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CURSOS DE VERANO

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EL BARROCO EN NAVARRA. EL PLACER DE SENTIR Y EL GOZO DE CELEBRAR

17 de septiembre de 2015

Joyas y plata. Adorno y función
Dña. Concepción García Gainza. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

La platería navarra de los siglos XVII y XVIII mantiene, más aún que en el Renacimiento, la gran actividad de los talleres familiares de plateros que labran ostentosas piezas de movidos perfiles ornamentadas al gusto barroco y también piezas lisas generalmente destinadas al culto religioso. En contraposición la joyería muestra una gran brillantez tanto en el diseño como en la realización a juzgar por las joyas conservadas. Desde hace pocos años, la platería del Barroco nos es bien conocida gracias a la catalogación de las obras realizada en su totalidad que alcanzan cientos de piezas, la mayor parte de carácter religioso. De otra parte la existencia de una numerosa documentación entre la que se encuentra las Ordenanzas del gremio y cofradía de plateros, fechadas en 1743, con adiciones en 1788, permiten conocer todo lo referente a la organización del gremio de San Eloy y su funcionamiento, así como lo relativo al marcaje de las piezas. Mención especial merece el Libro de Exámenes de los plateros de Pamplona (1691-1832), uno de los escasos libros de este tipo que se conservan en España, que constituye una fuente inestimable para el conocimiento de los plateros que desarrollaron su actividad en Navarra en los siglos del Barroco, así como un material extraordinariamente rico desde el unto de vista artístico, tipológico y documental. Todo lo cual ha permitido abordar el estudio del período en su conjunto.

Las marcas de la plata
El empleo de la plata y el oro obligó a guardar la ley estipulada por las ordenanzas para evitar el fraude de los metales preciosos, lo que hizo obligatorio el marcar las piezas, normativa que estaba ya establecida desde el Privilegio de la Unión (1423) promulgado por Carlos III, y mantenido durante el siglo XVI. En Pamplona tradicionalmente las piezas llevan dos marcas, la de autor o “marca de artífice” y la marca de la ciudad que se estampaba cuando se comprobaba que la ley era correcta, lo que deja como huella la burilada. La doble marca se mantiene en los siglos del Barroco con el fin de ejercer el control de la plata en las piezas ya labradas. Las marcas de artífice o de autor fueron recogidas en su mayor parte en la catalogación del Catálogo Monumental de Navarra pero después han sido precisadas y ampliadas con el cotejo de las marcas y la documentación. La marca de la ciudad de Pamplona responde a una doble PP coronada que alude a su condición de reino. 

Joyería
Frente al desconocimiento en que se halla la joyería renacentista navarra, el capítulo de joyería barroca tiene excepcional importancia y puede ilustrarse con los dibujos de joyas del Libro de Exámenes y los nombres de los joyeros más destacados de Pamplona. Los catorce dibujos de joyas fechados de 1700 a 1788 constituyen una buena representación de la joyería dieciochesca cuyos principales tipos muestran hallarse al día de las nuevas modas y diseños debidos a modelos franceses. La conservación hasta nuestros días de un conjunto de joyas barrocas de producción local custodiadas en el joyero de la catedral de Pamplona ilustran brillantemente este capítulo. Los plateros de oro harán su examen dibujando una joya de la lista de nueve alhajas que enumeran las Ordenanzas de 1743: alamar de guías, lazada de guías, piocha, joyel de guías, puño de bastón, sortija de oro, aderezo de cruz, par de broches para manillas o pulseras y sortija de memorias, enumeración que resulta muy útil sobre las tipologías y terminologías entonces en uso.

Sortija. Dibujo nº 31, realizado por Juan José de la Cruz en 1725

Sortija. Dibujo nº 31, realizado por Juan José de la Cruz en 1725
Libro de Exámenes de la Hermandad de Plateros de Pamplona 
Archivo Municipal de Pamplona

Precisamente es la sortija la joya que más se repite en el Libro de Exámenes. Con una sortija de un solo cabujón se examinó en 1725 Juan José de la Cruz que se convirtió en el joyero más importante de Pamplona. Su obra más deslumbrante son las coronas de oro, diamantes y esmeraldas de la Virgen del Sagrario, que fueron un encargo del cabildo catedralicio de Pamplona, sufragadas con donaciones de los devotos. Dada la calidad de este platero y el hecho de que trabajara para el cabildo hacen que se le atribuyan algunas de las excepcionales joyas que se guardan en el joyero catedralicio como alguno de los cuatro petos, el lazo y el cetro de la Virgen. El peto es una joya para llevarse en el escote de los trajes de las damas. Es de despliegue horizontal y complicada estructura simétrica respecto a un centro en el que se engarzan piedras y de él penden colgantes, tembladeras o cruz.

Corona de Nuestra Señora del Sagrario

Corona de Nuestra Señora del Sagrario
Juan José de la Cruz, 1936 
Catedral de Pamplona

Platería civil y religiosa
Es poco lo que se ha conservado de platería civil en comparación con la religiosa ampliamente representada y utilizada hasta hoy en día en las iglesias como piezas de culto. Ambas estaban destinadas a una clientela diferenciada, formada en el caso de la civil por las acomodadas familias que especialmente en el siglo XVIII demandaran piezas de uso doméstico, piezas de vajilla, que ilustran del bienestar económico y de un cierto concepto del lujo. Por su parte la platería religiosa era demandada por las numerosas parroquias, conventos y por las propias catedrales donde se han conservado en gran número.

La escasez de plata civil queda compensada gracias a Libro de Exámenes que nos ilustra con sus dibujos y tipologías de manera más extensa. El azafate o bandeja es la pieza que cuenta con más número de representaciones, diecinueve, que van de 1694 a 1807 en los que se puede seguir una evolución desde el Barroco tardío, Rococó al Neoclasicismo y la introducción de la moda francesa. Representadas están también otras tipologías como el jarro, el taller formado por salero, pimentero y palillero, despabiladeras, palanganas o bacías de barbero, salvas, salvillas, braserillos o chofetas, mancerinas, cafeteras y cubiertos.

Azafate. José Ochoa, 1780-1790

Azafate. José Ochoa, 1780-1790
Museo de Navarra

 

Carácter devocional y doméstico tienen las pilas de agua bendita, piezas muy ornamentadas especialmente las barrocas. 

La platería religiosa responde a una tipología tradicional exigida por su función en el culto. De ella se han conservado un número muy elevado de piezas a pesar de las desapariciones posteriores. Entre las piezas más demandadas se encuentra el cáliz, si bien las más ricas son las andas de los patronos o los frontales de altar donde se concentra la exuberancia barroca. Entre las andas cabe destacar las de san Fermín (1735), de Antonio Ripando, y las de la Virgen del Camino (1702) de Hernando Yavar. En lo que respecta a los frontales se sabe que en Navarra se labraron seis frontales de los que se conserva uno, el de san Fermín. Inspirada su composición en los frontales de tejido, combina una exuberante ornamentación centrada por la figura del patrono. Importantes piezas son los relicarios en forma de busto como el de san Francisco Javier y el de la Magdalena de José de Yavar de la catedral de Pamplona. En la línea del enriquecimiento de las imágenes, seguida en el siglo XVIII, se forró de plata la imagen de Nuestra Señora del Camino, patrona de la ciudad y la del busto san Fermín en 1682.

Otras tipologías religiosas fueron las sacras, los atriles y blandones, si bien sus realizaciones constituyen contados ejemplos, entre ellos los atriles de la parroquia de San Lorenzo y las sacras de la parroquia de Corella.

Los plateros
Durante los siglos del Barroco Pamplona sigue siendo el centro regidor de la platería navarra y donde asientan sus talleres la mayoría de los plateros. La nómina de plateros activos en la ciudad es muy elevada, especialmente en el siglo XVIII cuando se logró superar el número llegando casi a cien plateros examinados. El oficio de platero se transmitía de padres a hijos, por lo que se formaron grandes talleres familiares abiertos durante varias generaciones como los correspondientes a los Montalbo, Bentura Jiraud, Yavar, Larumbe, Beramendi, Lenzano entre otros, que permiten apreciar la evolución del clasicismo al Barroco y finalmente al Neoclasicismo. Sus miembros y actividad son perfectamente conocidos gracias al estudio de M. Orbe Sivatte. Estos talleres familiares integraban en su seno a aprendices y mancebos y empleaban un numeroso y complejo utillaje para aplicar las distintas técnicas empleadas como cincelado, grabado a buril, repujado, fundido, además de dominar la técnica de los esmaltes y el manejo de piedras preciosas y las aleaciones y procesos químicos necesarios en el oficio. 

Plata hispanoamericana
El conjunto de platería hispanoamericana conservado en Navarra compone un capítulo de importancia fundamental dentro de la platería del Barroco. La presencia en nuestro suelo de estas piezas de apariencia rica y exótica procedentes de los virreinatos de Nueva España y de Perú, así como de Guatemala, se debe al envío de legados por parte de los indianos por amor a sus pueblos de origen o por motivaciones religiosas. Poseemos conocimientos bastante completos de estos mecenas con casos significativos como el de don Juan de Barreneche y Aguirre que envió en 1748 un legado espectacular de piezas de platería –dos cálices, copón, cruz procesional, naveta, altar, custodia y relicario– procedente de Guatemala a la parroquia de Lesaka. En la misma localidad encontramos a otro destacado mecenas, don Ignacio de Arriola y Mazola que envió desde Lima en 1749 para la construcción del convento de Carmelitas seis cajones de plata labrada y también nada menos que la custodia de la catedral de Cuzco que había comprado, añadiendo 10.000 pesos en metálico para adornar la pieza con diamantes. Otro legado importante es el realizado por el marqués de Castelfuerte y virrey de Perú don José de Armendáriz y Perurena que mandó desde Lima a la capilla de San Fermín de Pamplona cinco fuentes más dos jarros de plata y un pectoral de oro y esmeraldas para el santo. 


Legado de Juan de Barreneche a la parroquia de Lesaka

Legado de Juan de Barreneche a la parroquia de Lesaka

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PROGRAMA


Martes, 15 de septiembre 
El Barroco, ¿Una invención del siglo XX?
D. Javier Portús Pérez. Museo Nacional del Prado 

¿Existe el Barroco en Navarra?
D. Ricardo Fernández Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Miércoles, 16 de septiembre
"Plegaria de ladrillo y sillar". Arquitectura religiosa en el Barroco navarro
D. José Javier Azanza López. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

La construcción de una imagen de poder: urbanismo, casas y palacios
Dña. Pilar Andueza Unanua. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Jueves, 17 de septiembre
De escoplo, martillo y pincel. Las artes visuales al servicio de la Iglesia y del poder
D. Ricardo Fernández Gracia. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Joyas y plata. Adorno y función
Mª Concepción García Gainza. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro

Presentación del libro Alonso Cano y el Crucificado de Lekaroz
Mª Concepción García Gainza. Cátedra de Patrimonio y Arte navarro