Resumen: Los textos bíblicos constituyen un buen punto de partida, no sólo desde un punto de vista teológico ni confesional, para un diálogo acerca del auge de los sentimientos nacionalistas, a veces ligados a las tensiones derivadas por la creciente llegada de personas que huyen de la violencia o el hambre en busca nuevos hogares. En efecto, la Biblia es un clásico de la cultura universal nacido en un pueblo con una personalidad propia, y con una identidad que lo lleva a considerarse portador de una misión universal entre todas las naciones. Un pueblo que, en la configuración de esa identidad, ha experimentado en primera persona las tensiones derivadas de desplazamientos y procesos de integración, y eso desde los dos puntos de vista antagónicos: el del emigrante y el del país de acogida. El texto bíblico propone un modo insólito de abordar los procesos de integración en la configuración nacional.