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Los Porteños es una periferia rural de La Plata que en el pasado fue una colonia de portugueses y japoneses mayoritariamente dedicados a la producción intensiva de flores para exportación, industria que hoy sigue activa y que hace de ella la principal zona productora de flores de Argentina. Este rasgo influyó en la toma de decisiones del proyecto, abarcando desde lo tecnológico a lo ambiental. 

De igual manera, la coyuntura del momento (crisis de 2001) impuso la condición de llevar inicialmente a cabo una construcción de 110m2 que, diez años después, se completaría con la adición de 120m2 . La construcción de esta extensión no debía afectar la dinámica del día a día doméstico. Sita al fondo de un terreno de 5.000m2 , se genera un recorrido desde la calle hasta el área de ingreso en el sector sur para así percibir la vivienda en toda su dimensión desde el acceso al predio. Se prioriza la sencillez compositiva, recuperando la escala doméstica en una composición en L que abrace un sector exterior que suavice la escala del predio. La galería principal acompaña las estancias más públicas para ponerlas en relación con el paisaje y suavizar la penetración de luz solar estival. La articulación entre cubierta y mampuestos en dormitorios se resuelve con carpinterías continuas, lo que permite capturar la particular luz de estas latitudes. En su lado sur la casa se muestra ciega, quedando situado en un pliegue el ingreso a ésta. En este punto, una puerta de multilaminado fenólico moldeado y una escultura, obra de Mario Casas, concentran la atención. En su materialización, la vivienda muestra el uso de una sola sección de perfil galvanizado para conformar toda la estructura, al modo de un gran galpón con cubierta metálica, que es completada por muros perimetrales horadados en puntos claves.