José Alejandro Lora
Diálogos de una puerta
Proyecto Fin de Carrera Máster Universitario en Arquitectura
Universidad de Navarra
Tutor: Eduardo Escauriaza
A mediados de la carrera encontré una herramienta que actualmente me acompaña y seguramente me acompañará hasta el último encargo. Una herramienta que no se sujeta, pero se mantiene, herramienta que permite experimentar, errar, e intentar corregir. El diálogo.
DIÁLOGOS DE UNA PUERTA
Esta vez tuve la oportunidad de dialogar con una Puerta, no cualquier puerta sino la primera de Madrid; la cual ha sido víctima del paso de los años, incluso hasta llegar al olvido de la población que en algún momento recibió.
Se cuenta que en sus días (Siglo IX) la Puerta de la Vega era el principal punto de acceso a la ciudad amurallada fundada por Muhammad I. Situada en el extremo sur de la cornisa de Madrid daba la bienvenida a los viajeros del oeste, facilitando la entrada gracias a su gentil pendiente (pendiente que actualmente lleva el mismo nombre). Con el paso del tiempo, Madrid ha dado la espalda a la importancia de esta puerta, invadiendo, destruyendo y olvidando.
La memoria de la Cuesta de la Vega de alguna manera sigue presente, esperando su turno de ser recordada.
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El diálogo comienza con la ciudad, donde se hace evidente la omisión. La Cuesta de la Vega ha cambiado de papeles. En su momento era inicio y ahora es percibida como final de una de las calles más importantes de la ciudad, La calle Mayor. El planeamiento urbano enfocado a viales rodados ha sido el principal culpable, dando prioridad a rampas que permitan el acceso de vehículos al centro de Madrid. También el crecimiento desmesurado de la ciudad ha tenido efecto, ocupando parte de la parcela para la construcción de 3 bloques de vivienda. Los cuales dejan una cruda medianera expuesta en uno de los bordes más icónicos de Madrid.
Es aquí donde la memoria pide a gritos ser re-dignificada, impensable que los restos de la primera muralla ahora formen parte de un cuarto de basuras de un bloque de vivienda. Una pena que la puerta principal de la ciudad ahora no es más que un aparcamiento en pendiente.
La intervención urbana busca trascender lo físico, buscando recuperar el sentimiento de “llegar”. Subir desde el valle de los manzanares hasta el “Promontorio Real” es un recorrido que todo madrileño y visitante deberían experimentar. Trazar un camino peatonal que una a Madrid-Monumental con Madrid-Río abre una nueva oportunidad de conocer la ciudad de manera humana, andando.
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Es turno de entablar conversación con el entorno próximo, definiendo alcances y reglas de proyecto. Un “edificio” que desde inicio era consciente que debía de pertenecer a dos mundos, es decir, responder a dos escalas. Una escala lejana, al poder ser percibido como parte del “promontorio real” y otra escala más próxima, o escala humana.
Con respecto a la escala lejana: ¿Participación o Silencio? Es verdad que todo arquitecto desearía formar parte del conjunto monumental de edificios de una ciudad como Madrid, pero se asume que el proyecto no cuenta con tal nobleza. Esta reflexión conlleva a una volumetría que debe de pasar casi desapercibida a la distancia. Descubriendo a la cornisa un edificio con suficiente peso histórico como es el Palacio de los Consejos.
En relación con la escala humana, se toma la decisión de “desenterrar” la muralla árabe, pieza fundamental a exponer dentro del centro de interpretación. Al eliminar del solar los 3 bloques de vivienda nace la preocupación de una memoria volumétrica, ¿Qué pensaría un madrileño si ya no existiera nada en su sitio? Por lo que se proyecta una arquitectura que a escala cercana se manifiesta, una volumetría con geometría rotunda, que huye de todo capricho formal contemporáneo.
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Por último, el diálogo llega a una conclusión; el detalle.
El material con el que la arquitectura de Madrid se comunica es el granito. Lo puedes encontrar en todas las aceras, en los basamentos de sus edificios, en toda la ciudad. La materialidad en esta intervención busca reinterpretar lo existente, ejecutándose con un hormigón pigmentado que emplea áridos para hacer referencia a esta piedra.
En su interior, el edificio debe mediar la interacción de dos momentos. El primero que encierra a las piezas arqueológicas a exponer, donde debe existir una empatía temporal que se materialice en un silencio tecnológico. El segundo momento es hoy, con una situación global que exige ciertas soluciones tecnológicas que ayuden a combatir el cambio climático.
Se busca una solución que responda a los momentos previamente expuestos, dignificando cada uno de ellos con una resolución material distinta que pueda armonizar en el mismo recinto.