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El encuentro COP24 avanzó en reglamentar el Acuerdo de París, pero siguieron bloqueados los “mercados de carbono”

Las movilizaciones en favor de que los gobiernos tomen medidas más drásticas frente al cambio climático pueden hacer olvidar que muchos países están dando pasos ciertos en la reducción de gases con efecto invernadero. Aunque normalmente las cumbres internacionales se quedan cortas respecto a las expectativas, los acuerdos climáticos van progresivamente abriéndose paso. He aquí los resultados de la última de esas cumbres: un paso pequeño, cierto, pero un paso hacia delante.

Sesión plenaria de la COP24, celebrada en diciembre en Katowice (Polonia) [COP24]

▲ Sesión plenaria de la COP24, celebrada en diciembre en Katowice (Polonia) [COP24]

ARTÍCULOSandra Redondo

La cumbre climática (también conocida como COP: Conference of the Parties) es una conferencia global preparada por la Organización de Naciones Unidas, donde se negocian medidas y acciones relacionadas con la política climática. La última, bautizada como COP24, tuvo lugar del 2 al 14 de diciembre de 2018, en la ciudad polaca de Katowice. En ella participaron cerca de 3.000 delegados de 197 países que son parte de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Entre ellos se encontraban políticos, representantes de organizaciones no gubernamentales, miembros de la comunidad científica y del sector empresarial.

La primera COP tuvo lugar en 1995, y desde entonces estas cumbres han llevado a la creación del Protocolo de Kioto (COP3, 1997) y al Acuerdo de Paris (COP21, 2015), entre otros mecanismos de actuación internacional. El objetivo principal de la cita en Katowice consistía en encontrar el modo de llevar a cabo el Acuerdo de París de 2015, es decir, de implementar recortes en las emisiones contaminantes para evitar un aumento del calentamiento global. La COP24 era la última cumbre antes de 2020, año en el que entrará en vigor el Acuerdo de París.

El Acuerdo de París de 2015 fue firmado por 194 países con el objetivo de evitar que las emisiones contaminantes, causantes del efecto invernadero, aumenten la temperatura del planeta por encima de los dos grados con respecto a niveles preindustriales. La comunidad internacional pide la realización de un esfuerzo, por parte de todos, para que el aumento de temperatura no sea superior a los 1.5 grados respecto a dichos niveles. En la cumbre se pretendía crear un esquema a seguir por todos los países que fuese claro, concreto y común y así hacer realidad el acuerdo.

Desafíos

Uno de los desafíos para alcanzar ese objetivo se encuentra en establecer un equilibrio que permita a todas las naciones participar en esta lucha, pero teniendo en cuenta la realidad de cada una de ellas: las distintas capacidades tecnológicas y financieras, así como las circunstancias de vulnerabilidad y contaminación histórica. Al participar países con grandes diferencias entre ellos, es comprensible la dificultad de la tarea a realizar para llegar a un consenso. Esta era una de las medidas que se pretenden implementar del Acuerdo de París, en el cual gobiernos se comprometieron a ayudar a los países en desarrollo para lograr una adaptación mayor y más permanente.

En palabras de Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, además de medidas para hacer efectivo el Acuerdo de París es importante “impulsar un cambio cultural en las formas de producir y consumir de nuestras sociedades para repensar nuestros modelos de desarrollo”.

Wang Yi, ministro de Exteriores de China, sostuvo que su país reafirma que solo el trabajo conjunto entre todos países dará una solución efectiva en esta lucha contra el cambio climático.

En estas cumbres, los acuerdos deben ser aceptados por todos los Estados participantes, lo que puede causar que las negociaciones se alarguen. Esto fue lo que sucedió en la COP24. Se había planeado el fin de las negociaciones para el viernes, pero se prolongaron hasta que se llegó al acuerdo definitivo al día siguiente. El texto final, aprobado por todos los países asistentes, resultó ser menos ambicioso de lo esperado, especialmente en referencia a los recortes de emisiones de gases de efecto invernadero.

A pesar de las declaraciones de disposición de algunos países, ciertas tensiones fueron inevitables en las negociaciones, especialmente a la hora de asumir que es necesaria más ambición en esta lucha. Por un lado, estaba el lado conservador, con países como Estados Unidos (el cual es uno de los países que más CO2 per cápita aporta al calentamiento global) o Arabia Saudí entre otros. Al otro lado se encontraban la Unión Europea y otros Estados, algunos de ellos insulares, amenazados por el incremento del nivel del mar y que irá en aumento a causa de la subida de la temperatura global.

Otra causa de demora fue una exigencia de Turquía en el último momento, para mejorar las condiciones de financiación. Con respecto a la financiación, el acuerdo final reconoce que es necesario dedicar más recursos a esta lucha, particularmente a la reducción de gases causantes del efecto invernadero.

Informe del Panel Internacional del Cambio

Además de las medidas y los recortes que se acordaron en esta cumbre, debía realizarse una declaración con las conclusiones del informe realizado por los expertos Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), en la cual se advertiría que al mundo no le queda mucho tiempo para poder evitar las peores consecuencias de este cambio climático.

En este informe, que supuso una de las grandes batallas de la cumbre, se detalla lo que pasará si la temperatura global aumenta 1,5 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales. Actualmente la temperatura se encuentra un grado por encima de los mencionados niveles. A pesar de que debería haber sido considerado de gran importancia por todos los países, al tratarse de hechos que afectan a escala mundial, hubo países como Rusia, Kuwait, Estados Unidos o Arabia Saudí, que trataron de restarle importancia y plantearon dudas sobre la veracidad de las conclusiones del informe, mientras que otros Estados defendieron la incuestionabilidad de las conclusiones. Una característica común a estos países que se opusieron es que son los grandes productores de petróleo del planeta.

El informe del Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC), presentado en la COP24, indica que, si se sigue sin ningún cambio, entre 2030 y 2050, estas serán las consecuencias:

–Aumento del riesgo de inundaciones de un 100% (con 1,5°C) a un 170% (con 2°C).

–Si superamos ese 1,5°C más de 400 millones de personas residentes en ciudades estarán expuestas a sequías extremas a finales de siglo.

–El hielo en el Ártico disminuirá tanto que habrá un verano sin hielo al menos una vez cada 10 años.

–150 millones de fallecimientos podrían evitarse limitando esa subida 1,5°C de temperatura

–Casi 50 millones de personas podrían verse afectadas por una subida del nivel del mar en 2100 si el incremento de temperatura excede los 1,5°C.

–Los corales serían unos de los mayores perjudicados ya que debido al aumento de la acidez de los océanos se perderían todos en 2100 si se sobrepasa el aumento de 1,5°C. Llegar a 1,5°C ocasionaría la pérdida del 70% de ellos.

Según los cálculos realizados también por el IPCC, las emisiones de CO2 deberán caer un 45% de aquí a 2030 para limitar el calentamiento a 1,5 grados. Además, en 2050 se deberá alcanzar la “neutralidad de carbono”, es decir, empezar a tener emisiones negativas o lo que es lo mismo, dejar de emitir más CO2 del que se elimina de la atmósfera. Cuanto más tiempo se tarde en llevar estas medidas a cabo, menos tiempo nos quedará antes de que las consecuencias negativas nos afecten a todos, e incluso puede que lleguen a ser irreversibles. Cada año que pasa no sólo no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que éstas aumentan. Es por eso que ahora es el momento de actuar.

Como conclusión del informe del IPCC debe quedar claro que para evitar el aumento por encima de 1,5 grados era necesario recortar en un 45% las emisiones actuales. Sin embargo, por el desacuerdo de varios Estados con este informe, y junto con el miedo al fracaso de la cumbre, se omitieron estos recortes del acuerdo final. Esta demora en la toma de medidas drásticas solo reduce el tiempo del que disponemos para salvar nuestro planeta, arriesgándonos a llegar demasiado tarde para evitar las peores consecuencias.

Resultado

En el encuentro de Katowice fue posible el consenso en torno al reglamento sobre las medidas del Acuerdo de París, lo cual ya supone un gran logro, pero el pacto se produjo a costa de dejar a un lado los mercados de carbono, es decir, el conjunto de mecanismos de comercio de carbono que permite que países que emiten más gases de efecto invernadero puedan comprar derechos de emisión a aquellos países que sí cumplen con los objetivos y emiten gases por debajo del límite establecido. Este apartado bloqueó durante horas la negociación de otros temas, pues diversos países que se benefician de la actual situación, como Brasil, se opusieron a modificaciones. Finalmente decidió posponer la negociación hasta la convocatoria de COP25 el próximo año en Chile.

El conjunto de reglas comunes para todos los países permite presentar sus avances en la lucha contra el cambio climático del mismo modo. Hemos de recordar, que el problema que se presentó tras el Acuerdo de París fue que cada país decidió presentar los datos sobre las promesas de recortes de manera diferente. Por esta razón, un acuerdo para unificar reglas y criterios de forma común es un gran avance. Estas reglas de transparencia son especialmente importantes, puesto que permitirán analizar el avance de lo propuesto en cada momento y eso hará posible un análisis de los objetivos alcanzados y la necesidad de tomar medidas adicionales. Por ejemplo, entre los datos que se exigen a todos los países en sus informes están los sectores incluidos en sus objetivos, la emisión de gases y el año de referencia respecto al que van a medir el proceso.

A pesar de que algunos se muestran decepcionados debido a que esperaban más resultados de los que se obtuvieron, hay que considerar un éxito el mero hecho de haber alcanzado un acuerdo entre todos los países asistentes.

Debemos tener en cuenta que algunos de los Estados participantes que mostraron menos interés y pusieron menos esfuerzo en las negociaciones para esta lucha, e incluso plantearon obstáculos en las negociaciones, son países muy importantes en la esfera internacional, con gran poder económico y político. Por esta razón, debemos considerar que el acuerdo alcanzado es un paso más hacia la concienciación de la lucha contra el cambio climático. Un paso pequeño pero un paso hacia delante.

Categorías Global Affairs: Energía, recursos y sostenibilidad Artículos Global

El deshielo ha provocado el desprendimiento de icebergs que pueden ser un riesgo para la navegación, pero en la Antártida la geopolítica está parcialmente congelada

El aumento de las temperaturas está abriendo el Ártico a las rutas comerciales y a la disputa entre diversos países por el futuro control de las riquezas de su subsuelo. En la Antártida, con temperaturas más bajas y un deshielo más lento, lo que hay bajo el manto blanco no es un océano, sino un continente alejado de las líneas de navegación y de los intereses directos de las grandes potencias. Hay razones para que los principales actores internaciones prefieran seguir dejando en la nevera todo reclamo sobre el Polo Sur.

ARTICULO /  Alona Sainetska [Versión en inglés]

La Antártida es un continente con cordilleras y lagos, rodeado de un océano y con una superficie total de 14 millones de kilómetros cuadrados. Por su ubicación en polos opuestos, la Antártida es frecuentemente comparada con la masa de hielo del Oceano Ártico que es, en cambio, un mar helado rodeado de tierra. En esas partes septentrionales de Eurasia y América, al norte del paralelo del círculo polar ártico, viven alrededor de 4 millones de personas. En contraste, la Antárdida, con su promedio de -49° C de temperatura,  es absolutamente inhabitable y es considerado hoy un santuario natural que concita la atención de numerosos países de la comunidad internacional.

A pesar de no presentar, a simple vista, elementos importantes de conflicto en el conjunto del sistema global,  la soberanía de su territorio nunca ha estado exenta de disputas y reclamaciones territoriales por parte de países como Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Noruega, Francia, Argentina y Chile. Aunque dejadas luego en suspenso, las reclamaciones de esos países no interferían unas con otras, salvo en el caso de Argentina y Chile, cuyas pretensiones se producían sobre terrenos que presentan mayores concentraciones de camarón antártico o krill y que ya habían sido reclamados total o parcialmente por Inglaterra.

En esta cuestión se produjo una trascendental coincidencia de intereses de los países anteriormente mencionados y también de las superpotencias no reclamantes, como fue el caso de Estados Unidos y la URSS, que mostraron poco deseo de convertir tanto el continente como el espacio marítimo en objeto de enfrentamientos político-militares. Este hecho facilitó mucho las negociaciones sobre el futuro estatus jurídico que tendría “el continente helado”.

El primer intento para establecer un régimen jurídico especial para la Antártida fue de Estados Unidos, en 1948. Sin embargo, esta idea fracasó al enfrentarse con la oposición de los países que deseaban extender su soberanía a territorios de la Antártida. Solo dos años más tarde el continente volvió a suscitar interés en las grandes potencias cuando la URSS anunció que no aceptaría ningún acuerdo sobre la Antártida en el que ella no estuviera representada.

Ante la necesidad de llegar a un consenso, y como fruto de los enormes esfuerzos de la comunidad científica mundial, nació un clima de cooperación y diálogo internacional sobre la Antártida que permitió el libre acceso de científicos de cualquier nacionalidad al continente, así como el intercambio de los resultados de sus investigaciones. Este nuevo contexto propició la firma el 1 de diciembre de 1959 del Tratado sobre la Antártida (TA), que entró en vigor el 23 de junio de 1961. Cualquier posible modificación, por mayoría, se aplazó hasta una conferencia prevista para 30 años después de su puesta en vigencia; cuando llegó 1991 no solo no se aplicaron cambios, sino que se añadieron salvaguardas.

En el TA, los países implicados se comprometían a reconocer  un régimen jurídico especial de la Antártida, dándole un estatus de “terra nullius”. Además, se establecía la desmilitarización del continente antártico, lo que reservaba el espacio helado exclusivamente para fines pacíficos y prohibía el establecimiento de bases militares.

Por otro lado, se proclamaba la congelación de todas las pretensiones de soberanía territorial sobre la Antártida, no pudiendo durante el periodo de vigencia del tratado hacerse nuevas reclamaciones o ampliar las anteriormente hechas.

De la misma manera, se establecía el derecho de nombrar observadores con el fin de asegurar el cumplimiento de los objetivos del tratado y se determinaba la celebración de reuniones periódicas de los estados originalmente firmantes del TA, más otros estados a los que se ha concedido carácter consultivo por realizar misiones científicas importantes en la Antártida.

Potencial científico y económico

En el año 1991 se dio un paso más allá en la conservación del gigante helado. Con el objetivo de responder a las cuestiones como el cambio climático y la necesidad de proteger el especial ecosistema que el continente representaba se firmaba en Madrid el llamado Protocolo “complementario” al TA sobre protección del medio ambiente. La condición para su entrada en vigor fue que lo ratificaran todos los miembros consultivos del Tratado Antártico. Prohibía cualquier tipo de explotación de los recursos minerales ajena a los fines científicos. Esta prohibición sólo podía ser levantada por acuerdo unánime y alejaba al continente de posibles rapiñas de sus grandes recursos naturales. La Antártida se convertía así en un lugar único en el mundo para la coexistencia entre hombre y naturaleza.

Sin embargo, las últimas décadas han introducido muchos cambios estratégicos que han originado serias dudas y preocupaciones en cuanto a la eficacia del TA. Su potencial científico y económico, junto con su enorme biodiversidad y riqueza en recursos naturales, han incrementado notablemente la importancia de la Antártida. La mayor interacción e interdependencia de los distintos actores nacionales, internacionales y transnacionales que integran la comunidad mundial ha multiplicado también el deseo de influir y participar, por diferentes vías, en la prosecución de intereses particulares en esta zona del mundo.

Así, junto a proyectos para garantizar las condiciones medioambientales, como la discusión sobre la creación de una gran zona de preservación natural en el mar de Ross, en ocasiones se lanzan polémicas iniciativas para el aprovechamiento de los recursos antárticos, como la sugerida por los Emiratos Árabes para remolcar hasta Oriente Medio icebergs que se desprendan de la masa de hielo antártico, con el fin de combatir la sequía y atender las necesidades de su población (la Antártida contiene el 80% de reservas de agua dulce del planeta).

Esos icebergs, por otra parte, pueden suponer una amenaza para la navegación y el comercio, especialmente si son de gran tamaño, como puede ocurrir con la plataforma de hielo Larsen C, cada vez más próxima a un colapso, lo que dejaría a la deriva un inmenso iceberg de 5.800 kilómetros cuadrados.

Países con diferente peso

Aunque una posible explotación de la Antártida no se contempla a corto o medio plazo y de momento se queda en un terreno hipotético, gracias a las desventajas resultantes de la lejanía del continente y sus duras y desfavorables condiciones, existe el riesgo de un futuro despliegue de actividad económica en la región de la Antártida a nivel mundial. Esto último dependerá de alineamientos internacionales que puedan surgir.

Los alineamientos en relación a la Antártida toman pie de la estructura de administración impuesta por el Tratado, que incluye tres categorías de miembros:

  • Los firmantes originarios (Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelandia, Noruega, República Sudafricana, Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos) que participan de pleno derecho en las reuniones consultivas del TA donde se adoptan las decisiones.

  • Aquellos Estados que desean adherirse y que, habiendo desarrollado actividades científicas importantes, obtienen el consentimiento para participar en las Reuniones Consultivas (por ejemplo: Polonia, Alemania, India, Brasil, China y Uruguay).

  • Los Estados que se adhieren, pero que, al no realizar una actividad científica significativa, no pueden participar en la toma de decisiones (Checoslovaquia, Cuba, Hungría, Bulgaria, Perú, Italia, Nueva Guinea, España, Suecia, Países Bajos, Dinamarca, Rumania y Finlandia).  

Una situación similar  de colisión de intereses  por parte de los actores internacionales se da en el polo opuesto de la Tierra, el Ártico. Sus condiciones climáticas presentan unas temperaturas mucho más cálidas que permiten la descongelación de su sensible capa de hielo. Así pues, el deshielo provocado por el calentamiento global hace cada vez más accesible la riqueza energética del Ártico (se estima que alberga el 13% del petróleo y el 30% del gas natural que queda en el planeta) y, por tanto, recrudece la batalla por los derechos a explotarla por países como Dinamarca, Canadá, Estados Unidos, Noruega y Rusia. Por otra parte está China, para quien el deshielo tiene múltiples consecuencias positivas, como la apertura de nueva ruta de navegación interoceánicas entre el norte de Europa y Shanghái mucho más corta, o el fácil acceso a la minería en zonas como Groenlandia.  

La abundancia de minerales esenciales en la tecnología, la apertura de nuevas rutas para el transporte marítimo y el hecho de que las tierras situadas en el círculo polar ártico sean habitables, con unas condiciones benévolas y de un acceso cada vez más fácil, hacen muy probable que el Ártico se integre antes en la estructura económica mundial que la Antártida.

Categorías Global Affairs: Energía, recursos y sostenibilidad Artículos Ártico y Antártida