las armas químicas.
Terrorismo químico: ¿qué es exactamente?
Aunque habitualmente han sido los Estados los que han utilizado las armas químicas, especialmente durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, su uso por parte de actores no estatales ha supuesto una preocupación creciente. La comunidad internacional no cuenta con una definición única y consensuada del ‘terrorismo químico’. Este fenómeno, sin embargo, se puede definir como el uso intencionado de agentes químicos tóxicos por parte de actores no estatales —como grupos terroristas u otros individuos que actúan al margen del Estado— con el objetivo principal de causar un gran número de víctimas y/o generar terror.
Los actores no estatales de corte extremista o radical, ya sea por su orientación política o religiosa, son los más propensos a intentar emplear un arma química. Los cultos apocalípticos, grupos neonazis u organizaciones yihadistas son posibles ejemplos. En este sentido, la primera vez que un grupo terrorista utilizó un arma de destrucción masiva (ADM) fue en 1995, cuando Aum Shinrikyo, una secta asentada en Tokio, liberó gas sarín en varias líneas del metro de la capital japonesa. Este evento marcó un hito importante y aumentó la preocupación internacional al demostrar la capacidad de agentes no estatales para adquirir, producir y utilizar este tipo de armas.
Las armas químicas pueden ser especialmente atractivas para los actores no estatales por su capacidad de destrucción y su poder desestabilizador. La mera amenaza del uso del arma química puede generar un clima de pánico y terror, que contribuya a alcanzar los objetivos del grupo. Además, al ser consideradas armas ‘silenciosas’ por su carácter —en ocasiones— incoloro e inoloro, puede ser difícil detectar su uso y, por lo tanto, prevenirlo. Existen también ciertos obstáculos en el uso de estas armas, principalmente que requieren de capacidades y conocimientos técnicos mínimos para su fabricación. Sin embargo, a diferencia de otros tipos de ADM, las armas químicas son relativamente baratas y fáciles de obtener, ya que muchas de las sustancias químicas tóxicas y los precursores químicos utilizados tienen usos legítimos y comerciales. En el contexto sirio, estos factores explican que no sólo las fuerzas del gobierno, sino también los grupos terroristas, recurrieran al uso de armas químicas durante el conflicto.
Algunas medidas de prevención e identificación
La creación y aplicación de medidas para hacer frente al terrorismo químico no es tarea sencilla, dada la imprevisibilidad y relativa facilidad de perpetrar un ataque químico. Aun con estas dificultades, existen diferentes mecanismos en el ámbito internacional para afrontar esta amenaza mediante medidas de prevención e identificación.
En lo que respecta a la prevención, es crucial el control estricto de las sustancias químicas tóxicas susceptibles de ser utilizadas como armas. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) es el organismo internacional encargado de supervisar el cumplimiento de la Convención sobre lasArmas Químicas (CAQ), asegurando que los Estados velen por la no proliferación, la no transferencia y la destrucción de estos materiales. La OPAQ realiza esta labor mediante actividades como inspecciones y vigilancia de instalaciones y programas de asistencia técnica para garantizar el desarme químico entre los Estados firmantes de la CAQ. Además, la Resolución 1540 (2004) del Consejo de Seguridad de las NacionesUnidas impone a los Estados Miembros de la ONU la obligación de establecer medidas nacionales para prevenir la proliferación de ADM, así como prohibir y sancionar cualquier actividad ilícita por parte de agentes no estatales, en particular con fines terroristas.
En lo que respecta a la identificación de los autores de los ataques con armas químicas, destacan algunos mecanismos que se han puesto en práctica para identificar a los responsables, especialmente en el marco de la guerra en Siria. En este contexto, la OPAQ estableció la Misión de Determinación de los Hechos (FFM, por sus siglas en inglés) en 2014 y el Equipo de Investigación e Identificación (IIT) en 2018, la primera para determinar si agentes químicos fueron utilizados como armas en el transcurso de la guerra, y la segunda para identificar a los perpetradores de dichos ataques. Destacan, por ejemplo, los 21 informes emitidos por la FFM, que abarcan 74 casos de presunto uso de armas químicas, y concluyen que, según las investigaciones realizadas, este tipo de armas se utilizaron en 20 ocasiones: en 14 de ellas se detectó el uso de cloro, en 3 el uso de gas sarín, y en otros 3 de gas mostaza.
En 2016, la Asamblea General de la ONU estableció el Mecanismo Internacional, Imparcial e Independiente(IIIM) con el objetivo de asistir en la investigación y enjuiciamiento de los responsables de los delitos graves bajo derecho internacional cometidos en Siria desde que comenzó el conflicto en marzo del 2011. Se enfoca particularmente en crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio, pero no tiene poderes de persecución, solamente de asistencia.
Contra la impunidad: buenas intenciones, pocos resultados
El marco jurídico internacional establece algunos mecanismos que podrían destinarse al procesamiento y enjuiciamiento de individuos o grupos responsables del desarrollo, adquisición, uso o financiamiento de armamento químico.
En el ámbito internacional, la Corte Penal Internacional (CPI) es el tribunal encargado de juzgar a individuos por la comisión de crímenes especialmente graves: genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión. Sin embargo, Siria no es Estado Parte del Estatuto de Roma, de modo que la CPI no puede juzgar los crímenes cometidos en Siria, a menos que el Consejo de Seguridad remita la cuestión al Fiscal, algo poco probable por la posición de Rusia en el conflicto y su poder de veto en el Consejo de Seguridad.
En el ámbito nacional, y ante esta realidad, algunos Estados han recurrido al principio de justicia universal, que permite a Estados terceros investigar y juzgar crímenes internacionales graves independientemente del lugar donde se cometieron y la nacionalidad del autor o la víctima. Ha habido ya múltiples casos relacionados con la guerra de Siria que han sido tratados bajo este principio, no relacionados específicamente con el uso de armas químicas, sino que por, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad u otro tipo de violaciones de Derechos Humanos.
Por el momento, el principio de justicia universal se ha aplicado, mayormente, en países europeos, incluyendo Alemania, Francia, Suiza, Suecia y Países Bajos, que han sido los principales impulsores a la hora de enjuiciar a los supuestamente responsables. Estos casos han sido especialmente útiles para procesar yresponsabilizar a combatientes extranjeros que han ido hasta Siria para unirse a grupos como el Estado Islámico o Al Nusra. Recientemente, el IIIM ha colaborado con tribunales suecos y neerlandeses para adoptar las dos primeras condenas de combatientes extranjeros del EI contra víctimas yazidíes. Esto supone un avance significativo para la persecución de la justicia frente a los crímenes cometidos en Siria.
Saldar la cuenta pendiente con las víctimas
Después de la caída del régimen de Al Assad, cabe considerar que será más factible iniciar un proceso legal. Sin embargo, los casos de crímenes cometidos por terroristas pueden ser más complicados por la dificultad de atribución, recolección de pruebas, y captura de los responsables. Además, el nuevo régimen de transición sirio está liderado por el entonces emir de la organización terrorista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) que luchó contra el gobierno de Bashar Al Assad durante los años que duró el conflicto y actualmente forma el gobierno de facto en Siria.
Es difícil confirmar si alguna vez podremos ver a los responsables de las atrocidades causadas por el terrorismo químico en Siria rindiendo cuentas. A pesar de los esfuerzos internacionales y los distintos mecanismos que luchan contra estos crímenes, la situación política actual y el nuevo gobierno interino pone todo en cuestión. Es una especie de ‘ruleta rusa’, una situación de la que no sabemos qué esperar: es la viva imagen de un líder dispuesto a colaborar, pero con un pasado que no se puede ignorar fácilmente.