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El naciente reino inglés se consolidó en oposición al poder al otro lado del Canal de la Mancha, dando lugar a un particularismo hoy especialmente vivo

Sin ya marcha atrás, una vez consumado el Bréxit, Inglaterra busca establecer una nueva relación con sus vecinos europeos. Su marcha no ha sido secundada por ningún otro país, con lo que Londres tiene que entenderse con una Unión Europea que se mantiene como bloque. A pesar del dramatismo con que muchos europeos han acogido el adiós británico, estamos ante un capítulo más de la compleja relación que una gran isla tiene con el continente al que está próxima. Isla y continente siguen donde la geografía les ha colocado –a una distancia de particular valor–  y posiblemente reproducirán vicisitudes ya vistas a lo largo de su mutua Historia.

Fragmento del tapiz de Bayeux, que ilustra la batalla de Hastings de 1066

ARTÍCULO  María José Beltramo

El resultado del referéndum de 2016 sobre el Bréxit pudo sorprender, como sin duda ha sorprendido el abrupto modo con que finalmente el Reino Unido abandonó de modo efectivo la Unión Europea el 31 de diciembre de 2020. No obstante, lo que hemos visto no es tan ajeno a la historia de la relación de los británicos con el resto de Europa. Si nos retrotraemos siglos atrás podemos ver un patrón geopolítico que se ha repetido otras veces, y también en la actualidad, sin por ello tener que hablar de determinismo.

Aunque cabe mencionar algunos momentos previos en la relación de la insular Britania con el continente junto al que se encuentra, como por ejemplo el periodo de romanización, la gestación del patrón que al mismo tiempo combina vinculación y distanciamiento, o incluso rechazo, podemos quizá situarla a comienzos del segundo milenio, cuando a partir de invasiones normandas que cruzan el Canal de la Mancha el naciente reino de Inglaterra se consolida precisamente frente al poder de la otra orilla.

Inglaterra en época normanda

Normandía adquirió entidad política en el norte de Francia cuando en 911, tras invasiones vikingas, el jefe normando Rolón llegó a un acuerdo con el rey franco que le garantizaba el territorio a cambio de su defensa[1]. Normandía se convirtió en ducado y fue adoptando el sistema feudal franco, facilitando la paulatina integración de ambos pueblos. Esa intensa relación acabaría suponiendo la plena incorporación de Normandía en el reino de Francia en 1204.

Antes de la progresiva disolución normanda, sin embargo, el pueblo escandinavo asentado en esa parte del norte francés llevó su particular carácter y capacidad organizativa, que aseguró su independencia durante varios siglos, al otro lado del Canal de la Mancha.

La relación normando-inglesa comenzó en 1066 con la batalla de Hastings, en una invasión que llevó al duque de Normandía, Guillermo el Conquistador, a ser coronado en Londres como rey de Inglaterra. La llegada de los normandos tuvo diversas consecuencias. Desde el punto de vista político, introdujeron las islas en las relaciones europeas del momento y adecuaron el feudalismo inglés al normando, mezcla que sentaría las bases del futuro parlamentarismo inglés. En cuanto a la economía, los normandos demostraron su capacidad organizativa escandinava en la reorganización de las actividades productivas. En sus diferentes conquistas, los normandos supieron aprovechar lo mejor de cada sistema y adaptarlo a su cultura y necesidades, y así ocurrió en Inglaterra, donde desarrollaron una idiosincrasia particular.

A partir de esta toma de contacto con el continente, Inglaterra comenzó a consolidarse como monarquía sin dejar su vinculación con el ducado de Normandía. No obstante, con su fortalecimiento a partir de la caída de los Plantagenet en Francia, Inglaterra tomó el impulso que le faltaba para terminar por conformarse como un reino independiente, del todo separado del continente, desvinculado de una Normandía con un linaje débil y en estado crítico. De hecho, que el reino de Francia absorbiera el ducado normando facilitó el desarrollo y consolidación de la monarquía inglesa como una entidad independiente y fuerte[2].

La separación respecto al continente europeo nos remite al análisis que hace Ortega y Gasset sobre la decadencia europea y la crisis moral que atraviesa[3]. Las potencias continentales, al estar en una situación de continuidad geográfica, y por tanto en mayor contacto, son más propensas a contagiar su situación entre sí y a ser dominadas por otra potencia mayor. Inglaterra, una vez roto el puente de los vínculos feudales que la conectaba con el resto de Europa, no encuentra dificultad para tomar distancia cuando lo considera oportuno, siempre en beneficio de sus intereses, algo que vemos repetido varias veces a lo largo de su historia. Esto es especialmente manifiesto en las vicisitudes que jalonan la relación del Reino Unido con el continente a lo largo de las décadas finales del segundo milenio.

La situación inglesa desde 1945

La Segunda Guerra Mundial debilitó enormemente a Reino Unido, no solo económicamente, sino también como imperio. En el proceso de descolonización posterior, Londres perdió posesiones en Asia y África; además el conflicto del canal de Suez confirmó su declive como protagonista imprescindible, precisamente a manos de quien le había sustituido como primera potencia mundial, Estados Unidos. La confrontación de posguerra con la Unión Soviética y la presencia estadounidense en Europa hizo que la relación trasatlántica ya no se basara en vínculo preferencial que Washington tenía con Inglaterra, por lo que el papel de los ingleses también menguó[4].

En 1957 Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo crearon la Comunidad Económica Europea (CEE). El conservador Harold MacMillan, primer ministro británico entre 1957 y 1963, rechazó sumar el Reino Unido a la iniciativa, pero consciente de la necesidad de revitalizar la economía británica y “la dificultad de mantener una política ajena a los interese europeos”, propició la constitución en 1959 de la EFTA (European Free Trade Asociation) junto a Suecia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Austria y Portugal.

El Mercado Común resultó ser todo un éxito y en 1963 el Reino Unido se planteó entrar en él, pero la Francia de De Gaulle le cerró el paso. Los ingleses volvieron en 1966 a presentar su solicitud, pero fue rechazada de nuevo por De Gaulle. La concepción de Europa del general francés no incluía el bloque atlántico, seguía pensando en construir Europa sobre un eje franco-alemán.

En la década de los 1970 hubo un viraje direccional en la política europea. Los conservadores británicos ganaron las elecciones de 1970 y en 1973 su país ingresó en la CEE. La crisis económica internacional, especialmente complicada en el Reino Unido, hizo que los laboristas, de nuevo en el poder, plantearan una revisión de las condiciones de adhesión y que el premier Harold Wilson convocara un referéndum en 1975: 17 millones de británicos defendieron quedarse (el 67% de los votantes) frente a solo 8 millones que reclamaron un primer Brexit.

No obstante, cuando en 1979 se puso en marcha el Sistema Monetario Europeo (SME) para equiparar las monedas y conseguir la “convergencia económica”, el Reino Unido decidió no unirse a ese acuerdo voluntario. Europa estaba registrando un auge económico paulatino, pero la economía inglesa no seguía el mismo ritmo, lo que en parte llevó a las elecciones anticipadas de 1979. En ellas vencieron los conservadores con Margaret Thatcher, quien se mantuvo en Downing Street hasta 1990. La revolución Thatcher “marcó la vía de salida a la crisis de los años setenta”. En 1984, Londres disminuyó su contribución a los fondos comunitarios y Thatcher, muy reticente los presupuestos comunitarios y otros procedimientos que reducían la soberanía nacional, solicitó nuevamente una revisión de los acuerdos.

En 1985 se firmaron los Acuerdos de Schengen (la apertura de fronteras entre determinados países generando una especie de segunda frontera mucho más amplia), que entraron en vigor diez años más tarde. Nuevamente, Reino Unido se mantuvo al margen. Como también ocurrió con relación al euro, cuando la moneda única se hizo efectiva en 2002, manteniendo hasta hoy la libra esterlina.

La inmigración desde los países del centro y este de Europa, tras la ampliación de la UE de 2004, admitida por el laborista Tony Blair, y la aceleración de los mecanismos de armonización financiera a raíz de la crisis de 2008-2011, afrontada con desagrado por el conservador David Cameron, aportaron argumentos para el discurso contrario a la UE en el Reino Unido. Esto supuso el auge del antieuropeo UKIP y la asunción de sus postulados luego por amplios sectores tories, amalgamados finalmente por la controvertida personalidad de Boris Johnson.

En una entrevista con la BBC Johnson se refería en 2016 a muchos de los argumentos utilizados en favor del Bréxit, como la visión dialéctica que tiene el Reino Unido sobre su relación con el continente o el miedo a la pérdida de soberanía y a la disolución del perfil propio en el magma europeo. El premier volvió a esas ideas en su mensaje a los británicos cuando el país se disponía a comenzar su último año en la UE. Sus palabras eran en cierta forma el eco de un tira y afloja de siglos.

Patrones que se repiten

Como hemos podido constatar Inglaterra ha mantenido siempre un ritmo propio. Su separación geográfica del continente –a suficiente distancia como para poder preservar una dinámica particular, pero también suficientemente cerca como para temer una amenaza, que en ocasiones resultó efectiva– fue determinando el carácter identitario, marcadamente insular, de los británicos y su actitud frente al resto de Europa.

Nos hallamos ante una potencia que a lo largo de la Historia ha buscado siempre mantener su soberanía nacional a toda costa y cuyo imperativo geopolítico se ha concretado en evitar que el continente fuera dominado por una gran potencia rival (la percepción, durante la gestión de la crisis de 2008, de que Alemania volvía a ejercer cierta hegemonía en Europa pudo alimentar el Bréxit).

Quizá en el periodo medieval no podamos vincular esto con una estrategia política meditada, pero sí de manera involuntaria y circunstancial vemos cómo desde un primer momento se dan ciertas condiciones que propician el distanciamiento de la isla del continente, aunque sin perder el contacto de manera radical. En la historia más reciente observamos esta misma actitud distante, esta vez premeditada, con la que se persiguen intereses enfocados en la búsqueda de la prosperidad económica y el mantenimiento tanto de su influencia global como de su soberanía nacional.

[1] Charles Haskins, The Normans in European History (Boston and New York:  Houghton Mifflin Company, 1915)

[2] Yves Lacoste, Géopolitique : La longue histoire d’aujourd’hui (Paris: Larousse, 2006)

[3] José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (Madrid: Alianza Editorial, 1983) 

[4] José Ramón Díez Espinosa et al., Historia del mundo actual (desde 1945 hasta nuestros días), (Valladolid: Universidad de Valladolid, 1996)

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Intento de ambos de recolocar a Francia en el centro geoestratégico de Europa, con oposición de Alemania

El sobrino de Napoleón Bonaparte y el actual presidente de la República Francesa no son vidas completamente paralelas, pero entre ambos existen algunas similitudes realmente sugerentes. Es frecuente afirmar que los presidentes franceses reviven algo del empaque añorado de la monarquía decapitada; en el caso de Macron hay probablemente mucho de eso, pero también la asunción de unos imperativos geopolíticos ya evidenciados en el Segundo Imperio.

Napoleón III con uniforme en un retrato de 1850, y Macron en su mensaje televisado de Nochevieja de 2019

ARTÍCULO /  José Manuel Fábregas

El hecho de que Emmanuel Macron decidiera que la cumbre del G7 se celebrara en la ciudad vascofrancesa de Biarritz en agosto de 2019 hizo que se produjera un acercamiento simbólico con la figura de Napoleón III. El emperador, y sobrino de Napoleón Bonaparte, transformó el antiguo pueblo pesquero en un núcleo vacacional cosmopolita donde se reunían aristócratas europeos y miembros de las altas esferas políticas a escala internacional. Por su parte, Macron volvió a situar a Biarritz como el escenario de las grandes discusiones políticas mundiales.

Así confluyen dos personalidades que, con el atractivo de haber sido los más jóvenes jefes de Estado del país, comparten dos aspectos fundamentales en su forma de entender la política francesa. Primero, la influencia que ha tenido en ambos su infancia a la hora de desarrollar una forma personalista de entender la jefatura del Estado. Y, segundo, cómo los dos han intentado recolocar a Francia en el centro geoestratégico de Europa y han sido obstaculizados por Alemania. 

Cuál es el papel que debe tener el jefe del Estado

Dado que nació siendo quinto en el orden sucesorio de Napoleón I, el joven Luis Napoleón Bonaparte nunca previó que llegaría a convertirse en heredero de la casa imperial en 1832. Según cuenta su biógrafo Paul Guériot, su madre, Hortensia de Beauharnais, le inculcó desde pequeño la idea de que estaba destinado a reconstruir el ya acabado Imperio Napoleónico. La insistencia de su madre por que tuviera una perfecta formación intelectual y militar transformaron a Luis Napoleón –que recibió educación del jacobino, y seguidor de la figura de Robespierre, Philippe Le Bas– en una persona solitaria, tímida y megalómana obsesionada por restaurar la Francia Napoleónica[1].

La revolución de febrero de 1848, según Jacob Talmon, era inevitable “aunque fue, sin embargo, un accidente”[2]. El historiador israelí explica que los levantamientos en varios lugares de Europa fueron una reacción directa a la reordenación territorial del Congreso de Viena (1815). En este contexto de descontento o desilusión por el sistema de la Restauración, la figura de Luis Napoleón Bonaparte pudo haberse beneficiado de la imagen de revolucionario romántico que le habían asignado los periódicos y escritos de opinión de la época. Tras unos fallidos intentos de golpe de estado en Estrasburgo (1836) y en Bolonia (1840), el futuro emperador pasó un breve periodo de tiempo en prisión. Esto fue un aspecto determinante en la construcción del personaje de héroe romántico que tanta admiración despertó en una sociedad amante de las novelas de Alejandro Dumas[3]. La explotación de esta personalidad mediante un gran aparato propagandístico le permitió ganar holgadamente las elecciones de diciembre de 1848. Así, también podría decirse que el establecimiento del Segundo Imperio –ratificado por un plebiscito popular en noviembre de 1852– fue el siguiente paso en su principal proyecto político: el renacimiento de la Francia Napoleónica.

Por su parte, el actual presidente de la República Francesa también experimentó una infancia sobreprotectora que forjó, al igual que el último emperador de Francia, una personalidad solitaria y una forma individualista de entender la política. Anne Fulda subraya en su biografía de Emmanuel Macron que, al nacer un año después de la muerte de su hermana mayor y tras un complicado parto, su nacimiento fue considerado como un milagro. Esto pudo haber fomentado, junto con una educación competitiva en la que sobresalió como “niño prodigio”, su auto convencimiento de estar destinado a gobernar el país[4]. Sin embargo, su elección como jefe de Estado no fue fruto de una estrategia a largo plazo, sino más bien, como la de Luis Napoleón, de un movimiento táctico. La imagen renovadora que Macron ofrecía fue aprovechada de manera inteligente en unos comicios en los que se enfrentaba a rivales que presentaban ciertas debilidades comunicativas, como aquellos con un perfil bajo como François Fillon (republicano) y Benoît Hamon (socialista), u otros con tonos más extremistas como Marine Le Pen (Frente Nacional) y Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa).

En 2015, siendo todavía ministro de Economía, Emmanuel Macron hizo una interesante reflexión para el semanario Le 1 sobre cuál era el rol del presidente en Francia. Entendía que los ciudadanos franceses sentían una carencia tras la caída de la monarquía que habían intentado llenar mediante el fortalecimiento de la figura del presidente. Este excesivo peso del personalismo en la forma de entender la política de Macron también se ha demostrado recientemente en el relevo de Édouard Philippe como primer ministro. Debido a que la popularidad de este había crecido en el último año al mostrarse más carismático y calmado en contrapunto con la sobreactuación y el abusivo protagonismo del presidente, Macron escogió como su sustituto a Jean Castex, con un perfil más tecnócrata que no ensombrezca al presidente de cara a su reelección.

Qué papel debe jugar Francia en Europa

Este firme compromiso de ambos dirigentes por darle una mayor importancia y visibilidad al cargo de jefe del Estado trasciende las fronteras del país galo. Napoleón III y Emmanuel Macron también comparten el deseo de situar a Francia en el centro del equilibrio europeo.

Habiendo ganado las elecciones con un discurso en contra del orden heredado del Congreso de Viena, Napoleón III tenía su propio proyecto europeo basado en la libre integración o separación de las distintas identidades nacionales del viejo continente. Un claro ejemplo de ello fue la Guerra de Crimea (1854-1856). Temiendo que el decadente Imperio Otomano acabase siendo vasallo de Rusia, el emperador defendió, junto al Reino Unido y al Reino de Cerdeña, su independencia de los otomanos en un conflicto que separaría a Rusia de las demás potencias occidentales temporalmente[5]. El tratado de París (1856) no solo finalizaría la guerra, sino que también motivaría a Napoleón III a iniciar una política intervencionista en Europa.

El sueño imperial de Napoleón III le obligó a desarrollar una activa política exterior centrada en la ampliación de las fronteras francesas y el reordenamiento del continente teniendo en cuenta dos valores principales: el nacionalismo y el liberalismo. Sin embargo, comenta con acierto Henry Kissinger que su labor diplomática fue hasta tal punto confusa que “Francia no obtuvo nada”[6]. Al apoyar la unificación de Italia a costa de la pérdida de territorio del Imperio Austríaco, Napoleón favoreció involuntariamente la creación de Alemania. Estos hechos debilitaron fuertemente la influencia geoestratégica de Francia de cara a ese nuevo orden europeo al que aspiraba. En cambio, fueron las inteligentes tácticas diplomáticas de Bismarck las que realmente acabarían con el sistema de Viena, acelerando la caída del Segundo Imperio francés en la batalla de Sedán (1870).

Junto a esto, Emmanuel Macron se presenta como el salvador de la Unión Europea en un contexto marcado por el auge de movimientos populistas y euroescépticos. No obstante, sus ambiciosos proyectos de reformas se han topado con la reticencia de Angela Merkel.

En una reciente entrevista para The Economist, Emmanuel Macron señaló que la OTAN estaba en “muerte cerebral” y que Europa se encontraba “al borde del precipicio” al depender de Estados Unidos y no contar con una independencia en términos de defensa. Macron opta por una mayor integración de la Unión Europea en el ámbito estratégico, llegando a proponer incluso un único ejército paneuropeo. A modo de respuesta, la canciller alemana Angela Merkel le objetó que en este momento Europa no tiene capacidad para defenderse por sí sola y que, consecuentemente, depende de la Alianza Atlántica. Además, Macron también ha desafiado el aparente acuerdo entre los países de la Unión respecto a la incorporación de nuevos miembros y la relación con Rusia. El veto del presidente francés a una posible incorporación de Albania y Macedonia del Norte, alegando que no cumplían las cláusulas de la UE sobre corrupción, ha llegado a ser calificado como un “error histórico” al dejar el futuro de los países balcánicos a merced de Rusia y China. Esta posición no la comparte respecto a Rusia, con la cual está dispuesto a destensar las relaciones diplomáticas e incluso sugiere una mayor integración del país en Europa.

En definitiva, Emmanuel Macron y Napoleón III comparten una visión excesivamente egocéntrica. La sobreexposición de determinadas características personales en asuntos de Estado y la desmedida pretensión de liderazgo en Europa son dos aspectos comunes a estos dos jóvenes líderes. Pese a que la historiografía ya ha juzgado los errores que precipitaron a Luis Napoleón al exilio, todavía queda por saber si Macron está o no condenado a repetir la historia de su antecesor.

 

[1] Guériot, P. (1944). Napoleón III. Madrid: Ediciones Técnicas.

[2] Talmón, J.L. (1960). Mesianismo político. La etapa romántica. Ciudad de México: Ed. Aguilar.

[3] Guériot, P. (1944). Napoleón III. Madrid: Ediciones Técnicas.

[4] Fulda, A. (2017). Emmanuel Macron, el presidente que ha sorprendido a Europa. Madrid: Ediciones Península.

[5] Milza, P. (2004). Napoleón III. París: Éditions Perrin.

[6] Kissinger, Henry (1994). Diplomacia (Primera Edición). Barcelona: Ediciones B.

Categorías Global Affairs: Unión Europea Orden mundial, diplomacia y gobernanza Artículos

Preparan proyectar “poder de combate creíble” en la nueva era de “competición estratégica”

Si el Ártico fue un importante escenario en la Guerra Fría, en la nueva tensión geopolítica su progresivo deshielo incluso acentúa sus características estratégicas. El Departamento de Defensa de Estados Unidos adecuó en 2019 su estrategia para el Ártico a los nuevos planteamientos de rivalidad con Rusia y China, y luego su concreción ha correspondido a las fuerzas más involucradas en esa región: en 2020 la Fuerza Aérea presentó su propio documento y en este 2021 lo ha hecho la Armada, implicando también al Cuerpo de Marines y la Guardia Costera. Las directrices buscan garantizar la proyección de “poder de combate creíble”.

La tripulación del submarino USS Connecticut en los ejercicios ICEX 2020 [US Navy]

ARTÍCULO /  Pablo Sanz

El Ártico es importante por la riqueza natural aún por explotar que contiene su subsuelo (el 22% de los depósitos de hidrocarburo del mundo, que por lo que afecta al petróleo serían 90.000 millones de barriles) y por su posición estratégica en el globo: ahí confluyen las dos grandes masas continentales de Eurasia y América. La apertura de nuevas rutas marítimas gracias al progresivo deshielo no solo supone una ventaja comercial, sino además capacita actuar militarmente con mayor rapidez sobre ese y sobre otros escenarios.

Son muchos los países interesados en promover la cooperación y multilateralismo en la región, y así se hace desde el Consejo Ártico; no obstante, el complejo entorno de seguridad del Círculo Polar Ártico ha llevado a las principales potencias a fijar estrategias para defender sus respectivos intereses. En el caso de Estados Unidos, el Departamento de Defensa actualizó en junio de 2019 la estrategia para el Ártico que había elaborado tres años antes, con el fin de adecuarla al nuevo planteamiento surgido con la Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de 2017 y trasladado a la Estrategia de Defensa Nacional (NDS) de 2018, documentos que dejan atrás la era del combate contra el terrorismo internacional y elevan a “rivalidad” la relación con China y Rusia, en una nueva situación geopolítica de “competición estratégica”.

La estrategia del Pentágono para el Ártico luego ha sido concretada por la Fuerza Aérea en un informe propio, presentado en julio de 2020, y después por la Armada, en enero de 2021. Con las mismas líneas generales, esos enfoques marco apuntan a tres objetivos:

1) Como “nación ártica”, por su soberanía sobre Alaska, Estados Unidos debe garantizar la seguridad en su territorio e impedir que desde posiciones polares pueda amenazarse otras partes del país.

2) Estados Unidos pretende establecer y liderar alianzas y acuerdos en el Ártico conforme al derecho internacional para mantener una situación de estabilidad en la zona.

3) Estados Unidos se compromete a preservar la libre navegación y el libre sobrevuelo en el Círculo Polar Ártico, limitando al mismo tiempo injerencias rusas y chinas contrarias a esa general libertad de acceso y tránsito.

Para conseguir estos objetivos, el Pentágono ha definido tres mecanismos de actuación:

i) Potenciar la concienciación sobre la importancia de la zona: la capacidad del Departamento de Defensa para detectar amenazas en el Ártico es un requisito previo para disuadir o responder a actividades de competidores estratégicos en la región.

ii) Mejorar y promover operaciones en el Ártico: el Departamento de Defensa mejorará la capacidad de actuación de sus fuerzas para operar en el Ártico mediante ejercicios y despliegues regulares en la región, tanto de forma independiente como junto con aliados. Algunos ejercicios se realizarán dentro del contexto de la OTAN mientras que otros serán bilaterales o multilaterales.

iii) Fortalecer el orden basado en las reglas que rigen el Ártico:  el Departamento de Defensa seguirá trabajando junto con aliados de Estados Unidos para mantener y fortalecer el régimen de libertad de navegación y de sobrevuelo. Esto ayudará a disuadir la realización de actos agresivos en la zona.

A partir de la nueva NDS el Departamento de Defensa establece que las Fuerzas Armadas estadounidenses deben estar en condiciones de resolver el principal problema detectado –la erosión del margen competitivo contra China y Rusia–, siendo capaces de “detener y, en caso necesario, derrotar la agresión de una gran potencia”. Para ello debe desarrollar una fuerza “más letal, resiliente, ágil y preparada”, que en la región del Ártico debe alcanzar un “creíble poder disuasorio”.

La doctrina militar estadounidense advierte que el carácter de “colchón estratégico” que venía teniendo el Ártico “se está erosionando”, convirtiéndose “en una vía de amenaza para el territorio nacional debido a los avances de las grandes potencias competidoras”. Además, “acoge puntos de lanzamiento críticos para la proyección global de poder y recursos naturales cada vez más accesibles”. No obstante, advierte que “la posibilidad inmediata de conflicto es baja”.

Así, pues, dentro del contexto de la implementación de la estrategia de defensa nacional, el Pentágono proclama que continuará preparando sus unidades con el fin de garantizar que el Ártico sea una región segura y estable en la que se salvaguarden los intereses nacionales de Estados Unidos, la seguridad regional y el trabajo conjunto de las naciones implicadas para abordar los problemas comunes.

Los documentos de la Fuerza Aérea y de la Armada estadounidenses describen medidas de apoyo para garantizar la capacidad de disuadir acciones hostiles en el Ártico por parte del resto de competidores regionales en la zona, al tiempo que priorizan un enfoque cooperativo y continuo que preserve las reglas por las cuales se rige el Ártico.

Aire y mar

Debido a que la corriente del Golfo de México se dirige a la vertiente europea del Ártico, la vertiente norteamericana sufre unas condiciones ambientales aún más duras, con menos infraestructuras marítimas y vías terrestres. Eso hace que el peso de la Fuerza Aérea en la defensa de este espacio sea claramente mayor, aportando el 80% de los recursos que el Pentágono dedica a la región.

Su actuación se asienta sobre diversas localizaciones. Seis de ellas se encuentran en Alaska: las grandes bases aéreas de Elmendorf-Richardson y Eielson; las instalaciones de aviso temprano de misiles de Clear y el radar de misiles de defensa de Eareckson, y otros puntos para coordinación, entrenamiento y escuela de supervivencia. Otras dos están en Groenlandia: el campo Raven de entrenamiento para aviones LC-130 y el recinto de Thule para aviso temprano de misiles. En Canadá, dispone de un sistema de una cincuentena de radares compartido por el NORAD (Mando Norteamericano de Defensa Aérea).

La Fuerza Aérea se propone mejorar esas capacidades, así como las de comando, control, comunicaciones, inteligencia, vigilancia y reconocimiento (C3ISR). También se ha fijado el objetivo de aumentar las condiciones para el repostaje de combustible. Una vez se complete el despliegue de los F-35 en Eielson, Alaska acogerá más cazas avanzados que cualquier otra localización del mundo.

Por su parte, la Armada estadounidense hace girar su posicionamiento en torno al concepto de “Ártico Azul”, expresando gráficamente así la progresiva homologación con el conjunto de océanos del planeta lo que históricamente ha sido un casquete blanco infranqueable. La Armada contempla el aumento de su presencia, tanto con buques tripulados como con nuevas embarcaciones no tripuladas. En su documento estratégico, advierte que la investigación en nuevas capacidades “puede no quedar completamente realizada e integrada en la fuerza naval al menos en una década”.

La mayor presencia naval en la región se materializará también mediante el aumento de operaciones que ya realizan rutinariamente en el Ártico la Segunda y la Sexta Flotas y mediante la sincronización con el Cuerpo de Marines y la Guardia Costera que está basada en Alaska. Para asegurar ese incremento operacional, la Armada llevará a cabo una mejora de las instalaciones para el atraque y asistencia de sus buques.

El documento de la Armada, que no concreta preparativos específicos, tampoco incluye los planes anunciados por la Guardia Costera de contar con una nueva flota de rompehielos. En la actualidad existen solo dos en servicios y la previsión es construir tres buques medios y tres pesados para 2029.

Con todo ello, Washington intenta hacer frente al acelerado esfuerzo que están llevando a cabo sus más directos competidores. En julio de 2020 el Departamento de Estado alertó sobre el creciente interés en el Ártico por parte de Rusia y China, a quienes acusó de protagonizar una competición “cada vez más agresiva” y lamentó que aquellos países que desean “paz, libertad y democracia”, incluido Estados Unidos, han sido unos “ingenuos”.

Rusia y China

Rusia nación con mayor masa de tierra y población dentro del Círculo Polar Ártico, región de la que Rusia obtiene el 25% de su PIB. Ningún otro país tiene tanta presencia militar permanente por encima del paralelo 66; tampoco otra nación cuenta con tantos barcos rompehielos, fluya flota Moscú quiere aumentar con catorce nuevos buques, uno de ellos de propulsión nucleaar.

Rusia formó su comando estratégico conjunto de la Flota del Norte en diciembre de 2014. “Desde entonces, Rusia ha fortalecido gradualmente su presencia creando nuevas unidades para el Ártico, reformando vieja infraestructura y aeródromos y estableciendo nuevas bases militares a lo largo de la costa. Hay también un esfuerzo concertado para establecer una red de sistemas de misiles de defensa aérea y costera, radares de aviso temprano, centros de rescate y variedad de sensores”, según constata el informe estratégico para el Ártico del Departamento de Defensa norteamericano. Estados Unidos también advierte que Rusia intenta regular el tráfico marítimo en la Ruta Norte con maneras que pueden exceder la autoridad que le permite el derecho internacional.

China, por otro lado, sin ser una nación ártica (Mohe, su ciudad más al norte está a la misma latitud de Filadelfia o Dublín) quiere ser un actor importante en la región. Es un país observador del Consejo Ártico y reivindica un estatus de “nación próxima al Ártico” que Washington no reconoce. En 2018 elaboró el primer libro blanco sobre su política para el Ártico y ha integrado esa área en su iniciativa de la nueva Ruta de la Seda.

Las actividades diplomáticas, económicas y científicas de China en el Ártico han crecido exponencialmente durante los últimos años. De momento su presencia operacional es limitada: cuenta con un rompehielos de capacidad polar de fabricación ucraniana (el Xuelong; recientemente ha construido el Xuelong 2), que ha navegado por aguas árticas en operaciones que China describe como expediciones de investigación.

La apertura de rutas marítimas árticas interesa a China, pues podría acortar los tiempos de envíos comerciales a Europa y reducir su dependencia de los flujos que atraviesan el estrecho de Malaca, un punto especialmente vulnerable.

Últimamente, China ha estado participando en crecientes actividades diplomáticas con los países nórdicos y cuenta con estaciones de investigación en Islandia y Noruega; además, explota recursos mineros en Groenlandia. Esto pone de manifiesto el creciente interés de Pekín por consolidar su presencia en la zona ártica a pesar de su lejanía respecto a la región.

Su gran capacidad financiera, además, lleva a que Rusia cuente con China para desarrollar proyectos energéticos y de infraestructura en la región, como es el caso de una instalación para gas natural licuado en Yamal. Según Frédéric Laserre, experto en geopolítica del Ártico de la Universidad de Laval, Rusia no tiene otra elección que aceptar capital chino para construir y desarrollar las infraestructuras necesarias para explotar los recursos debido a las sanciones económicas occidentales.

Categorías Global Affairs: Seguridad y defensa Artículos Ártico y Antártida

Hackers iraníes falsificaron correos preelectorales de los Proud Boys, pero la actuación postelectoral real de este y otros grupos resultó más disruptiva

Si en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016 las operaciones de injerencia extranjera fueron protagonizadas por Rusia, en las de 2020 la atención estuvo en los hackers iraníes, por la novedad que suponían en un campo de operaciones donde igualmente actuaban rusos y chinos, cada cual persiguiendo sus intereses. En concreto, Teherán deseaba una derrota de Donald Trump para que su sucesor demócrata revirtiera el duro régimen de sanciones impuesto contra el régimen iraní. Pero esas actuaciones en el ciberespacio por parte de Irán, Rusia y China fueron poco eficaces debido a la mayor alerta de las agencias de seguridad e inteligencia norteamericanas. Al final esos intentos exteriores de desprestigiar la democracia estadounidense y de minar la confianza de los votantes en su sistema electoral se quedaron pequeños frente al daño causado por el propio caos interno.

Asalto al Capitolio, en Washington, el 6 de enero de 2021 [TapTheForwardAssist]

ARTÍCULO /  María Victoria Andarcia

Rusia siempre estuvo en el ojo de la seguridad estadounidense durante el año electoral de 2020, después de que quedara constatada su injerencia en las elecciones presidenciales de cuatro años antes. No obstante, aunque la principal preocupación siguió siendo Rusia y también se temía una ampliación de las operaciones de China, Irán se llevó los titulares de algunos avisos lanzados por las autoridades norteamericanas, probablemente por la facilidad con que pudieron atribuir a actores iraníes diversas actuaciones. A pesar de ese múltiple frente, el desarrollo de las votaciones no arrojó ninguna evidencia de que las campañas de desinformación extranjeras hubieran tenido efectividad. La rápida identificación de los agentes implicados y la reacción ofensiva por parte de los servicios de seguridad e inteligencia estadounidenses pudieron prevenir que se llegara a la situación de 2016. Como ha señalado el Atlantic Council, esta vez “la desinformación doméstica eclipsó la acción foránea”.

Dadas las directas consecuencias que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca puede suponer en la política de Washington hacia Irán, este artículo presta más atención a los intentos iraníes por afectar al desarrollo de las elecciones de Estados Unidos. La incidencia de las operaciones iraníes fue mínima y tuvieron un perfil menor que las desarrolladas por Rusia en 2016 (país que a su vez tuvo menos implicación que en esas anteriores elecciones).

Operaciones iraníes

En mayo y junio de 2020 se registraron unos primeros movimientos en cuentas de Microsoft, como más adelante revelaría la propia compañía. Un grupo iraní llamado Phosphorus había logrado tener éxito en acceder a cuentas de empleados de la Casa Blanca y del equipo de campaña para la reelección de Trump. Fueron unas señales iniciales de que Teherán estaba montando algún tipo de operación cibernética.

A comienzos de agosto, el director del Centro de Contrainteligencia y Seguridad Nacional, William Evanina, apuntaba a Teherán –también a Moscú y Pekín– de usar desinformación en internet para “influir en los votantes, desencadenar desorden y minar la confianza” ciudadana en el sistema. En relación a Irán afirmaba: “Evaluamos que Irán busca socavar las instituciones democráticas estadounidenses y el presidente Trump, y dividir al país ante las elecciones de 2020”. Añadía que los esfuerzos iraníes se centraban en la difusión de desinformación en las redes sociales, donde hacía circular contenido contra Estados Unidos. Evanina atribuía como motivación de estas acciones la percepción iraní “de que la reelección del presidente Trump resultaría en una continuación de la presión de Estados Unidos sobre Irán en un esfuerzo por fomentar un cambio de régimen”.

A raíz del debate entre Trump y Biden televisado el 29 de septiembre, Twitter eliminó 130 cuentas que “parecían originarse en Irán” y cuyo contenido, que había puesto en conocimiento del Buró Federal de Investigaciones (FBI), pretendía influir en la opinión pública durante el debate presidencial. La compañía solo ofreció cuatro ejemplos. Dos de las cuentas eran proclives a Trump: en una el usuario era @jackQanon (en referencia al grupo conspiratorio QAnon) y la otra expresaba apoyo a Proud Boys, una organización de extrema derecha con vínculos supremacistas a la que Trump había pedido “quedar en guardia y mantenerse alerta”. Las otras dos cuentas habían expresado mensajes pro Biden.

A mediados de octubre, el director de Inteligencia Nacional, John Ratcliffe, se refirió en rueda de prensa a la actuación cibernética de Irán y Rusia como una amenaza al proceso electoral. Según manifestó Ratcliffe, la operación iraní consistió primordialmente en una serie de correos electrónicos en los que se hacía creer que eran enviados por el grupo Proud BoysDichos correos contenían amenazas de fuerza física para quienes no votaran por Trump, y tenían como finalidad instigar violencia y dañar la imagen de este último, asociando su campaña con grupos radicales y con esfuerzos para intimidar a votantes. Curiosamente luego los Proud Boys adquirirían un gran protagonismo por ellos mismos en las concentraciones postelectorales en Washington y la toma del Capitolio.

Si bien el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Said Jatibzadeh, negó estas acusaciones recalcando que “para Irán es indiferente quien gana las elecciones de Estados Unidos”, las autoridades norteamericanas insistieron en su versión y la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos (OFAC) sancionó a cinco entidades iraníes por haber intentado socavar las elecciones presidenciales. Según el comunicado de la OFAC, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica y la Fuerza Quds usaron los medios iraníes como plataformas para esparcir propaganda y desinformación a la población estadounidense.

De acuerdo con la OFAC, la empresa iraní de comunicación audiovisual Bayan Gostar, habitual colaboradora de la Guardia Revolucionaria, había “planeado influir en las elecciones explotando los problemas sociales dentro de los Estados Unidos, incluida la pandemia de COVID-19, y denigrando a las figuras políticas estadounidenses”. La Unión de Radio y Tevisión Islámica de Irán (IRTVU), que la OFAC considera un brazo de propaganda de la Guardia Revolucionaria, y la Unión Internacional de Medios Virtuales “ayudaron a Bayan Gostar en sus esfuerzos por llegar a la audiencia estadounidense”. Estos medios “amplificaron narrativas falsas en inglés y publicaron artículos de propaganda despectivos y otro contenido dirigido a Estados Unidos con la intención de sembrar la discordia entre la audiencia estadounidense”.

Actuación postelectoral

Estados Unidos asegura que la injerencia iraní no se limitó a las elecciones, que se celebraron el 3 de noviembre (con un nivel de voto por adelantado y por correo sin precedentes), sino que siguió después en las semanas siguientes, intentando aprovechar el desconcierto existente por el cuestionamiento del resultado electoral mantenido por la Administración Trump. Días antes de Navidad, el FBI y la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad del Departamento de Seguridad (CISA) dieron a conocer que presuntamente Irán estaba detrás de una página web y de varias cuentas de redes sociales dirigidas a provocar más violencia contra varios funcionarios estadounidense. La página web titulada “Enemies of the People” contenía fotografías e información personal tanto de funcionarios como de personal del sector privado que tenían relación con el proceso de recuento y autentificación de los votos emitidos en las elecciones, en ocasiones enfrentados a las denuncias de fraude mantenidas por Trump y sus seguidores.

La actuación atribuida a Irán puede interpretarse como un modo de vengar el ataque aéreo con drones ordenado por Washington para asesinar en Irak a Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Qurds, por cuya muerte el 3 de enero de 2020 Teherán había jurado represalias. Pero sobre todo revela un esfuerzo continuo por parte de Irán de aliviar los efectos de la política de “máxima presión” de Estados Unidos impulsada por Trump. Dada la intención expresada por Biden durante la campaña electoral de cambiar la política exterior estadounidense hacia la República Islámica, ésta tendría la oportunidad de recibir un trato más laxo por parte de Estado Unidos si Trump perdía las elecciones presidenciales. Biden había indicado que si llegaba al poder cambiaría la política hacia Irán, posiblemente volviendo al acuerdo nuclear firmado en 2015 con la condición de que Irán respetara los límites de su programa nuclear acordados entonces. El Plan Conjunto de Acción Comprensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) fue considerado un hito en la política exterior del entonces presidente Barack Obama, pero luego la Administración Trump decidió no respetarlo por considerar que habían quedado fuera asuntos como el desarrollo de misiles de Irán y su injerencia militar en otros países de la región.

Pocos días antes de la toma de posesión del nuevo mandatario americano, el presidente iraní,  Hasán Rohaní, instó a Biden a levantar las sanciones impuestas a la República Islámica y volver al acuerdo nuclear de 2015. Irán espera que la Administración Biden tome los primeros pasos para compensar por las acciones del gobierno anterior y así avanzar hacia un posible entendimiento entre ambas naciones. La decisión de volver al acuerdo no se tomará de forma inmediata ya que Biden hereda un país dividido y tardará un tiempo revertir las políticas de Trump. Con las elecciones presidenciales iraníes acercándose en junio de este año, el gobierno de Biden gana tiempo para intentar una reformulación nada fácil, pues el contexto de Oriente Medio ha cambiado sustancialmente en estos últimos cinco años.

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Narratives from the Kremlin, the Duma and nationalist media embellish Russia's history in an open culture warfare against the West

Russian media and politicians, influenced by a nationalist ideology, often use Russian history, particularly from the Soviet time, to create a national consciousness and praise themselves for their contributions to world affairs. This often results in manipulation and in a rising hostility between Russia and other countries, especially in Eastern Europe.

A colored version of the picture taken in Berlin by the Red Army photographer Yevgueni Jaldei days before the Nazi's capitulation

ARTICLE /  José Javier Ramírez

Media bias. Russia is in theory a democracy, with the current president Vladimir Vladimirovich Putin having been elected through several general elections. His government, nonetheless, has been accused of restricting freedom of opinion. Russia is ranked 149 out of 179 countriesin the Press Freedom Index, so it is no surprise that main Russian media (Pravda, RT, Sputnik News, ITAR-TASS, …) are strong supporters of the government’s version of history. They have been emphasizing on Russia’s glorious military history, notoriously since 2015 when they tried to counter international rejection of the Russian invasion of Crimea appealing to the spirit of the 70th World War II anniversary. On the other side, social networks are not often used: Putin lacks a Twitter account, and the Kremlin accounts’ posts are not especially significant nor controversial.

Putin’s ideology, often called Putinism, involves a domination of the public sphere by former security and military staff, which has led to almost all media pursuing to justify all Russian external aggressions, and presenting Western countries, traditionally opposed to these policies, as hypocritical and Russophobic. Out of the remarkable exceptions to these pro-government public sphere, we might mention Moscow Today newspaper (whose ideology is rather independent, in no way an actual opposition), and the leader of the Communist faction, Gennady Andreyevich Zyuganov, who was labelled Putin several times as a dictator, without too much success among the electorate.

Early period. Russian media take pride in having an enormously long history, to the extent of having claimed that one of its cities, Derbent, played a key role in several civilizations for two thousand years. However, the first millennium of such a long history often goes unmentioned, due to the lack of sources, and even when the role of the Mongolian Golden Horde is often called into question, perhaps in order to avoid recognizing that there was a time where Russians were subjected to foreign domination. In fact, Yuri Petrov, director of RAS Russian History Institute, has refused to accept that the Mongolian conquest was a colonization, arguing that it was a process of mixing with the Slavic and Mongolian elites.

Such arguments do not prevent TASS, Russian state’s official media, from having recognized the battle of Kulikovo (1380) as the beginning of Russian state history, since this was the time where all Russian states came together to gain independence. Similarly, Communist leader Zyuganov stated that Russia is to be thanked for having protected Europe from the Golden Horde’s invasion. In other words, Russian media have a contradictory position about the nation’s beginning: on one hand, they deny having been conquered by the Mongolian, or prefer not to mention such a topic; on the other, they widely celebrate the defeat of the Golden Horde as a symbol of their freedom and power. Similar contradictions are quite common in such an official history, dominated by nationalist bias.

Czarism. Unlike what might be thought, Russian Czars are held in relative high esteem. Orthodox Church has canonized Nicolas II as a martyr for the “patience and resignation” with which he accepted his execution, while public polls carried by TASS argued that most Russians perceive his execution as barbaric and unnecessary. Pravda has even argued that there has been a manipulation of the last Czar’s story both by Communists and the West (mutual accusations of manipulation between Russian and Western media are quite common): according to Pyotr Multatuli, a historian interviewed by Pravda, the last Czar was someone with fatherly love towards its citizens, and he just happened to be betrayed by conspirators, who killed him to justify their legitimacy.

But this nostalgic remembrance is not exclusive solely to the last Czar, there are actually multiple complimentary references to several monarchs: Peter the Great was credited by Putin for introducing honesty and justice as the state agencies principles; Catherine the Great for being a pioneer in experimentation with vaccines, and she was even the first monarch to have been vaccinated; Alexander III created a peaceful and strong Russia… Pravda, one of the most pro-monarchy newspapers, has even argued that Czars were actually more responsible and answerable to society than the USA politicians, or that Napoleon’s invasion was not actually defeated by General Winter, but by Alexander I’s strategy. The appreciation for the former monarchy might be due to the disappointment with the Soviet era, or in some way promoted by Putin, who since the Crimean crisis inaugurated several statues to honor Princes and Czars, without recognizing their tyranny. This can be understood as a way of presenting himself as a national hero, whose decisions must be obeyed even if they are undemocratic.

USSR. The Soviet Union is the most quoted period in the Russian media, both due to their proximity, and because it is often compared to today’s government. Perceptions about this period are quite different and to some extent contradictory. Zyuganov, the Communist leader, praises the Soviet government, considering it even more democratic that Putin’s government, and has advocated for a re-Stalinisation of Russia. Nonetheless, that is not the vision shared neither by Putin nor by most media.

Generally speaking, Russian media do not support Communist national policy (President Putin himself once took it as “inappropriate” being called neo-Stalinist). There is a recognition of Soviet crimes while, at the same time, they are accepted as something that simply happened, and to what not too much attention should be drawn. Stalin particularly is the most controversial character and a case of “doublethink”: President Putin has attended some events to honor Stalin’s victims, while at the same time sponsored textbooks that label him as an effective leader. The result, shown in several polls, is that there is a growing indifference towards Stalin’s legacy.

However, the approach is quite different when we talk about the USSR foreign policy, which is considered completely positive. The media praise the Russian bravery in defeating Nazi Germany, and doing it almost alone, and for liberating Eastern Europe. This praise has even been shown in the present: Russian anti-Covid vaccine has been given the name of “Sputnik V”, subtly linking Soviet former military technology and advancement to the saving of today’s world (the name of the first artificial satellite was already used for the news website and broadcaster Sputnik News). Moreover, Putin himself wrote an essay on the World War II where he argued that all European countries had their piece of fault (even Poland, whose occupation he justifies as politically compulsory) and that criticism of Russia's attitude is just a strategy of Western propaganda to avoid accepting its own responsibilities for the war.

This last point is particularly important in Russian media, who constantly criticize Western for portraying Russia and the Soviet Union as villains. According to RT, for instance, Norway should be much more thankful to Russia for its help, or Germany for Russia’s promotion of its unification. The reason for this ingratitude is often pointed to the United States and its imperialism, because it has always feared Russia’s strength and independence, according to Sputnik, and has tried to destroy it by all means. The accusations to the US vary among the Russian media, from Pravda’s accusation of the 1917 Revolution having been sponsored by Wall Street to destabilize Russia, to RT’s complaint that the US took advantage of Boris Yeltsin’s pro-Western policies to impose severe economic measures that ruined Russian economy and the citizens’ well-being (Pravda is particularly virulent towards the West).

What the European neighbours think. As in most countries, politicians in Russia use their national history mostly to magnify the reputation of the nation among the domestic public opinion and among international audiences, frequently emphasizing more the positive aspects than the negative ones. What distinguishes Russian media is the influence the Government has on them, which results in a remarkable history manipulation. Such manipulation has arrived to create some sort of doublethink: some events that glorify Russia (Czars’ achievements, Communist military success, etc.) are frequently quoted and mentioned while, at the same time, the dark side of these same events (Czars’ tyranny, Stalin’s repression, etc.) is ignored or rejected.

Manipulated Russian history is often incompatible with (manipulated or not) Western history, which has led to mutual accusations of hypocrisy and fake news that have severely undermined the relations between Russia and its Western neighbours (particularly Poland, whom Russia insists to blame to some extent for the World War II and to demand gratitude for the liberation provided by Russia). If Russia wants to strengthen its relationships, it must stop idealizing its national history and try to compare it with the Western version, particularly in topics referring to Communism and the 20th century. Only this way might tensions be eased, and there will be a possibility of fostering cooperation.

A separated chapter on this historical reconciliation should be worked with Russia's neighbours in Eastern Europe. Most of them shifted from Nazi occupation to Communist states, and now they are still consolidating its democracies. Eastern Europe societies have mixed feelings of love and rejection towards Russia, what they don't buy any more is the story of the Red Army as a force of liberation.

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The inclusion of private investment and the requirement of efficient credits differ from the overwhelming amount of loans from Chinese state banks

The active role of China as lender to an increasing number of countries has forced the United States to try to compete in this area of “soft power”. Until last decade the US was clearly ahead of China in official development assistance, but Beijing has used its state-controlled banks to pour loans into ambitious projects worldwide. In order to better compete with China, Washington has created the US International Development Finance Corporation (USIDFC), combining the US Overseas Private Investment Corporation (OPIC) and with USAID’s Development Credit Authority (DCA).

▲ The US agency helped to provide clean, safe, and reliable sanitation for more than 100,000 people in Nairobi, at the end of 2020 [USIDFC]

ARTICLE /  Alexandria Casarano

It is not easy to know the complete amount of the international loans given by China in recent years, which skyrocketed from the middle of last decade. Some estimations say that the Chinese state and its subsidiaries have lent about US$ 1.5 trillion in direct loans and trade credits to more than 150 countries around the globe, turning China into the world's largest official creditor.

The two main Chinese foreign investment banks, the Export-Import Bank of China and the China Development Bank, were both established in 1994. The banks have been criticized for their lack of transparency and for blurring the lines between official development assistance (ODA) and commercial financial arrangements. To address this issue, Beijing founded the China International Development Cooperation Agency (CIDCA) in April of 2018. The CIDCA will oversee all Chinese ODA activity, and the Chinese Ministry of Commerce will oversee all commercial financial arrangements going forward.

An additional complaint about Chinese foreign investment concerns “debt-trap diplomacy.” Since the PRC first announced its “One Belt One Road” initiative in 2013, the Chinese government has steadily increased its investment in the developing world even more dramatically than it had in the early 2000’s (when Chinese foreign aid was increasing annually by approximately 14%). At the 2018 China-Africa Convention Forum, the PCR pledged to invest US$ 60 billion in Africa that year alone. The Wall Street Journal said of the PRC in 2018 that it was “expanding its investments at a pace some consider reckless.” Ray Washburn, president of the US Overseas Private Investment Corporation (OPIC), called the Chinese One Belt One Road initiative a “loan-to-own” program. In 2018, this was certainly the case with the Chinese funded Sri Lankan port project, which led the Sri Lankan government to lease the port to Beijing for a 99-year period as a result of falling behind on payments.

OPIC, founded in 1971 under the Nixon administration, was recommended for elimination in the Trump administration’s 2017 budget. However, following the beginning of the US-China trade war in 2018, Washington reversed course completely. President Trump’s February 2018 budget recommended increasing OPIC’s funding and combining it with other government programs. These recommendations manifested themselves in the Better Utilization of Investment Leading to Development (BUILD) Act, which was passed by Congress on October 5, 2018. The Center for Strategic and International Studies (CSIS) called the BUILD Act “the most important piece of U.S. soft power legislation in more than a decade.”

The US International Development Finance Corporation

The principal achievement of the BUILD Act was the creation of the US International Development Finance Corporation (USIDFC), which began operation as an independent agency on December 20, 2019. The BUILD Act combined OPIC with USAID’s Development Credit Authority to form the USIDFC and established an annual budget of US$ 60 billion for the new organization, which is more than double OPIC’s 2018 budget of US$ 29 billion.

▲ USIDFC‘s investment commitments by region for the FY 2020. The US$ 29.9 billion is only a fraction of the agency's budget [USIDFC]

According to the Wall Street Journal, OPIC “has been profitable every year for the last 40 years and has contributed US$ 8.5 billion to deficit reduction,” a financial success which can primarily be attributed to project management fees. As of 2018, OPIC managed a portfolio valued at US$ 23 billion. OPIC’s strong fiscal track record, combined with both the concept of government program streamlining and the larger context of geopolitical competition with China, generated bipartisan support for the BUILD Act and the USIDFC.

The USIDFC has several key new capacities which OPIC lacked. OPIC’s business was limited to “loan guarantees, direct lending and political-risk insurance,” and suffered under a “congressional cap on its portfolio size and a prohibition on owning equity stakes in projects.” The USIDFC, however, is permitted under the BUILD Act to “acquire equity or financial interests in entities as a minority investor.”

Both the USIDFC currently and OPIC before its incorporation are classified as Development Finance Institutions (DFIs). DFIs seek to “crowd-in” private investment, that is, attracting private investment that would not occur otherwise. This differs from the Chinese model of state-to-state lending and falls in line with traditional American political and economic philosophy. According to the CSIS, “The USIDFC offers [...] a private sector, market-based solution. Moreover, it fills a clear void that Chinese financing is not filling. China does not support lending to small and medium-sized enterprises (SMEs), and it rarely helps local companies in places like Africa or Afghanistan grow.”

In the fiscal year of 2020, the most USIDFC’s investments were made in Latin America (US$ 8.5 billion) and Sub-Saharan Africa (US$ 8 billion). Lesser but still significant investments were made in the Indo-Pacific region (US$ 5.4 billion), Eurasia (US$ 3.2 billion), and Middle East (US$ 3 billion). This falls in line with the USIDFC’s goal to invest more in lower and lower-middle income countries, as opposed to upper middle countries. OPIC previously had fallen into the pattern of investing predominantly in upper-middle countries, and while the USIDFC is still authorized legally to invest in upper-middle income countries for national security or developmental motives.

These investments serve to further US national interests abroad. According to the USIDFC webpage, “by generating economic opportunities for citizens in developing countries, challenges such as refugees, drug-financed gangs, terrorist organizations, and human trafficking can all be addressed more effectively.” Between 2002 and 2014, financial commitments in the DFI sector have increased sevenfold, from US$ 10 billion to US$ 70 billion. In our increasingly globalized world, international interests increasingly overlap with national interests, and public interests increasingly overlap with private interests.

Ongoing USIDFC initiatives

The USIDFC has five ongoing initiatives to further its national interests abroad: 2X Women’s Initiative, Connect Africa, Portfolio for Impact and Innovation, Health and Prosperity, and Blue Dot Network. In 2020, the USIDFC "commited to catalyzing an additional US$ 6 billion of private sector investment in global women's economic empowerment" uner the 2X Women's Initiative which seeks global female empowerment. About US$1 billion for this US$ 6 billion commitment has been specially pledged to Africa. Projects that fall under the 2X Women's Initiative include equity financing for a woman-owned feminine hygiene products online store in Rqanda, and "expanding women's access to affordable mortages in India."

Continuing the USIDFC’s special focus on Africa follows the Connect Africa initiative, under which the USIDFC has pledged US$ 1 billion to promote economic growth and connectivity in Africa. The Connect Africa initiative involves investment in telecommunications, internet access, and infrastructure.

Under the Portfolio for Impact and Innovation initiative, the USIDFC has dedicated US$ 10 million to supporting early-stage businesses. This includes sponsoring the Indian company Varthana, which offers affordable online learning for children whose schools have been shut down due to the Covid-19 crisis.

The Health and Prosperity initiative focuses on “bolstering health systems” and “expanding access to clean water, sanitation, and nutrition.” Under the Health and Prosperity initiative, the USIDFC has dedicated US$ 2 billion to projects such as financing a 200+ mile drinking water pipeline in Jordan.

The Blue Dot Network initiative, like the Connect Africa initiative, also invests in infrastructure, but on a global scale. The Blue Dot Network initiative differs from the aforementioned initiatives in being a network. Launched in November 2019, the Blue Dot Network seeks to align the interests of government, private enterprise, and civil society to facilitate the successful development of infrastructure around the globe.

It is important to note that these five initiatives are not entirely separate. Many projects fall under several initiatives at once. The Rwandan feminine products e-store project, for example, falls under both the 2X Women’s initiative and the Health and Prosperity initiative.

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Could Spain partner up with Morocco in the field of solar energy?

The two countries are greatly exposed to solar radiation and they already share electricity interconnectors

The two countries are greatly exposed to solar radiation and they already share electricity interconnectors

Spain was an early developer of solar energy, but it didn’t keep the pace with the required investments. The effort in renewables should mean a clear increase in installed capacity for solar energy. A partnership with Morocco, gifted with even stronger solar resources, could benefit both countries in producing and marketing this particular renewable energy. Spain and Morocco are about to have a third electricity interconnector.


 

ARTICLE / Ane Gil

Spain has a lot of potential in solar energy. Currently, its Germany who produces more photovoltaic electricity than Spain, Portugal or Italy in Europe. In fact, in 2019, Germany produced five times more solar energy than Spain (50 GW of installed capacity versus just 11 GW). This fact has little to do with the raw solar energy that the countries receive, considering that Spain is located in Southern Europe.

For how much solar irradiation Spain receives, the solar energy it produces is scarce. Up until 2013, the installed capacity for solar energy grew rapidly. However, since then, the country has fallen behind many other European countries in the development of capacity. The country initially had a leading role in the development of solar power, with low prices that encouraged a boom in solar power installed capacity. However, because of the 2008 financial crisis, the Spanish government drastically cut its subsidies for solar power and limited any future increases in capacity to 500 MW per year. Between 2012 and 2016, Spain was left waiting while other countries developed. The cost of this was high, seeing as Spain lost much of its world leading status to countries such as Germany, China and Japan.

However, as a legacy from Spain’s earlier development of solar power, in 2018 Spain became the first country in the world using concentrated solar power system (CSP), which accounts for almost a third of solar power installed capacity in the country. Nevertheless, in 2019, Spain installed 4,752 MW of photovoltaic solar energy, which situated Spain as the sixth leading country in the world. As of 2019, Spain has a total installed solar generation capacity of 11,015 MW: 8,711 of photovoltaic energy and 2,304 of solar thermal.

Photovoltaic solar (PV) energy is usually used for smaller-scale electricity projects. The devices generate electricity directly from sunlight via an electronic process that occurs naturally on semiconductors, converting it into usable electricity that can be stored in a solar battery of sent to the electric grid. Solar thermal energy (STE) capture is usually used for electricity production on a massive scale, for its use in the industry.

Low solar energy generated in Spain

By 2020, Spain national system has reached the maximum generation capacity ever recorded: 110,000 MW of wind energy, photovoltaic (PV), hydraulic, conventional thermal power (natural gas, coal, fuel oil), nuclear, etc. This amount of energy contrasts with the increasingly thin demand of power, which in 2019 was 40,000 MW (40 GW). According to the data published by Red Electrica de España, the renewable quota of energy amount to a total of 55,247 MW (55 GW out of 110 GW). This 55 GW is composed of 46% corresponding to wind energy, 16% are photovoltaic and the rest (38%) corresponds to other renewable technologies. During 2019, the national renewable production has been 97,826 GW-hour, which represents 37.5% of the kilowatt-hour that the country demanded last year (the remaining 62.5% has been produced in nuclear power plants or facilities that burn fossil fuels).

So, we can clearly see that the percentage of solar energy is extremely low (3,5% solar photovoltaic and 2% solar thermic of the total kilowatts-hour generated). Nevertheless, Spain has the capability to increase these numbers. According to a report on power potential by country published by the World Bank, Spain has a long-term energy availability of solar resource at any location (average theoretical potential) of 4.575 kilowatts-hour per square metre (kWh/m2). This potential is indicated by the variable of global horizontal irradiation (GHI) on the country, which will vary according to the local factors of the land. Furthermore, the power output achievable by a typical PV system, taking into consideration the theoretical potential and the local factors of the land (average practical potential) is 4.413 kWh, excluding areas due to physical/technical constraints (rugged terrain, urbanized/industrial areas, forests…) PV power output (PVOUT), power generated per unit of the installed PV capacity over the long-term, is an average of 1.93 kilowatt-hours per installed kilowatt-peak of the system capacity (kWh/kWp). It varies according to the season from 1.43 to 2.67 kWh/kWp. Finally, it’s worth mentioning that Spain’s electric consumption (balance of production and external trade) in 2019 was of 238 TWh (= 2,38 x1011 kWh).

The colors indicate the average solar radiation; the black dots indicate places where there could be a greater use of solar energy [Mlino76]

Morocco’s solar energy plan

Africa is the continent that receives most solar irradiance, thus being the optimal continent to exploit solar energy. In this regard, Morocco is already aiming to take advantage of this natural resource. At first, this country launched a solar energy plan with investment of USD 9 billion, aiming to generate 2,000 MW (or 2 GW) of solar power by 2020. It has developed mega-scale solar power projects at five locations; at the Sahara (Laayoune), Western Sahara (Boujdour), South of Agadir (Tarfaya), Ain Beni Mathar and Ouarzazate. But Morocco is planning to go further. Morocco announced during COP21 that it planned to increase the renewables capacity to reach 52% of the total by 2030 (20% solar, 20% wind, 12% hydro). To meet the 2030 target, the country aims to add around 10 GW of renewable capacities between 2018 and 2030, consisting of 4,560 MW of solar, 4,200 MW of wind, and 1,330 MW of hydropower capacity. The Moroccan Agency for Renewable Energy revealed that by the end of 2019, Morocco’s renewable energy reached 3,685 megawatts (MW), including 700 MW of solar energy, 1,215 MW of wind power, and 1,770 MW of hydroelectricity.

Now, what would happen if Spain partnered up with Morocco? Morocco is the only African country to have a power cable link to Europe. In fact, it’s through Spain that these two electricity interconnectors arrive to Europe. The first subsea interconnection, with a technical capacity of 700 MW, was commissioned in 1997 and started commercial operation in 1998. The second was commissioned in the summer of 2016. Furthermore, a new interconnection had been commissioned. This should not only reduce the price of electricity in the Spanish market but it should also allow the integration of renewable energy, mainly photovoltaic, into European electricity system.

Moreover, Red Electrica de España (REE) stated that a collaborations agreement between the Spain and Morocco had been formed “to establish a strategic partnership on energy, whose objectives will be focused on the integration of networks and energy markets, the development of renewable energy and energy efficiency.” But the possibilities don’t stop there. If both countries further develop their solar energy capacities, they could jointly provide enough electricity to sustain Europe, through sustainable and renewable resources.

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Behind the tension between Qatar and its neighbors is the Qatari ambitious foreign policy and its refusal to obey

Recent diplomatic contacts between Qatar and Saudi Arabia have suggested the possibility of a breakthrough in the bitter dispute held by Qatar and its Arab neighbors in the Gulf since 2017. An agreement could be within reach in order to suspend the blockade imposed on Qatar by Saudi Arabia, United Arab Emirates, and Bahrain (and Egypt), and clarify the relations the Qataris have with Iran. The resolution would help Qatar hosting the 2022 FIFA World Cup free of tensions. This article gives a brief context to understand why things are the way they are.

Ahmad Bin Ali Stadium, one of the premises for the 2020 FIFA World Cup in Qatar

▲ Ahmad Bin Ali Stadium, one of the premises for the 2022 FIFA World Cup in Qatar

ARTICLE / Isabelle León

The diplomatic crisis in Qatar is mainly a political conflict that has shown how far a country can go to retain leadership in the regional balance of power, as well as how a country can find alternatives to grow regardless of the blockade of neighbors and former trading partners. In 2017, Saudi Arabia, United Arab Emirates, and Bahrain broke diplomatic ties with Qatar and imposed a blockade on land, sea, and air.

When we refer to the Gulf, we are talking about six Arab states: Saudi Arabia, Oman, UAE, Qatar, Bahrain, and Kuwait. As neighbors, these countries founded the Gulf Cooperation Council (GCC) in 1981 to strengthen their relation economically and politically since all have many similarities in terms of geographical features and resources like oil and gas, culture, and religion. In this alliance, Saudi Arabia always saw itself as the leader since it is the largest and most oil-rich Gulf country, and possesses Mecca and Medina, Islam’s holy sites. In this sense, dominance became almost unchallenged until 1995, when Qatar started pursuing a more independent foreign policy.

Tensions grew among neighbors as Iran and Qatar gradually started deepening their trading relations. Moreover, Qatar started supporting Islamist political groups such as the Muslim Brotherhood, considered by the UAE and Saudi Arabia as terrorist organizations. Indeed, Qatar acknowledges the support and assistance provided to these groups but denies helping terrorist cells linked to Al-Qaeda or other terrorist organizations such as the Islamic State or Hamas. Additionally, with the launch of the tv network Al Jazeera, Qatar gave these groups a means to broadcast their voices. Gradually the environment became tense as Saudi Arabia, leader of Sunni Islam, saw the Shia political groups as a threat to its leadership in the region.

Consequently, the Gulf countries, except for Oman and Kuwait, decided to implement a blockade on Qatar. As political conditioning, the countries imposed specific demands that Qatar had to meet to re-establish diplomatic relations. Among them there were the detachment of the diplomatic ties with Iran, the end of support for Islamist political groups, and the cessation of Al Jazeera's operations. Qatar refused to give in and affirmed that the demands were, in some way or another, a violation of the country's sovereignty.

A country that proves resilient

The resounding blockade merited the suspension of economic activities between Qatar and these countries. Most shocking was, however, the expulsion of the Qatari citizens who resided in the other GCC states. A year later, Qatar filed a complaint with the International Court of Justice on grounds of discrimination. The court ordered that the families that had been separated due to the expulsion of their relatives should be reunited; similarly, Qatari students who were studying in these countries should be permitted to continue their studies without any inconvenience. The UAE issued an injunction accusing Qatar of halting the website where citizens could apply for UAE visas as Qatar responded that it was a matter of national security. Between accusations and statements, tensions continued to rise and no real improvement was achieved.

At the beginning of the restrictions, Qatar was economically affected because 40% of the food supply came to the country through Saudi Arabia. The reduction in the oil prices was another factor that participated on the economic disadvantage that situation posed. Indeed, the market value of Qatar decreased by 10% in the first four weeks of the crisis. However, the country began to implement measures and shored up its banks, intensified trade with Turkey and Iran, and increased its domestic production. Furthermore, the costs of the materials necessary to build the new stadiums and infrastructure for the 2022 FIFA World Cup increased; however, Qatar started shipping materials through Oman to avoid restrictions of UAE and successfully coped with the status quo.

This notwithstanding, in 2019, the situation caused almost the rupture of the GCC, an alliance that ultimately has helped the Gulf countries strengthen economic ties with European Countries and China. The gradual collapse of this organization has caused even more division between the blocking countries and Qatar, a country that hosts the largest military US base in the Middle East, as well as one of Turkey, which gives it an upper hand in the region and many potential strategic alliances.

The new normal or the beginning of the end?

Currently, the situation is slowly opening-up. Although not much progress has been made through traditional or legal diplomatic means to resolve this conflict, sports diplomacy has played a role. The countries have not yet begun to commercialize or have allowed the mobility of citizens, however, the event of November 2019 is an indicator that perhaps it is time to relax the measures. In that month, Qatar was the host of the 24th Arabian Gulf Cup tournament in which the Gulf countries participated with their national soccer teams. Due to the blockade, UAE, Saudi Arabia, and Bahrain had boycotted the championship; however, after having received another invitation from the Arabian Gulf Cup Federation, the countries decided to participate and after three years of tensions, sent their teams to compete. The sporting event was emblematic and demonstrated how sport may overcome differences.

Moreover, recently Saudi Arabia has given declarations that the country is willing to engage in the process to lift-up the restrictions. This attitude toward the conflict means, in a way, improvement despite Riyadh still claims the need to address the security concerns that Qatar generates and calls for a commitment to the solution. As negotiations continue, there is a lot of skepticism between the parties that keep hindering the path toward the resolution.  

Donald Trump’s administration recently reiterated its cooperation and involvement in the process to end Qatar's diplomatic crisis. Indeed, US National Security Adviser Robert O’Brien stated that the US hopes in the next two months there would be an air bridge that will allow the commercial mobilization of citizens. The current scenario might be optimistic, but still, everything has remained in statements as no real actions have been taken. This participation is within the US strategic interest because the end of this rift can signify a victorious situation to the US aggressive foreign policy toward Iran and its desire to isolate the country. This situation remains a priority in Trump’s last days in office. Notwithstanding, as the transition for the administration of Joe Biden begins, it is believed that he would take a more critical approach on Saudi Arabia and the UAE, pressuring them to put an end to the restrictions.

This conflict has turned into a political crisis of retention of power or influence over the region. It is all about Saudi Arabia’s dominance being threatened by a tiny yet very powerful state, Qatar. Although more approaches to lift-up the rift will likely begin to take place and restrictions will gradually relax, this dynamic has been perceived by the international community and the Gulf countries themselves as the new normal. However, if the crisis is ultimately resolved, mistrust and rivalry will remain and will generate complications in a region that is already prone to insurgencies and instability. All the countries involved indeed have more to lose than to gain, but three years have been enough to show that there are ways to turn situations like these around.

Categorías Global Affairs: Oriente Medio Orden mundial, diplomacia y gobernanza Artículos

La venta de GNL de EEUU a sus vecinos y la exportación desde países de Latinoamérica y el Caribe a Europa y Asia abre nuevas perspectivas

No depender de gaseoductos, sino poder comprar o vender gas natural también a países distantes o sin conexiones terrestres, mejora las perspectivas energéticas de muchas naciones. El éxito del frácking ha generado un excedente de gas que EEUU ha comenzado a vender en muchas partes del mundo, también a sus vecinos hemisféricos, que por su parte cuentan con más posibilidad de elegir proveedor. A su vez, el poder entregar gas en tanqueros ha ampliado la cartera de clientes de Perú y sobre todo de Trinidad y Tobago, que hasta el año pasado eran los dos únicos países americanos, aparte de EEUU, con plantas de licuación. A ellos se añadió Argentina en 2019 y México ha impulsado en 2020 inversiones para sumarse a esta revolución.

Un carguero de gas natural licuado (GNL; en inglés: LNG) [Pline]

▲ Un carguero de gas natural licuado (GNL; en inglés: LNG) [Pline]

ARTÍCULO / Ann Callahan

Estados Unidos está conectado por gaseoducto únicamente con Canadá y México, pero está vendiendo gas por barco a una treintena más de países (España, por ejemplo, se ha convertido en un importante comprador). En 2019, EEUU exportó 47.500 millones de metros cúbicos de gas natural licuado (GNL), de los cuales la quinta parte fueron para vecinos americanos, de acuerdo con el informe BP 2020 sobre el sector.

Ocho países de Latinoamérica y el Caribe cuentan ya con plantas de regasificación del gas llegado en carguero en estado líquido: existen tres plantas en México y en Brasil; dos en Argentina, Chile, Jamaica y Puerto Rico, y una en Colombia, República Dominicana y Panamá, según el resumen anual la asociación de países importadores de GNL. A esos países el GNL llega, además desde EEUU, también desde Noruega, Rusia, Angola, Nigeria o Indonesia. Por su parte, dos países exportan GNL a diversas partes del mundo: Trinidad y Tobago, que cuenta con tres plantas de licuación, y Perú, que tiene una (otra entró operativa en Argentina en el último año).

En un intento por mitigar el riesgo de escasez de electricidad debido a un descenso de producción hidroeléctrica por sequía o a otras dificultades de acceso a fuentes energéticas, muchos países de Latinoamérica y el Caribe están recurriendo al GNL. Siendo además una energía más limpia, supone también un atractivo para países que ya están luchando contra el cambio climático. Asimismo, el gas ayuda a superar la discontinuidad de fuentes alternativas, como la eólica o la solar.

En el caso de pequeños países insulares, como los caribeños, que en su mayor parte carecen de fuentes de energía, los programas de cooperación para el desarrollo de terminales de GNL pueden aportarles una cierta independencia respecto a determinados suministros petroleros, como la influencia que sobre ellos ejerció la Venezuela chavista a través de Petrocaribe.

El GNL es un gas natural que ha sido licuado (enfriado a unos -162° C) para su almacenamiento y transporte. El volumen del gas natural en estado líquido se reduce aproximadamente 600 veces en comparación con su estado gaseoso. El proceso hace posible y eficiente su transporte a lugares a los que no llegan los gaseoductos. También es mucho más respetuoso con el medio ambiente, ya que la intensidad de carbono del gas natural es alrededor de un 30% menos que la del diésel u otros combustibles pesados.

El mercado mundial del gas natural ha evolucionado rápidamente en los últimos años. Se espera que las capacidades mundiales de GNL continúen creciendo hasta 2035, encabezadas por Catar, Australia y EEUU. Según el informe de BP sobre el sector, en 2019 la proporción de gas en la energía primaria alcanzó un máximo histórico del 24,2%. Gran parte del crecimiento de la producción de gas en 2019, año en que aumentó en un 3,4%, se debió a las exportaciones adicionales de GNL. Así, el año pasado las exportaciones de GNL crecieron en un 12,7%, hasta alcanzar los 485.100 millones de metros cúbicos.


 

Plantas de licuación y regasificación en América [Informe GIIGNL]

 

Auge

Mientras que al comienzo de la primera década de este siglo Estados Unidos se quedó atrás en la producción gasística, el auge del esquisto desde 2009 ha llevado a EEUU a aumentar de forma exponencial la extracción de gas y a desempeñar un papel fundamental en el comercio mundial del producto licuado. Con el transporte relativamente fácil del GNL, EEUU ha podido exportarlo y enviarlo muchos lugares del mundo, siendo América Latina, por su proximidad, una de las regiones que más están notando ese cambio. De los 47.500 millones de metros cúbicos de GNL exportados por EEUU en 2019, 9.700 millones fueron para Latinoamérica; los principales destinos fueron México (3.900 millones), Chile (2.300), Brasil (1.500) y Argentina (1.000).

Si bien la región tiene un potencial de exportación prometedor, dadas sus reservas probadas de gas natural, su demanda supera la producción y debe importar. Venezuela es el país con mayores reservas en Latinoamérica (aunque su potencia gasística es menor que la petrolera), pero su sector de hidrocarburos está en declive y la mayor producción en 2019 correspondió a Argentina, un país emergente en esquisto, seguido de Trinidad y Tobago. Brasil igualó la producción de Venezuela, y luego siguieron Bolivia, Perú y Colombia. En total, la región produjo 207.600 millones de metros cúbicos, mientras que su consumo fue de 256.100 millones.

Algunos países reciben gas por gaseoducto, como es el caso de México y de Argentina y Brasil: el primero recibe gas de EEUU y los segundos de Bolivia. Pero la opción en auge es instalar plantas de regasificación para recibir gas licuado; esos proyectos requieren cierta inversión, normalmente extranjera. El mayor exportador de GNL a la región en 2019 fue EEUU, seguido de Trinidad y Togado, que por su bajo consumo doméstico prácticamente exporta toda su producción: de sus 17.000 millones de metros cúbicos de GNL, 6.100 fueron para países latinoamericanos. El tercer país exportador es Perú, que destinó sus 5.200 millones de metros cúbicos a Asia y Europa (no vendió en el propio continente). A las exportaciones en 2019 se sumó por primera vez Argentina, aunque con una baja cantidad, 120 millones de metros cúbicos, casi todos destinados a Brasil.

La región importó en 2019 un total de 19.700 millones de metros cúbicos de GNL. Los principales compradores fueron México (6.600 millones de metros cúbicos), Chile (3.300 millones), Brasil (3.200) y Argentina (1.700).

Algunos de los que importaron cantidades más reducidas luego reexportaron parte de los suministros, como hicieron República Dominicana, Jamaica y Puerto Rico, en general con Panamá como principal destino.

 

 

 

Tablas extraídas del informe Statistical Review of World Energy 2020 [BP]

Por países

México es el mayor importador de GNL de América Latina; sus suministros proceden sobre todo de EEUU. Durante mucho tiempo, México ha dependido de los envíos de gas de su vecino del norte llegados a través de gaseoductos. Sin embargo, el desarrollo del GNL ha abierto nuevas perspectivas, pues la ubicación del país le puede ayudar a impulsar ambas capacidades: la mejora de sus conexiones por gaseoducto con EEUU le puede permitir a México disponer de un surplus de gas en terminales del Pacífico para la reexportación de GNL a Asia, complementando la ausencia por ahora de plantas de licuación en la costa oeste estadounidense.

La posibilidad de reexportar desde la costa pacífica mexicana al gran y creciente mercado del GNL de Asia –sin necesidad, por tanto, de que los tanqueros tengan que atravesar el Canal de Panamá– supone un gran atractivo. El Departamento de Energía de EEUU concedió a comienzos de 2019 dos autorizaciones al proyecto Energía Costa Azul de México para reexportar gas natural derivado de EEUU en forma de GNL a aquellos países que no tienen un acuerdo de libre comercio (TLC) con Washington, según se recoge en el informe de 2020 del Grupo Internacional de Importadores de Gas Natural Licuado (GIIGNL).

Durante la última década, Argentina ha estado importando GNL de EEUU; sin embargo, en años recientes ha reducido sus compras en más de un 20% al haber aumentado la producción nacional de gas gracias a la explotación de Vaca Muerta. Esos yacimientos han permitido también reducir las compras de gas a la vecina Bolivia y vender más gas, igualmente por gaseoducto, a sus también vecinos Chile y Brasil. Además, en 2019 comenzó exportaciones de GNL desde la planta de Bahía Blanca.

Con el bombeo de gas de Argentina a su vecino Chile, en 2019 las importaciones chilenas de GNL disminuyeron a su grado más bajo en tres años, aunque sigue siendo uno de los compradores importantes de América Latina, que ha cambiado Trinidad y Tobago por EEUU como proveedor preferente. Cabe señalar, sin embargo, que la capacidad de las exportaciones de Argentina depende de los niveles de los flujos internos, especialmente durante las temporadas de invierno, en las que la calefacción generalizada es una necesidad para los argentinos.

En el último decenio, la importación de GNL por parte del Brasil ha variado significativamente de un año a otro. No obstante, se proyecta que será más consistente en la dependencia del GNL por lo menos hasta la próxima década, mientras se desarrollan energía renovables. En Brasil, el gas natural se utiliza en gran medida como refuerzo de la energía hidroeléctrica brasileña.

Además de Brasil, Colombia también considera el GNL como un recurso ventajoso para respaldar su sistema hidroeléctrico en períodos bajos. En su costa pacífica, Colombia está planeando actualmente un segundo terminal de regasificación. Ecopetrol, la empresa estatal de hidrocarburos, destinará 500 millones de dólares a proyectos no convencionales de gas, además de petróleo. Junto con la autorización del gobierno para permitir el frácking, se proyecta que las reservas actualmente estancadas se incrementen.​

Bolivia también posee un importante potencial de producción de gas natural y es el país de la región cuya economía es más dependiente de este sector. Tiene la ventaja de la infraestructura ya existente y el tamaño de los mercados de gas vecinos; no obstante, se enfrenta a la competencia de producción de Argentina y Brasil. Asimismo, al ser un país sin acceso al mar queda limitado en la comercialización de GNL.

Aunque Perú es el séptimo país en producción de gas natural de la región, se ha convertido en el segundo exportador de GNL. El menor consumo interno, comparado con otros mercados vecinos, le ha llevado a desarrollar la exportación de GNL, reforzando su perfil de nación enfocada hacia Asia.

Por su parte, Trinidad y Tobago, ha acomodado su producción gasística a su condición de país insular, por lo que basa su exportación de hidrocarburos mediante tanqueros, lo que le da acceso a mercados distantes. Es el primer exportador de la región y el único que tiene clientes en todos los continent

Categorías Global Affairs: Energía, recursos y sostenibilidad Artículos Latinoamérica

As the United States considers moving its AFRICOM from Germany, the relocation to US Navy Station Rota in Spain offers some opportunities and benefits

The United States is considering moving its Africa Command (USAFRICOM) to a place closer to Africa and the US base in Rota, Spain, in one of the main alternatives. This change in location would undoubtedly benefit Spain, but especially the United States, we argue. Over the past years, there has been a ‘migration’ of US troops from Europe, particularly stationed in Germany, to their home country or other parts of the hemisphere. In this trend, it has been considered to move AFRICOM from “Kelly Barracks,” in Stuttgart, Germany, to Rota, located in the province of Cádiz, near the Gibraltar Strait.

Entrance to the premises of the US Navy Station Rota [US DoD]

▲ Entrance to the premises of the US Navy Station Rota [US DoD]

ARTICLE / José Antonio Latorre

The US Africa Command is the military organization committed to further its country’s interests in the African continent. Its main goal is to disrupt and neutralize transnational threats, protect US personnel and facilities, prevent and mitigate conflict, and build defense capability and capacity in order to promote regional stability and prosperity, according to the US Department of Defense. The command currently participates in operations, exercises and security cooperation efforts in 53 African countries, compromising around 7,200 active personnel in the continent. Its core mission is to assist African countries to strengthen defense capabilities that address security threats and reduce threats to US interests, as the command declares. In summary, USAFRICOM “is focused on building partner capacity and develops and conducts its activities to enhance safety, security and stability in Africa. Our strategy entails an effective and efficient application of our allocated resources, and collaboration with other U.S. Government agencies, African partners, international organizations and others in addressing the most pressing security challenges in an important region of the world.” The headquarters are stationed in Stuttgart, Germany, more than 1,500 kilometers away from Africa. The United States has considered to move the command multiple times for logistical and strategic reasons, and it might be the time the government takes the decision.

Bilateral relations between Spain and the United States

When it comes to the possible relocation of AFRICOM, the main competitor is Italy, with its military base in Sigonella. An ally that has been increasingly important to the United States is Morocco, which has offered to accommodate more military facilities as its transatlantic ally continues to provide the North African country with weapons and armament. However, it is important to remember that the United States and Spain cooperate in NATO, fortifying their security and defense relations in the active participation in international missions. Although Italy also belongs to the same organizations, it is important to emphasize the strategic advantages of placing the command in Rota as opposed to in Sigonella: Rota it is a key point which controls the Strait of Gibraltar and contains much of the needed resources for the relocation. Spain combines the fact that it is a European Union and NATO member, while it has territories in Africa and shares key interests in the region due to multiple current and historical reasons. Spain acts as the bridge with Northern Africa in the West. This is an argument that neither Morocco nor Italy can offer.

The relations between Spain and the United States are regulated by the Mutual Defense Assistance Agreement and Agreement on Defense Cooperation (1988), following the Military Facilities in Spain: Agreement Between the United States and Spain Pact (1953), enacted to formalize the alliance in common objectives and where Spain permits the United States to use facilities in its territory. There are two US military bases in Spanish territory: US Air Force Base Morón and US Naval Station Rota. Both locations are strategic as they are in the south, essential for their proximity to the entrance to the Mediterranean Sea and, particularly, to Africa. Although it is true that Morocco offers the same strategic advantages as Rota, it is important to take into account the similarities in culture, the Western point of view, the shared strategies in NATO, and the shared democratic and societal values that the Spanish alternative offers. The political stability that Spain can offer as part of the European Union and as a historical ally to the United States is not comparable with Morocco’s.

If a relocation is indeed in the interest of the United States, then Spain is the ideal country for the placement of the command. Since the consideration is on the Naval Station in Rota, then the article will evidently focus on this location.

Rota as the ideal candidate

Rota Naval Station was constructed in 1953 to heal bilateral relations between both countries. It was placed in the most strategic position in Spain, and one of the most in Europe. Naval Station Rota is home to Commander, Naval Activities Spain (COMNAVACT), responsible for US Naval Activities in Spain and Portugal. It reports directly to Commander, Navy Region Europe, Africa and Southwest Asia located in Naples, Italy. There are around 3,000 US citizens in the station, a number expected to increase by approximately 2,000 military personnel and dependents due to the rotation of “Aegis” destroyers.

Currently, the station provides support for NATO and US ships as well as logistical and tactical aid to US Navy and US Air Force units. Rota is key for military operations in the European theatre, but obviously unique to interests in Africa. To emphasize the importance of the facility, the US Department of Defense states: “Naval Station (NAVSTA) Rota plays a crucial role in supporting our nation’s objectives and defense, providing unmatched logistical support and strategic presence to all of our military services and allies. NAVSTA Rota supports Naval Forces Europe Africa Central (EURAFCENT), 6th Fleet and Combatant Command priorities by providing airfield and port facilities, security, force protection, logistical support, administrative support and emergency services to all U.S. and NATO forces.” Clearly, Naval Station Rota is a US military base that will be maintained and probably expanded due to its position near Africa, an increasingly important geopolitical continent.

Spain’s candidacy for accommodating USAFRICOM

Why would Spain be the ideal candidate in the scenario that the United States decides to change its USAFRICOM location? Geographically speaking, Spain actually possesses territories in Africa: Ceuta, Melilla, “Plazas de Soberanía,” and Canary Islands. Legally, these territories are fully incorporated as autonomous cities and an autonomous community, respectively.

Secondly, the bilateral relations between Spain and the United States, from the perspective of security and defense, have been very fluid and dynamic, with benefits for both. After the 1953 convention between both Western countries, there have been joint operations co-chaired by the Secretary General of Policy of Defense (SEGENPOL) of the Spanish Ministry of Defense and the Under Secretary General for Defense Policy (USGDP) in the United States Department of Defense. Both offices plan and execute plans of cooperation that include: The Special Operations “Flint Lock” Exercise in Northern Africa, bilateral exercises with paratrooping units, officer exchanges for training missions, etc. It is important to add to this list that Spain and the United States share a special relationship when it comes to officers, because all three branches (Air Force, Army, Navy) have exchange programs in military academies or bases.

Finally, when it comes to Spain, it must be noted that the fluid relationship maintained between both countries has created a very friendly and stable environment, particularly in the area of Defense. Spain is a country of the European Union, a long-time loyal ally to the United States in the fight against terrorism and in the shared goals of strengthening the transatlantic partnership. This impeccable alliance offers stability, mutual confidence and reciprocity in terms of Defense. The United States Africa Command needs a solid “host”, committed to participating in active operations in Africa, and there is no better candidate than Spain. Its historical relationship with the countries in Northern Africa is important to take into account for perspective and information gathering. The Spanish Armed Forces is the most valued institution in society, and it is for sure more than capable of accommodating USAFRICOM to its needs in the South of the country, as it has always done for the United States, however, this remains a fully political decision.

The United States’ position

Rota is an essential strategic point in Europe, and increasingly, in the world. The US base is well known for its support to missions from the US Navy and the US Air Force, and its responsibility only seems to increase. In 2009, the United States sent four destroyers from the Naval Base in Norfolk, Virginia, to Rota, as well as a large force of US Naval Construction units, known as “Seabees” and US Marines. It is also worth noting that NATO has its most important pillar of an antimissile shield in Rota, given the geographical ease and the adequate facilities. From the perspective of infrastructure, on-hand station services, security and stability, Rota is the ideal location of the USAFRICOM compared to Morocco.

Moreover, Rota is, and continues to be, a geographical pinnacle for flights from the United States heading to the Middle East, particularly Iraq and Afghanistan. Most recently, USS Hershel “Woody” Williams arrived in Rota and joined NATO allies in the Grand African Navy Exercise for Maritime Operations (NEMO) that took place in the Gulf of Guinea in the beginning of October of 2020. In terms of logistics, Rota is more than equipped to host a headquarters of the magnitude of USAFRICOM and it would be economically efficient to relocate the personnel and their families as the station counts with a US Naval Clinic, schools, a commissary, a Navy Exchange, and other services.

The United States has not made a formal proposition to transfer Africa Command to Rota, but if there is a change of location, it is one of the main candidates. As Spain’s Minister of Foreign Affairs González Laya stated, the possible transfer of USAFRICOM to Rota is a decision that corresponds only to the United States, but Spain remains fully committed with its transatlantic ally. González Laya emphasized that “Spain has a great commitment to the United States in terms of security and defense, and it has been demonstrated for many years from Rota and Morón.” The minister reminded that Spain maintains complicity and joint work in the fight against terrorism in the Sahel with an active participation in European and international operations in terms of training local armies to secure order. A perfect example of the commitment is Spain’s presidency of the Sahel Alliance, working for a secure Sahel under the pillars of peace and development.

In 2007, when USAFRICOM was established, it could have been reasonable to install the headquarters in Germany, but now geographical proximity is key, and what better country for hosting the command than Spain, which has territories in the continent. The United States already has a fully equipped military base in Rota, and it can count on Spain to guarantee a smooth transition. Spain’s active participation in missions, her alliance with the United States and her historic and political ties with Africa are essential reasons to heavily consider Rota as the future location of USAFRICOM. Spain has been, and will continue to be, a reliable ally in the war against terrorism and the fight for peace and security. Spain is a country that believes in democracy, freedom and justice, like the United States. It is a country that has sacrificed soldiers in the face of freedom and has stood shoulder to shoulder with its transatlantic friend in the most difficult of moments. As a Western country, both countries have been able to work together and achieve many common objectives, and this will only evolve. As the interests in Africa expand, it is undoubtedly important to choose the best military facility to accommodate the command’s military infrastructure as well as its personnel and their families. The United States, in benefit of its strategic objectives, would be making a very effective decision if it decides to move the Africa Command to Rota, Spain.

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