[Peter Frankopan, The New Silk Roads. The present and the future or the World, Alfred A. Knopf. New York, 2019, 285 p.]
RESEÑA / Nerea Álvarez
El concepto de Nueva Ruta de la Seda, con sus nombres en inglés de OneBeltOne Road (OBOR) o Belt and Road Initiative (BRI), se ha asentado ya entre la comunidad internacional. En poco tiempo el proyecto lanzado por Xi Jinping en 2013 ha quedado establecido y todos sus fundamentos se han ido desplegando.
La obra de Peter Frankopan hace un recuento detallado de los países que participan en este proyecto mundial y de los aspectos económicos, políticos y sociales de las principales iniciativas que lo componen. En estos momentos, la Ruta ya no es algo de lo que deba hablarse en futuro, asegura el autor.Aunque hay quienes aún esperan que se concreten algunos desarrollos para valorar si la idea original china realmente ha logrado plasmarse, Frankopanla da por sustancialmente puesta en marcha, alcanzando a gran parte del planeta: “Las Rutas de la Seda (siempre en plural) están en todas partes, no solo en Asia Central, sino cruzando toda Asia, África, Europa y las Américas”.
El joven historiador británico no se centra en una sola área del globo, sino que aborda todos aquellos países que han abierto sus puertas al proyecto de redes de comunicación más ambicioso de la humanidad. Comienza haciendo una breve historia del desarrollo económico mundial hasta que la globalización ha alcanzado todas la naciones, para analizar luego el excepcional crecimiento experimentado por China entre 1990 y 2017. Con ello nos adentramos finalmente en la estrategia definitiva de este plan de escala global.
The New Silk Roads tiene un mensaje que transmitir: el mundo está cambiando, y lo está haciendo a grandísima velocidad. Parte de Europa se ha visto llevada hacia la extrema derecha, los movimientos migratorios han causado un auge del nacionalismo y la Unión se está resquebrajando. Estados Unidos está adoptando medidas cada vez más agresivas hacia países aliados y además ha cerrado sus fronteras a ciudadanos de Irán, Siria, Iraq, Libia, Somalia, Sudan y Yemen. El aislacionismo y la fragmentación de Occidente contrastan de forma alarmante con el camino de cooperación y asistencia mutua del “win-win” chino. Y no se trata solo de la cooperación con China. Asia se está uniendo, y lo demuestran los proyectos de cooperación entre Uzbekistán y Kazakstán, Afganistán y Tayikistán y, en especial, el oleoducto entre Azerbaiyán y Europa del este. Afganistán, Rusia, China, Turquía, Irán y Pakistán ya se han reunido para colaborar en un futuro en la lucha contra el extremismo, el terrorismo, el crimen organizado y el tráfico de drogas.
No obstante, Frankopan advierte que esa creciente unión asiática se asienta a veces sobre promesas que luego no se cumplen, por dificultades logísticas o por las propias debilidades económicas, políticas y sociales de los países de la región. El problema de la escasez de agua, por ejemplo, que es un recurso de gran necesidad en el centro de Asia, ha causado diversos conflictos tanto nacional (Irán en 2018) como internacionalmente (India y Pakistán).
“The roads to Beijing”, el tercer capítulo del libro, se centra en China como el orquestador de esta estrategia, presentada por Xi como cooperación internacional para promover la amistad entre las naciones y crear un mejor futuro juntos. Mientras que, por un lado, se ve el OBOR como un producto de la rápida evolución china, por otro se percibe el increíble impacto que ha tenido nacionalmente para el resto de países. Frankopan se detiene para analizar la incidencia dentro de la propia sociedad, que verdaderamente ve un nuevo futuro en la construcción de tantas obras de infraestructura.
Uno de los análisis más interesantes que ofrece el autor es el relativo al verdadero papel de China en África ¿Cómo invierte este gigante en el continente? La política de los “five-no” es lo que le ha otorgado la mayor cooperación en África: no interferencia, ni imposición de voluntades oconcidicionamientos políticos y no procurar ganancias injustas de las inversiones en los países africanos. Cabe mencionar la gran labor de comunicación que está llevando a cabo China en esta parte del mundo, mucho más eficiente que la que puede llegar a ofrecer la burocrática Unión Europea.
Rutas a la rivalidad
Ahora que las Rutas de la Seda comienzan a ser un hecho material, el debate sobre el nuevo orden mundial y la hegemonía de Estados Unidos está más presente que nunca. No es extraño que la potencia americana haya mirado siempre con recelo a China, y así queda expuesto en el libro.
Los movimientos del presidente Trump en relación a Asia han provocado amplias críticas, como su rechazo al Tratado de Asociación Trans-Pacífico en el comienzo de su madato. Detrás de este acuerdo hay mucho en juego: la elección entre dos bandos, grandes inversiones y un cambio en las fuerzas en la región, acorralando al dragón rojo o facilitando que tenga nuevas salidas al mar y mayor acceso a recursos naturales. Cada país cuenta para girar la balanza. La existencia de diversas organizaciones regionales no ayuda a avanzar en la integración. Si mediante una fusión de ellas se llegara a algo así como una Unión Eropea de Asia y esta estuviera a favor de China, la expansión deel OBOR sería sencilla. El gran problema es India, la gran pieza neutral que no se decanta por ninguno de los dos adversarios, aunque es más afín a la protección americana. Frankopan evalúa la posibilidad de un proyecto no tan centrado en China y sus intereses, para atraer a los indios, idea que otros autores también han barajado estos últimos años. Sin embargo, India sigue muy alerta a cómo actúa China, y no esperará a que le acorrale. Ha habido varios roces entre China e India, sobre todo en torno a la salida al océano y los acuerdos con países como Pakistán y las Maldivas.
Esta gran obra ofrece una visión amplia y detallada del panorama mundial con respecto a la estrategia China. Crítico frente al aislacionismo de Occidente, que le procura un futuro menos relevante, y entusiasta con la idea deglobalización en las vías de comunicación mundiales, Frankopan no se deja llevar por las apariencias. Advierte al lector de que los chinos persiguen sus propios intereses:la necesidad de obtener recursos naturales, como los provenientes de África, y de proteger sus rutas de comercio son solo algunas de las razones que les impulsaron a llevar las Rutas de la Seda un paso más allá. El historiador británico no se deja engañar por los préstamos sin condiciones a países insolventes ni hace oídos sordos al deseo de China de expandir su propia visión del mundo y convertirse en líder del nuevo orden. Ya estamos en el siglo de Asia, y así nos prepara China para el futuro.