El Descanso: Indagación sobre un atentado olvidado

El Descanso: Indagación sobre un atentado olvidado

RESEÑA

12 | 05 | 2025

Texto

El terrorismo árabe en España antes del 11-M; la explosión de una bomba en un restaurante de carretera próximo a Madrid hace 40 años

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Portada del libro de Luis de la Corte Ibáñez ‘Un extraño atentado. La matanza del restaurante El Descanso y el terrorismo internacional’ (Madrid: Catarata, 2025) 301 págs.

El atentado perpetrado en abril de 1985 —hace justo 40 años— en el restaurante El Descanso, un asador de carretera en las proximidades de Madrid, en el que se contabilizaron 18 muertes y cerca de cien heridos, sigue siendo, como dice el título del libro, un ‘atentado extraño’. Se desconoce su autoría (fue reivindicado primero por un grupo libanés chií y días después por una organización palestina, suní); aunque el objetivo pudo ser acabar con la vida de miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos acuartelados en la base de Torrejón de Ardoz, los muertos fueron civiles, ninguno estadounidense (pero cabe que muriera algún militar del Pentágono, extraoficialmente); la falta de pistas impidió que se llegara a un juicio, en un proceso reabierto dos veces para cerrarse pronto de nuevo sin ningún avance...

El libro de Luis de la Corte Ibáñez, director de Estudios Estratégicos e Inteligencia del Centro de Investigación en Ciencias Forenses y de la Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid, no resuelve el caso, pero esclarece algunos de sus aspectos. La principal aportación, además de repasar minuciosamente los informes de la investigación y otros detalles contenidos en el sumario (el libro tiene, en ese sentido, mucho de forense), es la contextualización de la que predica el subtítulo. La obra hace entendible que en la España de la década de 1980 encajara perfectamente un atentado perpetrado por terroristas de Oriente Medio, por más que toda la atención de los españoles se centraba entonces en el terrorismo de ETA y que la violencia internacional generada a raíz conflicto árabe-israelí se percibiera como ajena a nuestras fronteras.

El contexto del terrorismo internacional de las décadas de 1970 y 1980 y los episodios vividos en la misma España —sobre todo ajustes de cuenta entre nacionales de diferentes países árabes— constituyen la base para la credibilidad de la atribución a algún agente con vinculación con Oriente Medio. La rapidez con que se apuntó a esa autoría exterior y la plena aceptación de esa posibilidad (a diferencia del embrollo que hubo con el 11-M de 2004) da la razón a la realidad de un contexto que los expertos sí tuvieron en cuenta, pero del que la sociedad era poco consciente.

Luis de la Corte explora todos los hilos de posibles versiones, llegando hasta el final de esos callejones y sin apostar por ninguna teoría que intente presentar como cierto algo sobre lo que las pruebas no son concluyentes. En esto la obra tiene especial mérito, pues lo que el márquetin editorial más bien reclamaría sería defender una tesis e intentar encajar la mayor parte de las piezas.

El libro incluye una reciente investigación periodística publicada por ‘La Vanguardia’ que intenta confirmar un rumor que ya circuló en algunos ámbitos y que aseguraba que entre los fallecidos hubo tres o cuatro muertos estadounidenses, uno de ellos un militar de alto rango: la recuperación de los cadáveres se habría hecho secretamente, con el visto bueno de las autoridades españolas para proceder así. De la Corte profundiza en las razones que podrían haber aconsejado ese sigilo, basadas sobre todo en la conveniencia para Estados Unidos de no parecer vulnerable y para España de no perjudicar las opciones de entrada en la OTAN (el referéndum sobre la adhesión se celebró justo un año después). Pero sin negar que así pudiera haber ocurrido, De la Corte prefiere no dar por canónica esa información mientras no surjan pruebas documentales.

Con similar actitud acoge y rastrea la autoría primero reivindicada por Yihad Islámica y luego por WAAD, siglas desconocidas que remitían al pequeño grupo Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando Especial (FPLP-CE), y analiza una posible combinación de ambos actores. También sigue la trayectoria de algunos terroristas detenidos a raíz de otras acciones que pudieron tener que ver el atentado de El Descanso.

Finalmente se detiene en las dos reaperturas de la investigación, una a raíz de la detención del traficante de armas Al Kassar, que no llevó a nada, y la segunda provocada por la relevancia pública alcanzada por Mustafá Setmarian, un sirio nacionalizado español con estrecho contacto con la cúpula de Al Qaeda, que parecía más prometedora. Uno de los testigos que estuvo en El Descanso y entonces ayudó a confeccionar el retrato robot del único sospechoso afirmó en 2005, al ver una foto de Setmarian en la prensa, estar seguro de que este era aquella persona que presuntamente dejó en el restaurante una bolsa con el explosivo; un segundo testigo corroboró ese parecido. Sin embargo, la investigación volvió a cerrarse y De la Corte interpreta que los investigadores debieron de tener suficiente confianza para ello, pues relativiza la seguridad con que los testigos identificaron a Setmarian veinte años después de ocurrido el atentado.

El libro refleja un gran conocimiento de los fundamentos y operaciones de la Yihad, un exquisito respeto hacia las víctimas del terrorismo, a las que quiere tributar el reconocimiento que en ocasiones puede faltarles, y un especial esfuerzo de precisión. Esto último como ocurre, por ejemplo, cuando advierte que no se debe identificar lo sucedido en El Descanso con el terrorismo islamista que hemos conocido en el mundo desde comienzos de siglo, pues el atentado de 1985 y el del 11-M de casi veinte años después se insertan en olas distintas del terrorismo internacional.