¿Quién gobierna México hoy, Sheinbaum o AMLO?

¿Quién gobierna México hoy, Sheinbaum o AMLO?

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12 | 11 | 2025

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La presidenta intenta dejar su huella sin romper el espejo de la Cuarta Transformación; López Obrador, desde Palenque, aún mueve los hilos del relato nacional

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Sheinbaum presenta en una ‘mañanera’ su libro ‘Diario de una Transición Histórica’, en cuya portada aparece junto a su antecesor [Presidencia de México]

Andrés Manuel López Obrador, presidente número 65 de México y fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cedió el poder en 2024 a su sucesora y aliada política, Claudia Sheinbaum. Su gobierno se distinguió por un liderazgo personalista y populista, bajo el lema de la ‘Cuarta Transformación’ (4T), que priorizó la justicia social y el fortalecimiento del Estado, pero dejó profundos retos en materia de seguridad, institucionalidad y polarización política.

Morena, por su parte, pasó de ser un movimiento de protesta a consolidarse como un partido hegemónico, evocando los tiempos de la “dictadura perfecta” del PRI (1929–2000), como los llamó Mario Vargas Llosa. AMLO dejó no solo a su sucesora sino una serie de reformas aprobadas tras su salida que han transformado el sistema político mexicano. En este nuevo escenario político surge una pregunta central: ¿quién gobierna realmente México hoy, la presidenta Sheinbaum o el líder moral de Morena, Andrés Manuel López Obrador?

El legado político de AMLO

Primero que nada, es fundamental entender que AMLO construyó un modelo político enraizado en la legitimidad popular más que en la institucional. A través de populismo social y control narrativo, estableció una base de apoyo sólida donde la ciudadanía se siente directamente identificada con el poder político. Su proyecto de la Cuarta Transformación busca que la legitimidad del Estado emane del pueblo, no de instituciones tradicionales.

El propio término ‘cuarta transformación’ quiere enaltecer la imagen del partido Morena y su líder, puesto que lo sitúa en el mismo escalón que los héroes históricos que formaron parte de las tres ‘transformaciones’ anteriores. De esta forma AMLO se colocó propiamente como una futura figura histórica encabezando el renacimiento de México bajo la 4T, por lo que sus seguidores lo admiran casi como a un ‘líder revolucionario’. AMLO realizó más de 1.400 ‘mañaneras’ en seis años, controlando la agenda mediática sin intermediarios. Sheinbaum mantiene este formato, beneficiándose de la legitimidad heredada, pero limitando su capacidad de diferenciación.

En lo económico, AMLO priorizó el fortalecimiento del Estado usando empresas públicas como PEMEX y CFE, en detrimento de inversionistas extranjeros. También militarizó varias tareas civiles, desde la seguridad pública hasta la construcción de infraestructura, normalizando drásticamente la presencia del ejército en la vida cotidiana del país.

En resumen, López Obrador dejó a su sucesora un país más consciente de la desigualdad y por ende más dividido socialmente, donde el carisma presidencial mantiene a la oposición débil. El sexenio de López Obrador no terminó con su salida: su legado institucional, simbólico e ideológico sigue definiendo los límites de la política mexicana.

El poder residual de AMLO

“La sombra de Andrés Manuel López Obrador atormentará a su sucesora”, tituló ‘The Economist’ reflejando la realidad actual de la presidenta Sheinbaum. Lidera un país donde el expresidente sigue marcando la agenda pública sin ocupar ningún cargo. AMLO conserva más del 66% de aprobación ciudadana más de un año después de dejar el cargo, cifra excepcional para un expresidente mexicano. Este respaldo convierte sus opiniones en instrucciones políticas: lo que AMLO aprueba prospera; lo que critica se frena.

A través del control de Morena y la lealtad de gobernadores, senadores y diputados, mantiene capacidad de decisión sobre candidaturas, reformas y alianzas. Según el Wilson Center, “su movimiento funciona más como una estructura vertical que como un partido democrático”. Por ende, podemos interpretar que México tiene un doble liderazgo; la presidenta gobierna, pero el fundador del movimiento dicta la dirección del país.

Sheinbaum, entre continuidad e identidad propia

La doctora Sheinbaum tiene desde 2024 la doble tarea de dar continuidad al legado de López Obrador y a la vez construir una identidad propia. Su perfil más técnico contrasta con el estilo carismático y combativo de su antecesor. Sheinbaum representa una versión del ‘obradorismo’ más institucional y menos polarizadora, pero firmemente anclada en los principios de la Cuarta Transformación.

Su plan de gobierno, titulado ‘Los 100 pasos para construir su México’, apunta hacia una gestión con enfoque en eficiencia y planeación a largo plazo. También ha buscado un tono más conciliador con el sector privado, logrando compromisos de inversión de más de 20.000 millones de dólares con empresarios mexicanos y estadounidenses, marcando así ciertas diferencias con el plan de gobierno de su predecesor. Sin embargo también ha dado continuidad a los programas sociales de López Obrador, dejando claro que el eje de gobierno sigue siendo el mismo: la justicia social.

En su muy reciente libro ‘Diario de una Transición Histórica’, Sheinbaum ensalza a López Obrador describiéndolo como “el líder que devolvió la esperanza al pueblo” y presentando su propio mandato como una continuación a la encomienda histórica comenzada por su antecesor. En la portada del libro aparece ella caminando junto al expresidente, simbolizando que México, bajo López Obrador y Sheinbaum, está encaminado en la misma dirección. Así busca consolidar su legitimidad heredada, y a la vez demostrar que ella también tiene un plan aprobado por la potencia moral de Morena.

Sheinbaum cuenta con excelentes tasas de aprobación. Según ‘El Economista’, un 71.5% de la población mexicana aprueba a la presidenta, con una tendencia en auge. Esto incrementa la libertad de acción, pero también la pone ante una paradoja: Si ejerce demasiada autonomía, puede perder la legitimidad que le otorgan los seguidores de su predecesor, haciendo caer su aprobación. Sin embargo, si permanece demasiado alineada, su liderazgo podría diluirse bajo la sombra del fundador. Por ello, al analizar las decisiones que ha tomado la doctora hasta ahora, podemos deducir hasta qué punto la influencia de AMLO sigue presente en su gobierno.

En sus primeros meses de gobierno, las decisiones más relevantes, desde la continuidad de programas sociales hasta los nombramientos estratégicos en Petróleos Mexicano (PEMEX) y la Comisión Federal de Electricidad, reflejan la permanencia del modelo político y económico delineado por su predecesor.

Su gabinete está compuesto mayoritariamente por figuras cercanas a López Obrador. Esto garantiza cohesión política, pero limita los márgenes de autonomía presidencial. Los gobernadores y legisladores de Morena siguen viendo en AMLO al árbitro moral del movimiento; sus declaraciones desde Palenque, el municipio de Chiapas donde tiene su finca, conservan peso casi institucional. Sheinbaum gobierna con legitimidad formal, mientras López Obrador conserva el poder simbólico y disciplinario.

Escenarios estratégicos: Tres futuros posibles...

El futuro político de México bajo la administración de Claudia Sheinbaum dependerá del grado de influencia que López Obrador mantenga sobre la agenda pública y el partido Morena. A partir de las tendencias actuales, pueden delinearse tres posibles trayectorias del poder compartido entre ambos líderes:

1) El primer escenario, y el más probable, y por el que parece estar decantándose la actual administración es la conciliación. Sheinbaum gobierna en sintonía con la Cuarta Transformación, mientras AMLO reduce gradualmente su exposición mediática y actúa como referente moral. Esto genera ausencia de críticas públicas del expresidente, mantenimiento intacto de los programas sociales y nombramientos técnicos pero leales en Pemex y CFE. Esta visión supone que habrá una estabilidad institucional moderada a alta.

2) Por otro lado, la presidenta busca autonomía y AMLO puede responder ejerciendo presión desde Morena o la opinión pública. Si esto ocurre será visible a través de declaraciones del expresidente cuestionando políticas, resistencia legislativa de cuadros obradoristas y movilización de bases, lo que aumentaría la volatilidad política, frenaría las reformas estructurales y llevaría a una reaparición de espacios para la oposición.

3) Por último, el escenario más improbable es el de una crisis económica o política que empuje a Sheinbaum a contradecir la 4T, lo que llevaría casi seguro a una crisis de gobernabilidad, posible fractura interna en Morena y riesgo de adelanto electoral.

... y una constatación

México es un país con una presidenta que gobierna desde el escritorio y un expresidente que sigue marcando el pulso desde las sombras. Claudia Sheinbaum intenta dejar su huella sin romper el espejo de la Cuarta Transformación, mientras López Obrador, desde Palenque, aún mueve los hilos del relato nacional. Así construyen el futuro político de México que por esta simple cuestión parece inestable. El tiempo demostrará si Sheinbaum finalmente se vuelve autora de su propia historia o si al final el guion lo dicta AMLO.