Resumen: Resumen: El horizonte cultural contemporáneo parece impotente y sin recursos morales para resolver las problemáticas por las que atraviesa. Sin embargo, la inquietud, interés y necesidad que manifiesta por lo ético es un signo esperanzador. En ese marco, la formación ética se presenta como una necesidad para poder llegar a la raíz de la crisis que estamos viviendo, que es una crisis de sentido, no sólo económica. Se presentan mezclados reconocimientos de derechos humanos con graves atropellos a la vida humana, enormes imperios capitalistas con pueblos y naciones enteras bajo los efectos del subdesarrollo y la corrupción política. En medio de estas realidades el ser humano busca caminos para enfrentar la crisis moral que padecemos. Son muchos los que están trabajando seriamente sobre estos temas. Así las instituciones de Educación Superior han entendido el papel decisivo que tienen como medios de humanización. ¿Cómo lograr una cultura de formación ética y de desarrollo sostenible transversal que pueda incorporarse en las universidades? ¿Cómo lograr que la universidad desempeñe su papel como protagonista responsable en la sociedad?
Tratar de responder a estas cuestiones implica indagar sobre qué es la universidad, es decir, qué la constituye como tal, qué la auna. Es decir, plantear qué significa una ¿comunidad de buscadores de la verdad¿, una verdad que sin duda debe comprenderse en un contexto, con una historia.