CFR, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

Council on Foreign Relations, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

RESEÑA

26 | 04 | 2023

Texto

Breve anal de los cien años del CFR, editor de la revista ‘Foreign Affairs’ y cuyos miembros han llenado la Administración: de Kennan a Kissinger o Cyrus Vance

En la imagen

Portada de libro de George Gavrilis ‘The Council on Foreign Relations. A Short History’ (New York: CFR, 2021) 186 páginas

El Council on Foreign Relations es posiblemente la organización estadounidense externa al gobierno norteamericano que más ha influido en la política exterior de Washington. Creado en 1921 cuando Estados Unidos despuntaba con empuje como primera potencia mundial, al término de la Gran Guerra en Europa, desde entonces el CFR ha sido el gran ‘think-tank’ que ha pensado y repensado el papel y la actuación estadounidense en la escena internacional. Al cumplir cien años en 2021, el CFR editó esta breve historia, escrita por George Gavrilis a modo de notario, que repasa su desarrollo a lo largo de este tiempo.

Este libro, prorrogado por Ricard Haass, presidente del CFR desde 2003, es un reducido anal de fechas y nombres que, no obstante, para quienes se dedican profesionalmente a las relaciones internacionales resulta de interés. Por lo demás, con frecuentes fotografías de acontecimientos y protagonistas, ofrece la lectura propia de una revista.

La multiplicidad de ‘think-tanks’ en Estados Unidos (algunos tan notorios como Brookings Institution, CSIS, AEI o Wilson Center –Hoover Institution, en la costa oeste) puede desdibujar la preeminencia que durante varias décadas tuvo el CFR. Nacido como organización bipartidista y con el amplio campo de las relaciones internacionales como objeto de estudio (los otros centros nombrados surgieron después con un espectro temático e ideológico más preciso), a lo largo de estos cien años muchos de los destacados miembros del Council han sido secretarios de Estado, consejeros de la Casa Blanca o asesores personales del presidente. Sería más rápido abordar la excepción: quiénes de las figuras más sobresalientes de la política exterior norteamericana no fueron parte del CFR. Así, por la junta del Council o por la dirección de alguno de sus grupos de estudio han pasado personajes como George Kennan, Hans Morgenthau, William Bundy, Henry Kissinger, Zbignew Brzezinski o Cyrus Vance; David Rockefeller fue ’chair’ de la organización, y varios presidentes estadounidenses fueron miembros antes de alcanzar la Casa Blanca, como Richard Nixon o George H.W. Bush.

De igual modo, a la revista ‘Foreign Affairs’, que desde septiembre de 1922 edita el CFR, le han salido competidores, multiplicados en la era de internet y los medios online, pero la cabecera sigue teniendo indudable prestigio. Muchos de sus artículos han tenido un enorme eco, como la versión reducida del ‘largo telegrama’ de Mr X (Kennan), u otros cuyas tesis sus autores desarrollaron luego en libros de alto impacto (es el caso de ‘The Clash of Civilizations’, de Samuel Hungtington). Los editores o directores de la revista han tenido gran relevancia, como Fareed Zakaria y Gideon Rose.

Cuando un Estados Unidos seguro de sí mismo, después de expandirse de costa a costa y establecer su influencia en el orden interamericano, comenzó a mirar hacia otros continentes sintió la necesidad de contar con expertos sobre cualquier parte del mundo que pudieran acompañar la toma de decisiones del poder político estadounidense, como explica Gavrilis. Con el presidente Woodrow Wilson viajaron a Europa, para la Conferencia de Paz de París que puso fin a la Primera Guerra Mundial y estableció la Sociedad de Naciones, diversos académicos que luego quisieron poder prolongar el trabajo intelectual que habían comenzado a desarrollar en grupo. El propósito era dar grueso estratégico a las decisiones que pudiera tomar la élite política estadounidense, en esa estrenada era de gran potencia mundial, al tiempo que influían en una sociedad norteamericana acostumbrada al aislacionismo y que veía con recelo el nuevo internacionalismo. El CFR se constituyó como una asociación de miembros que aportaban cuotas económicas para el sostenimiento de las actividades, que eran a puerta cerrada; solo en contadas ocasiones organizaban actos públicos. Con el tiempo, la organización creció, amplió sus sedes (la principal está en Nueva York, pero también cuenta con un amplio edificio en Washington) y, aunque ha mantenido en gran medida el deseo de debatir fuera de los focos, hoy cuenta con una nutrida nómina de empleados y un presupuesto millonario.

El libro repasa el tono de las diferentes épocas: momentos de liderazgo, periodos más átonos, ocasiones con menos recursos por las crisis económicas... En general del CFR ha sabido orientar su trabajo de acuerdo con cada circunstancia. Es normal que tratándose de un libro pagado por la propia institución, como celebración de su larga vida, no sea especialmente crítico con ningún episodio del pasado que pueda empañar su fama; también debe aceptarse que de la presidencia de Haass, en la que este lleva veinte años, no se mencionen sombras. En cualquier caso, prueba de que el CFR no ha hecho las cosas muy mal para los intereses de Estados Unidos es que, en un entorno de ‘think-tanks’ especialmente competitivo, siga obteniendo importante financiación del sector privado para su trabajo.

CFR, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

Council on Foreign Relations, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

RESEÑA

26 | 04 | 2023

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Breve anal de los cien años del CFR, editor de la revista ‘Foreign Affairs’ y cuyos miembros han llenado la Administración: de Kennan a Kissinger o Cyrus Vance

En la imagen

Portada de libro de George Gavrilis ‘The Council on Foreign Relations. A Short History’ (New York: CFR, 2021) 186 páginas

El Council on Foreign Relations es posiblemente la organización estadounidense externa al gobierno norteamericano que más ha influido en la política exterior de Washington. Creado en 1921 cuando Estados Unidos despuntaba con empuje como primera potencia mundial, al término de la Gran Guerra en Europa, desde entonces el CFR ha sido el gran ‘think-tank’ que ha pensado y repensado el papel y la actuación estadounidense en la escena internacional. Al cumplir cien años en 2021, el CFR editó esta breve historia, escrita por George Gavrilis a modo de notario, que repasa su desarrollo a lo largo de este tiempo.

Este libro, prorrogado por Ricard Haass, presidente del CFR desde 2003, es un reducido anal de fechas y nombres que, no obstante, para quienes se dedican profesionalmente a las relaciones internacionales resulta de interés. Por lo demás, con frecuentes fotografías de acontecimientos y protagonistas, ofrece la lectura propia de una revista.

La multiplicidad de ‘think-tanks’ en Estados Unidos (algunos tan notorios como Brookings Institution, CSIS, AEI o Wilson Center –Hoover Institution, en la costa oeste) puede desdibujar la preeminencia que durante varias décadas tuvo el CFR. Nacido como organización bipartidista y con el amplio campo de las relaciones internacionales como objeto de estudio (los otros centros nombrados surgieron después con un espectro temático e ideológico más preciso), a lo largo de estos cien años muchos de los destacados miembros del Council han sido secretarios de Estado, consejeros de la Casa Blanca o asesores personales del presidente. Sería más rápido abordar la excepción: quiénes de las figuras más sobresalientes de la política exterior norteamericana no fueron parte del CFR. Así, por la junta del Council o por la dirección de alguno de sus grupos de estudio han pasado personajes como George Kennan, Hans Morgenthau, William Bundy, Henry Kissinger, Zbignew Brzezinski o Cyrus Vance; David Rockefeller fue ’chair’ de la organización, y varios presidentes estadounidenses fueron miembros antes de alcanzar la Casa Blanca, como Richard Nixon o George H.W. Bush.

De igual modo, a la revista ‘Foreign Affairs’, que desde septiembre de 1922 edita el CFR, le han salido competidores, multiplicados en la era de internet y los medios online, pero la cabecera sigue teniendo indudable prestigio. Muchos de sus artículos han tenido un enorme eco, como la versión reducida del ‘largo telegrama’ de Mr X (Kennan), u otros cuyas tesis sus autores desarrollaron luego en libros de alto impacto (es el caso de ‘The Clash of Civilizations’, de Samuel Hungtington). Los editores o directores de la revista han tenido gran relevancia, como Fareed Zakaria y Gideon Rose.

Cuando un Estados Unidos seguro de sí mismo, después de expandirse de costa a costa y establecer su influencia en el orden interamericano, comenzó a mirar hacia otros continentes sintió la necesidad de contar con expertos sobre cualquier parte del mundo que pudieran acompañar la toma de decisiones del poder político estadounidense, como explica Gavrilis. Con el presidente Woodrow Wilson viajaron a Europa, para la Conferencia de Paz de París que puso fin a la Primera Guerra Mundial y estableció la Sociedad de Naciones, diversos académicos que luego quisieron poder prolongar el trabajo intelectual que habían comenzado a desarrollar en grupo. El propósito era dar grueso estratégico a las decisiones que pudiera tomar la élite política estadounidense, en esa estrenada era de gran potencia mundial, al tiempo que influían en una sociedad norteamericana acostumbrada al aislacionismo y que veía con recelo el nuevo internacionalismo. El CFR se constituyó como una asociación de miembros que aportaban cuotas económicas para el sostenimiento de las actividades, que eran a puerta cerrada; solo en contadas ocasiones organizaban actos públicos. Con el tiempo, la organización creció, amplió sus sedes (la principal está en Nueva York, pero también cuenta con un amplio edificio en Washington) y, aunque ha mantenido en gran medida el deseo de debatir fuera de los focos, hoy cuenta con una nutrida nómina de empleados y un presupuesto millonario.

El libro repasa el tono de las diferentes épocas: momentos de liderazgo, periodos más átonos, ocasiones con menos recursos por las crisis económicas... En general del CFR ha sabido orientar su trabajo de acuerdo con cada circunstancia. Es normal que tratándose de un libro pagado por la propia institución, como celebración de su larga vida, no sea especialmente crítico con ningún episodio del pasado que pueda empañar su fama; también debe aceptarse que de la presidencia de Haass, en la que este lleva veinte años, no se mencionen sombras. En cualquier caso, prueba de que el CFR no ha hecho las cosas muy mal para los intereses de Estados Unidos es que, en un entorno de ‘think-tanks’ especialmente competitivo, siga obteniendo importante financiación del sector privado para su trabajo.

CFR, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

Council on Foreign Relations, el mayor ‘influencer’ en la política exterior de EEUU

RESEÑA

26 | 04 | 2023

Texto

Breve anal de los cien años del CFR, editor de la revista ‘Foreign Affairs’ y cuyos miembros han llenado la Administración: de Kennan a Kissinger o Cyrus Vance

En la imagen

Portada de libro de George Gavrilis ‘The Council on Foreign Relations. A Short History’ (New York: CFR, 2021) 186 páginas

El Council on Foreign Relations es posiblemente la organización estadounidense externa al gobierno norteamericano que más ha influido en la política exterior de Washington. Creado en 1921 cuando Estados Unidos despuntaba con empuje como primera potencia mundial, al término de la Gran Guerra en Europa, desde entonces el CFR ha sido el gran ‘think-tank’ que ha pensado y repensado el papel y la actuación estadounidense en la escena internacional. Al cumplir cien años en 2021, el CFR editó esta breve historia, escrita por George Gavrilis a modo de notario, que repasa su desarrollo a lo largo de este tiempo.

Este libro, prorrogado por Ricard Haass, presidente del CFR desde 2003, es un reducido anal de fechas y nombres que, no obstante, para quienes se dedican profesionalmente a las relaciones internacionales resulta de interés. Por lo demás, con frecuentes fotografías de acontecimientos y protagonistas, ofrece la lectura propia de una revista.

La multiplicidad de ‘think-tanks’ en Estados Unidos (algunos tan notorios como Brookings Institution, CSIS, AEI o Wilson Center –Hoover Institution, en la costa oeste) puede desdibujar la preeminencia que durante varias décadas tuvo el CFR. Nacido como organización bipartidista y con el amplio campo de las relaciones internacionales como objeto de estudio (los otros centros nombrados surgieron después con un espectro temático e ideológico más preciso), a lo largo de estos cien años muchos de los destacados miembros del Council han sido secretarios de Estado, consejeros de la Casa Blanca o asesores personales del presidente. Sería más rápido abordar la excepción: quiénes de las figuras más sobresalientes de la política exterior norteamericana no fueron parte del CFR. Así, por la junta del Council o por la dirección de alguno de sus grupos de estudio han pasado personajes como George Kennan, Hans Morgenthau, William Bundy, Henry Kissinger, Zbignew Brzezinski o Cyrus Vance; David Rockefeller fue ’chair’ de la organización, y varios presidentes estadounidenses fueron miembros antes de alcanzar la Casa Blanca, como Richard Nixon o George H.W. Bush.

De igual modo, a la revista ‘Foreign Affairs’, que desde septiembre de 1922 edita el CFR, le han salido competidores, multiplicados en la era de internet y los medios online, pero la cabecera sigue teniendo indudable prestigio. Muchos de sus artículos han tenido un enorme eco, como la versión reducida del ‘largo telegrama’ de Mr X (Kennan), u otros cuyas tesis sus autores desarrollaron luego en libros de alto impacto (es el caso de ‘The Clash of Civilizations’, de Samuel Hungtington). Los editores o directores de la revista han tenido gran relevancia, como Fareed Zakaria y Gideon Rose.

Cuando un Estados Unidos seguro de sí mismo, después de expandirse de costa a costa y establecer su influencia en el orden interamericano, comenzó a mirar hacia otros continentes sintió la necesidad de contar con expertos sobre cualquier parte del mundo que pudieran acompañar la toma de decisiones del poder político estadounidense, como explica Gavrilis. Con el presidente Woodrow Wilson viajaron a Europa, para la Conferencia de Paz de París que puso fin a la Primera Guerra Mundial y estableció la Sociedad de Naciones, diversos académicos que luego quisieron poder prolongar el trabajo intelectual que habían comenzado a desarrollar en grupo. El propósito era dar grueso estratégico a las decisiones que pudiera tomar la élite política estadounidense, en esa estrenada era de gran potencia mundial, al tiempo que influían en una sociedad norteamericana acostumbrada al aislacionismo y que veía con recelo el nuevo internacionalismo. El CFR se constituyó como una asociación de miembros que aportaban cuotas económicas para el sostenimiento de las actividades, que eran a puerta cerrada; solo en contadas ocasiones organizaban actos públicos. Con el tiempo, la organización creció, amplió sus sedes (la principal está en Nueva York, pero también cuenta con un amplio edificio en Washington) y, aunque ha mantenido en gran medida el deseo de debatir fuera de los focos, hoy cuenta con una nutrida nómina de empleados y un presupuesto millonario.

El libro repasa el tono de las diferentes épocas: momentos de liderazgo, periodos más átonos, ocasiones con menos recursos por las crisis económicas... En general del CFR ha sabido orientar su trabajo de acuerdo con cada circunstancia. Es normal que tratándose de un libro pagado por la propia institución, como celebración de su larga vida, no sea especialmente crítico con ningún episodio del pasado que pueda empañar su fama; también debe aceptarse que de la presidencia de Haass, en la que este lleva veinte años, no se mencionen sombras. En cualquier caso, prueba de que el CFR no ha hecho las cosas muy mal para los intereses de Estados Unidos es que, en un entorno de ‘think-tanks’ especialmente competitivo, siga obteniendo importante financiación del sector privado para su trabajo.