EEUU mantiene su superioridad submarina, pero China puede atestar las aguas de Taiwán con sus sumergibles

EEUU preserva la superioridad submarina, pero China puede intentar atestar las aguas de Taiwán con sus sumergibles

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18 | 02 | 2022

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La mejora del sigilo en los submarinos chinos apunta a una nueva era del ‘juego del gato y el ratón’ en las profundidades marinas: una reedición de ‘La caza del Octubre Rojo’

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Submarino chino clase Yuan, visitado por un mando de la Armada estadounidense en el puerto de Zhoushan en 2011 [US Navy]

El notable progreso de la Armada china se está dando también en la flota de submarinos. A pesar de que la Navy estadounidense ha quedado ya por debajo de su contraparte china en número de barcos, la superioridad de la fuerza naval estadounidense sigue siendo clara: no solo en cuanto a portaviones y sus grupos de batalla –algo que, en cualquier caso, se supone que los chinos podrán igualar con el tiempo–, sino también en el específico campo de la guerra submarina, donde EEUU lleva una ventaja tecnológica que a Pekín le puede costar algo más alcanzar. Pero a China le basta con poblar de submarinos los mares que la rodean para intentar alejar de allí a la floja americana. El desarrollo de submarinos chinos más silenciosos puede conducir al mismo ‘juego’ de la Guerra Fría que popularizó “La caza del Octubre Rojo”.

El océano Pacífico separa Asia y América y es el escenario privilegiado, aunque en absoluto único, de la rivalidad entre sus respectivas dos grandes potencias. La emergencia de China está llevando también a una rivalidad naval que está convirtiendo en potencia marítima lo que históricamente solo fue una potencia terrestre. Después de 25 años de modernización de sus Fuerzas Armadas, la Armada del Ejército Popular de Liberación ha superado en número de navíos a la estadounidense.

En su último informe sobre la capacidad militar de la República Popular China, el Pentágono atribuía a su rival a finales de 2021 una flota de batalla de 355 barcos (incluidos los submarinos), mientras que la de EEUU se compone a día de hoy de 295 embarcaciones, según el Vessel Naval Register del Departamento de Defensa. Y la diferencia irá en aumento ya que, de acuerdo con los cálculos estadounidenses, los chinos podrán alcanzar los 420 barcos en 2025 y los 460 en 2030, mientras que en EEUU el Pentágono aún no ha logrado del todo el compromiso político para llegar a los 400 que pretende.

El número total de buques de guerra no es ciertamente la mejor manera de contrastar las capacidades militares de ambas potencias, en una comparación en la que, al menos de momento y desde luego por cierto tiempo, EEUU mantiene su superioridad no solo en tonelaje, sino también en poder de fuego y sofisticación tecnológica. Se suele citar, por ejemplo, que frente a los 11 portaviones estadounidenses, China tiene solo 2 (está construyendo el tercero). Pero el dominio de EEUU también se concreta en materia de submarinos, aunque a finales de 2021 los dos países disponían del mismo número de unidades, 68, de acuerdo con el Pentágono.

El informe de Defensa estadounidense que analiza las capacidades militares chinas especifica que la Armada del Ejército Popular de Liberación ha puesto una «alta prioridad» en modernizar su flota de submarinos. No obstante, “su fuerza estructural continúa creciendo modestamente mientras madura su fuerza, integra nuevas tecnologías y expande sus astilleros”. Según este cómputo, China cuenta con 6 submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear, 6 submarinos de ataque también de propulsión nuclear y 46 submarinos de ataque con motor diésel. El Pentágono cree que China se mantendrá entre los 65 y 70 submarinos a lo largo de esta década, simplemente reemplazando algunas unidades más viejas por otras más avanzadas.

Mientras que el grueso de la flota de submarinos china son unidades con motor diésel, todas las unidades de EEUU son de propulsión nuclear. La Navy cuenta con 14 submarinos de misiles balísticos (SSBN-726) y 4 de misiles guiados (SSGN-726). Los otros 50 son de ataque (3 SSN-21, 28 SSN-688 y 19 SSN-774).

A la hora de comparar ambas fuerzas también hay que tener en cuenta otros aspectos no propiamente materiales o tecnológicos, como por ejemplo el hecho de que China tiene una nula experiencia en operaciones marítimas globales, con una capacidad de despliegue y reabastecimiento en curso aún muy deficientes. Pero si bien esto le imposibilita de momento emprender operaciones ambiciosas más allá de sus fronteras costeras, no le impide constituir ya una seria amenaza para países cercanos como Taiwán. Así, en relación con esa isla, China sería totalmente capaz de desplegar su masiva cantidad de buques en una cantidad de tiempo reducida antes de que los estadounidenses pudieran presentarse con la fuerza suficiente para afrontar la situación, como se destaca desde el IISS.

Precisamente con la inutilización de la actual superioridad submarina de EEUU es como empieza Ghost Fleet, una novela estudiada los últimos años en las escuelas de guerra estadounidenses que analiza la próxima guerra entre Washington y Pekín. La obra plantea que para desactivar el peligro naval de EEUU, China necesita primero dejar fuera de combate los submarinos más avanzados de su rival. Así es como podría tomar Taiwán y también vencer a la potencia que un día fue calificada de ‘indispensable’.

Avance chino

El progreso técnico de China en materia de submarinos ha sido rápido y continúa incrementando su inventario de submarinos convencionales capaces de lanzar misiles de crucero anti-buque avanzados. Desde mediados de los 90 y a lo largo de una década China compró 12 submarinos rusos y luego sus propios astilleros han ido entregando 30 submarinos convencionales (clases Song y Yuan). El Pentágono cuenta con que China construya al menos otras 25 unidades de clase Yuan para 2025.

En los últimos 15 años, China se ha dotado además de 12 submarinos de propulsión nuclear: 2 Shang-I, 4 Shang-II y 6 Jin. Estos últimos, armados con misiles balísticos, constituyen “el primer elemento disuasorio nuclear con base en el mar” de China, según estima el informe del Pentágono, donde se avanza que desde comienzos de esta década China comenzará a construir su nueva generación de submarinos con misiles balísticos. Por otra parte, China también está mejorando su inventario y entrenamiento de guerra antisubmarina para proteger los portaviones y los submarinos de misiles balísticos de la Armada.

Justamente las flotas submarinas de ambos países se encaminan hacia una mayor focalización en la guerra anti-submarinos. Hasta ahora los submarinos chinos eran básicamente una fuerza de ataque de buques de superficie, pero en la medida en que mejoran sus capacidades aspiran a tratar más de igual a igual con los estadounidenses, sugiriendo una nueva etapa de ‘escondite y persecución’ que puede reeditar el ‘juego del gato y el ratón’ que entre las dos superpotencias se dio en las profundidades marinas durante la Guerra Fría.

A esto conduce el mayor sigilo que los chinos están pudiendo aplicar a sus submarinos, hasta ahora por detrás de los estadounidenses en ese aspecto. La Armada china ha logrado progresos con la instalación de nuevos dispositivos en los submarinos nucleares de nueva generación. La supremacía acústica de los norteamericanos puede verse amenazada por este avance, y no sería la primera vez que EEUU es victima de avances navales asiáticos: solo hace falta recordar los hechos de Pearl Harbor y la gran contribución de los torpedos de largo alcance desarrollados por la Armada nipona. La gran duda es si esos avances serán de magnitud similar, lo que significaría un cambio en el status quo naval. Las operaciones de la Armada china, en cualquier caso, se verán muy orientadas hacia el aspecto ofensivo, en paridad con la prioridad operacional de la estadounidense.

Otra consecuencia del mayor desarrollo de la capacidad submarina china, aunque solo se refiriera al número de unidades, puede ser el intento de ‘atestar’ el Mar Sur de China, o al menos el estrecho de Taiwán y sus aguas circundantes, con una flotilla de submarinos que entorpezcan las labores de libertad de navegación que lleva a cabo EEUU y terminen manteniendo a distancia los buques estadounidenses. Bryan Clark, del Hudson Institute, ha señalado que la creciente flota submarina china probablemente podría intentar ‘inundar la zona’ para abrumar los activos de guerra submarina estadounidenses, amenazando las fuerzas navales de EEUU con un ataque, o intentando bloquear Guam o Taiwán.

Que la parte del pulso estratégico entre Washington y Pekín se juega en las profundidades lo demuestran también otros elementos, como la alianza AUKUS, entre Australia, Reino Unido y EEUU. Se trata de un acuerdo de cooperación en seguridad y defensa que arranca con el compromiso estadounidense y británico de compartir tecnología para la construcción de 12 submarinos de propulsión nuclear destinados a la Armada australiana. China ha reaccionado con especial contundencia verbal frente a esa iniciativa.