Brasil prioriza reducir su dependencia exterior de fertilizantes

Brasil prioriza reducir su dependencia exterior de fertilizantes

ANÁLISIS

08 | 12 | 2023

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El mayor importador del mundo quiere evitar otro impacto negativo en el precio de los nutrientes agrícolas provocado por la disrupción del comercio

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Cultivo de caña de azúcar para producir biocombustible, en la estación experimental GranBio, en el estado brasileño de Alagoas [Marcus Carmoq]

Brasil es la mayor potencia económica de Sudamérica, con el mayor PIB regional. Su empuje económico se debe en parte a la importancia de su agronegocio, sector en el que siempre ha destacado por su alta productividad: Brasil es el cuarto mayor productor agrícola del mundo. Esto no solo le proporciona una significativa fuente de ingresos –para este 2023 se espera que la producción brasileña ascienda a los 234.000 millones de dólares–, sino que supone una gran generación de empleo, con un total de 28,3 millones de puestos de trabajo. Así, el agronegocio representa una cuarta parte del PIB (en 2022 supuso el 25% y se prevé que su peso seguirá creciendo).

Pese a ser considerable en términos numéricos, el agronegocio precisa de la importación de ciertos activos esenciales para garantizar su actividad productiva. Así, Brasil es el cuarto mayor consumidor de fertilizantes del mundo, representando el 8% del consumo total mundial de fertilizantes. Se trata de sustancias de las que es primer importador mundial, con una cuota del mercado internacional que en 2021 fue del 16,9%; en 2022 el país importó una cantidad total de 34,6 millones de toneladas aproximadamente.

Dentro del amplio campo que suponen los fertilizantes, los más significativos, en términos de importación, son los que contienen los macronutrientes NPK (nitrógeno, fósforo y potasio), responsables de proveer a las plantaciones los nutrientes necesarios para su crecimiento adecuado.

La falta de producción nacional de fertilizantes ha hecho que el Gobierno brasileño venga centrando sus esfuerzos en la seguridad y la asequibilidad del abastecimiento del insumo. Sin embargo, no ha sido hasta recientemente, con la pandemia de Covid-19 y la guerra de Ucrania, que el gobierno se ha visto verdaderamente incentivado para tratar de paliar la situación mediante el desarrollo del Plan Nacional de Fertilizantes (PNF).

Este análisis pretende mostrar los efectos que han tenido recientemente las importaciones de fertilizantes en la situación macroeconómica del país, como en la cadena productiva de los cultivos. También expone la estrategia que está siguiendo el gobierno nacional para superar este estrago, en aras de suplir el consumo de fertilizantes en alza, mediante la promoción de la industria química nacional.

La dependencia ante las recientes disrupciones internacionales

Brasil depende en un 80% de importaciones de fertilizantes del extranjero. Dentro de este porcentaje, la dependencia varía en función del componente: un 95% respecto al cloruro de potasio, un 80% respecto a los nitratos y un 60% respecto a los fosfatos. De ellos, el producto más demandado es el cloruro potásico (38% del consumo brasileño de fertilizantes), seguido del fosfato (33%) y del nitrato (29%). Es remarcable que el fertilizante de mayor uso es el que más depende de la importación.

Debe admitirse que, frente a ambas crisis internacionales –la pandemia, primero, y la guerra de Ucrania, después–, Brasil ha mostrado cierta resiliencia en asegurarse el abastecimiento, pero no ha podido evitar la fuerte subida de precios motivada por esa coyuntura global. El aumento del precio global de los hidrocarburos incrementó el coste de la extracción de los minerales (fosfato y potasio), la fabricación (fertilizantes nitrogenados) y el transporte, y la guerra dificultó el acceso a un suministro en el que Rusia tiene un gran peso. Eso se tradujo en un aumento del precio del fertilizante y, a su vez, de los productos cultivados, elevando la presión inflacionaria en el país (la inflación de Brasil fue del 8.3% en 2021 y del 9,3% en 2022).

En la producción internacional de fertilizantes participan distintos países, pero Rusia y Bielorrusia sobresalen como dos de los mayores productores. La paralización global del comercio exterior con Rusia y la imposición de sanciones económicas internacionales a ese país propiciaron que asegurar el abastecimiento (tanto disponibilidad como asequibilidad) se convirtiera en un asunto de máxima necesidad. Dicha situación ha traído consigo un esfuerzo por parte de los países consumidores en diversificar los proveedores. Más cuando la demanda de fertilizantes brasileña está en alza, ya que se prevé que continúe expandiéndose la superficie de tierra dedicada al cultivo. En este sentido, se espera que la demanda de fertilizantes aumente hasta un 20% de aquí a 2030.

En los próximos años, países como Canadá, Alemania e Israel tendrán aún más presencia en el suministro de fertilizantes a Brasil. Por ahora, pese al giro diversificador del Gobierno, en 2022 Rusia siguió siendo su principal socio en el suministro de fertilizantes (22,7% sobre el total importado), seguido de Canadá (15%) y China (9,6%).

El peso de las importaciones de Rusia y Bielorrusia es sobre todo en cuanto al cloruro de potasio (el fertilizante más importado por Brasil); en la de nitrato el protagonismo es de China, el mayor productor mundial, mientras que en la de fosfato se trata de China, Marruecos y Estados Unidos, también líderes en la producción.

No obstante, las importaciones de cloruro potásico que Brasil hace desde Canadá han conseguido sobrepasar a las de Rusia y Bielorrusia en 2021, 2022 y 2023. Sin embargo, pese a que Canadá es líder mundial en la producción del insumo, su posición en el mercado brasileño no es tan dominante, pues Brasil importa de Canadá casi tanto como de Rusia (un 35% y un 34% respectivamente).

El coste de la subida de precio de los fertilizantes

En general, los fertilizantes representan entre el 30% y el 35% de los costes totales de una plantación. Por eso el aumento del coste de los fertilizantes tiene un impacto tan alto en el precio final de los productos cultivados. En la cosecha 2021-2022, Brasil desembolsó un total de 3.500 millones de dólares adicionalespara la adquisición de sus fertilizantes. El precio por tonelada de fertilizante ascendió un 63,14% respecto a 2021, llegando a costar 649 millones de dólares por tonelada.

A nivel macroeconómico, una de las principales consecuencias ha sido el incremento del déficit en la balanza comercial brasileña tanto en 2021 como en 2022. En 2023 se ha empezado a reducir el déficit comercial, en parte por la disminución en el valor total de las importaciones de fertilizantes. Por otro lado, la subida de precios, promovida por el incremento del coste de producción, ha contribuido a aumentar las presiones inflacionarias del país en 2021 y 2022. El descenso significativo de la inflación que se constata este 2023 se debe, en parte, a la reducción del precio de los productos agrícolas.

Esta evolución del precio, primero en pronunciado incremento, y luego en descenso se manifiesta en el coste de las importaciones. En 2022, a pesar de registrarse un menor volumen de importaciones de fertilizantes, su valor fue superior al de 2021. En el caso de 2023, con datos del año aún por cerrar, es bastante probable al menos una notoria reducción en el valor de importaciones respecto a 2022, debido al actual descenso mundial en los precios de los fertilizantes. El ‘índice global de fertilizantes’ apunta a que los precios experimentan una tendencia decreciente respecto a 2022, debido al descenso generalizado tanto de los precios del gas natural como del petróleo (utilizados para la extracción y el transporte del fertilizante). De enero a octubre de este 2023, los precios descendieron a una media de 0,40 euros/kg, un valor 30,50% menor al mismo periodo de 2022.

En lo que refiere al impacto en el producto final, en general el precio de los productos agrícolas aumentó significativamente en todos los tipos de plantación de 2020 a 2022 y ha disminuido de 2022 a 2023. Hay otros factores ajenos al aumento del coste de los fertilizantes que afectaron al encarecimiento, como han sido las condiciones meteorológicas (la notable ola de calor de los últimos meses probablemente tendrá su incidencia). Pero es evidente que en 2023 el precio de la mayoría de los productos agrícolas que requieren fertilizantes NPK se ha visto reducido, excepto en el caso de la caña de azúcar.

Acciones emprendidas por el Gobierno

La demanda de fertilizantes brasileña va a seguir creciendo hasta llegar los 45,2 millones de toneladas en 2023, un aumento respecto a los 41,1 millones que representaron la demanda total en el 2022. Los 80 millones de hectáreas brasileñas de tierra cultivable es pobre en nutrientes y carece prácticamente de fertilidad, de ahí que demanden una alta cantidad del insumo. La elevada necesidad de importar fertilizantes, junto con ambas crisis internacionales, han avivado la búsqueda de soluciones reales y efectivas por parte del Gobierno para la mitigación de tan alta dependencia. Por ello en 2022 Brasil desarrolló el PNF, con la finalidad de incentivar la producción nacional de fertilizantes en los próximos 28 años. Ya en 2022, el país produjo un total de 7,5 millones de toneladas de NPK; entre enero y agosto de 2023 la producción fue de 4,37 millones de toneladas, por lo que se espera que el año cierre con un incremento. Para 2050 se contempla una producción de NPK de 25 millones de toneladas, lo que supondría el abastecimiento del 55% del consumo total de fertilizantes. El estado brasileño, en busca de financiación, será el promotor del desarrollo de la producción nacional.

Con ese objetivo, se han programado inversiones entre 2022 y 2026 de 5.750 millones de dólares para proyectos mineros, esenciales para obtener fósforo y potasio.  De hecho, el país cuenta con la octava mayor reserva de potasio del mundo, situada en el Amazonas, si bien su explotación puede dar lugar a conflictos medioambientales. La producción nacional de nitrógeno, en cambio, presenta dificultades en relación a la materia prima utilizada para su extracción y fabricación; el gas natural, por ello, sale más rentable importarlo.

Se prevé que empiecen a despuntar nuevas alianzas en el sector, como un acuerdo con Bolivia para la producción de fertilizantes. Bolivia cuenta con las materias primas necesarias (fertilizantes minerales P y K) y Brasil, en concreto la empresa Embrapa, pretende poner al alcance la tecnología para la producción.

Conclusión

Como se ha expuesto, las disrupciones en la cadena de fertilizantes influencian no solo al sector alimentario sino a la propia economía del país. Garantizar la seguridad en el abastecimiento y la asequibilidad de estos insumos, no solo implica el afianzamiento del funcionamiento del agronegocio brasileño, sino el bienestar de la economía en general.

Actualmente, gracias a la bajada mundial del precio del gas natural, a la gran labor de diversificación del país y a la incentivación de la producción nacional, se ha conseguido reducir el coste de producción agrícola, lo que ha tenido un impacto positivo en el agronegocio.

Dado que la demanda de fertilizantes brasileña se espera que siga creciendo, se prevé una importante mejoría en la producción nacional de fertilizantes nacional gracias al desarrollo gubernamental del PNF. Esto tendrá una incidencia positiva en la reducción de la dependencia externa. Si es verdad que otros proveedores distintos a Rusia o Bielorrusia jugarán un papel cada vez más importante, el país no desea depender a tan gran escala de la importación del insumo, a riesgo de volver a tener que lidiar con una subida de precios de tal envergadura. No obstante, destaca la gran resiliencia que ha mostrado el agronegocio ante las disrupciones producidas tanto por el Covid-19 como por la guerra de Ucrania.