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La pieza del mes de mayo de 2019

UNA ESPADA MODERNISTA DE MASRIERA HERMANOS EN EL MUSEO DEL CARLISMO DE ESTELLA

 

Ignacio Miguéliz Valcarlos
UNED Pamplona

 

En el Museo del Carlismo de Estella se conserva y expone, en depósito de una colección particular, la espada de honor que la Comunión Tradicionalista catalana regaló en 1911 al pretendiente carlista don Jaime III (1870-1931). Se trata de una espada con hoja de hierro ricamente ornamentada con labor de damasquinado formando motivos de guirnaldas vegetales que en el anverso inscriben, de arriba abajo, las tres flores de lis borbónicas, un león pasante, una cruz griega y la inscripción latina, en grafía gótica, “Triplici Agitatus Amore Ter Laedo”. En el reverso, entre el mismo tipo de decoración y con la misma grafía, se sitúa una filacteria con la inscripción “Anno Domini MCMX”. Mientras, la empuñadura, de bronce sobredorado a fuego, está formada por una representación figurada alegórica, con un soldado y una mujer sobre un dragón; los primeros formando la espiga y el segundo el gavilán. Esta iconografía es una trasposición de otra muy habitual en Cataluña a lo largo de la historia, la de su patrón, San Jorge, y el dragón. La figura masculina, de gran porte y gesto soberbio y confiado, es una alegoría de un militar carlista, vestido con el uniforme de los soldados de Carlos VII y tocado con boina, que sujeta en una mano un sable en reposo mientras con la otra sostiene una bandera, en ademán de proteger a una figura femenina. Esta no es otra que la alegoría de España, con las manos unidas en actitud orante y con semblante humilde, que, tocada con corona mural, se cubre con la bandera de España. A sus pies, y sobre el lomo del dragón, se sitúan las armas de don Jaime: un escudo en esmalte traslucido con las tres flores de lis de oro sobre fondo azul. El asta del estandarte se remata por una cruz griega, articulada por medio de brazos flordelisados con rubíes talla brillante oval engastados, cuadrón con un cuarzo citrino talla brillante y entrebrazos con figuras de corazones realizados en esmalte traslúcido de color blanco, alusiva a la cruz de San Jorge. En el campo de la bandera se presenta el escudo de España: primer cuartel Castilla, segundo León, tercero Aragón y cuarto Navarra, entado en punta Granada y escusón con las flores de lis borbónicas, todo ello timbrado por corona imperial y rodeado por el collar del Toisón de oro. Llama la atención el hecho de la que figura alegórica se toque con una corona mural, habitual en los escudos republicanos, y no real, propia del escudo español. Conserva también la vaina, de cuero negro con brocal y contera de metal dorado; el primero, de gran desarrollo, presenta en el anverso el emblema carlista “Dios, Patria, Rey” realizado con engastes de diamantes talla rosa, enmarcado por sendas fasces romanas sobre las que se dispone una corona de hojas de roble, situándose en el reverso una anilla para sujetarse al cinturón. Al guardarse la espada en su vaina el escudo de los borbones queda sobre el emblema carlista formando un todo continuado.


Espada de Honor de Jaime III

Masriera Hermanos y Eusebi Arnau. Espada de Honor de Jaime III. 1910.
Foto. Museo del Carlismo. Estella.

 

Tras la muerte de Carlos VII (1848-1909) y la proclamación de Jaime III, los jaimistas catalanes quisieron regalarle una espada de honor en señal de su significación política y en recuerdo de su participación en la Guerra de los Boxers y en la Guerra Ruso Japonesa, en las que luchó en las filas del ejército ruso. Esta donación fue recogida por Juan María Roma en el Álbum histórico del Carlismo, aportando una fotografía de su empuñadura y la descripción de la misma:

El travesaño de la cruz lo forma por entero un feroz dragón acaimanado, símbolo de la destrucción y de la muerte. Sobre este dragón infernal y formando el brazo alto de la cruz, se posan dos figuras: España, simbolizada por una hermosa y severa matrona vestida con túnica del siglo XV y coronada de castillos, que huyendo del dragón endemoniado busca amparo en el soldado de la Tradición, que en gallarda actitud expectante, el sable en reposo, empuñado con la diestra, ondea con la siniestra la bandera de Dios, Patria y Rey, y con ella envuelve a España. En el arranque de la hoja toledana figura el escudo de Don Jaime, con el lema Dios, Patria y Rey, y las tres flores de lis, encuadrado por dos haces etruscos de los lictores romanos, símbolo de autoridad, y una guirnalda de hojas de roble, representativa de la fuerza. En el reverso, un medallón con la dedicatoria de la espada, completa los motivos ornamentales.

El análisis de la descripción nos permite comprobar que Roma no tenía la espada delante cuando la hizo, sino una foto de la misma, ya que el lema carlista “Dios, Patria, Rey” que cita en la hoja de la espada bajo el escudo heráldico de don Jaime no se encuentra en la hoja de la espada, como engañosamente hace creer la fotografía que ilustra la descripción, sino en la vaina.


Espada de Honor de Jaime III

Masriera Hermanos y Eusebi Arnau. Espada de Honor de Jaime III. 1910.
Foto. Museo del Carlismo. Estella.

 

Aunque en un principio la suscripción para ejecutar la espada se redujo a los carlistas catalanes, pronto llegaron adhesiones de toda España, así como de españoles residentes en ultramar. Una comisión presidida por Manuel de Llanza y Pignatelli de Aragón (1858-1927), duque de Solferino y hombre de confianza de Carlos VII y posteriormente de Jaime III, entregó la espada al pretendiente en su residencia austriaca, el castillo de Frohsdorf, el 15 de enero de 1911. Tal y como señaló Melchor Ferrer,

Los carlistas catalanes quisieron dar una muestra de su afecto al Rey, ofreciéndole una espada de honor, que fue sufragada por suscripción pública. El boceto, maravillosa obra de arte del escultor don Eusebio Arnau, mereció justas alabanzas. La Tradición, simbolizada por un soldado con boina y espada en la mano, protege a España y domina el dragón que tiene a sus pies. Para hacerle entrega, se desplazó una comisión a Frohsdorf, presidida por el Duque de Solferino y compuesta por don Pedro Vives, don Bartolomé Trías, don Octavio Domenech y don J. Cabré. En el salón de honor, rodeado don Jaime de su hermana, la Infanta Archiduquesa doña Blanca, y de los hijos de ésta, don Raniero y don Leopoldo, Archiduques de Austria, y de los señores Conde de Arbelaiz, Samaniego y don José Joaquín de Olazábal, recibió la espada, que le ofreció con vivas y sentidas palabras de lealtad, en nombre de Cataluña, el Duque de Solferino. Don Jaime contestó con un discurso, agradeciendo aquella manifestación de lealtad….

Como podemos ver, acompañaron en esta jornada a don Jaime su hermana doña Blanca (1868-1949), mujer del archiduque Leopoldo de Austria Toscana (1863-1931), y sus sobrinos los archiduques Raniero (1895-1930) y Leopoldo (1897-1958) de Austria Toscana y Borbón, así como don Tirso de Olazábal y Lardizábal (1842-1921), conde de Arbelaiz y de Oria, gentil hombre de don Jaime, don José Joaquín de Olazábal y Álvarez de Eulate, hijo del anterior, y don Antero Samaniego y Martínez Fortún, secretario del pretendiente.

No fue este la única arma con trabajo de damasquinado que poseyó don Jaime, ya que la Diputación de Bizkaia le regaló un fusil con sable bayoneta en su caja de presentación de caoba forrada de terciopelo, en la actualidad conservado en la colección Khalili, Londres. Tal y como consta en la inscripción que presenta, esta pieza fue realizada por Cariaga y C.a en Ermua en 1876, cuando el príncipe contaba solo seis años. El fusil era una copia exacta a escala del usado por el Real Cuerpo de Guardias del Rey en ese tiempo. En esta pieza, junto a inscripciones alusivas a la autoría y a quien hace y recibe el regalo nos encontramos también con el emblema carlista de “Dios, Patria y rey”, al igual que en la vaina de la espada conservada en Estella.


Espada de Honor de Jaime III

Masriera Hermanos y Eusebi Arnau. Espada de Honor de Jaime III. 1910.
Foto. Museo del Carlismo. Estella.

 

Esta espada presenta varias inscripciones de autoría, tanto en la hoja como en la empuñadura. En la primera podemos ver la marca de la Real Fábrica de Artillería de Toledo en la parte superior, por el anverso, mientras que en la empuñadura, en el gavilán, a ambos lados del escudo con las armas de don Jaime se sitúan respectivamente las inscripciones “MASRIERA HERMANOS”, bajo la cola del dragón, y “E. ARNAU”, bajo el pecho. Efectivamente, la hoja de esta espada fue realizada en la Real Fábrica de Artillería de Toledo, tal y como atestigua la marca de dicha fábrica presente en la parte superior de la hoja “Artillería (dos cañones cruzados surmontados por corona) Fábrica de Toledo”, marca aprobada el 24 de noviembre de 1906 y que se mantuvo en uso hasta el 7 de abril de 1920. Esta fábrica fue fundada por Carlos III en 1761 con la denominación de Fábrica Real de Espadas, pasando en 1783 a depender del Cuerpo de Artillería de la ciudad, cambiando su nombre por el de Fábrica de Artillería de Toledo. Entre las piezas que realizó se encuentran numerosos espadines de gala para oficiales del ejército y espadas de honor para regalos a militares o diplomáticos, así como para su venta. Los momentos de esplendor de esta fábrica se vivieron durante la segunda mitad del siglo XIX hasta la segunda década de la siguiente centuria. En cuanto a la técnica del damasquinado, aunque no se sabe con seguridad en qué fecha se recuperó en España, probablemente hay que ponerlo en relación con la restauración de las armaduras de la Armería Real de Madrid llevada a cabo por Eusebio Zuloaga en la década de los 40 del siglo XIX. Posteriormente Eusebio, acompañado de su hijo Plácido, se estableció en su localidad natal Eibar, donde fundaron una fábrica que a partir de 1860 comenzó a realizar trabajos para la fábrica toledana. Dada la dificultad de trasladar las piezas de una localidad a otra, la de atender encargos urgentes y la existencia de demanda, en la década de los 70 un grupo de artistas de damasquinado se establecieron de manera definitiva en Toledo. Sin embargo, la decoración modernista a base de elementos vegetales que presenta esta pieza resulta extraña a la tradición toledana, centro donde era más habitual la ornamentación de tradición musulmana así como de motivos historicistas de estilo renacentista, lo que podría indicar que probablemente desde la Casa Masriera, autora de la empuñadura, mandasen a la fábrica el diseño de la hoja y las indicaciones para su fabricación. Sin embargo, no se tuvo en cuenta dónde se iba a grabar la marca de autoría de la fábrica, ya que al montarse la empuñadura uno de los motivos decorativos de esta, el escudo heráldico con las armas de don Jaime, tapan la marca.

En cuanto a la empuñadura, obedece a un diseño del escultor catalán Eusebi Arnau para la joyería barcelonesa Masriera Hermanos. Dicho establecimiento era una de las principales casas joyeras catalanas, y durante el modernismo fueron los joyeros que, en palabras de Nuria Dalmases y Daniel Giralt-Miracle, aportaron “a la joya modernista la expresión más alta de su refinamiento, buen gusto y variedad creativa”. La casa se fundó por Josep Masriera i Vidal (1810-1875), platero que, procedente de San Andrés de Llavaneras, se estableció en Barcelona en 1810. Continuaron el taller sus dos hijos, Josep Masriera i Manovens (1841-1912) y Francesc Masriera i Manovens (1842-1902), que además fueron pintores. Josep, que se va a constituir como una de las figuras más importantes de la familia, colaboró en el modelado de numerosas obras con el escultor Manuel Fluxá, y fue pintor paisajista e investigador y escritor de temas artísticos. Mientras, Francesc, también platero y pintor, viajó por Europa para conocer las novedades técnicas y artísticas de otros centros, estudiando en Ginebra la técnica del esmalte y del grabado de piedras finas. Hijo de Josep fue Lluis Masriera i Rosés (1872-1958), una de las figuras sobresalientes de la joyería modernista, tercera generación de la familia, y con quien Masriera Hermanos alcanzó renombre universal. Incentivado por su padre, se trasladó a Ginebra para formarse como esmaltador, técnica que perfeccionó en París y Londres, incorporando a su vuelta el trabajo del esmalte traslúcido y opaco, el denominado “Esmalte de Barcelona”, en la línea de lo que estaba haciendo René Lalique (1860-1945). Hombre polifacético, se dedicó también a la pintura y al teatro, fue director y fundador de la revista Estilo, vicepresidente del Círculo Artístico de San Lluc, presidente de la Asociación Artística de Joyería y Platería, y miembro de la Academia de las Ciencias y las Artes de Barcelona, donde en 1913 pronunció el discurso “La caída del Modernismo”, en el que declaraba que este estilo estaba ya pasado de moda, lamentando lo efímero de su existencia. Al igual que había hecho su padre y su tío, Lluis Masriera colaboró con otros artistas para crear sus obras, como los escultores Josep Llimona, Josep Reynes o Eusebi Arnau y los pintores Alexandre de Rique o Apeles Mestres.


Espada de Honor de Jaime III

Masriera Hermanos y Eusebi Arnau. Espada de Honor de Jaime III. 1910.
Foto. Museo del Carlismo. Estella.

 

Así, tal y como hemos señalado, la empuñadura de esta pieza responde a la colaboración de Masriera Hermanos con Eusebi Arnau i Mascort (1863-1933), escultor y medallista formado en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. En 1887 se trasladó a Roma para continuar con sus estudios, y posteriormente a París, donde expuso su obra en 1895 y 1902. Una de sus primeras piezas en colaboración con una joyería la realizó con la Platería Cabot en 1887, mientras que la colaboración con Masriera Hermanos para la fabricación de piezas está datada al menos desde1895. Arnau tuvo una brillante carrera que le llevó a realizar numerosas medallas y piezas de escultura, tanto exentas como creadas como motivo decorativo para edificios construidos en ese momento, lo que le llevó a ser reconocido como uno de los principales escultores catalanes del modernismo. Entre sus obras se pueden citar el diseño de una joya con la imagen de San Jorge y el dragón, tema que retomó en 1910 para la ejecución de esta empuñadura, con la que obtuvo en 1901 la medalla de plata en el concurso de la Asociación Artística de Joyería y Platería de Barcelona para fomentar la creación de joyas. O las esculturas que adornaban la fachada de la Fundición Masriera y Campins, establecimiento creado por Víctor Masriera i Vila (1875-1938), hijo de Federico Masriera i Manovens y primo de Lluis Masriera i Roses.

Paradójicamente, cuatro años antes del encargo de la espada para el pretendiente carlista, Masriera Hermanos había realizado el regalo que los monárquicos catalanes entregaron a la reina Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969) con motivo de sus esponsales con Alfonso XIII (1886-1931), una corona presentada en una arqueta con esmaltes, una de las creaciones más ambiciosas de la orfebrería modernista catalana. Este hecho nos atestigua que la elección de esta casa para la ejecución de esta pieza no se debió a su vinculación con el movimiento carlista, sino al hecho de que se trataba de una de las principales casas joyeras de Barcelona del momento.


FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Comprometidos con la Historia. Donaciones y depósitos en el Museo del Carlismo, Pamplona, Gobierno de Navarra, 2014.
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