Hacia un nuevo orden mundial: La era de la revancha

Hacia un nuevo orden mundial: La era de la revancha

RESEÑA

02 | 06 | 2025

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La impugnación de la actual arquitectura internacional por actores como Rusia o China y la necesidad de reformas para reflejar las nuevas correlaciones de poder

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Portada del libro de Andrea Rizzi ‘La era de la revancha’ (Barcelona: Anagrama, 2025) 178 págs.

El corresponsal de Asuntos Globales del diario ‘El País’, Andrea Rizzi, analiza en este ensayo su visión del escenario global actual, al que denomina ‘La era de la revancha’. Rizzi explica el contexto actual como el resultado de dos procesos revanchistas que se desarrollan de manera paralela.

El primero consiste en la desafección al sistema que experimentan las clases sociales del norte global que se han visto perjudicadas o menos favorecidas por el proceso de la globalización. Este descontento se ha visto alimentado también por las tensiones inflacionarias consecuencia de la guerra de Ucrania que han conllevado la pérdida de poder adquisitivo. Este sentimiento de pérdida de estatus social se ha traducido en la adopción de opciones políticas fuera del sistema tradicional y en un aumento del sentimiento nacionalista, lo que explicaría fenómenos como el Brexit, las dos presidencias de Donald Trump o el auge de los partidos de extrema derecha en Europa.

El segundo proceso revanchista hace referencia a la voluntad de impugnación del actual orden mundial por parte de varios actores, así como del cuestionamiento del universalismo de los Derechos Humanos y la democracia. El autor señala como causa el diseño de la arquitectura institucional internacional, la cual no refleja la situación política, económica y demográfica de nuestro mundo actual.

Así, a modo de ejemplo, el Consejo de Seguridad de la ONU está compuesto por cinco miembros permanentes con derecho a veto entre los que se encuentran Francia y el Reino Unido, no así India, el país más poblado del mundo, cuya economía es mayor que las de esas otras dos naciones. También menciona al Fondo Monetario Internacional, donde China dispone de un 6 % de los derechos de voto frente al 5,3 % de Alemania, siendo su economía cuatro veces mayor.

Rizzi apunta que la ‘era de la revancha’ se manifiestó por primera vez en el año 2008 mediante la invasión rusa de Georgia. A través de su alocución en la Conferencia de Seguridad de Múnich del año 2007, Putin ya venía manifestando su descontento con el orden internacional establecido con posterioridad a la Guerra Fría, caracterizado por la unipolaridad en torno a Estados Unidos y por la degradación rusa respecto al estatus de superpotencia que la URSS había ostentado durante la segunda mitad de siglo.

En lo que a China respecta, su ingreso en la Organización Mundial del Comercio a principios de siglo trajo como consecuencia un desarrollo económico inaudito que le ha permitido, en menos de dos décadas, recuperar su posición de potencia global perdida a lo largo del siglo XIX. El ascenso al poder de Xi se ha caracterizado, además de por un culto a la personalidad no conocido desde los tiempos de Mao, por una postura mucho más asertiva en lo que a sus relaciones exteriores se refiere, en línea con el deseo de recuperar su posición central en el tablero global.

Otros actores, como es el caso de India, también están adquiriendo un mayor peso tanto económico como demográfico en el escenario global, que no se ve reflejado en el orden internacional. Nueva Delhi se encuentra a caballo entre su alianza con Occidente para defenderse de China y su aliado regional, Pakistán, y su liderazgo del sur global a través de los BRICS. Además de otros factores, en clave internacional, este escenario da alas a la ideología etnonacionalista abanderada por el primer ministro, Narendra Modi.

Ante lo que Rizzi considera una involución en el orden global que proponen algunos actores, propone una evolución reformista que considere los nuevos equilibrios demográficos y de poder, así como las reivindicaciones legítimas de muchos actores, sin caer en una relativización los Derechos Humanos ni la democracia en el ordenamiento internacional. Apunta el autor que, históricamente, los órdenes mundiales han cambiado como consecuencia de grandes confrontaciones, véanse la Paz de Westfalia tras la Guerra de los 30 años, o el Congreso de Viena tras las Guerras Napoleónicas o los consensos alcanzados tras las dos Guerras Mundiales. Si bien la Historia no se repite, pero, a menudo, rima, convendría aprender de ella y actuar con anticipación.

Esta propuesta de reforma, lógicamente, implicaría concesiones por parte de algunos actores, principalmente occidentales. Sin embargo, estas podrían verse compensadas al instaurar un nuevo orden mundial reformado que resulte más atractivo y que permita continuar con una gobernanza multilateral y basada en reglas que tantos beneficios ha demostrado. “En ocasiones, lo ético coincide con lo más conveniente”, apunta Rizzi para explicar que el abuso genera resentimiento y este, a su vez, deseo de revancha, lo que no resulta beneficioso a largo plazo.

Finalmente, por todo ello, el autor propone la implementación de una serie de medidas con el objetivo de reformar la gobernanza global entre las que destacan la reforma del Consejo de Seguridad para hacerlo más representativo, con la inclusión de India y Brasil y, de alguna manera, el continente africano. De igual manera, sugiere reformar las instituciones financieras de Breton Woods, modificando sus cuotas de derechos de voto. Finalmente, su propuesta de reforma contempla que los países desarrollados asuman su responsabilidad en materia de lucha contra el cambio climático de manera proporcional a su contribución al fenómeno.