El choque por Taiwán puede evitarse

El choque por Taiwán puede evitarse

RESEÑA

03 | 04 | 2024

Texto

Cómo mantener un espacio abierto para que China y la isla encuentren una solución pacífica a sus diferencias

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Portada del libro de Ryan Hass, Bonnie Glaser y Richard Bush ‘US-Taiwan Relations. Will China’s Challenge Lead to a Crisis?’ (Washington, DC: Brookings Institution Press, 2023) 184 págs.

Ningún espacio ejemplifica la rivalidad chino-norteamericana tan claramente como la isla de Taiwán y el estrecho del mismo nombre. En un mundo convulso como el actual, con dos guerras mayores abiertas en Ucrania y Palestina, este territorio, ambicionado por Pekín como parte integral de la República Popular China (RPC), se perfila como una de esas áreas geográficas en las que un incidente, a priori menor, puede iniciar un conflicto de alcance global que enfrente a China con Estados Unidos con consecuencias tan imprevisibles como inquietantes.

Desde que se constituyó como República de China (ROC) en 1949, Taiwán ha vinculado su seguridad al poder militar norteamericano; mediante un tratado de defensa mutua vigente hasta 1979, y a través de las garantías de la Ley de Relaciones con Taiwán desde entonces. Estados Unidos, mientras, ha puesto siempre su relación con la isla en el contexto de la que mantiene con la RPC, estratégicamente de mucho más calado.

Tanto ha cambiado la interacción entre China, Taiwán y Estados Unidos desde que Washington se abrió a Pekín en los años setenta del siglo pasado, que la posibilidad, antes impensable, de que la potencia asiática intente lograr la integración de Taiwán mediante el uso de la fuerza aparece ahora como una opción cada vez más plausible; lo contrario de lo que le sucede a la estrategia de ambigüedad que ha practicado Estados Unidos desde esa época, cuya credibilidad se ve cuestionada por la magnitud del creciente poder militar chino. ¿Llevará la RPC a la práctica su desafío? ¿Provocará con ello una crisis de alcance global?

‘US-Taiwan Relations. Will China’s Challenge Lead to a Crisis?’ explora, precisamente, estas cuestiones en un interesante texto en el que sus tres autores, todos ellos prestigiosas figuras del mundo de los ‘think tanks’ estadounidenses, se preguntan, justamente, si estamos a las puertas de una crisis mundial por Taiwán. La respuesta aparece clara ya desde las primeras páginas: aunque la situación actual presenta un riesgo real de conflicto armado en el estrecho de Taiwán, tal posibilidad no es inevitable.

La obra abre una ventana a la Historia de la compleja relación triangular que mantienen China, Estados Unidos y Taiwán desde el momento en que el líder nacionalista, Chiang Kai-shek, se instala en la isla de Formosa tras su derrota en la guerra civil china en 1949 hasta la actualidad; pasando por la liberalización y democratización del régimen del Kuomintang (KMT) y la aparición del Partido Progresista Democrático (DPP), refractario a la integración del país en la RPC, como su principal rival político; el radical giro de la política exterior norteamericana en los años setenta del siglo XX; o la emergencia de Taiwán como potencia económica pujante que domina la producción de los microchips tecnológicamente más avanzados del mundo.

Pese a haber escrito este libro desde una perspectiva netamente centrada en Estados Unidos, los autores dejan claro en su análisis que el mantenimiento de la paz en la región del estrecho que separa la antigua Formosa de la masa continental asiática, y la supervivencia de Taiwán como un actor democrático y económicamente tan dinámico como ahora, son intereses estratégicos de alcance global. Un conflicto armado en la región, se argumenta, podría provocar una recesión de escala mundial, cuando no, directamente, una depresión similar a la que precedió a la Segunda Guerra Mundial; interrumpiría las cadenas de suministro globales, poniendo en grave riesgo el acceso a los microchips avanzados que produce Taiwán, y que tanto necesitan los países industrialmente avanzados; y provocaría un colapso del sistema financiero mundial que podría contraer el PIB estadounidense hasta un 10%, lo que, a su vez, podría tener consecuencias catastróficas sobre las principales economías del mundo.

Huyendo de un determinismo que ve inevitable un conflicto armado entre Estados Unidos y China por Taiwán, el libro concluye que el régimen de Taipei se enfrenta a una doble amenaza, de naturaleza militar y política, proveniente de la RPC, y traza una serie de escenarios, económicos y político-militares, para el posible futuro de la región, que oscilan entre la conclusión de un acuerdo negociado entre China y Taiwán para lograr la unificación de forma pacífica, y un conflicto militar en el Estrecho de Taiwán iniciado por la RPC. En cualquier situación, el mantenimiento de la estabilidad en la región aparece como el principal interés estratégico de Estados Unidos.

En ese contexto, la obra alerta sobre el peligro en que caería Washington si se empeñara en reducir el enfrentamiento por Taiwán a un plano exclusivamente militar, pasando por alto otras dimensiones del mismo; al tratarlo así, obviaría la realidad de que China, en la actualidad, ya está practicando una estrategia coercitiva sin violencia para desgastar la voluntad de resistencia de los taiwaneses y llevarlos a la conclusión de que la integración del territorio en la RPC es inevitable y la resistencia, por tanto, fútil. Ignorar la coerción que ya ejerce China sobre la isla no prestaría un buen servicio a los intereses estadounidenses en la zona.

La mejor forma de evitar la estrategia coercitiva china y de hacer a los taiwaneses menos sensibles a la misma, pasa, en opinión de los autores, por fortalecer la confianza en el futuro de la isla como territorio próspero, desarrollado, democrático y con capacidad autónoma de agencia. La tarea de Estados Unidos, según ellos, debería centrarse en la adopción de medidas prácticas que apoyen los esfuerzos de Taiwán por reforzar su prestigio y respecto internacionales, y que contribuyan a mantener al país en vanguardia de la innovación tecnológica, asegurando su competitividad económica y garantizando la salud de sus ciudadanos. A mayor democracia, libertad, prosperidad, y desarrollo económico, menor influencia de la coerción china sobre Taiwán.

No se limita el libro a hacer este diagnóstico, sino que va más allá, proponiendo un catálogo de medidas prácticas de índole no militar para asegurar ese escenario y reforzar a Taiwán. Entre ellas, destacan algunas como las de, por ejemplo, compartir información o consultar rutinariamente con Taiwán cuestiones sobre seguridad o salud públicas que vayan a ser tratadas en foros internacionales en los que Taipéi no esté representada; poner en conocimiento de Pekín que Estados Unidos reaccionará a los intentos de presión china sobre Taiwán; negociar con Taiwán un acuerdo bilateral de libre comercio; profundizar hacia una mayor integración en tecnologías clave, cadenas de suministro, o investigación y desarrollo; o dar más voz a Taiwán en el desarrollo de estándares tecnológicos internacionales. Aunque la propuesta no otorgue ningún papel a las capacidades militares, su importancia como elemento que posibilite su éxito difícilmente puede ser subestimado.

‘U.S.-Taiwan Relations’ hace una propuesta de largo alcance que no trata de solucionar los problemas de Taiwán, sino de servir los intereses estratégicos de Estados Unidos, y que pone el foco en lo que debe ser su objetivo para la región: mantener un espacio abierto para que la RPC y Taiwán encuentren una solución pacífica a sus diferencias. No se trata, por tanto, de solucionar los imponentes problemas asociados a la relación entre ambos territorios, sino de mantener una vía abierta hacia un final satisfactorio a todas las partes. A ese fin pretende servir esta contribución.