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Pareceres distintos sobre la Nueva Ruta de la Seda

▲ Pilas de contenedores [Pixabay]

COMENTARIO / N.Álvarez, E.J.Blasco

Los expertos que reflexionan sobre el nuevo orden mundial podrían dividirse básicamente en dos grupos: los que creen que China sustituirá a Estados Unidos como potencia hegemónica, al menos principal, y los que piensan que, a pesar del evidente potencial chino, Pekín encontrará límites que le obliguen a rebajar sus expectativas y aceptar un escenario multipolar en el que Washington puede seguir teniendo gran fortaleza.

Un modo de evaluar las perspectivas de ascenso chino, además lógicamente de atender a las grandes cifras macroeconómicas y a otros indicadores de desarrollo, es examinar en qué grado se está haciendo realidad la Nueva Ruta de la Seda, la gran plataforma de comunicaciones terrestres y marítimas mediante la cual China debe garantizarse su expansión como superpotencia en el Hemisferio Oriental. Dos recientes libros ofrecen visiones, si no opuestas, sí distintas.

Uno, del diplomático portugués Bruno Maçães, alerta de que China ˝se está dando cuenta de que sola no puede proveer los recursos financieros necesarios para el ambicioso proyecto˝. El otro, del historiador británico Peter Frankopan, da por ya puestos los fundamentos de la iniciativa: ˝Las Rutas de la Seda están en todas partes, no solo en Asia Central, sino cruzando toda Asia, África, Europa y las Américas˝. El primero muestra mayor escepticismo sobre el despliegue chino, mientras que el segundo, aunque también incluye aspectos críticos, lo estima prácticamente inevitable.

Belt & Road. A Chinese World Order, de Maçães (leer reseña), se fija especialmente en el papel de India. El autor da a ese país el carácter de clave de bóveda en el proyecto integrador de Eurasia. Si India decide no participar en la Nueva Ruta de la Seda, entonces el diseño chino no alcanzará la dimensión ansiada por Pekín, de acuerdo con Maçães. Para este, el hecho de que China haya ˝ignorado y desdeñado˝ los intereses de India puede acabar siendo ˝un gran error de cálculo˝ chino. No es que no crea en los avances que el impulso de Pekín va a aportar a amplias regiones, pero considera que al final la influencia china acabará siendo necesariamente laxa, en un orden de gran autonomía para cada país, como durante décadas ha sido el orden occidental capitaneado por Washington.

The New Silk Roads. The present and the future of the World, de Frankopan (leer reseña), cree que la dinámica globalizadora del mundose mueve en la misma dirección que la estrategia china, frente al aislacionismo de Occidente, tanto de la Unión Europea, donde hay un auge del nacionalismo, como de Estados Unidos, gobernado por una Administración agresiva con sus aliados y muy restrictiva en materia migratoria. Frankopan reconoce que China no está actuando por altruismo, sino siguiendo sus propios intereses: la necesidad de obtener recursos naturales, como los provenientes de África, y de proteger sus propias rutas de comercio. También señala los riegos que presenta el endeudamiento de diversos países a consecuencia del crédito fácil chino. No obstante, estamos en el siglo de Asia, y Asia irremediablemente está siendo modelada por China.

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