OTAN: Un concepto estratégico que pone el foco en Rusia sin perder de vista a China

OTAN: Un concepto estratégico que pone el foco en Rusia sin perder de vista a China

COMENTARIO

30 | 06 | 2022

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Acentúa la integridad territorial, pero deja al criterio de cada aliado hasta dónde llega ese compromiso con España: el artículo 6 del Tratado no incluye a Ceuta ni Melilla

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Conferencia de prensa del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, al término de la cumbre [OTAN]

Ha sido mucha la expectación que ha despertado en el mundo la cumbre de jefes de estado y gobierno de la OTAN que acaba de concluir en Madrid. A lo largo de los más de dos días que ha durado, el encuentro ha estado rodeado del aura de lo extraordinario. Sin caer en la exageración de afirmar –el tiempo lo dirá– que la capital de España ha sido el escenario de un acontecimiento histórico, sí puede decirse que, por varias razones, la cumbre no ha sido una más de las que periódica y rutinariamente mantienen los líderes de la Alianza Atlántica.

En primer lugar, porque se ha producido en un momento difícil para la seguridad del espacio euroatlántico por mor de la invasión rusa de Ucrania, que ha servido de revulsivo para revitalizar a la OTAN y sacarla del estado catatónico en que se encontraba desde la presidencia de Trump, y que tuvo una triste coda en el episodio de Kabul de verano de 2021. Tras lo acordado en estos dos días, ya nadie puede afirmar que la Alianza Atlántica está en situación de “muerte cerebral”.

También, porque la intensa actividad diplomática empleada durante los días previos ha cristalizado en un feliz acuerdo entre Turquía, Suecia y Finlandia que ha despejado las reticencias de Ankara al ingreso de los dos países del norte de Europa, y que deja franco el camino para que, en un futuro que no será largo, ambos se conviertan en miembros de pleno derecho de la OTAN.

Por último, porque ha concluido con la aprobación y publicación de un nuevo documento estratégico que quedará para la historia de la OTAN como el Concepto Estratégico de Madrid 2022, y que orientará la actuación de la Alianza Atlántica en el convulso y complejo entorno de seguridad a que se enfrentará en el futuro a corto y medio plazo.

El nuevo concepto no encierra, realmente, ninguna sorpresa, pero sí contiene varios aspectos interesantes y novedosos; diáfanos algunos de ellos, más abiertos a interpretación otros. Se trata de un documento que captura el difícil equilibrio que la redacción de textos de esta naturaleza entraña para acomodar la sensibilidad y preocupaciones de seguridad de todos los aliados, y para alcanzar la unanimidad que dé vía libre al acuerdo. No cabe duda de que el juicio que el Concepto Estratégico de Madrid merezca en las capitales aliadas dependerá de la medida en que aquél haya sabido acomodar sus respectivas inquietudes.

RUSIA. Rusia ocupa, como cabía esperar, un lugar central en el nuevo diseño estratégico de la OTAN. El espíritu contemporizador que planeaba sobre el concepto de 2010 –“la cooperación entra la OTAN y Rusia tiene una importancia estratégica”, rezaba– cede a un lenguaje de abierta confrontación –“ya no podemos considerar a la Federación Rusa como nuestro socio”– que define a Rusia, sin ambages, como la “amenaza más significativa y directa” a la seguridad del espacio euroatlántico por su intento de establecer esferas de influencia en el continente por medio de la coerción, la agresión, y la anexión.

La amenaza rusa aparece tan directa que no extraña que la OTAN ponga el énfasis en la defensa colectiva, verdadera razón de ser de la Alianza, sobre los otros dos cometidos –gestión de crisis y seguridad cooperativa– definidos en Lisboa en 2010, que aparecen ahora algo más desdibujados. En este sentido, el texto se muestra enfático y claro al afirmar la resolución aliada para defender “cada pulgada” del territorio aliado.

INTEGRIDAD TERRITORIAL. Este acento en la integridad territorial, novedoso en la historia de los conceptos estratégicos de la OTAN, ha sido leído por numerosos observadores, al menos en España, como la garantía de que el paraguas de la Alianza extenderá su benéfica protección sobre los territorios de Ceuta y Melilla para protegerlos de potenciales amenazas a su seguridad. La OTAN, se interpreta, acudirá a defender Ceuta y Melilla de eventuales ataques o amenazas a la integridad territorial de España cuando Madrid lo solicite.

Siendo ésta, como es, una interpretación plausible, conviene echar un poco de agua al vino. Las referencias que el concepto estratégico hace a la integridad territorial de los aliados omiten cuidadosamente cualquier mención explícita a las dos ciudades españolas del Norte de África, y dejan abierta al criterio de cada aliado la cuestión de hasta dónde llega la “integridad territorial” de España. Eso sin contar que el Artículo 6 del Tratado de Washington, único instrumento que vincula jurídicamente a todos los aliados, deja a Ceuta y Melilla inequívocamente fuera del paraguas protector de la cláusula de defensa colectiva de su Artículo 5. Si tan firme y compartida es la resolución aliada en favor de la integridad territorial de España, cabe preguntarse por qué no se ha acometido en la cumbre de Madrid la modificación del referido Artículo 6, de modo similar a lo que se hizo en 1951, cuando Turquía ingresó en la Alianza.

FLANCO SUR. Las varias referencias que la nueva estrategia de la OTAN hace a la aplicación del concepto de “seguridad 360°” y a aspectos como el terrorismo y la fragilidad e inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África han de verse como positivas, a la vez de como un velado reconocimiento a la realidad de que se está prestando más atención al Este que al Sur. Sin duda, recogen la preocupación de los aliados más próximos a la ribera Sur del Mediterráneo quienes, a la par que muestran su solidaridad con los aliados del Este de Europa con importantes contribuciones a la disuasión a lo largo de sus fronteras, ven con preocupación un desequilibrio en favor de la amenaza, clara y presente, que plantea Rusia, y demandan un tratamiento que proporcione un nivel similar de seguridad al Sur. La referencia al carácter integral de la seguridad en todas direcciones es acertado y muy positivo. La prueba de fuego del concepto estará, no obstante, en su aplicación práctica. Resta por ver en qué medidas concretas se traduce.

CHINA. La inmediatez del desafío planteado por la guerra de Putin no oscurece en el documento otras amenazas a la seguridad del espacio euroatlántico, entre las que China se perfila como la más importante. Este es otro de los elementos nuevos que incorpora el Concepto Estratégico de Madrid. En la definición de los términos del desafío que China plantea se ha buscado un equilibrio entre las visiones que ambas orillas del Atlántico tienen sobre el gigante asiático.

Como, en general, quieren los europeos, el concepto estratégico mantiene la mano tendida a China para cooperar constructivamente siempre que sea posible. Recogiendo la perspectiva norteamericana, empero, la OTAN se pronuncia en términos inequívocos sobre la República Popular China, cuya ambición y política coercitiva define el nuevo texto como un “desafío a los intereses, seguridad y valores de la Alianza”. Queda sin aclarar cómo pueden conjugarse ambas visiones a los ojos, no ya de los aliados, sino de la propia China.

Con esta nueva aportación, la OTAN se abre al espacio Indo-Pacífico. La Alianza Atlántica asume con ella que su seguridad, y no sólo la de los Estados Unidos, se juega también en ese amplio escenario, en el que debe ir de la mano de las democracias de la región quienes, no por casualidad, han estado presentes en la Cumbre, y con quienes la OTAN aboga por estrechar lazos de cooperación.

Un concepto estratégico, en definitiva, que introduce a una revitalizada Alianza Atlántica en un exigente escenario estratégico en el que se multiplican las amenazas y los riesgos –además de todo lo dicho, no faltan en el documento las ya habituales referencias al ciberespacio, al desarme, a la proliferación, o al cambio climático–, y en el que la OTAN se compromete activamente a garantizar la seguridad de todos los aliados. Un importante reto que va a demandar de sus miembros, no puede ocultarse, la inversión de recursos materiales, financieros muy por encima de los niveles acostumbrados hasta ahora. ¿Estarán los aliados a la altura del desafío?