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Conexión eléctrica entre Ceuta y la Península: un asunto de seguridad energética y medioambiental

Vista satelital de la península Ibérica y el norte de África de noche [NASA]

El trazado de un cable submarino para la transmisión eléctrica a la plaza española lleva parado desde 2016

El trazado de un cable submarino para la transmisión eléctrica a la plaza española lleva parado desde 2016

El proyecto de interconexión eléctrica entre Ceuta y la Península, de la Red Eléctrica Española, lleva ya cinco años de retraso. Su ejecución debe ser una prioridad para integrar a la ciudad autónoma en los trazados futuros de conexión Europa-África.

ARTÍCULO /  Ignacio Urbasos Arbeloa

En el año 1997 se terminó la interconexión eléctrica submarina entre Tarifa y Punta Fardioua en Marruecos. Esta nueva conexión se unía al gasoducto inaugurado en 1996 que cruzaba Marruecos desde Argelia hasta España y Portugal, forjando una alianza energética hispano-marroquí que permitiría el desarrollo económico y la seguridad en el suministro energético de ambos socios. Esta infraestructura, con una capacidad de 700 MW, era capaz de suministrar a Marruecos cerca del 50% de sus necesidades eléctricas anuales. Se trataba de un enlace estratégico para el país del Magreb que experimentó un crecimiento de la demanda eléctrica del 5,8% anual durante la década de 1990. En 2006 esta interconexión dobló su capacidad hasta 1,4 GW, siendo la primera interconexión internacional entre dos continentes del mundo en alcanzar estas dimensiones. A pesar de las recientes fricciones entre España y Marruecos por la inmigración ilegal, los acuerdos pesqueros y sobre todo el incidente de Perejil, el recién llegado ejecutivo socialista liderado por José Luis Rodríguez Zapatero apostaba con estrechar lazos entre ambas orillas del Estrecho, continuando con la interconexión energética. Si bien en un comienzo el cable submarino se utilizaba principalmente para la exportación de electricidad desde España, en los últimos años los intercambios bilaterales han ido equilibrándose, resultado de la estrategia marroquí de autonomía energética.

Desde Ceuta, el trazado del cable submarino siempre ha sido considerado como una oportunidad histórica perdida. La ciudad autónoma produce electricidad a partir de antiguos generadores de diésel, que aparte de ineficientes y caros, cuentan con altos niveles de emisiones de partículas en el aire y gases de efecto invernadero. La ciudad ceutí es la única región de España sin producir electricidad renovable, situación con escaso margen de mejora teniendo en cuenta la escasez de espacio para su desarrollo. Desde Red Eléctrica Española ya existe un plan para desarrollar un cable submarino entre La Línea (Cádiz) y Ceuta, el cual ha encontrado oposición de grupos ecologistas gaditanos y el propio alcalde de la zona, lo que ha obligado a retrasar su instalación desde 2016 hasta la actualidad. La CNMC otorgó en febrero de 2021 a petición de Red Eléctrica Española el carácter de proyecto singular a esta interconexión, lo que debería facilitar el comienzo de la instalación que ya plantea trazados alternativos para alcanzar el necesario consenso social. El cable submarino contará con una rápida amortización, ya que eliminará los costes asociados al sistema eléctrico aislado ceutí, y permitirá reducir las emisiones de carbono de esta Ciudad, en línea con la Estrategia Climática de España, que ambiciona con alcanzar las cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050. El cable se unirá a otras infraestructuras de interconexión similares en España, como las existentes entre el sistema eléctrico balear y la Península o el cable submarino que une el Golfo de Vizcaya con la región francesa de Aquitania.

El cable también permitirá diversificar las futuras interconexiones entre España y Marruecos, las cuales deberán crecer conforme Marruecos incremente la cantidad de energías renovables en su mix eléctrico. Marruecos, que cuenta con una ambiciosa estrategia de descarbonización, apuesta por el desarrollo de energías renovables como motor del futuro crecimiento económico nacional y como palanca para garantizar su liderazgo regional. Marruecos ya cuenta con interconexiones con Argelia de 1,2 GW, y está planteando una línea de conexión con Portugal y Mauritania.

En cualquier caso, está claro que España es un socio necesariamente vital para el proyecto verde marroquí, que pretende exportar tanto electricidad como hidrógeno renovable en el futuro a la Unión Europea. La posición de España como puente energético necesario debe servir como argumento de fuerza en las negociaciones bilaterales. En este sentido, Ceuta debería convertirse en un punto estratégico de las futuras ampliaciones en la interconexión eléctrica a ambos lados del estrecho. La estrategia marroquí de presión implícita en Ceuta y Melilla cerrando el comercio transfronterizo o permitiendo el cruce de inmigrante ilegales es un movimiento que cumple claramente con la definición de una ofensiva en la zona gris. La dinastía alauita lleva décadas, concretamente desde su independencia en 1956, haciendo público y palpable su anhelo tradicional e interés estratégico que para ellos tienen los dos únicos territorios no insulares con los que España cuenta en el Norte de África. Conectar el sistema eléctrico peninsular con Ceuta debe ser considerado como un proyecto estratégico en beneficio de la seguridad energética nacional, la reducción de gases de efecto invernadero y la mejora de la calidad del aire. Además, plantear Ceuta como un punto de paso necesario en las futuras interconexiones eléctricas entre África y Europa ofrecería a España capacidad de disuasión y negociación frente a un Marruecos que no duda en emplear la presión directa sobre las ciudades de Ceuta y Melilla para alcanzar sus objetivos en las relaciones bilaterales España-Marruecos.

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