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La pieza del mes de marzo de 2018

CÓMO DEFIENDEN SU HONOR LAS ILUSTRES RONCALESAS, UNA COMEDIA DE LUIS MONCÍN CON MÚSICA DE BLAS DE LASERNA. CHOQUE ENTRE EL BARROCO POPULAR Y EL NEOCLASICISMO

 

José Ignacio Riezu Boj
Universidad de Navarra

 

El 29 de mayo de 1784 la compañía teatral de Eusebio Ribera estrenaba en el Teatro del Príncipe de Madrid la comedia Cómo defienden su honor las ilustres roncalesas. El autor de la epopeya navarra era el famoso actor y escritor catalán Luis Moncín Narciso y la música del también celebre músico navarro Blas de Laserna. La obra se representó durante seis días: el 29, 30 y 31 de mayo y el 1, 2 y 3 de junio, y supuso un gran éxito de recaudación. En los seis días el teatro ingresó más de 20.000 reales, siendo el lunes 31 el día de mayor aforo (se recaudaron casi 6.000 reales) (Andioc & Coulon, 1996). El periódico literario madrileño de la época Memorial literario, afín a los nuevos aires ilustrados, publicó con ocasión de su estreno el argumento y la crítica de nuestra comedia. Entre otras lindeces decía: “Lo extraño de la acción de esta comedia, y el modo de ejecutarla con caballos o yeguas de pasta [cartón], causó mucha risa al pueblo, que miraba todo esto como una titerería o linterna mágica… y así en esta comedia solamente queda por un episodio indecente, inventado por el novelista o el poeta” (Anónimo, Coliseo el Príncipe, compañía de Eusevio Rivera. Día 29 hasta 3 de junio. Cómo defienden su honor las ilustres roncalesas: Comedia, 1784). La obra fue representada nuevamente en Madrid en 1788, esta vez en el otro coso madrileño, el Teatro de la Cruz, por la misma compañía de Ribera, durante 5 días: del 6 al 11 de diciembre. Nuevamente los datos de recaudación avalan su éxito: 17.500 reales (Andioc & Coulon, 1996). En esa temporada teatral, de pascua de resurrección de 1788 a martes de carnaval de 1789, se representaron en el Teatro la Cruz 67 obras, aunque solo 14 de ellas se representaron 5 días seguidos, entre ellas la protagonista de este artículo. También en otras ciudades del reino se representó la comedia. Tenemos constancia de que se escenificó en Valladolid en 1788 (Cabezón, 2003), en la Habana los días 15 y 24 de febrero de 1791 (Montoya), y en Ciudad de Méjico el 28 de noviembre de 1791 (Irving A, 1951), el 10 de mayo de 1792 (Leonard, 1951), y en diciembre de 1793 (Viveros, 1997). En los archivos del Teatro de la Cruz de Madrid (hoy en la Biblioteca Histórica de Madrid) consta que el autor Luis Moncín cobró 600 reales por la composición de esta comedia y nos informa de que era una adaptación de otra obra suya que se había estrenado en Madrid los días 27, 28 y 29 de noviembre de 1778 en el Teatro de la Cruz con el título Poner a riesgo el honor, por el mismo honor y patria, y triunfo de las roncalesas (Andioc & Coulon, 1996).
 

La obra
La comedia que estamos estudiando la engloban los expertos dentro de la comedia heroica y en la modalidad militar que ensalza los ideales patrióticos, el valor de la guerra y el soldado (Cabezón, 2003). Dentro de este apartado se ha sugerido un sub-apartado en el que los autores eligen como protagonistas a mujeres guerreras. Se han contabilizado hasta 16 obras de estas características en el último tercio del siglo XVIII (Cabezón, 2003).

ejemplar manuscrito

De nuestra obra se conserva al menos un ejemplar manuscrito en el fondo antiguo de la Universidad de Sevilla identificado como manuscrito A 250/111(2) y disponible en la red. Otro ejemplar de la obra parece existir en la Biblioteca Histórica de Madrid, aunque no he podido confirmarlo (Piñal, 1981). El manuscrito de la Universidad de Sevilla está encuadernado con otras dos obras. Con ocasión de la encuadernación parece haber sufrido un guillotinado que impide o dificulta en muchas ocasiones la lectura de la última línea del texto.

La obra sigue todas las reglas del teatro barroco: está estructurada en tres actos (planteamiento, nudo y desenlace), el lenguaje está adaptado a la clase social y cultural de cada personaje, está escrita en verso, la comedia se mezcla con la tragedia, los temas son los típicos del barroco (honor, amor) y los personajes también: el rey, el galán, la dama, el gracioso o tonto, etc.

La obra parece que tuvo problemas con la censura; todas las obras debían pasar la censura eclesiástica y al censor Fray Ángel de Pablo Puerta Palanco parece que no le gustó la frase “primero es el honor que la vida” puesta en boca de las mujeres roncalesas por considerarla contraria al evangelio, y Moncín se vio obligado a efectuar modificaciones en el texto primitivo (Cabezón, 2003).

La comedia presenta los siguientes personajes listados al comienzo del texto: el rey de Aragón Don Sancho Garcés; sus caballeros roncaleses García de Sesma, Fortún Galindes, Ordoño Meléndez y Fabila; las mujeres roncalesas encabezadas por Elvira de Sesma (hija de García), Ximena Galindes (hermana de Fortún) y Urraca; un aldeano llamado Suero; el rey moro Abderramen y sus generales Muley, Hacen y Abdalla; y la comparsa de moros y cristianos.

La obra, como ya hemos comentado, está dividida en tres parte o jornadas. A continuación, presentamos un resumen:

Jornada 1

La comedia comienza con la descripción de la primera escena

Aparece [una] selva larga con arboledas y a lo lejos pequeña perspectiva de lugar y salen por la izquierda Urraca y otras mujeres con Suero y otros labradores bailando una pastorela para recibir al rey y detrás Ximena y Elvira y por la derecha soldados aragoneses que traen los estandartes, lanzas y demás trofeos ganados a los moros: Ordoño, Fabila, García, Fortún y el último el rey.

Un canto recibe al rey Sancho Garcés rey de Aragón y su ejército al entrar en el valle de Roncal (curiosamente tanto la acción, el rey, como el valle de Roncal aparecen en la obra como aragoneses, no mencionándose en ningún momento su origen navarro). Los combatientes son recibidos por las mujeres roncalesas con Elvira de Sesma a la cabeza. Fortún solicita al rey que interceda ante el padre de Elvira, García, para que le conceda su mano, pero en ese momento suena un clarín anunciando la llegada del ejército de Abderramen. El rey moro entra en escena y exige la rendición del rey. Sancho se niega y Elvira sale en defensa de su rey diciendo:

yo cumpliendo con la ilustre
noble sangre que me alienta
saliera a darte la muerte
que a mujeres de mi esfera
ningún peligro acobarda
porque es tanta mi nobleza
que de muchos reyes moros
no se puede hacer un Sesma;
y un Sesma, pueda poblar
de reyes toda la tierra.

El rey moro, al ver la arrogancia de Elvira, se marcha con su ejército aturdido y locamente enamorado de la roncalesa. Mientras tanto, Ordoño le declara su amor a Urraca, Fabila se ofende y reta a duelo a Ordoño (los dos la pretenden). Aparece el rey Sancho que ha convocado una reunión donde informa de que están rodeados por un ejército mucho más numeroso y prácticamente imposible de vencer. Se ofrece a rendirse al rey moro a cambio de que vivan los demás, pero ellos se niegan y hacen jurar al rey que no se rendirá.

Jornada 2

Sale Fortún por un lado y el rey Abderramen por el otro disfrazado de cristiano, Fortún conversa con él creyendo que es cristiano, pero el moro le confiesa que es Abderramen, que esta locamente prendado de Elvira y que la ha raptado, pero ella se ha defendido con bravura y ha matado a varios moros. Abderramen huye al oír voces. Aparece Elvira armada que viene con Ordoño y Fabila, ella se va con Fortún y se quedan Ordoño y Fabila, que quieren batirse en duelo. Aparece Ximena y detiene el duelo, convenciéndoles para que sea su hermano Fortún quien decida con quién se casan.

En una pobre casa hablan el rey, García, Fortún, Fabila, Ordoño, Elvira y Ximena del rapto de Elvira por los moros. El rey Sancho propone casar a Fortún y a Elvira, pero en ese momento entra un soldado anunciando que viene el rey Abderramen. Aparece el rey moro con sus generales y les dice que les ofrece parar la guerra y ser su aliado a cambio de que le entreguen a Elvira, pues la quiere no como esclava sino como esposa. Delante de ellos les declara su loco amor:

…pues ella a mí me ha rendido
sus ojos adoro amante,
su luz mariposa sigo,
en su hermosura idolatro,
y solo de amarla vivo.
Si me la dais, desde luego
ofrezco, juro, y afirmo
que he de ser mientras viviere
vuestro aliado y amigo…

El rey Sancho dice que el que tiene que contestar es García, que es el padre de Elvira. El padre afirma que es Elvira la debe decidir. Elvira contesta que ya ha elegido esposo y tiene que ser Fortún el que decida, aunque sabe que se va a negar. Fortún, después de confirmar que todos (rey incluido) acatarán lo que proponga, decide entregar a Elvira al rey moro. Elvira enfurecida arremete y repudia a Fortún en un largo discurso en el que también incluye a Abderramen:

…quítate de mi presencia
hombre vil, cruel cocodrilo,
que con lágrimas fingidas
devorarme has pretendido;
y no vuelvas en tu vida
a verme, pues ya te miro
con tal horror, tal asombro,
tal tormento, tal martirio,
que, por no verte, ni hablarte.
Si no encuentro otro camino,
yo misma me sacaré
con despecho enfurecido
el corazón en que tú,
depositado has vivido
y tú, infiel Abderramen
que soberbio y presumido…
a conquistar los cariños,
olvida pues tu demencia
refrena tanto delirio,
y vuelve luego a tu campamento
sin esperanza de alivio,
de que nunca será amado
quien nunca fue aborrecido.
Pues los tormentos mayores
los más horrendos castigos,
sobre valiente aguantarlos,
sobre constante sufrirlos,
sobre animosa vencerlos,
sobre cristiana pedirlos,
antes que darte la mano…

Fortún se explica y declara que ofrece lo que más quiere por la paz y para que el rey moro se bautice cristiano. Elvira entiende los motivos y es ella entonces la que se ofrece como esposa al rey moro para hacerlo cristiano. El rey moro, furioso, se niega a renegar de su fe y vuelve a solicitar que le den a Elvira. Todos lo rechazan y el rey moro arremete contra los cristianos prometiendo destruir el valle, matar a los hombres y violar a las mujeres:

…No he de dejar en este valle
piedra, planta, tronco o visco
que no queme, que no tale;
sintiendo el coraje mío,
que no pueda muchas veces
hacer el destrozo mismo.
No ha de quedar solo un hombre
a quien no pase a cuchillo
comprometiendo mi rigor
hasta los más tiernos niños.
Así vengaré mi rabia…

…Por instantes preveniros
a la muerte y a la afrenta,
pues furioso determino
atropellar las mujeres
dar a los hombres castigo…

Todos se retiran menos García con sus hombres que, reunidos, deciden matar esa misma noche a sus mujeres e hijas para evitar el atropello prometido por el moro. Resuelven también enfrentarse al día siguiente a los sarracenos y morir todos juntos. Mientras, una Elvira escondida ha oído todo.

Jornada 3

En una casa pobre García y Fortún lloran sus desdichas por tener que matar a las mujeres. Aparecen Elvira y Ximena e interrogan a Fortún por su aflicción y este se marcha muy abatido sin poder decir nada. Elvira y Ximena van en busca de las mujeres mientras aparecen el rey y sus hombres, que deciden iniciar la batalla al alba sabiendo que es una muerte segura. Aparecen las mujeres armadas con niños y niñas y, ante el asombro del rey y sus hombres, Elvira cuenta que sabe la intención que tienen de matarlas antes de ir a la batalla. Elvira pide al rey participar ellas también en la lucha contra el moro:

…pues siendo así, a suplicar
llegamos determinadas
que formemos las mujeres
el cuerpo de la vanguardia;
para lo cual, ya venimos
con el duro acero armadas;
en esto estamos resueltas,
valerosas y esforzadas
ni al peligro, ni a la muerte
hemos de volver la cara;
no pongáis dificultades
que no han de ser de importancia.
Queremos morir matando
porque el tiempo nos aplauda.
En esta resolución
venimos tan arrojadas
que si privarnos queréis
nosotras sin otra ayuda
hemos de dar la batalla,
y todas morir sabremos
con valor y con constancia,
mirar que nos respondéis,
advirtiendo, que agraviadas
nos tenéis y así podéis
dejarnos desenojadas.
Para que el orbe conozca
cómo, con tan grande hazaña,
las ilustres roncalesas
su honor defienden y guardan.

Elvira, encolerizada al ver que los hombres y el rey dudan, intenta clavarse un puñal diciendo que así otro no la matará. Todos rápidamente la detienen.

El rey, admirado por el valor de Elvira y sin conocer la intención que tenían los hombres de matar a sus mujeres, acepta la propuesta de las roncalesas y resuelve nombrar a Elvira generala del ejército cristiano:

…y para más gloria nuestra
ha de ser la generala
que la mande Elvira Sesma,
cuanto mande y cuanto haga
hemos de obedecer todos;
esta preeminencia rara
hoy merezcan las mujeres
pues cuando anhelan la hazaña
de morir a nuestro lado
es acción precisa honrarles.
Ea vasallos y amigos,
ea amazonas gallardas
a morir por nuestra fe…

Elvira toma el mando del ejército y ordena iniciar la batalla en ese mismo momento antes de que el ejército enemigo pueda descansar. Elvira organiza a cada capitán en su puesto: “Fortún en el puente de emboscada, Ordoño en la punta del molino, Fabila en la cañada para evitar la retirada del enemigo, hombres con hachas escondidos junto al puente y los niños y niñas junto a unas peñas altas. El rey y su padre en la retaguardia”. Finalmente, propone mandar a las mujeres al campamento árabe montadas en yeguas para excitar a los caballos y dirigirlos, con el ejército musulmán, hasta el puente y las rocas, donde les espera el ejército cristiano.

Todos aceptan entusiasmados las ordenes de Elvira y enardecidos se van a la batalla. Aparece el ejército moro con su rey dando órdenes de descansar y no dejar con vida a ningún cristiano. En este momento el manuscrito describe cómo debe ser la escena: “pasan todas las mujeres cristianas a caballo en las yeguas y si no pudiere ser sean pintadas imitándolas y en particular a Elvira y a Ximena y entran por la derecha”. Los moros con sus caballos siguen a las yeguas que les conducen hacia el puente y las peñas, donde se produce el encuentro entre moros y cristianos. Mientras luchan, aparecen a pie las mujeres, y entre hombres y mujeres consiguen rodear a los moros, muriendo todos ellos excepto el rey Abderramen que, herido, huye perseguido por Elvira. Cuando todos echan en falta a Elvira, aparece esta con la cabeza del rey moro. El rey Sancho concede en su honor nobleza a todas las roncalesas:

Invencible roncalesa,
prodigio, asombro y contento
que hará memorable el tiempo
a ti se debe la gloria
de este admirable suceso,
tu gallardía e ingenio
de tan ciego laberinto
nos sacó con tanto acierto.
Y así en justa recompensa
les concedo el privilegio
a todas las roncalesas
de nobleza, y que los fueros
gocen de los ricos-hombres;
Y para mayor aumento
el que probase que es hijo
de roncalesa, al momento
por noble se le declare;
y por escudo concedo
al valle la fuerte espada
por memoria de este hecho;
y pues Elvira cortó
la cabeza del rey soberbio;
llevarán las roncalesas
siempre puesta sobre el pelo
una corona y aun no…

Para finalizar la obra el rey entrega a Fortún a Elvira por esposa y a Ordoño a Ximena.

La obra es un canto al honor y a la defensa de la España goda frente a la invasión musulmana. Está impregnada de alabanzas a la catolicidad de España y presenta al rey como el padre de todos los españoles. Pero además de estos tópicos muy característicos de su época, hay también en la obra un acusado protagonismo de las mujeres. El papel principal de la obra no lo tiene el rey cristiano, ni ninguno de sus capitanes, sino Elvira, una mujer de fuerte carácter, hija de un capitán roncales. El papel de Elvira es además acompañado por más mujeres como Ximena y Urraca. Elvira es la que más discursos pronuncia en la obra, discursos llenos de fuerza, osadía y resolución. Es ella la que ensalza al rey cristiano, enamora al rey moro, cautiva al capitán Fortún, organiza a las mujeres roncalesas, convence a los hombres y al rey para acompañarlos en la guerra, es nombrada generala del ejército cristiano, da las ordenes y organiza la estrategia militar y, por último, decapita al rey Abderramen. Es en definitiva la heroína de la comedia, pero mostrando cualidades que en la sociedad de su época estaban reservadas a los hombres. Hoy calificaríamos esta obra de eminentemente feminista.
 

El autor
El máximo conocedor de la vida de nuestro autor es Emilio Palacios Fernández. Seguimos sus trabajos (Fernández, El teatro popular español del siglo XVIII, 1998) (Fernández, Introducción a las Loas de Luis Antonio José Moncín Narciso, edición de Emilio Palacios Fernández) para esbozar una pequeña reseña del autor de la comedia.

Luis Antonio José Moncín Narciso nació en Barcelona de familia de cómicos; su padre era apuntador en el teatro y su madre cómica. Su hermano Isidoro también trabajó en el teatro de apuntador y estaba casado con una actriz (Cotarelo y Morin, 1899) La familia se trasladó a Madrid, donde casó en 1756 con otra actriz hija y hermana de cómicos, Victoria Ferrer (Cotarelo y Morin, 1899). Al no encontrar empleo en Madrid donde ya trabajaba su mujer, tuvieron que ir “por provincias”. Trabajaron en Granada y Cádiz, donde nuestro autor empezó a ganar reputación como actor y escritor teatral. Compuso su primera obra en 1768. Dada su creciente fama, en la temporada 1784-85 fue llamado a Madrid, donde se estableció con su familia. Un sainete de la época nos describe su personalidad: “es ajustado y hombre de juicio”, “su delgadez, la austeridad de costumbres, que es fumador, que posee un perro y un gato”, “uno de corbatín muy apretado, el sombrero calado hasta los ojos, su talla vara y media, y son rojos sus cabellos… Su cuerpo, aunque seguido muy delgado su nariz perfilada, tiene arrojos de querer ser poeta y aunque flojos sus pensamientos son de licenciado” (Cotarelo y Morin, 1899). Otra descripción de su carácter es la que hace el director de la compañía en la que trabaja en 1788: “muy pronto al cumplimiento de su obligación; hombre de bien, y de buena conducta; tiene ingenio y compone comedias y sainetes. Es casado, y mantiene a la madre de su mujer”. De su esposa Victoria comenta que es “sobresalienta. Desempeña la parte sin repugnancia del público. Es moza de buena conducta y casada” (Fernández, Introducción a las Loas de Luis Antonio José Moncín Narciso, edición de Emilio Palacios Fernández). Luis Moncín se jubiló como actor en la temporada 1791-92, lo que le permito aumentar su producción teatral de manera considerable. Fue uno de los dramaturgos más prolijos de su época, pues se han catalogado 37 comedias suyas de todo tipo: heroica, trágica, jocosa, figurón, espectacular… Pero también destacó sobremanera en la producción de piezas breves, muy demandadas en su época, y se le conocen 10 loas, 57 sainetes, 16 fines de fiesta, etc. Ha sido considerado el continuador de Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla (hermano de Juan, el célebre grabador), el más famoso sainetero madrileño de finales del siglo XVIII. Luis Moncín murió en Madrid en 1801. Palacios Fernández dice de nuestro autor que “cumple con dignidad con los códigos de la dramática del teatro popular que él ha recibido y que sabe adaptar a su tiempo. Sabe observar los gustos del público y adaptar sus preferencias. Partidario del teatro lúdico, más que el educador, no olvida algunas leves pinceladas didácticas. Tuvo un público fiel, por más que en algunos periódicos clasicistas hicieran duras censuras de sus estrenos. La buena recepción de sus piezas le permitía vivir con dignidad” (Fernández, Introducción a las Loas de Luis Antonio José Moncín Narciso, edición de Emilio Palacios Fernández).

Música y danzas
Una importante característica del teatro barroco fue la inclusión de obras menores (loa, sainete, fin de fiesta, etc.) en el comienzo, intermedios y final de las obras mayores (comedias, dramas, etc.). Otra particularidad significativa fue la inclusión en algunas partes de la obra de música y/o danzas, característica que evolucionó dando lugar a la aparición de un nuevo género teatral: la zarzuela.

La zarzuela

Nuestra obra, aunque no lo he encontrado mencionado en ningún trabajo, tuvo música y danzas al comienzo de la pieza. Como ya hemos visto más arriba al detallar la primera escena, el autor, describe que los actores reciben al rey “bailando una pastorela”. Además, el manuscrito señala como “música” las primeras estrofas de la obra. Pero además he localizado una partitura en la biblioteca histórica de Madrid (manuscrito Mus 11.15), disponible on line, titulada “Cómo defienden su honor”. Está formada por 10 hojas de pentagramas y la primera hoja nos da el título de la obra y el autor (De Laserna). Le siguen dos hojas iniciadas con el epígrafe de “bailete” (según la RAE, danza corta que solía introducirse en la representación de algunas obras teatrales) en el que se cantan las primeras estrofas de la comedia “En hora dichosa alegrarnos venga ale… nuestro rey Dn Sancho, triunfante en la guerra terror de los moros, de Aragón defensa, que vivía viva y triunfe, que reine y que venza que…”. Si lo contrastamos con el manuscrito de la Universidad de Sevilla, es el mismo párrafo con el que se inicia la obra, apareciendo señalado como “música”. Las 8 hojas restantes contienen otro bailete sin letra, dividido en las partes para violín 1º y 2º, oboe 1º y 2º, y trompa 1º y 2ª. Se trata pues de la música con la que se inicia la obra de la que estamos estudiando, la música para dos bailetes y una canción con una orquesta de 2 violines, dos oboes y dos trompas.

El autor de la partitura es el navarro Blas De Laserna Nieva, que nació en Corella el 4 de febrero de 1751 y murió en Madrid el 8 de julio de 1816. Fue probablemente el más importante compositor español de música para teatro del último tercio del siglo XVIII y principios del XIX. Vivió en Madrid, donde fue “compositor de compañía” y trabajó para las compañías de los dos teatros madrileños de la época: el corral de comedias del Príncipe y el corral de comedias de la Cruz. Su labor se centró principalmente en música teatral, siendo uno de los autores que más influyó en el auge y esplendor de un nuevo género teatro-musical exclusivo de España: la tonadilla escénica. Se han catalogado más de 800 tonadillas de nuestro autor. Compuso, además, 40 sainetes y más de 60 partituras para comedias con letras de los principales autores del momento, como de la Cruz o Moncín. Es autor también de varias óperas, una zarzuela y un concierto para dos trompas. De Laserna se puede considerar uno de los mejores compositores navarros del siglo XVIII junto con el roncalés Sebastián de Albero.


Polémica con los ilustrados
Nuestro autor mantuvo varias polémicas y fue duramente criticado por los escritores neoclásicos de la Ilustración. El neoclasicismo había nacido en Francia a mediados del siglo XVIII, con los intelectuales de la Ilustración y como reacción a las exageraciones del barroco volviendo su mirada a los ideales del clasicismo griego y romano, criticando las costumbres e incidiendo en la educación y en la moral. En el teatro las reglas neoclásicas exigían la verosimilitud, unidad de acción, de espacio y de tiempo, y tener un enfoque didáctico y moral. Como ya hemos visto, la obra de Moncín fue duramente criticada en su estreno por el periódico Memorial Literario tachándola de “titerería e indecente” (Anónimo, Coliseo el Príncipe, compañía de Eusevio Rivera. Día 29 hasta 3 de junio. Cómo defienden su honor las ilustres roncalesas: Comedia, 1784). El mismo año el polemista y literato ilustrado Juan Pablo Forner publica otra dura crítica a la obra: “no ha mucho que se representó una comedia disparatada de Moncín en que un ejército de Roncalesas salían a caballo en yeguas en son de mojiganga para urdir a los moros una estratagema obscenamente ridícula y estrafalaria. Mayor conjunto de delirios no le ha visto en mi vida” (Forner, 1847). Lo mismo ocurrió en el estreno en Valladolid en 1788, el periódico ilustrado Diario Pinciano, publica la crítica en la que dice: “si atendemos a lo que se representó, fue poniendo en lo interior del foro una media docena de nonas de papel pintado, que en dos divisiones pasaban sucesivamente a la vista de los espectadores, como suele hacer en la maquina real o cámara obscura… ¡Pobres de los que pagaron su dinero por ver ‘cómo defienden su honor las ilustres roncalesas’ y se encontraron con una linterna mágica!” (Almuiña Fernández, 1974) El máximo exponente del teatro neoclásico español, Leandro Fernández de Moratín, también se animó a dedicar un poema burlándose de Moncín y la obra que comentamos (Moratín, 1840). Es un poema en el que enumera los tipos de diablos que existen y entre ellos menciona a un diablo que inspira los versos de los dramaturgos:

…de estos diablos que nos cercan,
hay otro más enfadoso,
más insolente y perrera.
Este es el que inspira tantos
versillos de cadeneta,
y el que regala al teatro
monstruos en vez de comedias.

Él apuntó a Valladares
sus misiones de cuaresma.
Y al miserable Moncín
sus nefandas roncalesas…

Tanta burla recibida hará que la obra pase a la historia del teatro junto con su autor como una de las obras teatrales más criticada por los ilustrados (Cambronero, Los sainetes, 1895) (Cambronero, 1896).

Cómo defienden su honor las ilustres Roncalesas


BIBLIOGRAFÍA
ALMUIÑA FERNÁNDEZ, C. Teatro y cultura en el Valladolid de la Ilustración: los medios de difusión en la segunda mitad del XVIII, 1974.
ANDIOC, R., & COULON, M. Cartelera teatral madrileña del siglo XVIII, (1708-1808), Anejos de Criticón 7. Toulouse, Presses universitaires du Mirail, 1996.
ANÓNIMO. Coliseo el Príncipe, compañía de Eusevio Rivera. Día 29 hasta 3 de junio. Cómo defienden su honor las ilustres Roncalesas: Comedia. Memorial literario, instructivo y curioso de la Corte de Madrid, junio de 1784, pp. 111-113.
CABEZÓN, R. F. “La mujer guerrera en el teatro español de fines del siglo XVIII», Anuario de Estudios Filológicos, XXVI, 2003, pp. 117-136.
CAMBRONERO, C. “Los sainetes”, Revista Contemporanea, 99, 1895, pp. 467-468.
CAMBRONERO, C. Revista Contemporanea, 104, 1896, p. 60.
COTARELO Y MORIN, E. Don Ramón de la Cruz y sus obras. Ensayo biográfico y bibliográfico, Madrid, Madrid, 1899.
FERNÁNDEZ, E. P. El teatro popular español del siglo XVIII, Milenio, 1998.
FERNÁNDEZ, E. P. Introducción a las Loas de Luis Antonio José Moncín Narciso, edición de Emilio Palacios Fernández, s.f. Recuperado el 18 de febrero de 2018, de http://betawebs.net/corpus-moncin/?q=node/68
FORNER, J. P. Revista Literaria de El Español, 1847, pp. 26-31.
IRVING A, L. “The Theater Season of 1791-1792 in Mexico City”, The Hispanic American Historical Review, 31(2), 1951, pp. 349-364.
LEONARD, I. A. “La temporada teatral de 1792 en el Nuevo Coliseo de México”, Nueva Revista de Filología Hispánica (4), 1951, pp. 394-410.
MONCÍN, L. Fondo antiguo de la Universidad de Sevilla, s.f. Recuperado el 18 de febrero de 2018, de Cómo defienden su honor las ilustres roncalesas: http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/5077/2/como-defienden-su-honor-las-ilustres-roncalesas/.
MONTOYA, C. P. Morir del teatro (II). Algunas obras representadas en La Habana durante la temporada 1790-91, s.f. Recuperado el 27 de enero de 2018, de http://librinsula.bnjm.cu/secciones/217/nombrar/217_nombrar_4.html.
MORATÍN, L. F. Obras dramáticas y líricas de D. Leandro Fernández de Moratín, entre los Arcades de Roma Inarco Celenio, Madrid, 1840.
PIÑAL, F. A. Bibliografía de autores españoles del siglo XVIII, Volumen 5, Madrid, CSIC, 1981.
VIVEROS, G. “Un drama novohispano. La lealtad americana de Fernandez Gavila”, Literatura Mexicana, VIII (2), 1997, pp. 695-779.