San Josemaría Escrivá en 1946-1975
La expansión internacional y la aprobación pontificia
El fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 iba a permitir la expansión internacional del Opus Dei. Con todo, durante el conflicto algunos jóvenes del Opus Dei la habían iniciado ya, aunque limitadamente, en Portugal e Italia. Esa expansión requería pasar del régimen diocesano al pontificio. Por eso, san Josemaría se trasladó a Roma en 1946, fijando allí su residencia hasta el final de sus días. En 1947 y 1950 Pío XII otorgó al Opus Dei las oportunas aprobaciones canónicas. Esto facilitó su difusión universal. Además, permitió que personas casadas pudieran ser miembros del Opus Dei y que sacerdotes incardinados en diócesis pudieran incorporarse a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, respetando plenamente la dependencia del propio obispo. En 1982, ya fallecido el fundador, pero siguiendo un camino jurídico que él había preparado y deseado durante muchos años, el Opus Dei fue erigido por Juan Pablo II como Prelatura personal. La institución alcanzaba una configuración jurídica acomodada a la realidad de su espíritu y de su actividad.
A lo largo de sus prolongados años romanos –desde 1946 a 1975–, san Josemaría estimuló y guió la difusión mundial del Opus Dei. Se esforzó para que todos los fieles del Opus Dei, hombres y mujeres, recibiesen una sólida formación doctrinal, ascética y apostólica, que les permitiera santificar sus diversas profesiones y difundir, desde dentro de los más variados ambientes, el mensaje cristiano. La expansión internacional del Opus Dei fue muy rápida. En 1946 se extiende a Gran Bretaña, Irlanda y Francia y, en años sucesivos, a la mayoría de los países de Europa Occidental. En 1948 comienza la labor en México y en Estados Unidos, y poco después en gran parte del resto de las naciones americanas. A finales de la década de 1950 y comienzos de la de 1960 se inicia la presencia estable en Asia, en Oceanía y en África: Japón, Kenya, Filipinas. A la muerte de su fundador, el Opus Dei contaba con más de 60.000 miembros de 80 nacionalidades y de las más variadas profesiones y condiciones sociales. Numerosas personas se habían acercado a la fe católica o madurado en su vida cristiana, surgiendo multitud de iniciativas apostólicas docentes, benéficas o asistenciales, entre las que se cuenta la Universidad de Navarra (España), de la que san Josemaría fue el primer Gran Canciller.
La formación de los fieles del Opus Dei
La creación en Roma, en 1948 y 1953, de dos centros de formación, uno para hombres y otro para mujeres (los Colegios Romanos de la Santa Cruz y de Santa María) hizo posible la llegada a Roma de fieles de la Prelatura de todos los países, para periodos más intensos de formación. Muchos fieles del Opus Dei pudieron así conocer de modo directo a san Josemaría, al igual que otras muchas personas, que acudieron a Roma. Nombrado Monseñor, Prelado de Honor de Su Santidad, en 1947, san Josemaría fue Consultor de la Comisión Pontificia para la interpretación auténtica del Código de Derecho Canónico y de la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades, así como Académico ad honorem de la Pontificia Academia Romana de Teología.
Los años del Concilio Vaticano II
Juan XXIII anunció en 1959 la convocatoria del Concilio Vaticano II, que se celebró entre 1962 y 1965. San Josemaría acompañó con intensidad, con ilusión en los momentos florecientes y con preocupación en los momentos de tensión –que no faltaron–, tanto la celebración de las sesiones conciliares, como la posterior puesta en práctica de los diversos documentos aprobados y los procesos de renovación y de cambio que la acompañaron.
La difusión del Opus Dei atrajo la atención hacia su fundador en ambientes cristianos, en la sociedad y en algunos medios de comunicación. Desde 1966 diversos periodistas de Francia, Estados Unidos, España e Italia le solicitaron entrevistas. Se trató en todos los casos de entrevistas amplias, que san Josemaría contestó con detenimiento. Esas entrevistas y una homilía pronunciada en 1967 se publicaron en otra de sus obras: Conversaciones con Mons. Escrivá de Balaguer (1968). Por esos mismos años, san Josemaría seleccionó, revisó y publicó los textos de algunas meditaciones y homilías que había predicado. Ese es el origen de dos nuevos libros: Es Cristo que pasa, aparecido en 1973, y Amigos de Dios, publicado póstumo (1977) pero con textos ya preparados por el autor. Un origen análogo tienen otras obras publicadas también poco después de su fallecimiento: Via Crucis (1981), Surco (1986) y Forja (1987).
Las catequesis por diversos países
A lo largo de toda su vida, san Josemaría había concebido su actividad como una gran catequesis. En ese sentido, muy unido al magisterio de Juan XXIII y Pablo VI, los pontífices que ocuparon la sede romana durante esos años, y deseando que el Concilio recién celebrado proclamara la vitalidad y la riqueza de la palabra de Dios, san Josemaría desarrolló durante el último periodo de su vida una intensa labor catequética. Recibía en Roma muchas visitas y realizó amplios viajes de catequesis por Europa y América (1970, 1972, 1974, 1975), donde se reunió con millares de personas. En esos encuentros transmitía con vibración palabras de amor a Dios, a Cristo, a la Virgen y a la Iglesia.
Muerte y canonización
El 26 de junio de 1975 entregó su alma a Dios. Cayó desplomado como consecuencia de un ataque repentino, al entrar en la habitación donde habitualmente trabajaba. Falleció con la misma sencillez que había caracterizado toda su existencia. La fama de sus virtudes heroicas se extendió pronto por todo el mundo. Desde entonces, son innumerables las personas que han acudido a su intercesión en petición de favores, materiales y espirituales. El 12 de mayo de 1981 se inició en Roma su Causa de Beatificación y Canonización. Después del estudio riguroso de su vida y sus escritos, y de la prueba de un milagro obrado por su intercesión, Juan Pablo II lo beatificó el 17 de mayo de 1992 en Roma, ante una muchedumbre que llenaba la plaza de San Pedro. Después de ser aprobado un nuevo milagro, fue canonizado por el Papa el 6 de octubre de 2002, ante una multitud que superaba a la anterior, y que por sí misma era elocuente de la amplitud y universalidad de la devoción a san Josemaría. Y, sobre todo, manifestaba el eco de su predicación de la llamada universal a la santidad en todos los ambientes y en todas las latitudes.
Igualmente, se han iniciado en distintas diócesis de todo el mundo (Coira (Suiza), Valladolid, Washington, Pamplona, Ciudad de Guatemala, Barcelona y Madrid) los procesos de canonización de 8 hombres y 6 mujeres del Opus Dei. Quien fuera su más estrecho colaborador y primer sucesor, Álvaro del Portillo, fue beatificado en septiembre de 2014.